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Capítulo 15: Mi Azulita.

Estuve casi una hora estudiando más a fondo las habilidades de los chicos, aunque ya me supiera con precisión todo lo que decía en las páginas de el libro no estaba demás repasar por si descubría algo más que me ayudase. Este libro posee todo lo que se sabe hasta los momentos sobre las habilidades, pero sin embargo tiene páginas a las que no he podido acceder, a estás alturas todavía no he logrado saber que dice en ellas. Sea lo que sea, sé que es importante y creo que el hechizo para saber que dicen esas páginas se encuentra oculto en el libro.

—¿Esto es sobre nuestras habilidades?

—La pregunta sería ¿Cuando no se trata sobre eso, Daykon?

Respondió Amatista cruzándose de brazos. Ya era de noche y estábamos realizando la reunión improvisada.

—Ahora sabemos mucho más de lo que sabíamos al principio y a la vez no sabemos nada, pero nos enfocaremos en la parte buena —suspiré—. Amatista, tus habilidades son la clarividencia de combate y la lucha mejorada.

»Daykon, las tuyas son la percepción empática y el control mental de ciertas emociones o sentimientos.

»Daylen, solo hemos descubierto una de ellas, precisión sobrehumana. Nos falta descubrir la otra, aunque está vez tengo una idea más acertada de cuál podría ser.

—¿Y lo de la memoria mejorada? —preguntó Jaspe ajustándose las gafas.

—Queda descartado. Eso no quiere decir que Daylen tenga mala memoria, tiene una memoria excepcional, pero no tanto como la de alguien con memoria mejorada. Eso se debe a qué todos tenemos un tipo de inteligencia más desarrollado, la de Daylen es la memoria, pero hay muchos otros.

—¿Cuál es el tuyo?

—Mi tipo de inteligencia también se basa en la memoria —aclaré mi garganta—. Jaspe, el tuyo es la manipulación molecular, por tu tipo de habilidad solo tienes una.

—¿Cómo sabes con exactitud eso?

—Como les dije me he preparado desde muy pequeña, tanto en cosas sobre todo lo que se sabe de las habilidades hasta aprender a usar armas. Sé de lo que hablo.

»Émeraude, curación acelerada y sanar a otros. Por último Darek, hipnotismo y básicamente el control de la memoria. Es importante descubrir más a fondo lo del sueño o mejor dicho recuerdo, tú eres el único que nos puede ayudar con eso.

—Trataré de hacerlo.

—¿Nos enseñarás a usar un arma? —preguntó Daykon, todos lo miramos—. ¿Todos ustedes ya han usado una? No sé para qué pregunto si ya lo sé. Yo solo use una granada una vez y es algo fácil de hacer —resopló.

Daykon es tan tierno, me recuerda a un pequeño cachorrito indefenso de esos que quieres cuidar para que no les pase nada malo.

—Yo tampoco he usado una —Daylen limpiaba sus gafas distraídamente, frunciendo el ceño—. En realidad sí, pero hace muchos años, de igual manera mi habilidad es la precisión sobrehumana así que no tengo de que preocuparme.

Se encogió de hombros.

—Eres un presumido —Daykon agarró una almohada y se la tiró en la cara.

Y así tan sencillamente empezó una guerra de almohadas llena de muchas carcajadas. Parecíamos unos niños, pero no nos importó, tal vez porque muchos no vivimos una infancia normal dónde cosas como estás fueran cotidianas.

Me sentía en familia, puede que me faltará Dalton, pero me sentía tan bien con ellos. Nuestra conexión era algo indudable.

***

—Una vez que se hace una promesa no puede ser rota, lo dicho aquí permanecerá por la eternidad. Un compromiso no puede ser roto jamás, los corazones de estás tres almas estarán unidos por siempre y para siempre —dijeron tres voces de dos niños y una niña al unísono.

Se empezaron a escuchar aplausos fuertemente.

No veía nada, solo escuchaba. El escenario cambio abruptamente.

—Ya no falta nada para el día de la reunión Álex, hemos tratado de posponerlo tanto, pero ya no vamos a poder posponerlo más, van a empezar a sospechar, estoy tan preocupada...

Ahora lograba ver a dos adultos discutiendo en una sala. El escenario me resultaba extrañamente familiar.

—Todo va a salir bien Jenny, no te preocupes, tengo todo planeado. Hay un 70% de probabilidades de que todo salga bien.

—¿Un 70%? No me deja muy tranquila escuchar eso. Son unos niños, están tan pequeños, si les llega a pasar algo ninguno de nosotros te lo perdonaría jamás... —se calló de golpe—. Daylen, hijo ¿Que haces aquí? Deberías estar jugando en el patio con tu amiguita.

Daylen...

—Vine por agua, mamá.

El niño miraba fijamente al hombre. Ese hombre me parece demasiado familiar, cada vez que lo miro me aumenta el dolor de cabeza.

—No te preocupes Jenny, ya me voy —el hombre se acercó a Daylen y con una mano le sacudió el pelo—. Pórtate bien campeón.

Volteó a mirar a la mujer que lo miraba de una manera nada amistosa.

—¡Azulita, ya nos vamos!

Azulita.

***

Desperté de golpe, estoy hiperventilando, me duele demasiado la cabeza, otro sueño. Voltee a mirar a los demás, se veían normales, excepto Darek, está usando su habilidad.

—¡Daylen! —gritó Jaspe acercándose a Daylen.

Ellos no salieron del sueño y yo si, algo está mal.

—¡Despiertenlos!

—¿Que hacemos? —preguntó Émeraude acercándose a su hermano.

No me siento en condiciones de usar mi habilidad, pero tenía que hacerlo.

—Alejense.

Bastó una mirada para que me hicieran caso. Ya sabía controlar muy bien mi habilidad, pero había algunas cosas que se salían de mi control y en esta ocasión fue que no medi la fuerza, hice un movimiento rápido con el brazo que los mando un poco lejos, pero fue efectivo.

Darek se llevó una mano a la cabeza.

—Mierda.

—¿Daylen?

—Mi mamá, ví a mi mamá, pero ella se supone que murió días después de que yo naciera.

Esto cada vez se ponía más complicado. Daylen volteó y me miró fijamente.

»Tu eres la niña del recuerdo, tu papá y mi mamá eran los que se encontraban hablando.

Mi papá. Álex. Azulita.

Mierda, el dolor de cabeza que siento cada vez es más intenso.

—Zafiro —Daykon se acercó a mí, me miró preocupado—. No está bien, se va a desmayar. Trae un...

***

—Me tengo que ir mi azulita.

—No quiero que te vayas, papi —lloriquee.

—Lo siento mi niña, debo irme, no es seguro que me quede aquí contigo. El tío Aythiri te cuidara, vas a estar bien, además el pequeño revoltoso estará contigo ¿No te pone contenta?

Voltee a mirar a Dalton que se encontraba algo lejos observandonos y a su lado Aythiri, el hermano de mamá según mi papá, aunque no se parecía en nada a las fotos de mamá.

—Si, pero me pondría más contenta que te quedarás aquí con nosotros.

—No puedo pequeña —se le aguaron los ojos—. Vas a estar bien, nos veremos pronto ¿Vale?

—¿Me lo prometes?

Tragó saliva.

—Te lo prometo mi azulita, cuida muy bien esto —dijo agarrando entre su mano el collar de zafiro que siempre cargaba—. Así siempre cargaras una parte de tu mamá contigo.

Se acercó y beso mi frente, nos dimos un corto abrazo, miro Aythiri y se dieron un asentimiento de cabeza. Luego miro a Dalton.

—Cuídala —le dijo.

Se marchó con la promesa de volvernos a ver, pero no lo ví más nunca.

***

Desperté. No era la primera vez que tenía ese sueño, pero si era la primera vez que lo veía con tanta claridad. Normalmente solo escuchaba fragmentos de la conversación y el escenario era un negro intenso.

—¿Siempre te despiertas con esa mueca de horror? —Amatista mordía una manzana.

—Si tengo un sueño sí. ¿Dónde están los demás?

—En la sala de entrenamiento.

Me dirigí allí con Amatista siguiéndome. Me dió una manzana.

—Come algo no queremos que te desmayes nuevamente.

Le acepte la manzana y bajamos. Los chicos están entrenando, voltearon a mirarme.

—Por fin despiertas bella durmiente.

Daylen se encontraba lanzando dardos a una diana.

—Sin mi beso de amor verdadero —suspiré dramáticamente—. ¿Ya hablaron del tema sin mí?

—En realidad te estábamos esperando, pero decidimos entrenar mientras despertabas.

—¿Que hacían ustedes despiertos si no estaban teniendo el sueño? —no pude evitar preguntar.

—Daylen estaba murmurando cosas —dijo Jaspe pasándose el brazo por la frente—. Luego me percaté de que tú también lo hacías y desperté a los demás por si pasaba algo.

¿Murmuraba mientras soñaba?

—Es lógico que si nosotros nos conocemos desde pequeños nuestros padres también, pero la relación de tu padre y de mi madre —le costó un poco formular la palabra madre—, se veía mucho más íntima.

—Si sus padres tenían un amorío ¿Eso los convierte en hermanos? —todos miramos a Amatista que se sonrojó ligeramente—. Perdón, cuando estoy nerviosa digo estupideces.

—Si tenían un amorío es lo de menos, creo, lo importante es saber a qué se referían, de que reunión hablaban y si esos niños de los que hablaban éramos nosotros.

Cada vez habían más cabos sueltos.

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