I
La presión en sus caderas le resultaba exitante, su voz siendo callada con una mordaza y la brusquedad con la que su trasero era tratado le causaban placer indescriptible.
Su saliva había humedecido la mordaza, su sudor iba goteando a cada penetrada que le daba, su miembro chocaba con su vientre y dolía por lo duro que estaba.
—Habla Tsunayoshi— quitó la mordaza escuchando un gemido.
—Ghm~ Kawahira, más— un beso brusco le calló, mordió sus labios sacandole sangre que escurría por su barbilla, que el no dudo en tomar.
Lo giró poniendole frente al espejo de la pared cercana para que se mirara, y abrió un poco más la piernas para que viera como era penetrado.
Su rostro sonrojado y sus labios rojos por su sangre, marcas de mordidas por todo su cuerpo, su pene erecto y sus piernas flaqueaban a cada que el hombre a tras de él, le penetraba con rudeza.
Sus cabellos blanquesinos estaban sueltos, su cuerpo marcado con algunas cicatrices y una que otra mordida, y ni decir de su gran miembro que tanto le encantaba, que en ese momento entraba y salía con tanta fuerza y salvajismo que le volvía loco.
Fueron a la cama, y él se sentó señalando su pene erecto que aclamaba por atención, que el no dudaba en atender.
—Móntame—
Se acercó con sus piernas temblorosas y tomó el miembro entre sus manos para ponerlo en la entrada de su ano, él, lo tomó de las caderas y lo bajó con fuerza, soltó un gemido mientras empezaba a subir y bajar lenta y dolorosamente. Pero él, le marcó un ritmo con sus manos, sabía que le dejaría huella, tendría esas marcas de sus manos en su cuerpo por mucho tiempo.
Las manos viajaron a su miembro olvidado, masturbandolo al ritmo en que bajaba y subía. Su boca no se quedó quieta yendo a la boca contraría, bajando por su cuello donde llegó a la clavícula esa apetitosa piel que solo a el le pertenecía, así como el, era de Él.
—Mmn~—
Se vino en su mano, y las paredes del ano comenzaron a apretarle su miembro con fuerza, pero siguió unas cuantas penetradas más, los dientes de su menor se enterraron en su piel con mucha fuerza, y se vino dentro de el con un gruñido.
Sus respiraciones eran erraticas, jadeaban por aire, y sus cuerpos estaban llenos de sudor y sangre, en el caso de Tsunayoshi, con semen.
—Es hora Tsunayoshi, tienes que irte, se darán cuenta de que no estas—
—Esos estúpidos nunca se darán cuenta, son unos ciegos, para ellos solo soy un estorbo inútil que no debió de existir— su voz era cargada de resentimiento y odio.
—Pero a mí si me eres útil, siendo tú mi mayor creación— besaba su cuello hasta susurrar en su oreja.
—Hai— ronroneaba ante su atención.
Se fueron a la bañera donde volvieron a tener sexo, el cuarto estaba hecho un desastre, y había semen por todos lados, además de sangre y saliva. La ropa estaba regada por toda la habitación, tenían suerte de que estaba insonorizada y la cama estaba deshecha.
—Tsu-kun, es hora de irnos— una voz a sus espaldas le hizo voltear.
Una mujer castaña de ojos chocolates cansados, quien vestía un vestido sencillo color blanco a juego con sus zapatos.
—Si Mamma— dio un beso en su mejilla mientras subían a un auto que los llevaba a la Mansión Vongola de ahí en Japón.
Todo el camino fue silencioso, pero no le molestaba en absoluto, pasaron directo a los bosques de Namimori donde se hallaba la mansión.
Cuando se adentraron, el Primogénito de la Familia se acercó para abrazar a su Madre con cariño y revolver los cabellos de su hermano menor. Pero los tres sabían que eso solo era un teatro para su abuelo Timoteo quien estaba detrás de ellos.
Porque todos sabían que Sawada Nana, Sawada Ieyatsu(Giotto) y Sawada Tsunayoshi, no soportan estar en un solo lugar juntos.
—¿Cómo les fue en el paseo?— se atrevió a preguntar Timoteo.
—De Maravilla, Timoteo-sama— el mayor arrugó el seño.
—Cuantas veces tengo que decirte que me digas Abuelo, como lo hace tu hermano Ieyatsu, Tsunayoshi-kun— regañó con cariño.
—Las veces que sean necesarias, Usted es para mí una figura autoritaria, no puedo faltar al respeto a alguien que cuida de nosotros— habló monótono, sin ningún sentimiento en su voz
—Bien, me iré a reunir con la Famiglia Tomaso, Giotto quedas a cargo—
Ieyatsu asintió, cuando desapareció de la vista de todos, el Rubio frunció el seño y miró a su Progenitora con resentimiento y a su hermano menor con asco.
—Inútil, Reborn-san te busca, creo que al fin quiere que seas su puta privada— se burló mientras encendía un cigarro.—Y usted, Señora, Mi Padre la necesita en su habitación—
Sin decir nada más se retiró al despacho, donde siempre estaba.
Ambos castaños subieron las escaleras, yendo a diferentes direcciones, peor en un mal paso, Tsuna se cayó al suelo golpeándose la cara.
—Genial— murmuró con dolor.
Pasó a su habitación y tomó el botiquín para curarse y vendarse su cuerpo, absolutamente todo, dejando solo el rostro y los dedos de la mano sin vendaje, para después ponerse su ropa casual.
Su rostro carecía de emociones siempre que estaba con ellos, su ropas eran siempre largas que cubrieran su cuerpo, y sus cabellos castaños desafiaban la gravedad siempre.
—Ya era hora de que llegarás Dame-Tsuna, tu entrenamiento tiene que empezar—
Un hombre alto de cabellos azabaches lo arrastró del brazo hasta la sala de entrenamiento donde lo arrojó sin cuidado alguno.
—Correrás treinta vueltas aquí mismo y escalarás esa montaña que está a un kilometro, te veo allá en una hora, más te vale hacerlos si no te irá peor—
Y se fue dejándolo solo, el sabia que solo le ponían atención por su abuelo, por orden de Timoteo-sama, Reborn solo se encargaba de darle resistencia para que si lo llegaban a secuestrar solo corriera, por que en palabras de su Familia, "No servía para nada".
—Odio esto— masculló mientras salía de ahí.
—No es el único, Tsunayoshi-nii— a su lado apareció Fran, un chico prodigio en la niebla, propiedad de Xanxus, además de ser objeto de Bullying de Varia.
—Me iré a entrenar, más vale que te cuides—
—No se preocupe, como quiera nunca podré huir— sin decir nada desapareció.
En el camino hacía la montaña se encontró con muchos animales rabiosos que tuvo que matar, entre ellos un oso, se había ido por el camino equivocado, y llegó veinte minutos más tarde.
—¡Eres un inútil!, no sirves ni para llegar puntual, no te puedo eliminar porque Nono me mandaría a matar y fallaría a nuestra amistad, de aquí no te mueves hasta que venga por ti, ¡Entendiste Dame-Tsuna!— solo podía mover la cabeza sumiso.
Aunque por su mente se trazaban planes para poder asesinar a cada uno de los que le atormentaban, eso empezando por aquel ser quien le hizo de su infancia un infierno...Su Padre.
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By: Lizisi
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