Capítulo 16: Significan algo.
Estuvimos un rato en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos.
—Darek, debes utilizar tu habilidad con Daylen para descubrir más.
—Las veces que la he usado a sido involuntariamente. De verdad no lo controlo, simplemente pasa, Zafiro.
—Hay que intentarlo —dije con un poco de incomodidad, casi nunca me llama por mi nombre. Voltee a ver a Amatista—. Vamos a empezar con tu aprobación de habilidad.
—¿Tan pronto quieres otra paliza?
—No te dejaría tocarme ni un pelo —enarqué una ceja—. Pero hoy no lucharas conmigo, lo harás con el cadete.
—Hubiese sido lindo que me consultaras.
—Que bueno que no me interesa ser linda —sonreí con ironía.
Amatista se puso en posición de defensa al igual que Darek. Al parecer todavía no iba a usar su habilidad, empezaron a esquivar y mandar golpes no tan amistosos, debo admitir que Darek es muy bueno peleando, pero Amatista es mejor, después de todo en eso se basa su habilidad.
El cambio en su manera de pelear fue muy notorio, evidenciando que empezó a usar su habilidad. Esquivó con facilidad dos puñetazos que se veían muy acertados, luego de eso en un movimiento rápido dió un giró en el aire y derribo a Darek de una patada.
—Cálmate karate kid, vas a matar a mi hermano.
Émeraude se acercó a su hermano, quien se llevó una mano a su pómulo.
—Eso si dolió.
—Que bueno que tu hermana puede ayudarte con eso —dijo Amatista con una sonrisa.
—Eso estuvo bien, ya sabes controlar está parte de tu habilidad. Ahora necesito que hagas lo de minimizar las habilidades de lucha de tu contrincante.
—Está vez no te vuelvas loca —la miró Jaspe que en este momento se encontraba tratando de convertir una manzana en otra cosa—. Por cierto ¿Dónde aprendiste esa maniobra?
—Tuve un buen maestro —dijo encogiéndose de hombros.
Había algo de tristeza en sus ojos. Darek se levantó y se puso nuevamente en posición de defensa, Amatista lo observó y pude comprobar que sus ojos definitivamente se ponen morados, pero no cualquier morado, es un tono en específico...
—Darek, ¿Por qué no estás haciendo nada? —le pregunto Émeraude.
—No... No puedo, es como si de un momento a otro se me hubiese olvidado como pelear —hizo una mueca de frustración—. Se siente muy mal.
Amatista respiro hondo sacudiendo su cabeza, dejo de usar su habilidad.
—¿Ves? La se controlar. No hay de que preocuparse, al menos que Daykon y Zafiro decidan hacer otro experimento conmigo.
Daykon y yo la miramos apenados.
—Buen momento para empezar con la aprobación de tu habilidad, Émeraude.
Amatista se alejo para ir a golpear un saco de boxeo.
—Intentaré no pensar en que cuando Amatista me derribo y me estaba quejando de dolor dijiste "Eso estuvo muy bien".
—De seguro recibiste golpes peores, cadete —dije remarcando la última palabra.
Era divertido la manera en la que me miraba Darek, parecía un niño haciendo una pataleta.
—Ya podrían dejar de coquetear secretamente con la miraba para empezar con mi práctica.
—No estamos coqueteando —dije cruzandome de brazos.
—Claro —rodó los ojos.
Volteó a observar a su hermano y le puso una mano en el pómulo.
—¿Vas a cantar flor que da fulgor? —dijo Daylen acercándose rodando un dardo en su mano.
—Eres un odioso, ahora cállate y déjame concentrarme.
Los de Amatista se ponen morados y los de Émeraude verde, pero no cualquier verde... Interesante.
Y así tan fácil el horrible moretón de Darek desapareció.
—Listo, ya terminó mi práctica.
—De tu habilidad solamente, ve y entrana un poco de lucha con Daykon.
No le gustó mucho mi sugerencia, lo sabía, pero Daykon y ella han estado insoportables el uno con el otro, necesitaban arreglar lo que sea que les pase.
—¿Yo...
—Tú también, Darek —me acerqué a Jaspe—. ¿Qué tal vas con eso?
Dije mirando la manzana.
—Hoy estoy un poco desconcentrada.
—No te preocupes, inhala y exhala, concéntrate en eso y imagina que no hay nada más alrededor, olvídate de los problemas y concéntrate solo en eso.
Fijo su vista en la manzana, ví como de manera un poco lenta se formaba un tipo de neblina alrededor de ella y iba cambiando. Es algo hermoso de ver, pero sus ojos...
—Wow, están ¿Rojos?, es impresionante —exclamó Daylen a mi lado.
Y vaya que si es impresionante.
—¿Una pizza, Jaspe? —fruncí el ceño.
—Tengo algo de hambre —se encogió de hombros.
Daylen de manera rápida la agarro y le dió un mordisco, Jaspe le dió un manotazo.
—Eso es mío, idiota.
—Le faltó cocción.
Negué con la cabeza con una sonrisa.
—¿Por qué estás aquí y no practicando? —me crucé de brazos.
—Ya me aburrí de tirar dardos a la diana.
—Se me ocurre algo para ayudarte con tu aburrimiento.
Me dirigí al final de la habitación por dónde estaban unos sacos de boxeo desgastados y amontonados, al lado se encontraba una enorme manta tapando algo.
La quité y tosí un poco por la excesiva nube de polvo que salió, dejando al descubierto maniquíes de entrenamiento.
Agarré unos cuantos cuchillos que habían enterrados en los maniquíes y me acerqué a Darek. Todos me miraban.
—Usar una pistola es cool, pero no tanto como saber usar perfectamente un cuchillo como arma.
Después de soltar esa frase lance el cuchillo al maniquí clavándoselo en el pecho, justo donde va el corazón.
Me miraban asombrados, no es para menos, tengo muchos años de práctica.
—¿Me dejarás hacerlo? —me preguntó Daylen emocionado.
Lo ignore.
—Émeraude, ¿Podrías ubicarte delante de ese maniquí? Si, ahí.
—¿Para qué...
Le entregué un cuchillo a Daylen.
—Intenta no matarla.
—¿Qué? No, Zafiro, yo no...
—Estabas aburrido ¿No? Te estoy dando un poco de diversión.
—¿Por qué no me puedo mover? —pregunto Émeraude aterrada—. Siempre me eliges para las peores cosas.
—Tienes la curación acelerada, ¿Quien mejor que tú? Y lo de no moverte es porque estás parada justo encima de un hechizo, hasta que Daylen no arroje el cuchillo no te podrás mover.
—No puedo hacer esto, ¿Qué pasa si falló?
—No fallaras, deja de pensar eso. No puedes pensar desde el miedo, Daylen. En el fondo sabes que no fallaras, déjate llevar por eso y no por lo malo.
»Y si tanto te aterra deja y te hago una demostración. Darek, ponte ahí.
Darek se ubicó dónde le señalé.
»Debes agarrar de manera correcta tú arma, que no te tiemble la mano al agarrarla, deja el miedo. Si tienes miedo las probabilidades de fallar son aún más altas.
Lance el cuchillo.
—Mierda, casi lo dejas sin procrear —a medida que Daykon decía esa frase su voz se fue apagando.
Silencio. Sé que todos somos muy jóvenes para pensar en tener hijos, pero no se puede evitar pensar algunas veces en el futuro y supongo la mayoría tenía planeado tener hijos en algún momento.
Debo admitir que cuando me enteré que no podría tener hijos me entristeció un poco y me sentí algo egoísta ¿Por qué querría traer un hijo a mi mundo? ¿Un mundo donde teníamos que estar ocultandonos todo el tiempo? No es que en unos años esto siguiera igual, pero nada me aseguraba que cambiará.
—Tu turno, Daylen. Posicionate como te enseñé —dije retomando lo que estábamos haciendo.
El respiró profundamente, alzó el cuchillo y lo lanzó.
—Nada mal, al menos no la mataste. Sigue practicando, pero está vez con los maniquíes.
Me acerqué a Émeraude que tenía una pequeña cortada en el brazo.
—Me cortó.
—Eso ya lo veo, pero es beneficio para probar tu habilidad de curación acelerada.
Me dedicó una mirada nada agradable, pero hizo caso a mis palabras. Se concentro en su herida, era fascinante como empezaba a desaparecer lentamente. Me dedicó una sonrisa de suficiencia.
—Bien hecho, ahora ve a practicar con los demás.
Dije empezando a alejarme en dirección a la salida
—¿A dónde vas? —pregunto Daykon.
—Al baño.
Lo más probable es que por su habilidad supiera que estoy mintiendo, pero no dijo más nada.
Me acerqué a mi habitación. Necesitaba encontrarlo, pero no recordaba dónde estaba. Me puse a hurgar un buen rato mis cosas, no me gustaba la idea ya que varias de ellas me traían recuerdos, pero necesito encontrar urgentemente mi...
Claro, en esta habitación no está, cuando ocultaba algo con Dalton siempre lo escondíamos en su habitación. Me dirigí a ella, me detuve un momento en la salida y entré. Seguía igual, ya había entrado en ella, pero esa vez no la había detallado.
Sacudí la cabeza y me concentre en lo que vine. Me agaché junto a su cama y toqué las tablas del suelo debajo de ella hasta que sentí una diferente, la levanté y ahí estaba mi collar de zafiro. El que era de mi madre.
Zafiro, amatista, esmeralda y jaspe. Nuestros nombres claramente significan algo importante. Tenía que averiguarlo.
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