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Capítulo 5: Decisión

—Chicos, ¿qué pasó? —dijo Jaspe, acercándose con preocupación hacia sus amigos.

—Zafiro se desmayó. El impacto de la granada hizo que chocara con una de las rocas al comienzo del bosque y creo que esos poderes que tiene le agotan la energía rápido —respondió Amatista, sosteniendo sobre su brazo un pedazo de tela que había arrancado de su camiseta.

—Supuse que las cosas podían complicarse, por eso decidí quedarme con ellas. Además, le quité una granada a Miller y pensé que sería útil —dijo el moreno, dejando a la chica que traía en brazos sobre unas hojas en el suelo. No le había querido decir a sus amigos, pero desde hace tiempo lograba saber sus emociones o cómo se sentían. Supo desde un principio que las intenciones de Zafiro eran buenas, también que estaba agotada y que por lo tanto se podía desmayar en cualquier momento—. No logró protegernos perfectamente de la explosión, pero no estamos mal. A Amatista solo le rozó la bala —observó el cielo. A pesar de que estaban lejos del lugar de la explosión, desde ahí se veía el humo—. Todo allá quedó hecho un desastre.

—Esa granada era muy diferente a las que he visto y esa chica... —miro a Zafiro—. No sé qué le hizo antes de que explotara, pero puede que les haya reventado los tímpanos a los agentes. Los vi quitándose los cascos y la sangre les goteaba de los oídos.

—Todo esto es... una locura —dice Émeraude, negando con la cabeza—. Desde que nos encerraron hemos tenido suposiciones del porqué lo hicieron, pero yo no pensé que fuera por algo así.

—¿Cómo saberlo? Lo único que hacían era sacarnos muestras de sangre y hacernos preguntas tontas.

—Pensé que querían usarnos como ratas de laboratorio para probar algún nuevo producto experimental, no porque fuéramos capaces de tener poderes.

—Yo estuve toda mi vida allí —dice Daykon, observando las hojas en el suelo—. Se suponía que era un experimento para saber qué tan diferente podía ser una persona criada en ese ambiente con alguien con una infancia normal. Por eso, cuando llegó el primero de ustedes, pensé que finalmente era el fin de ese encierro.

—Definitivamente es increíble todo esto, no creería nada si no lo hubiese visto con mis propios ojos —dijo Darek, observando a Zafiro—. El otro día en el área de enfermería, acercó un teléfono a ella solo mirándolo.

—Necesito mi mochila —dijo Amatista, aguantando el dolor e interrumpiendo a sus compañeros. No quería parecer débil, por eso siempre trataba de no demostrar cómo se sentía y andaba con su máscara de indiferencia.

—Aquí está —dijo Darek, pasándole la mochila—. ¿Necesitas ayuda con eso? —él sabía mucho sobre primeros auxilios, le ayudó con la herida a su hermana y quería ayudar a Amatista también, aunque estaba seguro de que rechazaría su ayuda.

—No, yo sola puedo.

—A Émeraude también la rozó una bala, pero en el tobillo. Tuvimos que revisar las mochilas para buscar algo que nos sirviera para atender la herida y sacamos unas cosas que había en la tuya, espero no te moleste —dijo Jaspe un poco nerviosa, sabía cómo podía llegar a reaccionar Amatista en ocasiones.

Amatista le dio una mirada poco agradable y se alejó de ellos para sentarse en una roca y atenderse la herida.

Darek se acercó a Zafiro y la observó unos segundos. Por su mente pasaron muchas cosas, pero decidió concentrarse en atender sus heridas.

—¿No les parece raro que no pudimos abrir su mochila? —dijo Émeraude, mirando la mochila de Zafiro con ojos entrecerrados.

—¿Eso es lo que más raro te parece? —le preguntó Daylen.

—Todo lo que está pasando es extraño, más desde que ella llegó, pero nos ha sacado de ese lugar. Sé que nos va a dar respuestas y explicar lo que está sucediendo —mientras Daykon decía eso, intentaba abrir unos enlatados para hacer algo de comer—. En este momento, la mochila es lo de menos —dijo mirando a Émeraude con mala cara.

—¿Entonces piensas quedarte con ella? —preguntó Émeraude de mala manera—. Podemos huir aprovechando que está inconsciente, y si a alguno le apetece, puede dejarle una nota de agradecimiento.

Todos se sumergieron en sus pensamientos, pensando en qué era lo mejor.

—Aunque huir no suene tan descabellado, ya que no conocemos a esta chica de nada —dijo Darek, mirando a sus compañeros—, ella nos salvó. Daykon tiene razón, es la única persona que puede darnos respuestas. Lo más conveniente para nosotros es permanecer con ella. Esos soldados no van a parar de buscarnos, y si ella hizo todo esto, tiene que tener un plan para que no nos encuentren.

Se miraron entre todos, sopesando las palabras dichas por Darek, y aunque algunos no estaban de acuerdo, sabían que era lo mejor por ahora.

—Aunque me duela decirlo, no puedo estar en desacuerdo con el niño bonito. Me gustaba más la propuesta de Émeraude, pero la mejor opción es la de Darek —dijo Amatista, regresando al lado de ellos con una parte de su brazo vendada—. Lo que debemos hacer ahora es quitarnos los chips —agregó, tomando por sorpresa a todos.

—Se me habían olvidado —dijo Darek, terminando de atender las heridas de Zafiro con muchas preguntas en la mente. ¿Por qué estaría tantos días en enfermería? ¿Qué le hicieron?

Amatista sacó una navaja del bolsillo de su pantalón y se la extendió a Jaspe, quien la miró aterrada.

—Tú eres la única que sabe con precisión dónde está el chip, así que te doy los honores de sacarlos —dijo con una sonrisa que se podría catalogar como malvada. Ella sabía que Jaspe no soportaba ver heridas y mucho menos causar daño o algo que se le pareciera. Admitía qué, en parte se lo decía a modo de venganza por revisar su mochila.

Jaspe la miró dubitativa y nerviosa. La que sabe con precisión donde están los chips es Émeraude, no ella. Émeraude no es de muchas palabras, pero un día se lo comentó. Ella le dijo que le dijera a los demás, pero no quiso, así que decidió hacerlo ella. Por eso creen que es la que sabe. Esto le pasa por bocona. Agarró la navaja en su mano, la observó por varios segundos y tragó grueso, dispuesta a hacerlo.

—¿Tienes elementos suficientes para curar las heridas después? —preguntó Jaspe, todavía con dudas. En verdad le daba miedo, pero alguien tenía que hacerlo.

—Hay suficientes. El traslado fue algo que me tomó por sorpresa, no me lo esperaba y me dio mucha desconfianza, pero eso no quiere decir que no me haya preparado —dijo Amatista, sentándose en la roca que estaba al lado de dónde Zafiro estaba acostada.

Todo últimamente le estaba resultando aún más extraño de lo que era desde que la habían llevado a ese lugar, así que estaba más alerta de lo que acostumbrada. Cuando supo del traslado, empacó varios de los suministros que habían en los botiquines de primeros auxilios, algunos enlatados y la navaja, que era algo que siempre trataba de cargar con ella por precaución y también porque le recordaba a alguien. Cuando llegó al lugar, se la habían quitado, pero Blake se la dio a escondidas. Esa mujer siempre ha sido amable con ellos, pero igual no le agrada. El día que Zafiro llegó, ella pensó que se trataba de una clase de trampa, algún agente o científico nuevo que quería que ellos confesaran cosas que ni siquiera ellos sabían, pero ahora ya no tenía idea de que pensar de Zafiro. Los había ayudado y de verdad sentía esa "conexión" o algo así con ella y con los demás. Ahora sabe que son diferentes y que por eso los capturaron.

Jaspe se estaba acercando a Amatista, dispuesta a sacarle el chip, cuando Émeraude decidió intervenir.

—Deja que yo me encargue —le dijo a Jaspe, arrebatándole la navaja de la mano.

Amatista la miró con una sonrisita en el rostro, tenía un presentimiento de que Jaspe no era la que lo sabía, acertó. Los demás la miraron un tanto sorprendidos, Jaspe por su parte sentía un alivio enorme.

—¿Donde están los dulces que me dio Blake? —preguntó Daylen, revisando su mochila. Cuando llegó a esa lugar, tuvo que dejar algo de lado y lo terminó reemplazando por dulces, por lo tanto Blake le llevaba semanalmente.

—Los usamos para hacer el rastro que iban a seguir... —Darek se calló al ver la cara de Daylen—. Yo te los pedí y tú aceptaste, ¿no te acuerdas?

—Vamos, amigo, me pudiste haber pedido un órgano y yo hubiese aceptado con lo distraído que estaba en todo lo demás.

Escucharon un quejido proveniente de Zafiro, todos aguardaron silencio observándola. Daykon y Darek se acercaron a ella.

  Zafiro

Me sentía terrible, aunque ya era costumbre despertar sintiéndome mal. Me llevé una mano a la cabeza y abrí los ojos, me asusté por un momento hasta que recordé lo último que pasó.

Tenía una venda en la frente, me ardía el labio y me dolía todo el cuerpo. Me senté, todos me miraban y fue como un Déjà vu del día que los vi por primera vez, solo que esta vez estábamos en un bosque.

—¿Qué pasó? —logré articular, tenía la garganta muy seca y estaba algo mareada.

—Debido a la explosión, te llevaste un golpe con una de las rocas que había en la entrada del bosque, por eso te desmayaste, pero no fue nada grave —dijo Daykon pasándome una botella de agua, le dediqué una pequeña sonrisa de agradecimiento—. Gracias a lo que hiciste nos lograste proteger. Seguimos un rastro que los chicos nos dejaron y bueno, aquí estamos, lo más probable es que pasemos la noche aquí.

—¿Qué pensaban hacer? —dije, viendo la navaja en la mano de Émeraude.

—Oh, bueno, resulta que tenemos un chip y es necesario sacarlo para que no nos encuentren tan rápido —dijo Jaspe con nerviosismo.

—¿Dónde está mi mochila? —Daylen me pasó mi mochila, la abrí bajo la atenta mirada de todos y saqué la anestesia especial que tenía. Miré el tubito decepcionada, no queda nada—. Pensé que quedaba, era anestesia —dije un poco apenada.

Jaspe me la quitó de las manos y agarró una tijera para cortar el tubito por la mitad.

—Bueno, no es mucho. Pero puede servir para unos cuantos —dice observando su dedo con extrañeza.

—Hace efecto rápido —le digo—. Pueden usar lo que queda ustedes —les ofrezco sin mucho ánimo. Esa anestesia especial es realmente buena, es una pena que ya no tenga más de esas. Aythiri siempre fue bueno en lo que hacía, pero decidí borrar ese pensamiento. Era una etapa que todavía no superaba.

Así pasamos un buen rato en el proceso de sacar el chip, el cual estaba en el bíceps braquial. Me pregunto en qué momento me lo pondrían. La única que decidió usar anestesia fue Jaspe; los demás prefirieron prescindir de ella.

Mientras le sacaban los chips a los demás, Daykon me dio unas galletas untadas con algún enlatado. No se veían muy apetitosas, pero estaban bien. Aparte, tenía mucha hambre y necesitaba comer para recuperar la fuerza y la energía más rápido.

Cuando llegó mi turno del chip, fue rápido. Al finalizar, Darek se acercó a mí para vendar la pequeña herida. Cada vez que lo veía sentía algo extraño, era como si lo conociera, pero no lo recordara.

—¿Te dolió? —preguntó al ver que lo estaba mirando.

—No —dije con una pequeña sonrisa de incomodidad desviando la mirada, no sabía el porqué, pero me sentía un poco nerviosa.

—Bien, me los llevaré —dijo Amatista interrumpiendo el momento. Empezó a agarrar cada chip ensangrentado, poniéndolos en un trapo.

—¿A dónde? —preguntó Daykon, mirándola con los ojos entrecerrados.

—A algún lugar —dijo, poniéndose en pie y alejándose. Una pequeña parte de mí me decía que de seguro quería estar sola, pero la otra, que quería huir. Esperaba que ese no fuera el caso.

—Ten cuidado, Amatista —dijo Daykon logrando encender una fogata—. No la dejaré encendida por mucho tiempo, no creo que nos busquen a esta hora, pero es mejor prevenir.

Definitivamente, pasaríamos la noche acá. No sabía cuánto tiempo caminaron los chicos para llegar hasta aquí, pero el lugar parecía estar lo suficientemente alejado del sitio de la explosión. Dudaba que algún agente estuviera del todo bien, como para intentar buscarnos a esta hora, teniendo en cuenta que estábamos heridos y que tal vez no teníamos a dónde ir, pero sí que teníamos a dónde ir. Además, después de la explosión dudo que puedan comunicarse con alguien.

Blake me dijo que tardaríamos en llegar a la otra sede un día y medio aproximadamente, así que teníamos hasta mañana en la tarde o un poco más para ocultarnos mejor antes de que se entere Thornfield y los demás que estén detrás de esto.

Pasó un buen rato en el cual no pude dormir, sé que no nos encontrábamos tan lejos del lugar al que tenía que ir primero con Dalton. Me duele haberle ocultado lo que planeaba hacer, pero sé que si se lo hubiese contado, no me habría dejado hacerlo, al menos no sola. También lo puse en peligro, espero que se encuentre bien, no me perdonaría si le pasara algo por culpa de mi imprudencia.

Escuché un sonido que me sacó por completo de mis pensamientos. El sonido provenía de los arbustos, me prepare por si era algún agente, pero solo era Amatista.

—¿Qué te pasó en la ceja? —le dije en un susurro, observando el golpe que tenía. Sé que iba a preguntar qué hacia despierta, así que decidí responder antes—. Daykon iba a vigilar, pero se quedó dormido en algún momento de la noche y decidí hacerlo yo.

—No pienso responder a esa pregunta —dijo mientras se recostaba de un árbol.

Me acosté nuevamente, mirando el cielo y pensando en que tenía que trabajar mucho para que lograrán confiar en mí. Sabía que algunos me ocultaban cosas, todos guardabamos secretos, eso era evidente y, aunque yo no debería, no era la excepción.



EM

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