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El último TE AMO


-Debemos trabajar- interrumpieron dos ninjas del cuerpo médico.

Suspiró y se retiró sin decir nada. Afuera se topó con Shisuka.

-Kakashi- el peliblanco la miró y vio sus ojeras pronunciadas debido a que lloró en todo el trayecto.

-Claro- dijo en un susurro haciendo que se perdiera en el aire.

Todo el camino la pasaron en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos. Sin darse cuenta, llegaron a la casa a la que fueron varias veces. Kakashi, se quedó quieto a unos pasos de la puerta, era como si sus pies no respondieran. Shisuka caminaba con la cabeza baja cuando se topó con la espalda del peliblanco. Observó que no dio ningún paso más, entonces comprendió que estaba en el mismo estado que ella. Suspiró lo más que pudo y fue a tocar la puerta. En un instante, la señora Aoi abrió.

-Chicos, falta poco para la sorpresa- estaba tan emocionada que no se percató de los rostros entristecidos de los jóvenes- Por cierto, ¿y Akemi?

-Señora, yo.... nosotros- le costaba decir la trágica noticia.

Fue cuando recordó que irían a acompañar a Akemi en su misión y ahí vio lo tristes que estaban.

-¿Qué ocurre?- preguntó directamente a Shisuka, tras no obtener respuesta, miró a Kakashi que estaba en el mismo lugar de antes- ¿La hirieron?¿Está en el hospital?- su tono era angustiado.

-Ella si salió herida- el peliblanco, al fin, habló.

-En ese caso, iré a verla- pasó por el lado de los dos pero antes de que se fuera, continuó Kakashi.

-No está ahí, señora- Akemi....- respiró hondo para seguir- Akemi, no sobrevivió.

La señora Aoi sintió que su corazón dejo de latir por un instante haciendo que su mano se dirigiera al pecho. Su mirada pasaba de Kakashi a Shisuka, esperando que lo que escuchó fuera mentira.

-Aoi, ¿qué pasó?- el padre de Akemi apareció y vio a su mujer con una expresión de horror.

-Kenzo- fue a refugiarse a sus brazos- Mi hija, mi niña- rompió en llanto.

-No puede ser- la voz quebrada de su mujer y las miradas de los chicos, hizo que el señor Zen entendiera que su hija murió. Abrazo con fuerzas a Aoi mientras los dos compañeros tenían el corazón roto.

-Perdoneme, señor. Le prometí cuidar de Akemi y le fallé- inclinó su cabeza ante Kenzo.

-No cargues con ese peso, Kakashi. Tú quisiste ir pero sin la autorización del Hokage, no podías.

El peliblanco abrió la puerta de su casa, regresó de haber estado en el funeral de Akemi. No tenía animó para ordenar su cuarto ya que dejó toda su ropa de aquí para allá, antes de ir a la misión. El poco rayo de luz que entraba a su cuarto, hizo brillar un objeto en el suelo. Se acercó, se hincó y lo alzó. Era el anillo de compromiso que le daría en su fiesta de cumpleaños. Practicó tanto su discurso que en ese momento se quedaría solo en una práctica. Se echo en la cama, mirando el anillo. Poco a poco cerró sus ojos derramando una lágrima antes de cerrarlos del todo.

(...)

-¿Qué hacemos aquí, Kakashi?- Akemi preguntó con emoción mientras observaba el lugar al cual le llevo su pareja.

-Bueno, hoy es un día especial- se rascó la nuca con nerviosismo.

-¿Ah sí?- preguntó con curiosidad.

-¿Cómo empezar?- preguntó en voz baja, inspiró profundo y soltó el aire- Zen Akemi- se arrodilló ante ella, sacó una cajita de su bolsillo- Eres una mujer excepcional, a quien aprendí a amar tanto por fuera como por dentro. Lo único que deseo ahora, es pasar el resto de mi vida a tu lado formando una familia. ¿Quieres casarte conmigo?

Los ojos llorosos nublaban la vista de Akemi, las palabras Kakashi hicieron que el corazón de la castaña se alborotara en su interior.

-Por supuesto que sí, amor. Deseo lo mismo que tú, pasar el resto de mi vida junto a ti.

El peliblanco colocó el anillo en el dedo anular de Akemi. Se puso de pie, se bajó su máscara y le besó a Akemi. Sin embargo, cuando se separaron, Kakashi contempló cómo todo a su alrededor empezaba a distorsionarse. Al regresar su vista hacia su prometida, ella tenía una expresión de miedo y de su boca salía sangre. No entendió qué era lo que sucedía. Bajo la mirada y tenía su mano atravesando su abdomen, él creía conocer esa escena. Volvió a mirarla y ella dijo en un tono ahogado.

-Kakashi.

(...)

-Akemi- gritó levantándose de un golpe de su cama.

Veía su mano con terror. Tardó un momento en comprender que solo era un sueño. Lo único que era real, era la muerte de Akemi.

Los días para el peliblanco, eran duras. No podía conciliar el sueño porque siempre aparecía ella con el mismo final. Aún seguía yendo a las misiones hasta que, un día fue a ver al Hokage.

-Kakashi, ¿pasó algo?- preguntó sorprendido por tan repentina aparición.

-Tercer Hokage, seré directo con usted. Deseo que me retiré de las Fuerzas Especiales ANBU- no evitó ocultar la sorpresa por aquella petición que pedía Hatake pero entendía por qué lo hacía.

-Me has demostrado ser un gran ninja y aceptaré que te retires como se lo permití a Hoshi Shisuka. Hace un par de días- asombrado, levantó la cabeza hacia el Hokage. Estaba tan sumergido en su pena que no se dio cuenta de la ausencia de su compañera.

-Gracias, Lord Hokage.

Dos meses después.

-Kakashi, sabía que estarías aquí- levantó la cabeza para ver quién lo llamó.

-Shisuka. Creí que estarías ocupada con tu nuevo grupo- dijo en tono seco.

-Les pedí que hoy no entrenáramos- ignoró la forma de hablarle y apreció el paisaje donde solían entrenar su amiga y Kakashi. Regresó la vista a su compañero que aún se encontraba sentado con su cuerpo apoyado en el tronco- Escuché que te asignaron un equipo pero lo rechazaste.

-No quería- se encogió de hombros.

-¿Sabes? El grupo de que me asignaron, se parecen mucho a nosotros. Es como si ella estuviera ahí, mirando cada paso que doy- Hatake solo la escuchaba- Al principio, estaba reacia a enseñar porque creía que me recordaría a Akemi cuando solíamos entrenar juntas pero el Hokage es muy convincente. Acepté y no me equivoqué porque me trajo recuerdos aunque no me sentía triste sino feliz. Deberías aceptar al grupo que te encargaron. Ella te mostrará el camino, no para olvidarla sino para superar su pérdida. Como lo hizo conmigo. Piénsalo- se fue dejando a Kakashi, solo con sus pensamientos.

-Kakashi- gritó una voz conocida.

El peliblanco reaccionó, entonces comprendió que se perdió en sus recuerdos y al parecer, Akemi y Gai estuvieron peleando en su "ausencia".

-Kakashi, debes detenerme. Tú eres el único- suplicó la castaña

Involuntariamente las manos de Akemi empezaron a hacer la posición de su técnica heredada. Hatake se percató de ello y con una velocidad impresionante, se acercó a ella, deteniendo sus manos. Atravesó el abdomen de Akemi con el "chidori" dejándola inmóvil. Los dos se miraron un largo tiempo hasta que ella habló.

-Gracias- los demás prepararon el sello antes de que se regenerara- Nunca llegué a decirte que fui muy feliz a tu lado.

-Yo también, Akemi. Fue difícil asimilar que te perdí- la miró a sus ojos.

-Prométeme que no te negaras a ser feliz- el peliblanco bajo la mirada pero volvió a verla y asintió- Te amo, Kakashi- derramó una lágrima.

-Te amé, te amo y siempre te amaré, Zen Akemi

El sello llegó hasta su cuello y antes de que la cubriera del todo, le dedicó una sonrisa dulce haciendo recordar a Kakashi, todas las veces que le dedicó esa misma sonrisa en un tiempo atrás y él también sonrió. Al fin, se fue el dolor que tenía guardado en su corazón y siguieron su camino, en dirección hacia Naruto.





Agradezco a todo aquel que haya llegado al final de Akemi, un recuerdo difícil de olvidar. Si les gustó compartánlo con sus conocidos y no se olviden de votar en cada capítulo. Gracias.

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