V
Su toque fue suficiente para llamar su atención.
Esos ojos color caramelo, esos labios tan apetitosos, esa piel canela le eran suficiente tentativos.
Actos dónde lo hacía suyo era lo que realmente le apasiona.
El pequeño cuerpo, era solo de él, sus caderas, sus piernas, sus ojos, sus labios, su pecho, todo solo para él.
Acariciarlo era una manera en que mostraba que no solo está con el por su cuerpo o por qué es una pieza importante en ese rompecabezas.
Si no, porque lo ama.
Ama la manera en que sonríe solo para él.
Ama la manera en que lo mira.
Ama su manera de dirigirse a él.
Ama cada gesto, cada acción.
Para Kawahira, Tsunayoshi lo es todo.
Pero debe aparentar ante todos que solo es su amante, y eso lo tiene bien claro el chico.
¿Cómo no amarlo?, Piensa al verlo sonreír por la cámara de seguridad.
Ese mocoso se metió muy dentro de su putrefacto corazón y se clavó como dagas encadenándolo a su encanto.
Ama la forma retorcida en la que se divierte.
Ama como juega con sus víctimas antes de asesinarlas.
Ama ver como los humanos caen en su telaraña.
Ama sus estrategias.
Su reina en el ajedrez.
Porqué sin él, no estaría ahí.
…
¿Un violín?
El sonido de aquel instrumento llenó el salón de baile de la Famiglia Tomaso.
Disfrutaría la canción de no ser por los cadáveres y la sangre salpicada en las paredes.
Nanako Sawada camina lento, ella fue a visitar a su amiga, pero se encontró con aquel paisaje desolador.
Poco a poco iba recuperando el brillo en sus ojos.
Corre al sonido de aquel violín, y al llegar al salón se queda quieta, reconociendo la canción.
Hikaru Nara.
Solo una persona en el mundo la conoce después de ella.
Y ella misma la encerró.
Su corazón late desenfrenado, y un nudo se forma en su garganta, sus manos pierden su calor, y empieza a sudar frío. Tiembla al saber que tras esa puerta pueda estar su final, mejor no retrasar la espera.
Pálida, temblorosa y temerosa empujó ennpar las puertas.
Petrificada mira la silueta de ella, su gemela menor, Nanami.
Es ella.
Cabello castaño rebelde, ojos caramelo, piel canela y esa frialdad de su mirada, sin duda alguna es ella.
La lujuria encarnada, así la denominaba su Padre, Luka Zegel.
Cintura pequeña, caderas anchas, pechos perfectos, piernas largas, cabello suave apresar de ser un un poco salvaje, labios melocotón, pestañas chinas y elegancia natural.
Cuánto odió a su hermana menor, la perfecta.
—Nanami—nombra temerosa.
—Nanako.
Su nombre al salir de sus labios causa unos terribles escalofríos que erizan su piel.
—Hermana.
¿Qué más puede decir?, Han Sido casi catorce años desde que la encerró en aquella fábrica de dulces abandonada en Kokuyo.
Un dolor en su brazo le hizo voltear y taparse la herida, su hermana limpiaba el arco del violín en su vestido.
—Me arrebataste todo, mi esposo, mis hijos, mi familia, la atención de todos. Y más que nada, te atreviste a tocar a Mi pequeño, le infringiste daño.
Nanako retrocedió a topar con pared, no negó nada, todo es verdad.
—Te odié—murmura con valentía que en ese momento carece—y te sigo odiando, hermanita. No me arrepiento de lo que le hice a Mi familia.
La ira carcomía su ser, la hipócrita de. Nanako le hecha en cara lo que hizo, debe morir.
—Las consecuencias por robar lo mío son muy claras—toma un mechón de su cabello castaño—te has vuelto una muñeca, estás rota, no complasiste muy bien a mí ex-marido, fuiste utilizada para beneficios de otros siendo solo un trapo que se puede reemplazar.
La castaña mayor cayó de rodillas al piso, nada había salido bien desde ese día.
Sus ojos empezaron a humedecerse y las lágrimas no tardaron en caer, su realidad era un perra, y su vida es y será un mierda.
—¿Últimas palabras?.
Nanako sube su vacía mirada a los castaño ojos de a la que una vez juró proteger de todos, a los ojos de su hermana menor.
—Perdóname, Nanami.
Sonrió rota junto a su recuerdo más preciado, aquél que le quema desde que su codicia y envidia se apoderaron de su ser.
«Corrian por la orilla del río, cada tanto soltaban risitas, Nanako tenía más cuidado que Nanami.
—¡Waaa!
—¡Nanami-tan!
Corre hasta su hermanita y la abraza, siente la humedad de su cuerpo, cayó al riachuelo.
—Calma Nanami-tan—la mira a sus ojitos—ya pasó, ¡Onee-chan está para protegerte de todos!
Besa suavemente su rodilla, y le regala una sonrisa de la más cálidas y reconfortantes como el cielo mismo.
—Te quiero Onee-chan
—Y yo a ti Nanami-tan»
Una lágrima traicionera baja por su mejilla, su hermana le dió aquella sonrisa que recordó tanto en aquel momento.
—No tenías que pedirme perdón, descansa Onee-chan.
…
—Senshi~
Su mano masajes de arriba a abajo lento y tortuoso, los besos húmedos son depositados con dulzura sobre su nuca, la otra mano del chico se encargaba de dar caricias a la cintura y pecho causando escalofríos.
—Dainamigth, dime ¿Qué quieres?—susurra agravando su voz—¿Qué deseas?—mordió el lóbulo de la oreja.
Restrega sin pena su erección en los glúteos contrarios, la exitacion es palpable, Hayato no cabe de placer, pero su orgullo era otra cosa
—B-bastar-rdo…—gime—N-no lo d-diré.
Senshi simuló penetraciones entre el trasero de Dainamigth, aumentó la velocidad de su mano, joder, se sentía a reventar.
—dilo~
El aliento chocó en su cuello erizando su piel.
—Dilo, Hayato. Dime qué quieres que te haga~
"Maldita sea", piensa mordiendo su labio inferior.
—E-entra en mí j-joder, t-te quiero dentro, q-quiero que me partas en dos, f-fóllame tan duro q-que no pueda caminar en semanas—rogó
Senshi sonrió de lado antes de entrar en el sin preparación alguna.
Hayato se arqueó con dolor, Senshi aprovechó a callarlo con sus labios, y seguir dando caricias para que olvidará del dolor.
Fueron minutos, Dainamigth movió la cadera y Senshi empezó a moverse.
Sus ojos jade lagrimeraron de placer, Senshi no dudó en saborear todo líquido que proveniese de Hayato.
—M-más rápido
Orden acatada, de un movimiento giró el cuerpo para mirarlo a sus jades ojos, alzando una pierna y depositarla en su hombro. Fuerza y rapidez, entrando y saliendo dando en aquel punto que le volvía loco. Masturbaba al ritmo de cada envestida.
Líquido pre-semen mojó su mano, el Italiano pronto se vendría, aceleró y su mano se llenó de aquel líquido blanquecino, una, dos, tres penetraciones más y se corrió dentro del chico. Lleva sus manos un poco más abajo del ombligo, siente ese líquido entrar a su ser, llenándolo.
—Dainamigth—susurra en su oído.
—C-calla, Takeshi.
Obligó a su sonrojado rostro a mirar a otra parte, llevaban años juntos, antes de si quiera conocer a Inu.
—Te amo, Hayato.
Dainamigth se tensó, sonrojándose a niveles infinitos, para después sonreír tontamente.
—yo también, Takeshi
Lo abrazó una vez dormidos en aquella solitaria habitación.
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By: Lizisi
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