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Capítulo 22: Confesiones.

Nos sentamos en una de las mesas del fondo con una bebida cada uno. Émeraude se quedó en la barra, desde donde estábamos podíamos verla. Al parecer su pelea con Darek no termino bien, de seguro después se reconcilian, eso es lo que hacen los hermanos.

—Entonces nos vamos a quedar aquí sentados con una bebida en la mano, genial manera de celebrar —murmuro Amatista.

—Todos estamos de acuerdo en que no queremos que pase lo de la otra vez —mire a Daykon porque sabía que me iba a apoyar, siempre ha sido el primero en hacerlo y lo sigue siendo.

—Concuerdo —sonreí—, pero creo que deberíamos hacer algo para entretenernos —borre la sonrisa.

—¿Cómo que? —preguntó Jaspe afincando su peso en la mesa.

—¿Un juego? —Daykon me miró.

—No, definitivamente no. Ya saben cómo terminó la última vez —dije decidida.

—Esta vez no será así, ya aprendimos la lección —todos asintieron mirándome, excepto Darek que estaba muy entretenido tomando de su bebida.

—Bien —dije de mala manera.

—Que bien que cambiaste de opinión si no lo hacías pensaba usar mi habilidad contigo.

Voltee a mirarlo sorprendida.

—¡Daykon!

—Es broma —se río, señaló con su vaso a Daylen—. Empieza tú.

Por alguna razón que todavía no sabía Daylen se veía muy emocionado, algo se traía entre manos. Entrecerre los ojos.

—Mmm —parecia pensativo, pero estaba casi segura de que tenía algo en mente—. Llevamos ya un tiempo juntos, teniendo en cuenta las circunstancias y que pronto emprenderemos un viaje deberíamos compartir algo.

—¿Cómo qué? —pregunto Darek por fin incluyéndose en la conversación.

—Algo que nunca pensaron que fueran capaz de hacer o algún secreto que nadie sepa —casi me atraganto con la bebida, definitivamente no pensaba jugar—. Habla tu primero Jaspe.

A Jaspe se le tiñeron las mejillas de rojo, le regaló una mirada nada agradable a Daylen.

—A mí me parece una buena idea, pasaremos mucho tiempo juntos, compartimos muchas cosas incluyendo una infancia que no recordamos. Nada puede ser tan malo, somos los siete —dijo Daykon.

Tiene razón, sin embargo no quería participar.

—En realidad somos nueve —aclaro Daylen recordándonos el tema con poco interés. Luego señaló a Jaspe con su vaso dándole la palabra.

—Ya saben lo que pasó el día que nos encontraron —empezó Jaspe señalándose a si misma y a Daylen—.  Ese día la camioneta que robamos era del papá de Daylen y para robarla tuve que amenazar a algunas tías de Daylen con una escopeta. Hubo un momento en que por poco le disparo a una —rio un poco—. Sin duda eso fue algo que nunca pensé que fuera capaz de hacer.

—Ninguno de nosotros pensó que fueras capaz de hacer eso —dijo Amatista con una risa ahogada—. Que bien te llevabas con la familia de tu novio —negó con la cabeza.

—Si, ja, ja —Daylen claramente se veía incomodo con el comentario de Amatista—.  En octavo grado habían un par de idiotas que me hacían bullying, un día ya estaba harto y me agarre a golpes con los seis. Lamentablemente no pude disfrutar mis minutos de éxito porque la directora me vio y llamo a papá, estaba súper asustado por lo que fuera a decirme. Solo me dijo "si llega a haber próxima vez procura que no sea en la institución" —Daylen bebió de su vaso—. Sin duda nunca pensé que haría algo así, lo bueno es que esos idiotas no volvieron a meterse conmigo.

—No te imagino haciendo eso —nego Daykon con la cabeza, paso de estarse riendo a ponerse muy serio—. Antes de que ustedes llegarán hubo una chica, su nombre era Emilia. Ella tenía habilidades especiales, me caía muy bien, era una buena chica —se veía algo triste con el relato, yo sin embargo estaba muy sorprendida—. Un día se la llevaron para una misión especial, nunca volvió. Meses después los trajeron a ustedes, pensé que les pasaría lo mismo, por suerte no.

—¿Por qué nunca nos contaste sobre eso? —pregunto Jaspe.

—¿Cómo les decía a ustedes algo así? La situación ya era horrible para empeorarla contándoles que antes de ustedes hubo otra persona que se la llevaron a algo y nunca regreso —buen punto.

—¿Tu y ella eran muy amigos? —pregunto Émeraude que no sé en qué momento se acercó a nosotros.

—No creo que eso sea asunto tuyo —respondio Daykon con una mirada afilada.

—Mis tíos siempre fueron muy estrictos conmigo y con Darek, pero más conmigo. Después de que Darek se fuera se pusieron incluso más estrictos, cosa que pensé imposible. En ese tiempo conocí a un chico, pensaba escapar con él, pero lo descubrieron antes de que lo lograra.

»Mi tío se fue con ese chico para "charlar", nunca más supe de él. A veces me culpo por lo que sea que le haya pasado a ese pobre chico, solo quería ayudarme. A mí como castigo me cortaron mi cabello, sabían que me gustaba largo, también me golpearon con un látigo en las piernas, no dolió tanto como pensé. Me obligaron a ir con falda aún más corta para que se notará y las chicas no se acercarán a mi porque era una chica deshonrada por así decirlo.

»Eran muy anticuados —arrugo la nariz—. Después de eso aprendí a nunca desobedecerles.

Se bebió de un solo trago lo que quedaba en su vaso, luego lo dejo con un poco de fuerza en la mesa y se marchó diciendo que necesitaba aire, pero en realidad sabía que quería estar sola. Jaspe se levantó para seguirla pero Darek la agarro del brazo.

—Necesita estar sola al menos diez minutos. Es mi hermana la conozco.

Me sentí mal, no debí tratarla así el otro día. Solo es una chica con un trauma que no a logrado superar, yo la entiendo, perfectamente. Tenía que disculparme, pero sería después, tengo que respetar que quiera estar sola un momento.

»Cuando me enliste lo hice con el propósito de alejarme de ellos para sacar a Émeraude de ahí. Lo que hice fue cometer un error, nunca debí dejarla sola —se paso una mano por la cara—. En el ejército lo pasé fatal, era como estar con mi tío, pero mucho peor. Una vez nos pusieron a practicar con armas con balas de salva, lo que no nos dijeron es que una de esas armas tenía balas reales.

»Nos habían dado chalecos, pero un compañero no se lo puso —comprendí rápido el rumbo que iba a tomar esta historia—. Disparé pensando que tenía balas de salva, pero no... Casi lo mato, después de eso baje mucho el rendimiento. Cuando tuve la oportunidad me escapé, ya no quería seguir allí.

Amatista le puso una mano en el hombro.

—Eso no fue culpa tuya, Darek. El día que me encontraron y me llevaron a aquel lugar tuve una pelea, cosa que ustedes ya saben. Lo que no saben es que en esa pelea casi mato a mi contrincante. De hecho pensé que lo había matado, por suerte tenía pulso. Las peleas en las que yo participaba no tenían reglas específicas, pero matar a alguien era romperlas bien cañón.

»El punto es que si yo lo hubiese matado la culpa sería completamente mía, sabía las reglas y que claramente que no estaba en condiciones de pelear, sin embargo lo hice. A ti no te dijeron lo del arma, eso paso por culpa de los idiotas que organizaron eso sabiendo que podía terminar mal, por lo tanto no es culpa tuya.

Lo que me diferencia de lo que hicieron ellos dos con lo que hice yo es esa pequeña palabra de cuatro letras: Casi.

—Solo somos personas que nos ha tocado vivir muchas cosas a corta edad, nosotros no elegimos todo lo que nos tocó vivir —dijo Jaspe interrumpiendo el silencio—. Yo no elegí que se metieran conmigo por ser gorda cuando estaba en secundaria, pero si elegí cuánto me afectó y todo lo que pasó después de eso.

»La sociedad suele dañar mucho. Amatista no se metió en peleas ilegales porque le gustara, se metió en eso porque pensó que era su mejor opción —Amatista asintió estando de acuerdo con Jaspe—. Así con todos, a veces nos vemos obligados a tomar decisiones porque pensamos que es lo mejor o que no hay más opciones.

Estuvo en silencio unos segundos.

»Ahora tenemos la opción de luchar contra esos lunáticos para que ninguna persona como nosotros tenga que pasar por lo que estamos pasando nosotros y de hacer el bien con nuestras habilidades —dijo Jaspe dando por finalizado su discurso, se puso en pie y agarró la mano de Daylen—. En fin, amo la canción que está sonando y no voy a desperdiciar la oportunidad de bailarla.

Se fue alejando con Daylen, dejándonos a todos sumidos en sus palabras. Antes de llegar a la pista volteó y me miró.

»No se me olvida que todavía no has dicho nada, pero ya estamos lo suficiente sumergidos en estás declaraciones depresivas, así que será después. Deberían bailar un poco —le guiñó un ojo a alguien detrás de mí, pero no supe quién—.

Se podría decir que estoy salvada por la campana, al menos por ahora.

Amatista arrastró a Daykon a la pista dejándonos a Darek y a mí solos en la mesa. Voltee a mirarlo, ¿Por qué tiene que tener esa mirada tan... Tan...?

—¿Bailamos, Mon prince? —¿Cómo decirle que no con esa sonrisa?

—Claro —dije con simpleza agarrando su mano y sintiendo una especie de corriente rara.

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