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Epílogo.

Está vez cuando desperté lo hice de manera calmada y lenta. La luz es tenue, más agradable a la vista. Los colores un poco más vivos. Huele a flores y a tierra mojada.

La persona que sostiene mi mano es otra. Muevo uno de mis dedos ocasionando que esa persona levanté la cabeza de golpe para mirarme.

—Hola —digo en un susurro. Los ojos se me llenan de lágrimas. Está vivo.

—Yo sabía que despertarias —dice casi en un susurro con voz cansada—. Tengo que llamar a los demás.

—No, espera —le sostengo la mano con fuerza—. ¿Esto es real?

«Por favor, que sea real»

—Claro que lo es.

Llevo mi mano a su rostro, admirando sus ojos grises, me veo reflejada en ellos. Tiene algunos moretones, rasguños y una que otra venda, pero se ve bien.

—¿Los demás?

Abre la boca, pero la cierra sin decir nada. No sabe que decirme lo veo en su mirada.

Mi vista se torna borrosa por las lágrimas que me niego a derramar, él me abraza.

—Me alegra tanto que estés bien —le digo aferrandome a su camiseta. Huele a cigarros, ha estado fumando—. Tú herma...

Alguien me interrumpe.

—Darek, necesitan que... Zafiro.

—Dalton —las lágrimas ruedan por mis mejillas involuntariamente mientras me separo de Darek para observarlo un poco mejor a él—. Pensé que estabas muerto o que pensabas que estoy loca —balbucee sin procesar con exactitud lo que decía.

—Lo segundo puede que lo piense —se acerca con lentitud. Intento reírme, pero en vez de mi risa habitual es una mezcla rara de risa y llanto. Sus ojos se ven brillantes—. Por un momento pensé que te perdía. En tantas ocasiones lo he pensado, y no lo he hecho —ubica su mano en mi mejilla—. Por eso eres mi princesa guerrera —se le quiebra un poco la voz al pronunciar lo último.

Lo jalo hacía mi para abrazarlo mientras lloró. Cómo extrañaba sus abrazos. Huele a menta, ese olor que tanto me gusta solo porque me recuerda a él. Menta mezclada con algo más, no sé que es. Escucho pasos acercándose y otros alejándose, sé que esos son de Darek. Intercambia palabras con alguien, pero no escucho bien lo que dicen.

Al levantar la mirada para ver si alguno de los chicos había entrado me llevo una sorpresa enorme.

—¿Qué? —miro a Dalton buscando respuestas en su rostro. No se ve sorprendido.

—Hola, Aklla —me hablo. Puede hablar, todo ese tiempo ha podido hablar y fingió que no podía. No, espera. No movió su boca.

—¿Tú?, ¿Qué?, ¿Aymara?

—Sí. Tenemos mucho de que conversar —miró a Dalton. El asintió y me observó.

—Te dejaré con ella para que hablen. Estarás bien —me dió un beso en la frente y se marcho.

—Me estoy comunicando contigo telepáticamente, no te mentí con mi condición. Estarás muy confundida en este momento. Seré honesta y directa. Las personas de la tribu en la que estuviste esas semanas son todas como nosotras. Tu abuelo te mando allí porque sabía que estarías bien.

—¿Mi abuelo?

—Aythiri no era tu tío, sino tu abuelo.

—No, pero él era muy joven para ser mi abuelo —dije confundida.

—Él era el mejor con su habilidad, no lo olvides. Tenía que esconder su identidad. Supongo que los días posteriores a su muerte viste como se iba deteriorando su apariencia, eso fue por la falta del suero que él se preparaba para mantenerse joven. Lamento mucho que te enteres ahora y en estás circunstancias, pero es mejor que sepas todo sin tantas trabas.

Mi abuelo. Llevo mis manos a mi rostro ¿Cuánto más falta por saber?

—Yo... Yo... Necesito ver a los demás.

Si necesitaba verlos, con urgencia. Necesito saber que están bien, pero también era una respuesta evasiva. Me da miedo enterarme de más cosas, cosas para las que seguro no estoy preparada.

—No puedes ver a los demás todavía. Es importante aclarar algunas cosas. ¿Sabes que significa Aklla o algo sobre nuestros orígenes?

No sabía nada sobre eso y la verdad me gustaría saberlo, pero quería ver a los chicos.

»Las habilidades son heredadas de generación en generación. Los primeros de nosotros llegaron a esta tierra con sus habilidades, fueron 7. Todos los demás nacimos de generaciones posteriores a esos primeros siete. Cabe aclarar que nunca ha habido restricciones para estar con personas comunes, pero mayormente salimos con iguales.

»Cuando ya se estableció un número grande de nosotros, uno de los líderes de ese tiempo decidió construir el lugar en el que estamos y empezar a clasificar las generaciones. Los nombres fueron claves para distinguir a cada generación después de eso. Se decidió utilizar el abecedario romano mezclado con el latino, empezando por la A que fue la generación Alpha, la cuál ha sido la más grande, en la actualidad ya vamos por la E. Yo fui una de los últimos de la generación Alpha al igual que tu abuelo.

»La de tus padres fue la Gamma o la C, en esa hubo complicaciones, ya estaban sospechando de nuestra existencia y se tuvo que tomar medidas. La tuya es la Delta.

Dalton, Darek, Daykon y Daylen.

—Pero las chicas y yo no tenemos nombres por la D.

—Su segundo nombre —¿Tengo un segundo nombre?—. Zafiro Damelia —arrugo mi nariz al escuchar mi segundo nombre—. Pero todos aquí en la tribu se referirán a ti como Aklla.

—¿Por qué?, ¿Que significa?

—Elegida.

—¿Elegida?, ¿Para que?

—Cada generación tiene una Elegida. Yo fui una de las elegidas. Tu mamá también lo fue. Toda la sabiduría de las elegidas y su alma habitan en ese collar que tienes ahí.

Intistivamente llevo una de mis manos hacía mi collar. El collar de mi madre.

—¿Por eso escucho voces? —en vez de ser una pregunta dirigida hacía ella, fue más algo dirigido a mi misma.

Recordé algo: «Cometes un gran error. Esas voces que escuchas solo te llevarán a tu perdición. Eso que crees que es para lo que estás destinada es falso, solo estás haciendo lo que ellas quieren que hagas. Puedes ser diferente, elige tu destino, no lo que ellas te dicen.»

Sacudo mi cabeza. No, no.

—Ellas se comunicarán contigo siempre que lo crean necesario para poder guiarte a tus objetivos.

—¿Cuales se supone que son mis objetivos?

—El destino de cada elegida siempre está premeditado. Eso incluye las parejas elegidas para ella.

—¿Las parejas? —pregunté en lugar de la otra pregunta que tenía por hacer.

—Normalmente son tres. Todas cumplen con el mismo propósito, pero siempre tendrán uno más presente. El protector, siempre confiara en ti por más difícil que pueda serlo, tratara de protegerte incluso de personas de tu círculo de confianza. Está el de la libertad, que es esa pareja que te sacará y liberará un poco de lo agobiante que suele ser líder. Y el primer amor, suele ser el primero en el que te fijaste, esa pareja en especial estará para ti ayudandote a superar algún momento difícil de tu vida.

»Con esas parejas son con las que te casarás para asumir el liderazgo y formar la siguiente generación.

¿Parejas?, ¿Casarme?

De pronto sentí muchas náuseas.

—Yo no creo que pueda...

—Es tu deber —me interrumpió sin más.

—Se cuál es dos de esas tres parejas, pero no ubico una —a pesar de que no queria hablar sobre ello porque me parecía horrible no pude evitar soltar esa duda.

—Solo serán dos en este caso. Se decidió cambiar esa regla —algo en ella no me hace sentir cómoda. Antes cuando la veía sentía comodidad, su mirada era reconfortante. Ahora es todo lo contrario.

—Mi destino...  ¿Ellas lo sabían? —pregunté temiendo la respuesta.

—Sí, al igual que yo al ser una Elegida.

Lo que siento en este momento, ni se cómo explicarlo.

—¿Sabían... Tú sabías todo lo que iba a suceder después de que me fuera?

—En gran medida.

—¡¿En gran medida?! Tienes idea de todo lo que pasé, lo que sufrí, lo que sufrieron ellos —dije refiriéndome a los chicos—. ¿Todo eso lo sabías?

—En gran...

—¡CÁLLATE, JODER! ¡Sal de mi puta cabeza! —me palpitaban las sienes—. ¡Estaba embarazada! Perdí un bebé —dije pasando del enojo a la tristeza otra vez—. ¿Tú sabías lo que iba a pasarme cuando me fui y no me dijiste nada?

—No podía. Son reglas. No puedo intervenir en tu destino.

Al levantarme me tambalee un poco, desconecté de un tirón una aguja que tenía en el brazo y me acerque a ella.

—Podías ser diferente. Seguir tu corazón y no lo que unas estúpidas reglas sin sentido te dicen que hagas. Era para salvar vidas. Vidas inocentes.

—Cuando asumas tu rol de Elegida y aceptes que lo que pasó tenía que pasar entenderás.

—Nunca entendería algo así y si ser Elegida es convertirme en alguien cómo tú no lo quiero.

Pase por un lado de ella y salí. Estaba todavía cegada por la irá y aún más por el sol que me dió directamente en la cara. Siento mi respiración errática y que todo se mueve a mi alrededor, camino sin sentido hasta encontrar un lugar solo y me siento allí. Pasan unos minutos en lograr calmarme.

Salgo del pequeño lugar que encontré para esconderme con un objetivo claro: hablar con los chicos. Al enfocar bien mi vista quedó sin palabras. Este lugar es hermoso. Es como el paraíso.

Camino un poco y veo a lo lejos una figura que reconozco. Me acerque lentamente.

—¿Fumando nuevamente?

—Creo que todos lo hemos hecho estos días. A veces es inevitable caer en viejos hábitos cuando experimentas sentimientos parecidos a los que te hicieron empezar con eso.

—Dame uno —dije.

—Apenas acabas de despertar, flash. Cálmate un poco.

Tiene las manos vendadas, pero se ve bien físicamente.

—¿Cómo estás?

—He tenido días mejores o peores, ni sé que pensar —volteo a verme con curiosidad—. No pensé que los chicos románticos fueran lo tuyo.

—¿Eh?

—El día de tu cumpleaños hizo un pastel y fue a cantarte cumpleaños a pesar de que seguías en coma. Es lo más cursi que he visto —hizo una mueca. Sé que habla de Dalton, no sabía que había hecho eso. Ni me acordaba que cumplía años.

—Bueno, todas las chicas rudas necesitamos algo de romanticismo en nuestras vidas.

—Neh.

Quería preguntarle por todos, pero solo me salió un nombre.

—¿Dedrick?

—Muerto.

Sentí como el corazón se me paró por un segundo.

«Es un gusto preciosa, mi nombre es Dedrick —hizo una pequeña reverencia, luego agarro mi mano acercándola hacia él.»

«Hay que mantenerla a salvo. Ella es la que nos va a proteger, no debemos dejar que se le acerque nadie»

No lo protegí. Falle.

—Yo... Lo siento mucho —dije con la voz ahogada.

—Yo también, estaba ahí cuando paso —suspiró—. ¿Sabes? Él siempre fue arriesgado, así que sabía que en algún momento moriría de forma épica como él decía, pero me dolió. Pensé que estaba preparada, pero no. Yo no lo amaba —eso me tomo desprevenida—. No del tipo de amor romántico o no al menos ese que explican en las películas. Era un amor no convencional. Con él hice planes a futuro, me entendía, me ayudó cuando lo necesite y me cuidaba a pesar de que yo podía sola. Era una de las personas más especiales para mí y lo perdí. Pero lo que más me duele de su muerte es que le prometí algo y no lo cumplí, y las promesas eran muy importantes para nosotros.

—¿Sufrió mucho?

—No tanto, murió siendo el mismo, con sus chistes y todo —sacudió la cabeza apagando el cigarro.

—Siempre me pregunte una cosa —hice una pausa—. ¿Por qué siempre cargaba un vendaje en el brazo derecho?

Amatista rio un poco.

—Tenía mi nombre tatuado.

—Oh.

—Estaba muy borracho cuando lo hizo. El tatuador escribió mi nombre mal. La s parecía una z y la letra era horrenda. De verdad que era un tatuaje espantoso.

Reí con ella imaginando el suceso.

—Lamento mucho no haber podido salvarlo, Amatista. De verdad —suspiro—. Me alegra que no te haya pasado nada a ti. A pesar de que al principio no me cayeras muy bien, con el tiempo te fui entendiendo y tú a mí. Me alegra saber que eres mi amiga y que estés aquí —le dedicó una sonrisa y ella a mí.

A lo lejos veo otra persona que reconozco de inmediato, cuánto me alivia verlo. Corro hacia él para abrazarlo. Me devuelve el abrazo con uno de sus brazos, el otro lo tiene vendado.

—¿Cómo te sientes? —no se ve feliz.

Suspira.

—Émeraude... —no, no —. Sigue en coma.

Escuchar eso me alivia un poco. Al menos está viva de alguna manera.

—Lo siento mucho, Daykon.

—No fue tu culpa. ¿Tu cómo estás? Me alegra verte.

—No tan bien como me gustaría.

—Si —suspira nuevamente—. Así estamos todos.

—Me alegra mucho saber que estás bien, que estás aquí —se me quiebra la voz.

—Oh, no llores —me abraza nuevamente.

—Lo siento, pero me es inevitable en este momento.

Veo a lo lejos a una parejita que viene corriendo hacia nosotros. Me separó un poco de Daykon para recibirlos con los brazos abiertos.

—¡Despertaste! Cuánto me alegra —dicen al unísono. Rio un poco.

—Me alegra que estén bien ambos —los abrazo con fuerza.

—Y nosotros que tú lo estés —responde Jaspe.

Daylen se aleja un poco y le pasa una mano por encima de los hombros a Daykon.

—¿Todavía nada? —Daykon niega con la cabeza.

Los observo con nostalgia.

—Tengo que hacer unas cosas, prometo que los veré más tarde —los conozco lo suficiente para saber que van a replicar así que les dedico una rápida sonrisa y empiezo a alejarme.

***

Estar sola me ayudó a organizar mis ideas. Tome una decisión. Después de caminar por horas, llegué al lugar que quería.

Parece que hubo una explosión aquí. Me agachó pasando una mano por la tierra o mejor dicho cenizas.

—Un asesino siempre regresa al lugar del crimen —dice una voz detrás de mí.

Me tenso instintivamente. Esperaba estar sola. Voleto confusa.

—¿Quién eres?

—Tu perdición.

    
     
    
    
     
🥀💙 Fin. 💙🥀

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