Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

37- Crueldad

Aunque ambos padres fueran dragones los hijos podíanser simples humanos si de nacimiento no contaban con la pureza necesaria

Sunan sintió como todo regresaba a la cotidianidad que acostumbraba, salvo por la falta de aquellos que se fueron, Dahlia ya no estaba y Lucian estaba tan ocupado que ya no vivía en Salanti. Jouktai y Viorica habían vuelto, aunque el primero seguía delicado y necesitaba limitar sus movimientos para que no se abrieran sus heridas.

Caminaba hacia la librería después de comprar arcilla, tenía que hacer más bueyes y Niamh le pidió que le enseñara, solo porque le llamaba la atención el modelar arcilla. Para él la cerámica era solo una forma de poder usar su magia mediante el ritual, por el contrario, Niamh parecía encontrar una fascinación real por ello.

Entró a la librería y vio a Epify ordenando unos libros y limpiando las estanterías, parada en una escalera móvil de madera.

—Hola, Epify, ¿cómo te va?

—Hola, bien, aún tengo que ordenar muchas cosas, ahorita no puedo hablar o me regañaran. Niamh te espera en la cámara de artesanías de Grand Draco. —Epify estiró la cabeza para ver a Sunan, pero no se movió mucho por miedo a caerse de la escalera.

—Entiendo, suerte. Hasta luego.

Llegó al castillo Grand Draco tras atravesar el portal ubicado en el sótano de la librería, caminó por un pasillo amplio con adornos coloridos en las paredes, encontró a Niamh en un salón espacioso de piedra con azulejos de muchos colores en el techo, piso y paredes, dentro de la sala se encontraban jarrones, pinturas y estatuas, todas ellas parecían muy antiguas, pero cuidadas con mimo. La sala entera era digna de estar en un museo, presumiendo sus exquisitas piezas a los visitantes.

—Niamh, ¿estás lista?

—¡Si! —contestó muy animada.

Sunan no usaba el torno ya que el buscaba crear una figura, no un jarrón o algo similar. Antes los hacía de cera, pero desde su enfrentamiento con la hermana de Niamh quiso usar un material más resistente al calor. Lo primero que hizo fue diseñar un esqueleto con alambre dulce, para la arcilla se hizo un gran corte en la mano y humedeció la arcilla con su sangre antes de empezar a agregar una gran cantidad de arcilla, su método favorito era el de sustracción.

—¿No te duele moldear con la mano así? —preguntó Niamh.

—Como no imaginas, pero es necesario. Este tiempo, dolor y sangre son el sacrificio que necesito para que el ritual funcione, entre mayor sean los sacrificios o restricciones, más poderosa es la magia.

—Supongo tener un don como yo es mucho más conveniente.

—Depende, con un don no necesitas ningún sacrificio, pero solo puedes hacer aquello que tu don te permita, con los rituales puedes llegar tan lejos como tu imaginación.

Sunan siguió con su arcilla ante la atenta mirada de Niamh, tomó el ahuecador para empezar con los detalles más gruesos y luego el palillo para modelar para los detalles más finos, negras manos se ensuciaban con el café grisáceo de la arcilla y todo se teñía de rojo por la herida sangrante de Sunan. A pesar de que las manos eran pequeñas trabajaban con pericia, aunque para el solo estaba fabricando un arma que usar en combate. Si aspirara a más podría llegar a ser un artista, podría elaborar mil esculturas y venderlas al mundo para alejarse de los campos sangrientos.

Cuando terminó le explicó a Niamh como funcionaba el torno y los primeros pasos a seguir, el hada híbrida escuchaba con atención y cuando empezó a moldear la arcilla mostró una maestría atípica de un novato, sus manos se deslizaban grácilmente a lo largo del barro húmedo y le daban la forma deseada sin mucha dificultad.

Sunan estaba impresionado con la habilidad de Niamh, a él le tomó años de práctica, en cambio, Niamh con solo una explicación fue capaz de llegar a ese nivel, recordó que una de sus habilidades estimulaba la creatividad, pero el nivel era muy superior a lo que esperaba, lo que le generaba algo de envidia.

Felicitó a Niamh y le siguió explicando lo que sabía, cuando las piezas estuvieron listas, las metieron en el horno y le encargaron al personal del castillo que les sacaran las piezas cuando se completaran seis horas. Al regresar a la librería Sunan cayó en cuenta de algo.

—Niamh, olvidé las pinturas. Yo nunca pinto mis piezas, pero tu dijiste que querías hacerlo, voy por las pinturas.

—De acuerdo, gracias —dijo Niamh.

—Sunan si quieres me compras algún dulcecito. —Epify, quien aún trabajaba limpiando estantes, se asomó.

—No te voy a comprar nada, la dieta te ha servido y la bruja está contenta por ello, no me voy a arriesgar a que me regañen solo para que puedas andar de golosa.

—Que malo eres. —Epify exageró una cara de tristeza para intentar convencer a Sunan.

El menor simplemente ignoró las muecas y salió a la miscelánea, compró lo que necesitaba y regresó a casa. Antes de llegar vio un rostro familiar, uno que no aspiraba a ver nunca más en su vida, era su hermano, su difunto hermano.

—¿Vanes? —preguntó Sunan incrédulo.

El chico de aspecto similar a Sunan se acercó y le dijo.

—No puedo hablar aquí ven, sígueme al bosque, no confío en las bestias con las que vives.

—Si les das una oportunidad, veras que no son tan malos. A mí me costó, pero son mejores de lo que siempre nos han enseñado.

—Igual no confío, por favor ven conmigo y allá te explicaré todo, si no te convence lo que te digo puedes volver.

—Está bien.

Sunan dejó las pinturas en un buzón de la librería que se usaba para dejar libros y fue tras su hermano al bosque, se alejaban de las farolas, internándose en la cruel penumbra.

—¿Cómo puedes estar vivo? Yo te vi morir.

—Pasaron muchas cosas, un ritual que nuestros padres pusieron a cambio de su vida nos protegía, pero eso ahora no importa, lo importante es que estoy aquí —dijo abrazando a Sunan —. Por ahora solo déjame abrazarte.

Sunan lloraba de felicidad al ver de nuevo a su hermano, sus cálidos brazos lo envolvían llevándolo a un reconfortante recuerdo, era como si volviese a su hogar, el olor de la comida que su mamá preparaba, el sonido de su padre partiendo leña fuera de la casa y Vanes a su lado como siempre había sido y debía ser.

Un extraño olor le alertó que algo andaba mal, olía a podrido, se alejó de su hermano y se colocó alerta, cuando vio la persona frente a él empezar a pudrirse, la carne se abría con un olor desagradable, el musculo se desprendía del hueso, dejando frente a Sunan un cadáver putrefacto.

—¿Por qué te alejas? ¿Ya no me extrañas? —habló la forma humanoide.

—¿Vanes? ¿Qué te está pasando? —Sunan no sabía cómo reaccionar.

—Esto me lo hizo la serpiente con la que vives, a la que consideras tu amigo, el responsable de la muerte de nuestros padres.

—Ya lo sé, pero las situaciones fueron más complicadas de lo que pensábamos. Ellos nos tenían miedo, nosotros amenazamos su existencia, al igual que nosotros solo querían proteger a los suyos.

—Eres un traidor, nos has abandonado por las bestias.

Unas manos salieron de suelo y atraparon los tobillos. El olor a putrefacción se incrementó, de la tierra surgieron los padres de Sunan en el mismo estado que Vanes.

Sunan de una patada se soltó y empezó a correr. Todo el bosque cantaba "Traidor", las aves, los insectos, hasta los árboles, el ruido era ensordecedor. Por más que corría no encontraba una salida, era como si el bosque se hubiera vuelto infinito. Cada paso, cada vuelta el bosque se hacía más oscuro, de la tierra surgieron más cadáveres con un severo estado de descomposición.

—Yo estaba con mi bebé cuando las bestias nos atacaron...

—Salí a ver por qué los perros ladraban...

—Salí al río por agua y algo me tiró...

Incontables personas contaban como murieron a manos de las bestias, mientras otras seguían cantando "traidor". Sunan no sabía a donde correr o qué hacer, los cadáveres se acercaron rodeándolo, con su mano lo señalaban, en lo que continuaba el ensordecedor canto.

La lagrimas escurrían por las mejillas de Sunan, su mente era un caos y el ruido no lo dejaba pensar en nada, la culpa lo carcomía, ya no entendía si perdonar a las bestias y todos los momentos que vivió con Akatsa fueron un error, si haber sobrevivido fue un error.

—Yo no quise, lo siento, de verdad lo siento. —En el piso, Sunan lloraba completamente derrotado.

—Tus lamentos no nos traerán de vuelta.

—No traerán de vuelta nuestras familias.

—No traerán de vuelta nuestro hogar.

—Yo quiero cambiar las cosas, yo lo estoy intentando, yo... yo... yo haré algo. —Sunan se tapó los oídos con las manos, quería dejar de escuchar las quejas e inculpaciones.

De un momento a otro empezó a sentir un fuerte ardor en la pierna, cuando la volteó a ver notó que se estaba pudriendo de la misma forma que hizo su el cuerpo de su hermano hace unos momentos, luego percibió que el suelo donde estaba tirado era un montón de serpientes que lo estaban mordiendo, su carne se empezó a podrir ante la atenta mirada de los cadáveres.

—Ayuda, ayúdenme, por favor, ayúdenme —suplicó Sunan hacia sus padres y hermano —. Lamento haberlos traicionado. ¡Ayúdenme! Por favor.

Nadie movió una mano por él, mientras seguían llamándolo traidor, en ese momento el niño no sabía cuál dolor era peor su cuerpo o corazón, era como un cascaron vacío, todo en él se quebraba y desaparecía, igual que un trozo de cerámica cuando no es el producto deseado. Será desechado, será quebrado, condenado a vivir y morir en soledad sin ser amado ni ser extrañado por nadie.

«Epify pensará que fui débil y por eso morí, Argent seguramente no me considerará tanto por estar pensando en Dahlia, Viorica era alguien que nunca traté demasiado, por lo que dudo que me llegue a extrañar, Drake hablará de mil teorías de como morí, pero poco o nada le importará. Jouktai y Tanok simplemente dirán que lastima y continuarán con su vida. Y Asper... él estará feliz, siempre me odió, siempre fuimos enemigos que por circunstancias del destino tuvimos que trabajar muchas veces juntos. Hacíamos un buen equipo, a pesar de nuestras diferencias podíamos cooperar y nos cuidábamos mutuamente. La verdad es que ya no odio a Asper, tampoco a Epify ni a ninguno, es más, los quiero y por eso quería que ellos pensaran en mí».

Esa epifanía llego como un golpe que sacudió su agotada y dolorida mente, el dolor en su cuerpo se detuvo, las voces, el bosque y los cadáveres desaparecieron, solo quedó él en medio de un profundo negro, no podía moverse, ver, ni sentir, solo era vacío.

Poco a poco todo se fue haciendo borroso, un frío sobrecogedor lo envolvía, sabía que ese era el abrazo de la muerte, quien venía a llevarlo y darle la noticia de que su tiempo en Neonis había acabado.

En un primer momento quiso negarse, pero el agotamiento no le permitió hacer ningún movimiento de resistencia, al final en los brazos de la parca recordó el rostro de los chicos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro