42 - Cofre
En un principio todos se negaron a atacarse, no fue hasta que uno de ellos, el más joven, un humano cegado por la envidia del poder que le fue concedido a la mujer con la que compartía mundo de origen, mató uno de sus compañeros.
Epify seguía con las palabras de la zorra en su cabeza. No sonaban como amenazas vacías, sentía que algo grande se avecinaba y desconocerlo causaba el mismo desconcierto que caminar al barranco en medio de la oscuridad. Debió enviar el cofre hace dos días con Snow, pero sus preocupaciones no la dejaban.
—¿Te preocupa que él ángel sea una trampa? —Argent le habló por la espalda.
—Un poco, pero no es lo único. Me preocupa que Dakai tenga algo tan peligroso como el bastón de Kaladanda y las palabras que gritó la zorra, algo me dice que realmente no son palabras vacías, como dijo Tanok —admitió Epify en lo que se recostaba en el brazo del chico, quien se había sentado a su lado.
—Lo del bastón también me preocupa mucho, pero no hay mucho que hacer. Solo podemos fortalecernos, la información de Cris respecto a sus antiguos camaradas nos ayudará a estar mejor preparados. El cofre podríamos revisarlo para saber que tiene dentro y tener un respaldo. —Argent recostó la cabeza sobre la de Epify y la abrazó por el hombro.
—El cofre está encantado, si lo abrimos se enterarán —murmuró mirando las llamas de la fogata frente a ella.
—Niamh puede ver a través de objetos, podríamos decirle que lo mire.
Epify soltó una pequeña carcajada para volear el rostro, quedando a centímetros del rostro del chico.
—No puedo creer que de todas las personas tú sugieras romper las reglas e idees formas de hacerlo —bromeó la chica con una sonrisa traviesa.
—Tu fuiste la que me enseñó a no creer tan fácil en todo lo que me dicen.
—Lo siento, a veces pienso que arruiné tu vida perfecta. Soy una mala hierba, solo sé causar caos y por mi culpa terminaste en un lugar salvaje que detestas, rodeado de seres que te producen desagrado. Tu pudiste vivir en Maat reafirmando creencias que no te hacían sentir confusión ni dolor.
—Por el contrario, yo doy gracias a que te pude conocer. La verdad duele, pero es mucho mejor que una bella mentira. En especial si cada vez que sufra o me sienta perdido sé que tu estarás a mi lado para confortarme —dijo con una mirada nostálgica —. Y ya no pienso nada negativo de las bestias. Me cuesta vivir en la precariedad, pero no lo odio porque siento que aprendo mucho más de lo que jamás imagine. Soy como un niño aprendiendo cualquier deporte, me caigo y me lastimo, pero hasta ese dolor es una motivación para mejorar.
—Tengo que pedirle a Niamh que revise el cofre. —Epify se levantó consternada por esas palabras y soltó la primera excusa que le vino a la mente para huir.
Ella sabía que las interacciones que mantenía con Argent no eran normales entre amigos, mucho contacto y mucho hablar de sus emociones como para que fuera normal. No quería ilusionarse para descubrir que él aún no podía olvidar a Dalia. Incluso si la zombi nunca tuvo sentimientos recíprocos sentía que estaba robando su lugar en el corazón del chico. Como si ensuciara su memoria de alguna forma. Con una sonrisa irónica pensó: «¡Genial! Otra preocupación a la lista».
Llamó a todos para que estuvieran enterados de la situación, no quería generar problemas de confianza en el grupo.
—Dentro del cofre hay una joya de color rojo con forma de corazón humano —describió Niamh.
—¿Como los corazones de Epify y mío? —preguntó Argent.
—Algo así, el de Epify es violeta con manchas negras y el de Argent turquesa —confirmó la híbrida.
—¿Los corazones de dragones son joyas? —interrogó Viorica confundida.
—Sí, el color de nuestros ojos refleja el color de nuestro corazón, el mío está mezclado con negro por mi enfermedad —explicó Epify.
—Lo más importante es que pueden usarse como armas extremadamente poderosas al mezclarse con acero —agregó Drake.
—¡Podríamos hacer un arma increíble con este material! —exclamó Cris emocionado.
—Algo que noss dé máss poder ssería útil —secundó Asper.
—Explicar la situación al consejo de dragones puede ser la mejor opción. Sigue siendo parte del cadáver de uno de los suyos, entregarlo para que lo conviertan en arma puede entenderse como un insulto para los familiares y amigos del difunto —sugirió Jouktai.
—Pero Epify usa el collar de cintamani para vivir y ese es el corazón del padre de Argent por lo que no creo que importe mucho —dijo Tanok.
Epify se tensó y miró a Argent para tantear su reacción al comentario.
—Mi padre quería cuidar de mi madre y él fue quien pidió que su corazón se usara de esa forma. Yo como su único familiar vivo se lo di a Epify porque lo necesita. Eso es muy diferente a simplemente encontrar una parte de alguien y usarla como te plazca sin tener en cuenta la voluntad del difunto —argumentó Argent.
—Entreguémoslo a los dragones. Lo más importante es saber para qué lo querían los zorros y los vigías —sugirió Epify a lo que finalmente los demás aceptaron, pero la mente de la chica planteo una nueva duda —. Crispeta, ¿por qué Dakai tenía el corazón del padre de Argent? Nunca nos explicaste eso.
—No me llames así. Dakai quiere que Signe se convierta en un ser invencible, imagino para que pueda derrotar a los otros gudariak, para eso iba a usar los poderes curativos del collar. Ese fue el motivo por el cual atacó Hic Sunt hace varios años y mató a la dueña del collar, sin embargo, los poderes del objeto no funcionaban en demonios y perdió el interés.
—¡El deseo de mi padre de proteger a mi madre fue lo que la terminó matando y encima resultó todo ser en vano! —gritó Argent fuera de sí, no hablaba con nadie. Intentaba interiorizar lo que acababa de escuchar.
Epify se acercó y lo abrazó, teniendo cuidado de no tocar su piel.
—Hasta los mejores deseos pueden traer las peores consecuencias. Lamento lo de tus padres, pero si te sirve de algo los deseos de tu padre son lo que le permite seguir con vida a la chica que ahora te abraza. Tu madre puede que muriera, pero logro protegerte eso no lo consideraría del todo en vano. Dakai es el culpable de todo, no tu padre. —Jouktai expuso las palabras más consoladoras que pudo.
—Gracias a tu papá y mamá por darme la posibilidad de vivir —dijo Epify enterrando su rostro en el pecho del chico.
Igual que tras la muerte de Dahlia, al dormir Argent se aferró a la mano de ella como un náufrago en el mar a un salvavidas. La chica vio las lágrimas rodar por la mejilla de él, pero no hallaba palabras que pudieran aliviar su dolor y a modo de expresar su apoyo beso su mano.
Él la miró y se acercó para tomar su rostro hasta llegar a rozar sus labios, pero Epify lo detuvo.
—Si quieres hacerlo hazlo cuando estes sobrio del luto y dolor, no para olvidar la realidad.
Argent alejó su rostro y la abrazó como a un peluche, hundió su cara en el pecho ajeno y empezó a soltar pequeños gemidos ahogados contra la ropa de la de ojos violeta.
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