39- Éxodo
Una enfermedad letal de la cual se pensaba que no existía ni existiría cura nunca.
Hic Sunt era un lugar lleno de jardines colgantes y edificios de coloridos ladrillos, la ciudad tenía una infraestructura moderna con hospitales, escuelas, centros comerciales entre otras locaciones típicas de grandes ciudades; pero la arquitectura externa parecía muy antigua, con sus hermosos jardines, ríos y edificios llenos de columnas, escaleras y murallas. Los caminos estaban pavimentados y había carros por las calles, pero estos se parecían a carretas de cuatro ruedas con carpas, aunque no necesitaban que ningún animal los tirara.
Al ser un lugar tan cerrado Hic Sunt no tenía agur para realizar la ceremonia fúnebre, solo quemarían los cuerpos en una hoguera de la plaza central, aunque si se realizaban algunos cantos. Epify vio a su abuela y Sunan arder, como su cuerpo se deshacía convirtiéndose en cenizas.
Después de la ceremonia los cuatro dragones restantes del consejo dieron la noticia de que ya no serían responsables de ellos, ni los mantendrían. Al cuidarlos se exponían a un ataque de Dakai, la vida de un pueblo entero valía más que la de unos niños problemáticos, no estaban dispuestos a correr el riesgo.
Mientras se preparaban para irse Epify decidió ir a la casa de Argent para tomar los libros de Victoria. Debía escabullirse ya que no tenía permitido salir del palacio por lo que se movía evadiendo a todos los habitantes.
—¿Qué haces?
La voz sobresalto a Epify, pero se tranquilizó cuando vio el rostro de Argent.
—Necesito hacer algo.
—¿Qué ocultas?
—Es complicado de explicar —dijo Epify.
—Dime que haces, ¿podrías confiar en mí?
Epify dudó, pero recordó todos los problemas generados por la falta de confianza en sus amigos, agarró el cuello de la camisa de Argent y lo tiró para que el oído de él quedara a la altura de la boca de Epify, aunque ella tuvo que empinarse.
—La bruja me dijo que hay un libro que tiene información de mi enfermedad y los gudariak en tu casa, pero no sé si el consejo aprueba que yo obtenga esa información, o tan siquiera si ellos están enterados de que existe. Dakai dijo muchas cosas que me resultaron confusas y creo que necesito saber más.
—Entiendo, ¿cómo se llama el libro?
—No sé.
—Eso dificulta la búsqueda, mi mamá tiene demasiados libros, pero puedo pedir permiso para ir a mi casa y tomar cosas personales, será menos sospechoso que tu merodeando por ahí. Tomaré un algunos y los traeré, pero no garantizo traer el correcto ya que no contaré con el tiempo suficiente para revisarlos a detalle.
Ella aceptó al no encontrar otro remedio por lo que en lo que esperaba noticias de Argent pensó en otra cosa que quería hacer en el lugar, pero no quería ir sola y solo pudo pensar en una persona para acompañarla.
—Tanok, ¿puedo pedirte que me acompañes? —dijo Epify.
Que la única compañía que pidiera fuera la de Tanok sorprendió a todos, pero respetaron su decisión.
—Claro, para lo que necesites.
Luego de que el fuego devorara por completo los cuerpos, sus nombres eran marcados en piedras medianas que se colocaban frente a un árbol recién plantado, a la bruja le correspondió un abeto, a Sunan un eucalipto, por lo general la elección de los árboles era aleatoria.
Todas las tumbas se encontraban dentro del Zigurat en una terraza de la parte superior del edificio.
Epify fue hasta las plántulas y con sus poderes las hizo crecer un poco después enredo la Noctis en los árboles.
—Así tendrán flores aseguradas al menos dos noches al año —comentó y volteó a ver a Tanok —. Recuerdo que una vez me dijiste que los lobos tenían un chamán, alguien que de alguna forma podía comunicarse con los muertos, sería muy útil en estos momentos.
—Puedes hablarles a las tumbas, tal vez donde sea que estén te escuchen, en mi tribu se cree que una parte del alma de los difuntos siempre permanece con aquellos que tuvieron un vínculo fuerte en vida, sea para bien o para mal. Era con esa parte con quien el shaman e Ikal, su aprendiz, se comunicaban. No obtendrás respuesta, pero al menos una parte de ellos podrá escucharte.
—Sunan, sinceramente lo lamento, no creo que nunca pueda llegar a ser algo que realmente apreciaras, usarte para obtener la información estuvo mal y definitivamente no lo repetiría. Tampoco es que me fuera a quedar quieta, pero no te metería en medio ni usaría memorias dolorosas para lograr mi objetivo. Gracias por tu amabilidad y lamento el daño que te hice.
»Bruja, me mentiste y me heriste, no siento amor por ti, pero al menos puedo decir gracias por todo lo que hiciste por mí. Dicen que uno siempre debe perdonar a los muertos, pero seis años de dolor, incluso si fueron con buenas intenciones, no pueden borrarse de mi mente tan fácilmente, por eso no puedo decirte te amo, solamente gracias por todo.
—¿Puedes hacer florecer las plantas fuera de su ciclo normal? Creo que le daría un buen toque —propuso Tanok.
Epify asintió, las Noctis solo florecían don noches al año y se marchitaban antes del amanecer, pero con sus poderes hizo que unas enormes flores blancas surgieran de las enredaderas con forma de maleza.
—¿Sabes, Tanok? Incluso haciendo todo por cambiar, no creo a poder salvarme, pero siendo alguien mejor; al menos podré ser capaz de estar satisfecha conmigo misma cuando me vea en un espejo.
»Seré una Noctis, empecé siendo una mala hierba que todos ven como una molestia, en medio de la oscuridad floreceré, seré alguien capaz de cuidar a todos mis amigos. Cuando la luz del amanecer se asome, y el augurio de una vida prospera vuelva a los corazones de mis amados compañeros, yo me marchitaré y moriré. Solo espero quedar grabada en aquellos que amé, de la misma forma que el olor y la apariencia de esta flor queda grabada en mi corazón esta noche.
—Tenemos que irnos —susurró Tanok.
—Si lo sé.
Argent los esperaba dentro de las instalaciones, pero su rostro mostraba algo de molestia.
—Epi, ¿podemos hablar? Solo los dos. —Argent miró a Tanok dejando en claro su punto.
—Si —contestó la chica y lo siguió a una parte un poco más apartada —. Quería hablar con la bruja y Sunan.
—Lo sé, pero me hubiera gustado ser yo quien te acompañara.
—No es muy divertido ver a una persona hablándole a unas tumbas y Tanok es mi más antiguo amigo, casi como un hermano para mí. Si quieres hablar con ellos por tu cuenta todavía hay tiempo para ir.
Epify fingió no entender a qué se refería. Era evidente que había atracción entre ellos, pero no estaba segura si sería buena idea meterse con alguien que hace poco tiempo experimentó una perdida tan grande.
—Yo venía a otra cosa, quiero saber cómo te sientes —dijo Argent mientras le hacía una suave caricia en la mejilla —. Estoy usando mi don por lo que no hay problema en que te toque.
—No debería culparme, hice lo que pude y ya no hay nada que pueda hacer —dijo con sequedad.
—No te pregunte cómo piensas que deberías sentirte, te pregunté cómo te sientes. No has derramado una sola lagrima, si quieres llorar conmigo puedes hacerlo.
—Siempre fue distante, nunca mostró el más mínimo interés en mí. Me dolió, me hizo mucho daño, pero saber que de alguna forma siempre me quiso y quería protegerme... me hace sentir culpa por no sufrir como siento que debería. Por otro lado, está Sunan, fue el que más me ayudó cuando llegué a Salanti y yo le hice algo horrible, aún sin que le pidiera perdón el me perdonó. Era demasiado bueno, pero fue sacrificado de una manera miserable.
»Tengo demasiados pensamientos hacia la bruja y no puedo definir lo que siento hacía ella en este momento, hacía Sunan solo puedo pensar que él no lo merecía y que hubiera sido mucho mejor que yo estuviera en su lugar. No quiero imaginar cuanto sufrió y cada vez que pienso en ello me lleno de rabia y dolor hacia Dakai, sus herramientas y los dragones por no evitarlo, por exponerlo a ese destino. Como siempre, el más bondadoso tiene el peor de todos los finales.
—Entiendo lo que dices, en un principio pareció una mentira, pero esto es una guerra, lo más probable es que muchos morirán, incluidos personas que apreciamos.
—Alguno de ustedes tiene que ganar y detener a Tellus de sus locas ideas —dijo Epify con ojos fijos en Argent.
—¿Y tú?
—Soy un monstruo que merece morir, incluso sin que me maten la conquiolinasis lo hará eventualmente.
—Tú no eres un monstruo y estoy cansado de oírte decir eso, voy a encontrar una forma de detener a Tellus, sin matar a todos, y de salvarte.
»Te voy ayudar a ser quien anhelas, no te alabaré tu ignorancia, no te seguiré ni apoyare ciegamente, te regañaré por tus errores, no diré mentiras para congraciarte, pero puedo enseñarte una verdad que conozco. Eres mejor persona de lo que crees, estaré a tu lado cuando en este mundo solo veas maldad, cuando esté tan oscuro que no puedas encontrar la más pequeña luz.
»En este podrido planeta aún hay belleza por descubrir, yo te enseñaré a verla. Con ello entenderás que la bondad todavía existe, tanto dentro de ti, como en el exterior.
—Sigues siendo un idealista, pero por esta ocasión quiero creerte, quiero creer que la gente como Sunan no siempre termina igual que él, quiero creer que existe alguna forma de convertir este infierno en un paraíso.
—Yo crearé un lugar donde las Noctis puedan florecer en paz y te llevaré hasta él. —Argent abrazó a Epify mientras le hablaba cerca del oído.
—Gracias. — Epify correspondió el abrazo.
Tras separarse del abrazo se dispusieron a caminaron hasta el sótano del Zigurat Grand Draco donde había una habitación enorme, por la arquitectura se parecía a un salón de reuniones, pero claramente ese no era su propósito en ese momento, en medio de la sala se encontraba un arco de unos cinco metros de altura y dentro de este se veía una textura extraña, casi cómo agua, el portal, lo atravesaron por lo que sería la última vez en mucho tiempo.
Cada uno fue a su respectiva vivienda en Salanti y recogió el mínimo de cosas necesarias, otra vez eran ellos solos en el frío mundo, sin hogar, sin apoyo, sin nada a donde regresar, pero al menos se tenían entre ellos, no estaban solos.
—Argent, no puedo cuidarte, pero puedo ayudarte. —Lucian llamó al joven.
—¿De qué hablas?
—Has oído de la figura del cazarrecompensas, te enviaré misiones por el comunicador y en la medida que las cumplas recibirás dinero, información o ayudas que necesites.
—¿Eso es legal?
—Digamos que sé cómo aprovechar algunos vacíos legales, me gustaría hacer más por ti, pero no puedo. Suerte.
—Eso es más que suficiente, gracias.
—¿A dónde irán?
—A Tártaro, es el mejor lugar para ocultarse y pasar desapercibidos.
Tras aquel breve intercambio de palabras Argent salió para dirigirse a la bodega de abordaje, donde tomarían un dirigible que los dejaría en Aidnaliat y de allí irían a Tártaro.
En el dirigible se pusieron a revisar el contenido de los libros, en el primer libro narraba el nacimiento y caída en el sueño de Neonis y sus hermanas, el segundo contaba sobre Tellus, el deseo del mago, el origen del dragón y su muerte*. Tenían mucha información nueva, pero nada que realmente los ayudara en su situación.
*Por si no se ha entendido, la información que los personajes obtuvieron de los libros es la unión de los fragmentos que están antes de iniciar cada capítulo.
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