43-Manteiv
Todos empezaron a desconfiar del otro y así empezó una batalla, tal y como Tellus había ordenado, los pueblos tomaban bandos, guerras por todas partes, la muerte a la orden del día.
A la mañana siguiente Epify se despertó muy temprano como era costumbre, llamó a Snow y lo llevó para ajustarle la canasta con el cofre adentro.
—¡Oye! —dijo Cris sobresaltando a la chica
Epify se sorprendió, pero tenía sentido que el chico la hubiera visto ya que él dormía a la intemperie. No confiaban lo suficiente en él como para dejarle compartir espacio en el kogui. Sin embargo, sabía que en este momento no debía estar tan alerta ya que Cris se le había acercado ante la mirada atenta de Tanok, a quien le correspondía vigilarlo de momento.
—Estuve pensando y creo que lo que dijo la zorra no fue algo aleatorio. Si se está intentando armar una revuelta lo primero es prepararse deben estar en busca de materiales, como el corazón, para mejorar el armamento, la guerra entre los países ha sido un denominador común en el conflicto entre los gudariak —razonó el ángel.
—¿Qué es lo que propones entonces? —preguntó Jouktai saliendo del kogui junto a los otros.
—Nada en particular, solo que tal vez podamos obtener más información en Manteiv —dijo Cris con inocencia.
Un escalofrío recorrió a los presentes, salvo por Niamh, Argent y Asper. Ese lugar era sinónimo de pecado, culpa, dolor, odio y rencor, algo que quisieran enterrar en lo más profundo del baúl de los recuerdos y nunca volver a tocar.
—Mejor sentémonos y discutamos con calma —sugirió Jouktai —. Epify, antes que nada, envía ese corazón a los dragones, tenerlo en nuestras manos puede atraer enemigos indeseados.
—Epi, por favor, entrega esta carta a Lucian. No le digo nada en específico, solo le menciono que he escuchado de múltiples problemas por acá y me gustaría que compartiera lo que sabe. —Argent le entregó un sobre sellado a Epify.
Epify cumplió con lo solicitado y terminó de cargar a Snow para enviarlo a Hic Sunt con los encargos para sentarse con el resto de grupo a escuchar lo que Cris tenía por decir de Manteiv.
—¿Qué es lo que hay en Manteiv? —preguntó Argent sentándose en una de las grandes raíces de un árbol y bebía un poco de café.
Hasta que de su taza salió un insecto, lo que hizo sobresaltar al chico y que Viorica diera un grito, hasta que Epify se levantó agarró al insecto y lo botó lejos.
—Maldito Asper deja de hacer esos juegos —gritó Argent enojado a la serpiente.
—Ess para que sse acosstumbren máss rápido. Aún sse ponen pálidoss cuando ven algún inssecto —rio Asper.
—¿Podemos volver al tema? —reprochó Jouktai.
—Todos saben que ese lugar está en guerra desde hace años. El motivo es lo que posiblemente ignoren —empezó Cris.
El rostro de Jouktai se pintó una expresión de culpa y dolor, por cobarde él fue uno de los principales culpables de ese conflicto, no tenía perdón.
—Imagino que tu si lo sabes. Déjate de enigmas y habla —atacó Epify.
—Manteiv tiene un portal que conecta a Alaya con Asura, más específicamente te lleva la cordillera de Majabali. Por eso es está guerra, para tener el control sobre ese portal — explicó el ángel.
—Un portal que conecta al país de los humanos con el de los demonios. ¿Quién quiere algo así cerca? —Niamh no entendía a dónde iba la conversación.
—Majabali es el único lugar donde se produce legamantium, el metal más resistente y poderoso que existe —agregó Drake.
—El peligro en Asura es enorme, pero si te ponen una puerta justo delante de donde está el recurso su extracción es casi que libre riesgo. Con lo que se gana con la venta y utilización del metal se puede suplir el costo humano y material de la guerra perfectamente —complementó Cris.
—Por eso Manteiv ha mantenido una guerra tan larga, de casi veinte años —dijo Argent para sí mismo.
—Manteiv hace veinte años no tenía un estado tan deplorable, una... enfermedad azotó el pueblo mató a más de cien mil personas, la epidemia se llamó la muerte blanca. Todos los recursos y esfuerzos se invirtieron en cuidar a los enfermos y frenar la epidemia. Supongo que eso debilitó las defensas y permitió que otros atacaran el lugar y la guerra ha empobrecido mucho el pueblo. Ello ha repercutido en menos formas de reponerse —dijo Jouktai con una mirada vacía y hombros encorvados.
—Veo que conoces la historia. Sabiendo esto podemos deducir que si seguimos la ruta del legamantium sabremos si alguien está armándose para iniciar una revuelta o una guerra a gran escala. Por eso ir es una buena forma de recopilar información —concluyó Cris.
—Pero esso ess esstúpidamente peligrosso —reclamó Asper.
—¡No quiero regresar a ese lugar! —exclamó Viorica.
El ángel lo ignoraba, pero el resto sabía que Viorica era manteiviana y todo lo que sufrió en su lugar de origen.
—Tenemos memorias horribles de ese lugar y es muy riesgoso, pero ir allá es una gran oportunidad de entender qué pasa. Encontrar información de otros gudariak y obtener legamantium para nosotros podría ser una gran ayuda. —Jouktai intentó poner todo en una balanza.
—Podemos intentar ir y ver que pasa —dijo Epify.
—No ssomoss piessass de ajedress como para que nos esstemoss ssacrificando —argumentó Asper.
—Es cruel, pero cierto, no tiene sentido ponernos en peligro. Manteiv es un lugar de guerras constantes, allá puede ser peligroso —apoyó Argent.
La discusión se decantó por el no, sin embargo, una persona no pensaba igual, ella sentía culpa por la muerte de Sunan. Ocurrió frente a sus ojos y no pudo evitarlo, quería de alguna forma enmendarlo, ser de utilidad y resarcir su carencia de habilidades, por ello decidió ir a Manteiv por su cuenta.
La mitad salamandra salió en medio de la noche, cuando todos dormían, si entrara algún extraño lo notarían, pero de ella no se darían cuenta porque estaban acostumbrados a que alguno tuviera que salir de vez en cuando a hacer sus necesidades.
Una vez en el bosque empezó a flotar, una habilidad típica en las hadas. No podía volar propiamente por sus alas cercenadas, pero por medio del centro de gravedad de su cuerpo y controlando su flotabilidad podía impulsarse en una dirección especifica. No fue el camino más cómodo del todos, pero logró llegar gracias a sus ojos y torpes capacidades.
Al acercarse al lugar empezó a oír disparos y explosiones, la llevaban a una celda húmeda y fría, donde debía esperar en silencio a la próxima vez que la golpearan, unas manos obstruían su respiración, le susurraban las torturas a las que sería sometida, le inmovilizaba las extremidades, quiso gritar, pero aquel monstruo que nacía de ella también inmovilizó hasta sus cuerdas vocales.
En un estallido de adrenalina corrió, lo hizo hasta que sus piernas no pudieron más, lo siguiente que supo fue que estaba en el piso. Corría con tanto esmero que no se dio cuenta ni con que tropezó. La tierra y rocas rasparon sus rodillas, la sangre comenzó a brotar, la chica quería llorar, otra vez su debilidad la convertía en una inútil.
Tan ensimismada no notó la persona que se acercaba.
—¿Estas asustada? Ven conmigo, te puedo ofrecer un lugar para quedarte. —Era un demonio, pero uno infantil, su cara redonda y cuerpo pequeño revelaban que aún tenía mucho por crecer.
Niamh tomó esa mano, lo único que deseaba era que alguien la sacara de ese lugar.
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