Capítulo 32: Te destruiré.
—Todos tienen las emociones alteradas, es difícil mantenerlas en calma.
—Mientras las de Zafiro no se alteren estaremos bien —dijo mientras luchaba cuerpo a cuerpo contra dos soldados que había logrado desarmar, pero se detuvieron al escuchar gritos desgarradores detrás de ella. No pudo evitar llevarse instintivamente las manos a sus orejas.
Los soldados contra los que peleaba Daykon se estaban revolcando en el piso sosteniendo sus cabezas mientras gritaban. Uno de ellos se clavaba las uñas en su cuero cabelludo y el otro golpeaba su cabeza contra el duro suelo.
»¿Qué pasa? —preguntó Amatista aterrada por la escena dando unos pasos atrás.
—No lo sé, yo...
—¡HAZ QUE PARE! —clamó uno de ellos con la voz cargada de sufrimiento, congoja, tormento y delirio. Eso fue lo último que dijo.
Los ojos se le salieron de las órbitas y apto seguido explotaron sus cabezas. Amatista aparto la mirada de ellos asqueada y asustada a partes iguales, pero eso no evito que algunos trozos de piel y sangre salpicaran en ella. Los otros soldados empezaron a retroceder asustados.
—¿A dónde creen que van? —les dijo ella cuando recupero la compostura, pero ya se habían marchado. Volteó para mirar a Daykon, él seguía asombrado por lo que vio o hizo. Ese asombro quedó en segundo plano cuando el campo de protección falló ante sus ojos.
—Algo pasa con Zafiro —dijo en un susurro.
—Estabilizale las emociones, no podemos perder el campo de protección.
—Lo estoy intentando, pero no puedo. Necesito acercarme.
—Te abriré el paso.
Corrieron en dirección hacia donde creían que estaba Zafiro, soltando disparos y puñetazos a los soldados que se interponian en su camino.
***
—¿Darek? —volteó a mirarla— ¿Eres el real? —preguntó con cautela entrecerrando los ojos acercándose lentamente.
Él se rió por su dramatismo y asintió.
—¿Cuántos has visto?
—Tres.
—¿Por qué estás sola? —le preguntó a Émeraude sin perder la concentración en las ilusiones que está controlando.
—No sé donde está Dedrick o Daykon.
—Deberías buscarlos, no puedo protegerte mientras esté controlando a las ilusiones.
—No necesito que me protejas, sé hacerlo sola —para reafirmar su punto le disparó a un soldado que estaba acercándose. Esté cayó llevándose una mano a su pierna herida—. Ves.
—Émeraude, creo que deberías...
El soldado que fue herido en la pierna, levanto su pistola y disparó a Émeraude.
Ella se llevó las manos asustada a su rostro.
Una ilusión de Darek igual a ella se puso delante para recibir el impacto, cosa que era imposible porque solo es una ilusión y la bala debió atravesarla, sin embargo no la atravesó e impacto en la ilusión.
—Eso es nuevo —dijo él disparándole a el soldado con su arma en la cabeza.
—Igual tenemos el campo de protección, no me iba a pasar nada.
—No lo tenemos, se esfumó unos segundos antes de que él disparara.
Émeraude se miró a si misma sorprendida y luego a su hermano.
»Tu habilidad es la curación, lo sé, pero ese hombre apunto directo a tu corazón. Una herida en un brazo o en una pierna es diferente, no sabemos que hubiese pasado si la bala te llegaba —sabía que la hubiese matado, su habilidad solo la ayuda a sanar de forma acelerada, pero no quería decírselo de forma tan directa para no asustarla. Aunque no estaba muy seguro si había algo más en ella que todavía no han descubierto.
—¿Me habría matado? —preguntó más para ella que para él.
—No lo sé, tampoco sabía si la ilusión detendría la bala, pero lo hice involuntario y si funcionó. Ahora ve con los demás y si un soldado se te atraviesa en el camino, mátalo —remarcó la última palabra para que a ella le quedará claro.
Émeraude trago saliva y asintió. Salió corriendo a buscar a los demás mientras Darek estudiaba un poco más a fondo sus ilusiones para descubrir que más pueden hacer. Quedó asombrado con algunas cosas que descubrió de su habilidad.
***
—Escúchame y deja de lamentarte. Solo dile a mi esposa y a mi hijo que los amo, que fueron en lo único en que pensé y que morí haciendo lo correcto.
—Todavía no es tarde, tengo una amiga que... Si no me hubiese alejado de Zafiro sé que la habría convencido de que hiciera un campo protector para ti —dijo con frustración.
—No te atormentes horita —tosió sangre y respiro de manera dificultosa—. Solo acaben con la vida de esa per... Y logren lo que vinieron a hacer...
—¡Dedrick!
Al voltear y ver a Émeraude fue como ver a un ángel caído del cielo.
—Necesito que lo ayudes.
—Necesitamos buscar a Zafiro, perdimos el campo de protección.
Dijeron al unísono. Dedrick se observo, no se había dado cuenta que no tenía el campo protector. Émeraude observo al chico en el suelo y al gran charco de sangre debajo de él, se acercó y tomo su muñeca.
»Lo siento, Dedrick, pero ya no tiene pulso. Está muerto —el suspiró pasándose las manos por la cara dejando un rastro de sangre en su frente, pómulos y parte de su cabello—. ¿Quién era él?
—Otra persona a la que no pude salvar. Vámonos —dijo levantándose dispuesto a alejarse de la escena.
—¿Por qué querías salvar a este soldado? —preguntó confundida.
—¡¡Porque él si tiene una familia que lo estaba esperando, una familia que lo ama y se preocupa por él!! —bajo la voz al darse cuenta que estaba gritando—. Yo nunca tendré eso —dijo en un susurró dándose la vuelta.
Émeraude quizo decirle que ellos ahora eran su familia, pero no lo hizo.
No dieron muchos pasos porque una gran cantidad de soldados los rodearon.
»Perdí mi arma —susurró a Émeraude.
—Yo todavía tengo la mía —respondió ella en el mismo tono de voz quitándole el seguro.
Dedrick saco su cuchillo listo para pelear.
Se escucharon los disparos, pero no contra ellos. Contra los soldados.
Ante su vista estaban Amatista y Daykon siendo apuntados por la pistola de los soldados restantes.
»Cuatro es mejor que dos —sonrió levemente aliviada de verlos, aunque se preocupó un poco al verlos salpicados de sangre.
Dedrick se lanzó hacia uno de los soldados dando inicio al enfrentamiento.
***
Minutos antes.
—Me recuerdas mucho a tu madre. Tienes sus mismos ojos —dijo con rabia.
Zafiro no respondió, ¿Ella conoció a su madre?
»Tu padre siempre estuvo enamorado de ella. Desde la primaria.
—¿Conociste a mis padres? —ella asintió—. ¿Que me lo asegura?
—Éramos todos amigos. Los mejores —dijo entre dientes—. Te puedo contar que fue de la vida de todos ellos. Tus padres, los padres de tus amigos.
Todos sus padres eran amigos, eso ya lo sabía, pero si Collins conoció a sus padres y a los padres de los chicos, eso significa que ella es...
»No te adelantes a los hechos, déjame continuar la historia —dijo interrumpiendo sus pensamientos—. Todos nos conocimos en la primaria. Los poderes, como ya debes saber, son heredados. Pasan de generación en generación de las mismas familias y siempre la nueva generación está destinada a conocerse. Así fue con nosotros, los anteriores a nosotros y con ustedes —la miró con fijeza unos segundos.
»Me costó mucho dar con ustedes después de lo que pasó. Álex lo planeo muy bien.
Álex... Álex es su padre.
»Él era tan inteligente, pero tomó malas decisiones, estúpidas diría yo. Por eso no está aquí con nosotros —dijo con algo parecido al pesar, suspiró y nego con la cabeza.
Recordaba la última vez que vio a su padre, le prometió que se verían nuevamente, pero al pasar los años supo que ese día no llegaría y siempre pensó en la posibilidad de que habría muerto. A pesar de que no recordaba mucho de él, le daba tristeza enterarse que, en efecto, sí murió.
»Todos tomaron decisiones estúpidas. Por eso están muertos —sonrió cínicamente—. ¿Quieres saber cómo murieron? Así le cuentas a tus amiguitos después. Oh... Espera, dudo que lo hagas, de seguro ya están muertos.
—No están muertos —dijo con seguridad. Sabe que siguen vivos, lo siente en su interior.
—Pero pronto lo estarán.
Si no fuera un holograma Zafiro ya la hubiese hecho pedacitos.
»Empecemos con la mamá de Daylen. Ya que con la tuya no se puede, murió mucho antes de todo esto. La mataste tú ¿Sabías? Murió trayendote al mundo.
—Eso... Eso no es culpa mía. Solo era un bebé, no tengo la culpa de eso.
Collins se encogió de hombros.
—Entonces fue culpa de sus creencias —suspiró mirándose las uñas como si la muerte de la mamá de Zafiro no hubiese tenido importancia. Eso la molestó, pero también estaba confundida por lo último que dijo.
—Te destruiré cuando te encuentre —dije entre dientes.
—Si no te destruyo yo antes con lo que tengo que decirte —su sonrisa no le gustó nada a Zafiro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro