Capítulo 24: Eres una asesina, preciosa.
—Debemos buscar a Amatista —les dije a los chicos.
Sin embargo, sabiendo que debía buscarla mis piernas me dirigieron a la casa. Por suerte no nos encontramos a nadie en el camino.
Al atravesar el agujero de la pared que usábamos como puerta supe que algo en la casa no estaba bien. Amatista está en la casa, sabía que debía encontrarla y diría que me siento alegre de haberlo hecho, pero no se encuentra sola.
Cerca de ella hay un hombre más o menos de nuestra edad, tal vez un año mayor. Era mucho más alto que la mayoría de nosotros y tiene esparcidos varios tatuajes a lo largo de sus brazos. Volteo a mirarme, el pelo oscuro le caía en la frente tapando un poco sus rasgos con un toque asiático. Un pequeño tatuaje le adornada la parte derecha de su cuello.
No recordaba haberlo visto antes, pero sentí una pequeña corazonada que me decía que lo conocía. Sonrío de lado al verme.
—Zafiro —saboreo mi nombre con un español fluido—. Te ves incluso más bonita desde la última vez que nos vimos.
—¿Nos conocemos?
—Fui uno de los guardias que mandaron a desatarte para trasladarte del área oeste a los laboratorios —sé de que momento habla, pero a mí no me llevaron a un laboratorio, me llevaron a la casa dónde tenían a los chicos y me dejaron en una habitación. Fruncí el ceño.
—¿Que haces aquí? —pregunte toscamente. No debía confiar en él, mucho menos sabiendo que trabajó o trabaja para nuestros enemigos.
—¿Amatista no te habló de mí? —movi un poco la cabeza para enfocar mi vista en Amatista. Ella no me devolvió la mirada, se encontraba mirando fijamente al chico —. Al parecer no —chasqueo la lengua—. Vine a llevármela, pero al parecer no se quiere separar de ustedes —dijo lo último dándonos a todos una mala mirada.
Se fue acercando lentamente hacia mí, Darek intento interponerse entre nosotros, pero se lo impedi.
»Es un gusto preciosa, mi nombre es Dedrick —hizo una pequeña reverencia, luego agarro mi mano acercándola hacia él. Me solté de su agarre dándole una mala mirada.
»¿Sabes, preciosa? Yo conozco secretos tuyos que ni te imaginabas que alguien aparte de ti supiera, secretos que pondrían a todos en tu contra —lo dijo tan bajo que estaba segura que los demás no escuchaban de lo que hablábamos.
Me permiti reírme un poco.
—¿Ah, si?, ¿Cómo qué? —lo mire desafiante.
—Que eres una asesina, preciosa. ¿Ellos saben eso? —el color se me fue del rostro, sentí un sudor frío en la espalda y en las manos—. Como suponía. Son un equipo o al menos eso les dices tú, ¿Cómo es posible que no sepan?
—No te metas en esto —dije secamente sintiendo una corriente en todo mi cuerpo—. Tu no sabes nada.
—No, pero si no les has dicho nada sobre eso es porque es realmente malo.
Sentí un calor intenso en todo el cuerpo.
—Cállate.
—¿O que?, ¿Me vas a obligar? —cerre mi mano en un puño. Empecé a ver cómo sus pies cada vez se iban alejando más centímetros del suelo—. ¿Piensas hacerme lo mismo que a él?
Esa fue la gota que colmó el vaso. En un movimiento rápido lo tenía arrinconado en una de las paredes, los pocos cuadros que habían en ella cayeron al suelo partiendose en pedazos. De la presión que estaba haciendo con mi habilidad sabía que en este momento él no podía respirar bien.
—¿Zafiro, que haces? —Amatista intentó acercarse a mí, pero una mirada mía basto para que retrocediera los pasos que dió. Los demás se mantuvieron al margen.
—¿No les piensas contar la verdad? —esta vez hablo alto, pero entrecortado, sin embargo captó la atención de todos—. Que eres una a...
Cerré el puño con tanta fuerza que me clavé las uñas haciéndome daño en la palma de mi mano. El tal Dedrick cayó en un golpe sordo desplomandose en el suelo sin lograr completar la frase.
Amatista se acercó a él. Todos me estaban mirando, lo sabía.
—Atenlo a una silla —dije yendo a la habitación de Dalton sin mirar atrás.
***
Llevaba rato mirando el techo de la habitación, tengo la mente hecha un desastre por todo lo que ocurrió hoy.
Pensé que iba a ser una salida tranquila sin inconvenientes, pero no. Las confesiones, casi me besó con Darek, Émeraude casi mato a alguien y estuvieron a nada de descubrirnos. Luego este chico. Ese chico que no sabía cómo, pero sabía que yo había asesinado a alguien.
Lo que pasó en las confesiones me hizo pensar mucho, luego lo que pasó con Émeraude aún más y ahora después de la conversación con Dedrick mi mente quedó desconectada.
Solo pensaba en lo que ocurrió esa noche una y otra vez. Necesitaba a Dalton, pero él no estaba aquí conmigo. Estoy sola.
Lo que necesito ahora es dormir, mañana ya sabré que hacer. Pero aunque lo intentaba no podía dormir.
—Bueno, no debería hacer esto, pero... —suspiré.
Me di una corriente eléctrica que se supone iba a ser más leve pero no lo fue. Lo bueno es que me desmayé por lo tanto logré mi objetivo de descansar de alguna manera, lo malo es que no debería estar haciendo estas cosas y que me quedaría una pequeña marca en el antebrazo.
***
Estoy en completa oscuridad, sola, no se escucha ningún ruido, aparte del de mi respiración y mis pisadas ¿Pero que estaba pisando exactamente? Incluso el piso era negro.
—¿Hola? —esa voz.
El corazón se me aceleró, mire hacía todas las direcciones para saber de dónde provenía, pero no veía a nadie.
—¿Dalton? —grite desesperada.
—¿Zafiro?, ¿Estás aquí?
Empecé a correr a la dirección donde venía el sonido de su voz. Corrí tan rápido que mis músculos me dolían, sin embargo no me importó.
Hay estaba él, de espaldas a mí, pero podría reconocerlo en cualquier parte con ese cabello rojizo.
—Dalton —dije en un susurro.
Se volteo inmediatamente al oír el sonido de mi voz. Se veía como siempre, pero a la vez tan diferente. Su cabello sigue del mismo tono rojizo, aunque un poco más largo que la última vez que lo ví. Tiene incluso barba, el no suele dejársela crecer. Sus hermosos ojos se veían cansados, las pecas siguen adornando su cara y debajo de sus ojos hay grandes ojeras que no habían antes.
—Zafiro —corrió hacia mí y me estrechó en sus fuertes brazos. Yo le devolví el abrazo con lágrimas acumuladas en mis ojos.
—¿Esto es real?, ¿Dónde estamos?
—No se dónde estamos, ni te puedo confirmar si es real o no, pero yo lo siento real —yo también.
—¿Cómo estás? ¿Si llegaste a ese lugar? ¿Existe el lugar acaso? —dije una pregunta tras de otra sin pausas.
—Claro que si existe —hizo una pausa—. En realidad no estoy muy bien —como vio que iba a preguntar sacudió la cabeza—. ¿Tu como estás?, ¿Cómo va todo?
—Todo está mal —confese—. Lo van a saber, Dalton. No sé que hacer —sentí las mejillas húmedas.
Sabía que sin necesidad de decirlo el sabría a qué me refería, así de bien nos conocemos.
—Zafiro, no olvides que lo que pasó no fue culpa tuya.
—¿Entonces quien lo mató?, ¿El fantasma de la habitación? Sé que pensaste que lo había superado, pero no. A veces todavía sueño con eso —dije pausadamente por los sollozos.
—Ellos entenderán porque lo hiciste, yo te entendí. Si les explicas sabrán que no fue tu culpa. Ese idiota —respiro hondo—. Debí matarlo cuando pude —murmuro—. Él no se merece tus lágrimas.
—Intento superarlo, de verdad lo intento. Pero a veces pasan cosas que me hacen recordar lo que hice y es difícil.
—No te culpo por no superarlo. Eres fuerte, lo sabes ¿Verdad? Eres mi princesa guerrera —limpio con las yemas de sus dedos el rastro que dejaron mis lágrimas por mis pómulos, luego dejo un beso en mi frente—. Perdón por no estar contigo, todo este tiempo a sido muy difícil para mí, te he extrañado tanto.
—Solo han pasado unas pocas semanas, aunque yo también te he extrañado como si fueran meses.
—¿Semanas? No, Zafiro. Han...
No pude terminar de escuchar lo que me decía porque de pronto se desvaneció.
—¿Dalton? ¡¿Dalton?! —grite desesperada, pero no volvió a aparecer.
***
Desperté de un sobresalto, seguía en la habitación de Dalton. Mis manos estaban en dos puños alrededor de las sábanas de la cama. Me sentía un poco mareada y desorientada.
¿Aquello paso o solo fue un sueño?
Escuché murmullos, ya era de día. Debía salir y enfrentar todo aunque no quisiera.
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