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Capítulo 18: El libro.

—Es asombroso, aunque no entendamos nada todavía.

Es cierto, pero era un avance. Estaba pensando a toda velocidad cuando mis pensamientos se detuvieron en algo específico.

—¿Tienen eso aquí con ustedes?

Las chicas me miraron y asintieron.

—En las mochilas, están en la sala —respondió Jaspe.

Nos dirigimos a la sala seguida de los chicos que estaban más confundidos que nosotras.

Amatista sacó de su mochila una pulsera con varias amatistas incrustadas, es preciosa.

—Me la regalo mi abuela —dijo con algo de tristeza reflejada en sus ojos.

—A mí me lo dió mi padre, creo que era de alguna prima —dijo Émeraude sosteniendo un hermoso anillo con una esmeralda.

—A mí me los regalo mi tía —Jaspe sostenía en su mano unos pendientes de jaspe rojo, un rojo intenso muy llamativo.

—Mi collar me lo dió mi padre, era de mi madre —dije en un susurro casi inaudible, pensativa.

—Eso debe significar algo ¿No? Digo, a cada una de ustedes algún familiar les dió eso.

Seguían hablando haciendo suposiciones, pero mi mente estaba muy lejos de ahí. Hasta que se me vino a la mente la conversación que estábamos teniendo hace un rato cuando mi zafiro brilló.

Me aleje de ellos y me dirigí a mi habitación. Dije que no se los diría, pero era estúpido estarles ocultando eso. Confiaba en ellos, algo me decía que no me arrepentiría de hacerlo.

Regresé a la sala con el libro en una mano y mi zafiro en otra.

—Azul, morado, verde y rojo. Ese es el acertijo, nosotras lo somos —dije abriendo el libro en la página donde está el hechizo.

—¿Ese es el libro? Pero dijiste que...

—Sé lo que dije, perdón por eso. Seguía desconfiando un poco de ustedes, pero ahora no lo hago, espero ustedes tampoco sigan desconfiando de mí.

—No soy una persona de andar regalando mi confianza, sin embargo sigo aquí con ustedes y no me he ido —Amatista se sentó a mi lado.

Eso significaba mucho viniendo de ella. Todos se sentaron formando un círculo, Amatista y Émeraude a mi derecha y Jaspe a mi izquierda, dejando a los chicos frente a nosotras, puse el libro en el medio.

—Parece que vamos a hacer un ritual —Daykon hizo una mueca.

—Algo parecido —solté una risa nerviosa—. Necesito que sostengan su ¿Gema? En su mano derecha.

—Eso de la gema me recuerda a una caricatura que veía mi primo pequeño, me...

—Daylen no es el momento —dijo Jaspe dedicándole una mirada y volviendo a fijarse en su mano.

—Vale, me callo —esbocé una pequeña sonrisa, Daylen siempre tenía ocurrencias particulares.

—Cierren los ojos, respiren profundamente y repitan después de mí.

—Siento que en este momento estamos estorbando aquí —dijo Daykon.

—Sin ustedes no podríamos completar el círculo para que parezca un ritual, así que no estorban —dijo Jaspe con diversión.

Esbocé media sonrisa y sacudí la cabeza.

—Eulb, elprup, neerg, der —dije y las chicas repitieron después de mí.

No pasó nada, nos miramos entre todas, Amatista abrió la boca para decir algo y la cerro de golpe. El zafiro, las amatista, la esmeralda y los jaspes brillaron en la mano de cada una, luego el libro también brillo.

Un brillo cegador que emitió algo y nos mandó un poco lejos a todos.

—Que libro tan agresivo —Jaspe se sentó de nuevo sobándose la cabeza.

Agarré el libro un poco desesperada y hojee a toda velocidad las hojas que antes no podía ver, pero todas estaban en blanco, menos una, tenía una frase.

—Que dice —Émeraude se acercó a mí y los demás también.

—Esta en otro idioma —Darek frunció el ceño.

—Si —dije casi sin aliento.

La lengua de la tribu en la que estaba con Dalton ¿Tenía sentido? Aythiri nos dijo que fuéramos allá, que estaríamos seguros y nos recibiría una vieja amiga, pero ¿Que tenían que ver ellos con las personas como yo?

—¿Sabes que dice?

Le busque sentido hasta que lo encontré y no me esperaba esto.

—Que nuestras habilidades son heredadas.

—¿Heredadas?, ¿Por nuestros padres?

—Por algún familiar.

—Mi abuela me dió esta pulsera, entonces... Ella tenía habilidades ¿No? Tiene sentido.

—Entonces tu abuela, mi prima, tu tía y la mamá de Zafiro nos heredaron estás habilidades —Émeraude me miró esperando que confirmara lo que decía.

—Eso es lo que parece —dije todavía perdida en mis pensamientos.

—¿Y nosotros qué? —preguntó Daykon.

—También tuvo que ser algún familiar —respondió Émeraude buscándole lógica al asunto.

—En este momento quisiera recordar mejor mi infancia —dijo Daylen resoplando.

—¿Hay algo más en el libro, Zafiro?

Por fin salí de mis pensamientos para concentrarme nuevamente en lo que ocurría a mi alrededor.

—No hay nada más —se lo extendí a Émeraude que también lo hojeo y se detuvo en una página.

—Si hay algo más —me acerqué extrañada a ella.

Juraba que no había nada más en el libro, la página que ella señala tiene un dibujo de una esmeralda y una pequeña frase.

—¿Que dice?

—Dice que tienes la vida y la muerte en tus manos, la sanación y la destrucción.

Todos fruncimos el ceño. Amatista le quitó el libro a Émeraude y señaló otra página.

—Tiene un dibujo de una amatista, pero no dice nada —frunció el ceño.

Jaspe se lo arrebato.

—Mi página si dice algo —me miró.

—La capacidad de transformar al mundo está en tus manos —fruncí el ceño—. Esto de alguna manera se refiere a las habilidades de cada una, creo, pero no entiendo porque mi página y la de Amatista está vacía, a excepción de el dibujo.

—Es muy extraño, lo peor es que no dice más nada, solo eso. Estoy más confundida que antes —Émeraude se pasó las manos por la cara.

—Al menos sabemos que es heredado y no por nuestra capacidad mental increíble. Tiene más sentido, en el colegio era pésimo en física —murmuró Daylen.

Todos se pusieron a hablar sobre el tema haciendo suposiciones, pero mi mente no estaba aquí, se encontraba muy lejos. Me dolía la cabeza, mucho.

¿Cómo entiendo lo que dice? Se supone que solo me sé palabras básicas.

—Iré a descansar.

Me puse de pie y me dirigí al pasillo antes de que alguno me preguntara algo, entre en la habitación de Aythiri y cerré la puerta. Me quedé en el medio de la habitación sin hacer nada, tenía la respiración muy acelerada.

—¿Por qué me mentiste? —dije después de unos segundos a la nada—. ¿Por qué.. te fuiste tan rápido? —derrame algunas lágrimas involuntariamente—. ¡¿Por qué!?, ¡¿Por qué!? ¡Ahora te necesito y ya no estás! No entiendo nada, necesito respuestas. ¡Respuestas que no me diste!

Me lleve las manos a la cabeza desesperada, estaba perdiendo el control de la situación, lo sabía y odiaba cuando pasaba. Está vez Dalton no estaba conmigo para ayudarme.

—No entiendo nada, no me preparaste para esto. ¡No me preparaste para nada de esto! —grite a la nada sabiendo que está vez no iba a poder controlarme.

Me mire en el espejo odiando mi reflejo.

Aythiri siempre me dijo que tenía que soltar mis emociones en el momento, que nunca las retuviera. Nunca hice caso. Cuando pasó lo que pasó no reaccioné hasta mucho tiempo después. Cuando él murió no lloré. Siempre termino encerrando en una burbuja lo que siento, hasta que la burbuja se hace tan grande que no la puedo controlar y explota.

***

  D

Zafiro se fue y nos dejó a todos sumidos en un silencio ensordecedor.

Cada uno perdido en sus propios pensamientos, pero al cabo de un rato un ruido estruendoso nos saco de nuestro entumecimiento. Nos miramos entre todos.

Me dirigí al pasillo seguido de los demás, venía de una de las habitaciones. Abrí la puerta de dónde venía el ruido, no estaba trancada. Alrededor de Zafiro había una especie de remolino de cosas flotando, la habitación era un desastre, casi todo estaba tirado. Pedazos de vidrio se extendían por el suelo, de una de las manos de Zafiro goteaba sangre.

Daykon intento entrar, pero no pudo.

—Yo entrare —le dije sabiendo que yo podría hacerlo—. Zafiro —dije lo más suave que pude acercándome lentamente a ella.

Volteó a mirarme y estaba llorando.

—¿Quien eres? ¡No te me acerques! —me gritó.

—Tiene un ataque de pánico —dijo Daykon preocupado.

Intenté acercarme un poco más.

—¡No te me acerques! —gritó, se llevó una mano al pecho—. No puedo respirar, no... puedo... Respirar. No me... hagas daño, por favor.

Sentí una punzada en el pecho.

—¡Daykon haz algo! —le gritó Amatista.

—Estoy en eso.

—Mírame, Zafiro. Nos conocemos, no te voy a hacer daño. Déjame ayudarte.

Me acerqué y retrocedió otro paso.

—No, no, no, no. Alejate, ¡Alejate! —tropezó y cayó al suelo—. Alejate, alejate —dijo en un susurro, se veía agotada.

—Mirame, me conoces. No voy a acerté daño —la agarre suavemente de los brazos, intento empujarme, pero no pudo.

Me miró directamente a los ojos y frunció el ceño.

—¿Are? —dijo en un susurro antes de desmayarse.

La agarre antes de que cayera al suelo. Las cosas que estaban flotando en el aire cayeron al suelo, el frío que sentí al entrar en la habitación se esfumó.

—Se desmayó.

—¿Que hiciste, Daykon? —le dijo Émeraude.

—No lo sé, creo que le quite la energía —dijo mirando sus manos.

     
     
      
      
       

¡Feliz navidad 🎄❤️!

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