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Capítulo 6: The game started

No logré dormir nada. Los demás despertaron más o menos a las 6 de la mañana, aunque creo que algunos tampoco lograron dormir. En uno que otro momento durante la noche sentí que me vigilaban; puede que sea idea mía, pero puede que no.

—¿Ahora a dónde iremos? —preguntó Jaspe cuando todos ya estábamos preparándonos para empezar la caminata.

—Tengo un lugar —dije, agarrando mi mochila—. No está muy lejos, pero contamos con poco tiempo. Así que, más caminar y menos hablar.

Recibí miradas de suspicacia por parte de algunos, pero no preguntaron nada. Cada uno agarró sus respectivas cosas en silencio. Ayer, cuando desperté, pensé que me iban a bombardear con preguntas, pero no. Supongo que tenía una cara de mierda y no quisieron agobiarme o no les pareció lo mejor preguntar en un bosque rodeado de soldados enemigos.

Estuvimos caminando alrededor de 3 horas, a un paso adecuado, ni muy lento ni muy rápido, aunque era más rápido que lento.

Le preguntaron unas cuantas veces a Amatista sobre el golpe que tenía en la ceja, pero evadió las preguntas. Debo decir que me intriga; dudo que se haya golpeado ella misma. Tengo dos opciones: se encontró con un soldado y no quiso decirlo, lo cual es muy sospechoso, o se cayó en medio de la noche y le apena decirlo. Por su bien, que sea la segunda.

Tenía hambre y sabía que los demás también. Pensaba hacer una parada para comer algo de lo que traíamos, pero de reojo vi algo que llamó mi atención. Me acerqué, siendo seguida por los demás, y me agaché junto al arbusto. Vaccinium corymbosum. Qué raro que haya de esos aquí. Los chicos observaban los arándanos, pero no agarraron ninguno. Sé que tienen dudas sobre si pueden comerlos o no.

—Estos son comestibles —dije después de inspeccionarlos.

—¿Cómo sabes? —preguntó Daylen, observando uno.

—Puede que no sea la primera vez que tenga que atravesar un bosque; sé mucho sobre esto —dije y me alejé un poco de ellos, no quería que me hicieran preguntas sobre eso.

Me comí varios arándanos y guardé unos cuantos. Adoro las bayas silvestres.

Todavía teníamos enlatados, pero en la mañana Daykon decidió que lo mejor era caminar y comer algo más tarde para no perder tiempo. Todos estuvimos de acuerdo.

Seguimos nuestro camino hasta que escuchamos un ruido que no fue provocado por ninguno de nosotros, eso hace que nos detengamos.

—Agáchense —dije, ocultándome tras unos arbustos. Cerré los ojos y respiré profundo, escuchando—. Hay tres agentes —me asomé mínimamente—. Parece que no están armados. Sin embargo, creo que lo mejor será tomar otro camino.

—O podemos pelear y seguir por este —dijo Amatista observándolos—. No están armados, son pocos, nosotros somos más.

—No quiero ponernos en peligro; puede ser algún señuelo o algo así.

—O puede que no lo sea, ¿acaso te da miedo? —preguntó Amatista, alzando una ceja.

—¿Crees que me da miedo esto? —la observé. Ella retrocedió. Sé que mis ojos se pusieron completamente azules por unos instantes, eso debió asustarla un poco—. Lo de ayer fue mucho más; simplemente no creo que lo mejor sea pelear en este momento. Nuestra energía no está al cien y es preferible que piensen que ya no seguimos aquí. Más tarde, los de la sede se enterarán y enviarán más agentes. Tenemos que irnos rápido —Amatista me dio una mala mirada, pero no opinó nada más.

—Lanzaré esta roca lo más lejos que pueda en la dirección opuesta a la que vamos y saldremos corriendo. En este momento no se me ocurre otra cosa para distraerlos —dijo Darek, agarrando una roca algo grande—. Uno. Dos —todos ya estábamos preparados para correr cuando un agente apareció frente a nosotros.

Nos miramos entre todos; se notó las intenciones del agente de llamar a los demás. Estaba por encerrarlo en una barrera cuando Daykon se acercó rápidamente a él y le dio un puñetazo. No sé cuánta fuerza tenga este chico, pero al parecer lo dejó inconsciente.

Salimos del asombro cuando Darek habló nuevamente.

—Tres.

Se escuchó el sonido que provocó la roca al impactar contra el suelo. No pasaron ni diez segundos cuando ya estábamos corriendo.

¿En serio creímos que esto iba a funcionar? Esos tipos están entrenados, son muy rápidos. En poco tiempo nos alcanzaron y lo supe porque escuché cómo agarraban a una de las chicas y la tiraban al suelo. Volteé asustada, pero solo se lanzó sobre ella para retenerla.

Estos soldados no llevan el casco que acompaña su uniforme. Hasta el momento solo había logrado ver sin casco al idiota de Berrycloth. Ni siquiera a los soldados del lado de Blake los pude ver sin esos cascos protectores que les tapan toda la cara.

El otro soldado que está en pie nos mira amenazante en posición de ataque. Yo avanzo, posicionándome frente a mis compañeros.

—Déjala ir y esto terminará bien —le digo con voz calmada. No quería tener que usar mis habilidades; cuando las uso muy seguido, paso días sintiéndome muy agotada.

—¿Y si no, qué? —dice el que está con Jaspe. Le da una bofetada bastante fuerte, mirándome desafiante.

Lo miro enojada, a punto de usar mi habilidad contra él, cuando Daylen se le abalanza encima. Ambos caen al suelo y este no para de golpearlo en la cara una y otra vez. Darek aprovecha que el otro soldado está distraído y le da un puñetazo, tomándolo por sorpresa.

Quedó plantada en mi sitio observándolos. Estos chicos son increíbles. Será fácil entrenarlos; la pregunta es si podré controlarlos.

—¡Daylen, ya basta! —le grita Jaspe con horror, pero él no para. Así que decido acercarme, me agacho junto a él y pongo una mano sobre su hombro.

—Ya es suficiente —le digo. Él respira agitadamente y se levanta. Tiene la cara llena de sangre del desafortunado soldado que yace en el piso apenas respirando, y su puño ni se diga.

Miro por encima de mi hombro, Darek le ganó al soldado. O estos soldados son terribles o estos chicos han tenido una vida interesante.

—Bien, eso fue... magnífico —digo con sinceridad, poniéndome en pie—, pero debemos continuar. Lo mejor será correr si queremos llegar rápido.

Jaspe observa a Daylen, negando con la cabeza. No es fan de la violencia, no es que yo lo sea, pero tendrá que acostumbrarse.

[...]

No sé con exactitud cuánto tiempo pasamos corriendo, pero al dejar de hacerlo, ya estaba algo agotada. A lo lejos se veía una carretera; el bosque no era muy extenso.

—¿Dónde estamos? —preguntó Émeraude casi sin aliento, sosteniéndose de sus rodillas.

—No lo sé, pero ya salimos del bosque. Si nos apresuramos, puede que lleguemos antes de que anochezca por completo —dije mientras nos acercábamos a la carretera.

—¿Cuánto tiempo estuvimos corriendo? Siento que no había corrido tanto en mi vida —dijo Jaspe.

No escuché la respuesta, me alejé de ellos para ver mejor nuestros alrededores.

No lograba ver nada que me pareciera conocido. Caminé un poco más, a lo lejos pude ver una vieja gasolinería. Suspiré, ya sé dónde estamos. Me acerqué nuevamente a los chicos.

—¿Cómo hiciste eso? —preguntó Daylen mientras se quitaba con la manga del suéter el sudor de la cara.

—Práctico boxeo, el hecho de que lo tomé desprevenido me ayudó —dijo Daykon con tranquilidad sacando un paquete de galletas de su mochila—. Pero oye, eso no fue tan asombroso como lo que hiciste tu amigo. No me lo esperaba de ti.

—¿En dónde se supone que practicas boxeo? —le preguntó Daylen, ignorando el comentario dicho por su amigo. Todos lo miraron sin saber qué decir, Daykon repartió las galletas en completo silencio.

Mordisquee una de las galletas esperando que alguien dijera algo, el silencio fue interrumpido por Darek.

—En la casa había un gimnasio, todos lo usábamos, pensé que sabías que había uno —dijo apenado.

—¿Me están jodiendo? Oh, mierda, me están diciendo que, mientras yo me lo pasaba observando las cámaras de la casa como un idiota, ustedes se lo pasaban en el gimnasio. No lo puedo creer —esto me resultaba gracioso.

—Pues el entrenamiento no te hizo falta —dije. Él se veía apenado. Señale en dirección a la gasolinera—. Necesitamos seguir, no estamos tan lejos del lugar al que vamos —dije, empezando a caminar mientras ellos me seguían.

[...]

Calculaba que faltaba poco para las 12 de la noche cuando me detuve. No nos tomó mucho tiempo llegar al pueblo.

—¿Es aquí? —preguntó Émeraude con una mueca de disgusto en el rostro.

—Es horrible, lo sé, no vean necesario mentir, pero es un buen lugar para esconderse. Viví aquí un tiempo. Vamos —dije avanzando.

Seguía tan descuidado como lo recordaba. Dudo que los vecinos me recuerden, no llegué a hablar nunca con ellos. Dalton y yo no salimos mucho durante el tiempo que estuvimos aquí o al menos eso es lo que llegó a pensar Aythiri...

Una exclamación de sorpresa me sacó de mis pensamientos.

—¿Qué pasó? —dije mirando a Daykon que estaba señalando una casa. Todos lo miramos sin entender lo que nos quería decir.

—¿Qué es...? —dijo señalando en dirección a dónde estaba un bebé jugando con un carrito. Tendrá apenas un año, ¿qué hace afuera con este frío?

—Es un bebé, ¿nunca habías visto uno? —pregunté con cautela.

—En persona no, pero no hablo del bebé —señaló detrás del bebé—. Me refiero a eso.

—Ah —digo viéndolo—. Es un perro.

—¿Un perro? —preguntó extrañado y fascinado.

—Sí, son animales de... compañía —lo observo, de pequeña siempre quise uno.

—Te tocará acostumbrarte a estás preguntas. Es normal que no sepa muchas cosas, ha estado demasiado tiempo encerrado —dijo Darek dándole una palmada en el hombro a Daykon.

—De seguro eras como ese bebé cuando estabas pequeño —dijo Jaspe, viendo con ternura al bebé de piel morena.

Es tierno, pero no me gustan los niños. Siento que sería una pésima madre, tal vez porque no tuve una.

—Creo que deberíamos continuar, una señora nos está mirando con cara de querer asesinarnos —dijo Amatista entre dientes.

Los habitantes de aquí no eran nada amigables, prefería que pasáramos desapercibidos. Me di la vuelta y seguí avanzando mientras los demás me seguían. No pude evitar mirar de reojo a Daykon, me parece tan cruel lo que le hicieron.

No tardó mucho en aparecer frente a nosotros nuestro destino de llegada, por fuera seguía pareciendo una vieja casa abandonada. Es la más alejada de todas. En vez de acercarme a la entrada, caminé hasta el costado de la casa.

—Necesito tu navaja —le dije a Amatista, extendiendo mi mano.

—¿Mi navaja? ¿Para qué?

—Solo dámela —resopló y escuché que me insultaba entre dientes, pero me dio la navaja.

Me hice un corte en mi mano izquierda. Cuando empezó a manar la sangre de la herida, la uní con mi mano derecha. Un brillo rojo carmesí salió de mis palmas.

—Necesito que nos tomemos todos de la mano para poder pasar —les dije mientras extendía mi mano hacía ellos. Me miraron extrañados. Entiendo, lo que acabo de hacer parece de locos.

—¿Qué es ese símbolo que hay en tu mano? —preguntó Daylen intrigado.

—Es una... runa. La casa está protegida, necesito hacer esto para poder pasar.

Daykon fue el primero en tomar mi mano, los demás se unieron al agarre con cautela.

—Riw dins im Montme Wandtsblutschaftver —mis ojos deben estar blancos en este momento—. Tlub neimes Tlutbes, betti slas himc renpassie.

Avancé hacia la pared y la traspasé, siendo seguida por los demás.

—De todo lo que te he visto hacer, sin duda eso ha sido lo más extraño y espeluznante —dijo Amatista, observando la casa.

—Lo sé —les mostré mis palmas, que estaban intactas otra vez. Eso los asombró el doble. Me acerqué a la cocina y me puse a rebuscar en los cajones.

—Me volveré loca si seguimos a este ritmo —escuché decir a Jaspe.

Necesitaba encontrar esas cápsulas con urgencia. Salí corriendo en dirección al cuarto que pertenecía a Aythiri. Estaba segura que estarían ahí, pero no las encontré dónde deberían estar. Sabía que no soportaría mucho tiempo estar ahí, así que salí rápidamente y entré al cuarto que pertenecía a Dalton.

Al entrar, un montón de recuerdos me invadieron, pero no era momento para pensar en eso. Abrí el cajón donde supuse que estarían. Tuve la suerte de encontrarlas; de seguro Dalton, cuando estuvo aquí, las cambió de lugar. Suspiré con alivio, las agarré y salí de la habitación dirigiéndome a la cocina.

—Necesito que se tomen una de estas, son para que no nos encuentren, así no podrán rastrear nuestra escencia mágica, por así decirlo —se miraron entre ellos sin decir nada. Necesitaba que hicieran esto por las buenas. Agarré un vaso con agua y me tomé una—. No me han encontrado durante todos estos años gracias a estas cápsulas. El día que me encontraron no cargaba conmigo las suficientes, la única que quedaba se la di a mi... amigo.

Sé que Dalton está bien, la conexión que tengo con él me hace saber de alguna manera su estado, pero no puedo evitar sentirme mal cada vez que pienso en él. Sentía que lo había traicionado por no decirle la verdad, pero él también me oculto cosas y me lastimó.

La realidad es está: desde que dejé que los soldados me vieran ese día, empecé un juego (batalla) que no sé si tendrá un buen final. Los de la organización ECA contra nosotros.

Ellos tienen una misión: atraparnos y seguir usandonos como sus ratas de laboratorio. Mi misión, en cambio, es llegar con los chicos a ese lugar, ayudándoles en el proceso a desarrollar sus habilidades, cosa que no será fácil por las complicaciones que conlleva hacerlo.

De lo que tengo certeza es que habrá un enfrentamiento, por eso los chicos y yo debemos estar unidos, por eso debo ganarme la confianza de ellos.

Igual sé que, con ellos o sin ellos y cueste lo que cueste, la persona que ganará este maldito juego seré yo. Yo no lo empecé, pero sí que lo terminaré.

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