Existen varias teorías sobre la naturaleza humana. Algunos dicen que el ser humano nace corrompido, obligando a la sociedad a calmarlo y modificar su comportamiento para que no sea un problema. Otros afirman que los humanos nacen limpios, con un alma pura, hasta que entra en contacto con el mundo, provocando que poco ese ser lleno de luz se maché de una terrible oscuridad. 

Sea cual sea la realidad, nadie puede negar que en este mundo más que criminales o asesinos, se han creado monstruos. Seres cuya crueldad, llegan a niveles tan sádicos que podrían ser sacados de las peores pesadillas. 

Por siglos se han escondido entre las sombras causando daños descomunales, sin recibir un castigo apropiado. 

En el pasado sus identidades hubieran quedado en el anonimato, pero ahora gracias a la tecnología de esta nueva era, las autoridades lograban dar con ellos, en una carrera contra el tiempo, para lograr capturarlos antes de que su refugio fuera borrado del mapa. 

Es aquí donde comienza la historia, en un país lleno de violencia, dónde el dinero vale más que la vida, el respeto se gana derramando sangre y las lágrimas solo generan coraje. 

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Por las frías calles de una inmensa ciudad, un grupo de hombres conducía a toda velocidad, obligando a los peatones a quitarse del camino. 

-¡Maldita sea, ve más rápido, esos cerdos están a nada de alcanzarnos!- gritó uno de los involucrados distinguiendo que a unos pocos metros las patrullas se juntaban.  

Tras el volante se encontraba un hombre de mandíbula pronunciada, cabello castaño y ojos como esmeraldas, también conocido como Kakuzu, traficante de órganos y tesorero del mercado negro. 

-¡Cierren la boca!- ordenó el moreno, dirigirse a la salida más cercana, una vez en carretera sería más fácil perder a la policía. 

Las sirenas comenzaron a sonar con fuerza, los radios se volvían locos, ya que todos trataban de comunicarse a la base para pedir refuerzos. 

A pesar de la histeria por parte de sus compañeros, el avaro se mostraba sereno, no era la primera vez que tenía este pleito con la ley. Décadas de crimen le habían enseñado cómo burlar a las personas y salirse con la suya. 

Parecía que todo marchaba de acuerdo al plan, pero al llegar al último tramo del camino, la camioneta pasó sobre unas líneas con púas, les habían tendido una trampa. 

-¡CARAJO!- el avaro trató de mantener el control sobre su vehículo pero este derrapaba con fuerza. 

Y entonces pasó lo peor, una de las patrullas chocó contra ellos. El carro se volcó, dejando a tres de ellos muertos y dos heridos, entre ellos Kakuzu, que no dudo en salir lo más rápido de ahí para escapar entre la vegetación. 

Con su brazo perforado y algunos cortes, corrió unos cuantos metros, hasta que uno de los agentes que se encargaba de seguir el caso del moreno decidió dispararle en una de sus piernas. 

El impacto de aquella bala fue suficiente para hacer que Kakuzu cayera directo en la tierra. 

-Bastardos- susurró en voz baja sintiendo como la pérdida de sangre lo debilitaba al punto de quedar inconsciente. 

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Al día siguiente las noticias volaban. En cada medio de comunicación anunciaban cómo Kakuzu, al que por años se consideró intocable gracias a sus influencias y recursos, había sido capturado. 

Las personas no podían contener su emoción, todos se preguntaban qué clase de sentencia le pondrían a alguien como él. 

Pero las autoridades le aclararon al público que esa información no podría ser revelada, hasta nuevo aviso. 

Mientras tanto, en un cuarto de hospital, cierto hombre despertaba con un increíble dolor por todo su cuerpo. 

"¿Dónde demonios estoy?" pensó el moreno tratando de sentarse. 

De golpe, la puerta se abrió dejando ver a un hombre viejo, mirada severa, portaba un arma y una placa para identificar su rango.

-Vaya, me sorprende que puedas moverte, supongo que a las cucarachas no las matas con nada- soltó el mayor. 

-¿Quién eres tú?- preguntó Kakuzu frunciendo levemente el ceño. 

-Cierto, ¿dónde demonios están mis modales?, me presento, mi nombre es Tetsu, fui enviado por el gobierno para hacerme cargo de ti- dijo el anciano con una enorme sonrisa que enfureció al castaño.

-¿Me asignaron mi propio verdugo?, vaya, ahora me siento especial- contestó Kakuzu con burla. 

Tetsu soltó una pequeña risita ante el sacarsmo del tesorero. 

-Adoro tu sentido del humor, guárdalo muy bien, lo necesitarás en tu nuevo hogar- 

-Tus amenazas no me hacen sudar, he caminado en los sitios más bajos de este mundo, mis ojos han presenciado el acto más repulsivo creado por el hombre, ¿de verdad piensa que una prisión podrá conmigo?- dijo el moreno con mucha confianza. 

El mayor apretó los dientes tratando de contener su carcajada pero le fue imposible.

-¡JAJAJAJAJAJAJA!, ¿¡PRISIÓN!?, ¡JAJAJAJAJAJAJAJA!- Tetsu se retorcía mientras sujetaba con fuerza su estómago.

Tras varios segundos, aquel hombre se calmó, ya era hora de explicarle todo al criminal.

-Verá, mi querido señor, usted fue elegido para algo a su nivel, desde mañana formará parte de mi establecimiento, la mortal "Caja de Pandora", una cárcel diseñada para fenómenos y enfermos mentales- 

Kakuzu abrió los ojos lo más que puedo de la sorpresa. Había escuchado rumores de ese sitio pero hasta ahora lo creía un estúpido mito. 

-Oh vamos, quite esa cara, si la diversión apenas comienza, incluso me tomé la libertad de escoger a su compañero de celda, lo va a adorar, al igual que a usted, le fascina la muerte- 

El moreno estaba a nada de lanzarse encima de aquel anciano, pero un grupo de hombres armados entró, apuntando directo a su cabeza. 

-Parece tu carroza está lista, Kakuzu-san- sonrió el mayor, para luego hacerle una señal a sus subordinados. Y estos de forma tosca prepararon al avaro para su viaje.

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Durante todo el trayecto Kakuzu tuvo que ser encadenado y amordazado. Iba dentro de una caja con el fin de que no pudiera tener contacto con el exterior, de esa forma no tendría idea de cuánto tiempo había transcurrido y mucho menos de la ubicación. 

Adolorido, el moreno cerró los ojos con la esperanza de que el sueño aminorara su molestia. 

De repente el vehículo se detuvo, haciendo un movimiento tan brusco que lastimó las recientes heridas del tesorero. 

"Parece que hemos llegado" 

Kakuzu fue liberado dejándolo únicamente con esposa en manos y pies. Lentamente camino en fila junto a otros criminales entrando a un sitio que parecía un enorme cubo de metal. 

Dentro los estaba Tetsu juntos con algunos tipos que vestían de negro. 

-¡Bienvenidos, siempre es bueno tener carne fresca, hace que este juego se mantenga interesante!- sonrió el mayor. 

Cómo respuesta, su inusual público solo le dedicó una mala mirada. 

-Antes de que pasen a sus celdas, permítanme aclararles algunas cosas, son bastante simples de hecho, regla número uno, lo que se hagan entré ustedes asquerosos animales es muy su problema, regla número dos, aquel que intente escapar será ejecutado de inmediato y regla número tres, deben participar en las actividades de la instalación, quien se rehúse a hacerlo tendrá un severo castigo- 

Kakuzu alzó una ceja sin comprender lo último dicho, ¿a qué se refería con "actividades"?. 

Tras ese breve discurso, los prisioneros fueron llevados hasta el área donde serían sus nuevas habitaciones. 

El moreno fue el último en instalarse, ya que el sitio donde se quedaría era uno de los más apartados. 

Mientras quitaban el candado de aquella reja, los guardias se reían y murmuraban. 

-Suerte Kakuzu-san, si sobrevives me harás ganar mucho dinero- dijo uno de los hombres para después liberar al avaro y empujarlo al interior. 

-¿De que mierda hablan?- dió un paso sintiendo que había pisado algo pegajoso, miró hacia abajo para ver qué era un pequeño charco de sangre. 

-Parece que esos paganos inservibles me han traído mi próximo sacrificio- se escuchó una voz al fondo, pero como estaba un poco oscuro, el moreno no era capaz de distinguir al sujeto. 

El avaro apretó los puños para después ponerse en posición de ataque, no importaba lo fuerte que podría llegar a ser ese oponente, no estaba dispuesto a morir y menos en un basurero. 

Poco a poco el chico salió de las sombras para dejar a la vista todo su ser. 

Se trataba de un joven que parecía estar en sus veintes, su cabello era corto y con un tono gris, sus ojos parecían bellas amatistas, que combinan a la perfección con su pálida piel. 

"¿Este mocoso es mi compañero?" pensó Kakuzu algo decepcionado, pues no le parecía una gran amenaza, incluso podría clasificarlo como un rebelde problemático. 

Mientras que el moreno vagaba en sus pensamientos, el menor lo examinaba con calma. 

-Normalmente a mi Dios le gustan las almas jóvenes, pero supongo que se conformará contigo- del uniforme sacó un alargado cuchillo, que todavía tenía manchas secas de su última víctima.  

-¿Qué?- dijo Kakuzu algo ofendido pues todavía estaba en sus cuarentas. 

De forma rápida el menor se le fue encima con el propósito de apuñalarlo. 

-¡MUEREEEE!- 

El avaro reaccionó a tiempo, evitando el letal golpe, para luego tirarle una fuerte patada al chico haciendo que se estrellará contra la pared. 

-¿Eso es todo lo que tienes, estúpido crio?- preguntó Kakuzu. 

-Jajajaja, apenas estoy empezando, anciano- los ojos del menor mostraban una locura impresionante, tanto, que logró emocionar al moreno. 

"Parece que será una noche interesante" 

Y así arrancamos con éste proyecto ⭐✨❤️ sean pacientes, por favor, ya verán que la historia se desarrollará con rapidez ❤️✨esperó les guste. ❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨