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49-Promesa

El hombre buscaba acabar con todos los dragones que pudieran aparecer, regó rumores de la peligrosidad de las criaturas, usando al dragón original como ejemplo.

Viorica escuchó varios pasos acercándose por lo que dedujo que Epify no pudo retener a los perseguidores. Cuando la rodearon las dos chicas levantaron las manos en señal de rendición, no tenía sentido resistirse a algo con lo que no podían luchar.

Para regresarlas evadieron una zona llena de fuego, pero al regresar encontró a los chicos de Akatsa en el campamento.

Drake y Jouktai corrieron hacía ella, pero se detuvieron en seco al ver que dos de los hombres junto a las chicas las encañonaron. Viorica podía sentir el golpeteo de su corazón contra sus oídos. En su mente todo se empezó a distorsionar, las luces y colores se tornaban borrosos. Las carcajadas ahogadas llenaron el espacio rasgando el silencio y generando una sensación de incomodidad que distrajo hasta a los soldados que encañonaban a las niñas. Sin su voz ni siquiera podía reír apropiadamente lo que daba al sonido un toque aún más tétrico como si estuviera agonizando.

Viorica estaba completamente fuera de sí, lo único que sabía era que no quería regresar, quería que todo acabara incluso si eso implicaba acabar con su propia vida. Rapó a su secuestrador la pistola aprovechando que estaba aturdido por la reacción de la menor.

Y después de eso disparó al lugar que sabía que le daría fin a todo. Las pipetas de gas, una a una fueron explotando, devorando todo el campamento. La onda de la explosión la mandó para atrás junto a todos los demás y sentía como se empezaba a quemar. El dolor era inaguantable, pero no importaba solo quería que todo terminara y pronto lo haría, ya no quería despertar en ese purgatorio llamado vida. Ya no importaba a cuantos arrastraba con ella solo quería dejar de sufrir.

En ese momento entendió lo difícil que era, el pasado siempre regresaba como un boomerang y ellos eran como adictos a la violencia, a la más mínima oportunidad caían en lo mismo.

Argent y Snow llevaron a Epify a la zona de explosión preocupados ya que sabían que en ese lugar debían estar sus amigos.

De entre las cenizas vieron salir a Drake, Asper, Niamh, Cris, Ikal y Jouktai cargando a las dos niñas muy heridas.

—¿Qué pasó? —preguntó Argent.

—Una bala golpeó las pipetas de gas y explotaron todo, Niamh pudo manipular el fuego antes de que nos consumiera y Cris nos protegió con sus barreras, pero Viorica y la otra chica estaban más lejos por lo que no pudimos cubrirlas por completo —explicó Jouktai evitando mencionar que Viorica fue la culpable.

—La albina loca quisso matarnoss. Ya esstoy harto de esste juego de familia y amistad cuando ni ssiquiera podemoss confiar entre nosotros —quejó Asper.

—Estamos en una situación peligrosa y no sabemos si quedan más pipetas por explotar, vámonos —razonó Jouktai.

Las expresiones de hastío reflejaban el agotamiento de alguien que estaba cansado de su propia vida, pero asintieron con resignación.

—¿Dónde está Tanok? —preguntó Argent.

—Debe estar matando a todos los que se encuentran a los alrededores. Cuando se enoja es imposible detenerlo y atender a los heridos me parece más importante de momento —explicó Drake.

Unos ladridos llamaron y una mordida llamó la atención de Jouktai, era el niño lobo quien halaba a la comadreja hacia el lugar donde estaba Tanok.

—Puedo oír los latidos del corazón y la respiración de Tanok, está bien, no tienes que preocuparte por él. —Drake movió su mano en un gesto de desinterés.

—¡¿Cómo es que no pueden entender nada?! —gritó Argent —. Lo que le preocupa a este niño es que Tanok se está perdiendo en sus instintos. De la misma forma que yo, él no quiere ver a alguien que aprecia convertido en un monstruo por culpa de su dolor. Queremos aplacar ese dolor para que no se pierdan a ustedes mismos.

El niño asintió frenético, en respuesta Argent tomó su mano y le dijo que lo irían juntos.

—Solo vas a conseguir que Tanok vuelva a barrer el piso contigo, como cuando se conocieron —dijo Epify burlona.

—Tanok cuando se enoja es imposible de tratar. —Drake apoyó.

—¿Jouktai no podría hacer algo? —preguntó Niamh.

—Puedo, pero también... Viorica, cuando se despierte estará alterada y tengo que estar aquí para cuidarla.

—Yo me puedo hacer cargo —dijo Epify.

—Tú no estás tranquila y éstas herida, si quieres hacerte caso de la basura de los demás, primero encárgate de la tuya —espetó Argent.

—Tu poder funcionar en dos vías puede que logres calmar a Viorica con tus poderes, pero solo conseguirás llenarte de sentimientos negativos tu misma —argumentó Jouktai.

Nuevamente un ladrido por parte del niño lobo llamó la atención, con sus manos se señalaba a él mismo, junto a una mirada que demostraba la determinación de un cazador asechando a la presa terminó por convencer a Argente. Puede que él no fuera capaz de detener a Tanok, pero confiaba que el pequeño lo era.

En el campamento, todo eran puros desastres, no había vida alguna, Argent e Ikal, vieron a Tanok devorando carne de la mejilla de una persona, que por sus heridas seguramente él mismo asesinó. Para un lobo como la carne sigue siendo carne, aunque sea de humano.

—Tanok... —Argent presa del miedo y consternación no sabía que decir.

Ikal, el pequeño lobo corrió a donde Tanok, apartó el cadáver de su lado y tomó su mano para arrastrarlo con él. El lobo mayor estaba con mirada perdida y atacó al pequeño en eso Argent se interpuso volviendo a quedar tirado en el piso con la mano de Tanok en la garganta como la primera vez que se vieron.

Ikal haló de la mano de Tanok que estaba en el cuello de Argent y ladró de una forma que se asemejaba a un gemido, el lobo negro no dijo nada, pero soltó el cuello del chico y se dejó guiar.

En la cima de una montaña todos los chicos se reunieron con Ismael y empezaron a tratar a las chicas. Drake tenía la cara roja y una mueca que no era capaz de enmascarar su rabia.

—Por qué mierda no nos dejaste acabar con el puto traidor de Miker, eso era algo que nos correspondía. Tú no tienes nada que ver en nuestro pasado. Además, si hubieras estado aquí en vez de meterte en lo que no te correspondía hubieras podido congelar la explosión con tu aliento. —Drake le dio un golpe en el pecho a Argent.

—Es muy diferente actuar por el sentido de responsabilidad que por un deseo de venganza. Ustedes solo actuarían por sus emociones desenfrenadas, luego sentirían culpa y se arrepentirían de matar a alguien que fue tan importante para ustedes. No sabía que iba a haber una explosión —respondió Argent con parsimonia.

—Eso no es tu problema. Da igual, con esto ya he saldado la deuda que te debía de la vez que terminaste herido y usaste tus poderes por mi culpa —escupió Drake con molestia.

—Entiendo y lo acepto —dijo Argent para dudar un minuto después, quería que los otros lo entendieran —. Quiero protegerlos. Si la carga se vuelve demasiada, solo entréguenme una parte.

—Si eso es verdad, ¿por qué tu expresión es la de alguien que está a punto de quebrarse? —añadió Epify.

Argent no se había dado cuenta de que reflejaba su rostro, nada de lo que dijo era mentira, su mayor deseo era proteger a los que le importaban y en ese momento no era descabellado pensar que Epify era la persona, viva, que más le importaba en el mundo, seguido del resto de Akatsa. Sin embargo, eso no cambiaba que era la primera vez que arrebataba una vida con sus manos y eso le producía, culpa, miedo, asco.

No dudaba de su decisión, estaba convencido de haber hecho lo correcto, pero eso no hacía que afrontar la realidad de sus acciones fuera menos doloroso.

Cuando Viorica despertó estaba desarmada, pero seguía haciendo el amague de gritar y arañaba o mordía a todo aquel que se le acercaba, ni siquiera era capaz de expresar su dolor con su voz, el mutismo era una prisión más desesperante de lo esperado. Jouktai logró inmovilizarla en lo que le susurraba que todo estaría bien, que tenía que recobrar sus sentidos y que lo había hecho bien, que lo que había logrado avanzar desde el día que se conocieron era mucho.

Poco a poco todo se redujo a sollozos. Después de la tormenta venía una calma, provisional, pero calma, a fin de cuentas.

—En este podrido mundo solo nos corresponde ser uno más de los miserables en desgracias, pero eso no implica que tu vida sea vacía, mientras respires y te puedas mover hay algo que puedes hacer. Si cometes un error repáralo por mil de esa forma puedes dar sentido a tu existencia. Vive para hallar porque vivir, a veces será difícil otras estarás bien, de eso se trata vivir —dijo Ismael tomando la mano de Viorica.

—Muy lindas palabra para un genocida. Maldito hipócrita —burló Drake con una falsa sonrisa, aunque inmediatamente volteó a ver el estado de Viorica, sabiendo que había sido impertinente.

—No tengo excusa para la forma en la que actué, lo único que puedo asegurarles es que quisiera redimirme. —Ismael agachó la cabeza ofreciendo una disculpa silenciosa.

Viorica continuaba aferrada a Jouktai con sus lágrimas fluyendo, pero en sus ojos se podía vislumbrar una luz de entendimiento a esas palabras, los medicamentos que Jouktai le metió en la boca ayudaban a tranquilizar la vorágine en su interior.

La situación necesitaba dejar de lado los conflictos internos para buscar soluciones. Reclamos y peleas no servirían de nada más que para consumir tiempo.

Debido a las heridas de Viorica y Epify era peligroso regresar a Corfú, necesitaban tiempo para descansar. Ismael los invitó a su casa, a pesar de las reticencias de algunos terminaron por aceptar. El orgullo no los mantiene con vida, era preferible perder algo invisible que a alguien tangible.

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