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34- Despertar

Gracias a los poderes del ángel, todo aquel que tuviera corazón puro y fuera expuesto a los restos del dragón obtenía los poderes de uno. 

Al abrir sus ojos nuevamente se encontraba en la misma camilla donde despertó en la mañana solo que era de noche, a su lado vio a Viorica dormida en un sofá de visitantes con una manta cubriéndola, ya no estaba tan roja por lo que debía estar mucho mejor de la insolación.

Se levantó, aunque se dio cuenta que no podía mover su pierna, por estar enyesada, y le dolía todo el cuerpo.

—Con calma estás muy lastimado —dijo Argent entrando a la enfermería, acercó una silla de ruedas. Te ayudo, vamos afuera para hablar tranquilamente. —Con la cabeza señaló todos los otros pacientes dormidos.

Con ayuda de Argent, pudo trasladarse a la silla y ser llevado hasta una especie de balcón.

—La vista no es la mejor en este momento, pero cuando vivía aquí era mi lugar favorito. —Lo empujo hasta el borde para que pudiera ver el paisaje.

La ciudad ya no estaba en llamas y algunas edificaciones estaban en proceso de reconstrucción, debió dormir varios días. Pudo detallar que más allá de las murallas de un gris platinado estaba un prado que terminaba donde iniciaba el mar, los colores verdes e índigo le hicieron sentir nostálgico, solo habían sido unas semanas en Eulastes, pero el lugar tan metalizado y carente de cualquier atisbo de naturaleza lo habían hecho sentir como si volviera a la prisión.

—En las ciudades de los vigías no suelen haber muchas plantas o naturaleza, supuse que podría ser un poco asfixiante para ti, para mí lo fue hasta que me acostumbré. —Argent recargó sus brazos en la baranda para mirar el paisaje.

—Tienes razón, creo que me hace un poco de falta el bosque, aunque puede ser solo la nostalgia de un viejo campesino —dijo Tetsuo —. ¿Qué pasó después de que me desmayé?

—Muchas cosas. Los invasores de Eulastes se desmoralizaron y dejaron de atacar. Las otras bases pudieron ser informadas de lo sucedido y enviaron apoyo, ante la superioridad numérica se rindieron. Los ángeles dejaron la responsabilidad en Sariel, a quien tenían que obedecer por ser un superior, y culparon a las hadas, ellas tendrán el peor castigo.

—Drake debe estar furioso, a pesar de lo que dice y como actúa puede llegar a ser algo nacionalista.

—No he podido hablar con él, todo el tiempo he estado solucionando cosas y actuando de mensajero.

—Te la han puesto difícil. ¿Qué castigos impusieron a las hadas?

—No podrán enlistarse para ser vigías, las hadas que actualmente lo sean serán degradadas de rango y en caso de que un hada sea asesinada fuera de Ashi, se considerará que fue su responsabilidad por estar fuera de su tierra.

—Eso va a generar fricciones, pero siempre es así. Eventualmente el sistema se va a caer en pedazos, primero demonios, luego bestias y ahora hadas, eventualmente ya no soportará más.

—De eso me doy cuenta, quiero subir llegar a una posición desde la que pueda hacer cambios, no permitir tanta indulgencia con los ángeles. Resarcir la reputación de las razas más estigmatizadas, llegar a Capitán general es la única opción, aquel que está por encima de todos los vigías —expresó Argent su deseo.

—¿Qué pasó con los demás chicos?

—Están bien. Con atenciones menores se recuperaron rápido y hemos estado haciendo turnos para verte, pero la responsable del turno en el que despertaste se durmió. Le puse una cobija para que no tuviera frío. Yo no he podido dormir, encontraba más útil mirar cómo estabas que revolcarme en la cama.

—¿Es por Dahlia?

—En una semana, cuando terminen las labores de reconocimiento, será la ceremonia para despedir a los difuntos. Tal vez en ese momento pueda ver la muerte de Dahlia como una realidad, siento que en cualquier momento voy a verla por los pasillos. Mi mente se niega a aceptarlo.

—Entiendo, ¿qué hicieron con los prisioneros? Imagino que capturaron algunos invasores.

—Capturaron algunos, pero hace unos días los mataron a todos, fue un acto de venganza personal, pero nadie dice haber visto nada. Todos están dolidos por la traición, muchos pudieron hacer eso, los guardias probablemente saben quién fue, pero anhelaban esa venganza por lo que lo encubren. Posiblemente yo haría lo mismo —suspiro Argent —. El bastón fue robado, eso puede ser problemático a futuro.

—¡¿Qué?! Eso es terrible.

El viento helado soplaba enfriando el ambiente, a pesar de la lejanía gracias a el silencio se podía escuchar el romper de las olas del mar.

—No te preocupes, yo solucionaré lo de Kaladanda. Me haré más fuerte, pero, por favor, ayúdame, se mi maestro, eres la persona a la cual más admiro. Si me ayudas sé que podría convertirme en alguien capaz de ayudarte en vez de quedarme mirando al costado. —Argent se arrodilló para enfatizar su suplica.

—No tienes que ser tan formal conmigo, ya te lo dije somos amigos. Dame tiempo de curarme, pero cuenta conmigo.

—Gracias, maestro.

Jouktai encontró incomodo esa forma de referirse a él, pero entendía que Argent sentía que debía mantener una especie de distancia para mostrar el respeto.

—No quiero un discípulo, pero siempre quise un hermano menor. —Le revolvió el cabello.

Argent se dejó hacer sin reaccionar al respecto, pero su pose cabizbaja y mirada ausente permanecía.

—Argent, ¿tu cómo te sientes? No tienes que contestar totalmente solo dime lo que sea que quieras hablar.

—Estoy bien, o lo estaré, pero no tengo nada que decir.

Argent lo llevó devuelta a su camilla alegando que debía descansar hasta que se recuperara, pero Jouktai sabía que era porque estaba demasiado dolido para hablar de cómo se sentía y ese balcón le devolvía a su mente lo que había perdido. Sabía que Epify y Argent compartían un lazo especial, posiblemente ella era la única que podría quebrar la coraza que el chico estaba intentando crear.

Nuevamente miró el paisaje y se dio cuenta que tenía la oportunidad de vivir en libertad un poco más.

«Estoy vivo, soy una bestia que ha llegado más lejos de lo que todos limites que me impusieron. Si pude hacer esto, puedo hacer que los niños también lo hagan. Les daré a mis "hijos" la libertad más allá de su raza o destino».

Sus prótesis nuevas le resultaban incomodas, no tanto cómo las que estaban rotas, pero no eran aquellas que usaba desde hace años. Sumado a la sensación desagradable de sus prótesis, estaba desubicada, no se había aprendido los caminos de la base todavía. Buscaba a Drake, quería saber cómo estaba respecto a la decisión tomada contra las hadas. A Argent también lo quería ver, pero no sabía cómo afrontarlo en especial porque había hecho algo muy malo cegada por la ira que le produjo la muerte de Dahlia. Hace unos días parecía que todo en ella estaba mejorando, pero igual que un adicto volvió a caer, en la violencia, mentira y manipulación.

Cansada de dar vueltas en una ciudad tan monótona y monocromática decidió trepar a una estructura en construcción, hasta pararse en una viga que se encontraba muy alto. Todo lo que había bajado de peso le ayudó a mejorar su velocidad, agilidad y resistencia física por lo que el trabajo fue sencillo.

Desde lo alto se puso a buscar a su amigo, esperaba que el cabello rubio o azul, dependiendo de si estaba en forma humana o hada, fuera fácil de ver desde las alturas.

Por suerte su plan tuvo éxito y pudo encontrar a su amigo caminando por una de las calles.

—¡Drake!

—Epify, linda, ¿cómo estás? —saludó Drake.

—Yo bien, quería saber cómo estabas tú, ya sabes por todo lo de las nuevas restricciones y eso.

—No puedo decir que me sorprende, pero tampoco es que no me moleste. No hay nada que hacer, hasta un poco se lo merecen. La nobleza de Ashi es un dolor en el culo, siempre con sus conspiraciones y planes para traicionar a otros.

—Entiendo, me alegra que entre todo te lo estés tomando bien.

—Que puedo decir, soy alguien realmente genial —dijo con una sonrisa de suficiencia.

—Sí. Tan genial como la mezcla de un pez y un mamífero pueden ser. —Epify se burló

—Eso fue grosero hasta para una lagarta como tú —contestó devolviendo la puya —. ¿Has hablado con Argent? Yo estoy bien, estoy acostumbrado a que se haga con nosotros lo que quieran, pero Argent parece dolido por la traición de Sariel, la muerte de Dahlia y la destrucción del lugar, además de la frustración de no haber podido hacer mayor cosa.

—Él me preocupa, pero no sé cómo podría ayudarlo. —Epify dijo con los hombros caídos y mirada en el piso.

—Yo quería ir a verlo, con suerte le hago enfadar tanto que se le pasa la tristeza. Ven conmigo, seguro que sentirse acompañado le ayuda un poco. Vamos, linda no te desanimes.

Drake le dio a Epify un beso en la frente, pero ante tal acción ella le dio un empujón con fuerza.

—¿Epify? —preguntó confundido.

—Lo lamento, no quise empujarte así, es solo que, tuve que usar mucho mi don para que Sariel accediera a lo que yo quería y como mi poder funciona recíprocamente, ahora tengo muy metidos los sentimientos y deseos de Sariel dentro de mi cabeza. Tocar a cualquiera que no es un ángel me resulta algo asqueroso, pronto pasará... espero.

—Debe ser muy molesto de lidiar con sentimientos y deseos ajenos.

—Lo es, pero al menos en este momento soy consciente de que no son míos, cuando se confunden los propios y ajenos es peor. En esos momentos ni siquiera tengo claro cuál es mi propia voz. Ahorita estoy afectada porque Sariel era muy fuerte, eso hace que sus emociones penetren más profundo en mi cabeza, también pasa cuando una emoción es demasiado fuerte y estoy expuesta a ella por tiempo prolongado.

—De Manteiv... ¿Aún tienes parte de ellos en tu cabeza?

—Algo, no es mucho, en este momento es solo como un ligero susurro, pero no te imaginas el asco que me doy a mí misma de pensar que comparto sentimientos y deseos con esas escorias.

—No es tu culpa, tu don es genial y muy útil, pero sigues siendo una niña y la carga de un poder así es abismal. No tienes la culpa de que imbéciles puedan influenciar tu cerebro de esa forma, lo importante es que aprender a discernir tu propia voz y con ella callar a todas las demás voces en tu cabeza.

—Ojalá fuera tan fácil como dices. Mejor dejemos el tema y vamos con Argent —Epify no soportaba que le hablaran de ello, nadie podía ponerse unas gafas para ver lo que ella, por lo que no le gustaba recibir opiniones externas.

Drake, quien podía identificar el latido del corazón de Argent por el sonido de cristales, no tuvo mucha dificultad para hallar al chico en la base central. Una torre alta daba a una terraza desde la que se tenía vista a una buena parte de Maat. Por un lado, se podían ver las prisiones como pequeños puntos en medio de un gran lago, al otro se podía apreciar una vista al mar. Argent estaba en ese extremo, parado frente a la baranda con la cabeza agachada. Ambos saludaron con un hola, para acercarse y posarse a cada lado del chico.

—Lamento mucho lo de tu amiga y no haber sido de mucha ayuda —comentó Drake.

—Al contrario, nos ayudaste bastante. Gracias a ti pude usar mi don y al menos ser mínimamente útil —respondió Argent con la mirada perdida en el panorama.

—¿A ti te gustaba Dahlia? —preguntó Epify, pero rápidamente agregó —. No me tienes que contestar si no quieres.

—Si, desde hace tiempo, pero ella se enamoró de Sariel desde que lo conoció. Es común que los muertos busquen algo que llene el vacío que deja perder su memoria y vida original, ella lo llenaba con Sariel. Yo lo veía como alguien increíble y muy fuerte, un ángel, a fin de cuentas. Pensé que era lo mejor para ella y solo deseé que fueran felices juntos, pero eso solo terminó causando que no la pudiera salvar. —Argent murmuró sin mirar el rostro de ninguno.

—Entiendo. Yo pensé algo similar, tú y Dahlia me agradaban mucho y creo que hubiera estado contenta de que fueran felices juntos. —Epify dudaba de sus propias palabras.

—Ella estaba tan ciega con su obsesión por Sariel que no pudo ver la realidad, no es tu culpa, ¡tú también fuiste engañado!¡Es más hiciste todo lo que pudiste para salvarla! —Drake quiso animar a Argent, pero solo logró hacerlo sentir peor.

—Si no fuera tan débil, ¡no solo hubiera hecho lo que pude! ¡La hubiera salvado! —exclamó con frustración —. Mi madre murió por protegerme, la persona que admiraba mató a la chica que me gustaba y mi mejor amiga está muriendo. Yo no soy más que un inútil que no puede hacer nada por nadie. —La última frase se volvió un susurro.

—Eres pésimo eligiendo a tus amigos —dijo Epify.

—Tú eres mi mejor amiga —respondió Argent.

—Por eso lo digo, yo soy un desastre, hago daño a otros y a mí misma constantemente. Puede que no tengas forma de salvarme de toda la situación que nos rodea, pero al menos eres alguien que me ayuda a ser un poco menos detestable. Y si alguien tuvo la culpa de la muerte de Dahlia soy yo.

—No hay forma de que sea tu culpa —dijo Argent incrédulo.

—La primera vez que la conocí, fui grosera y le dije cosas hirientes, pero que de verdad pensaba. Luego de que Jouktai me regañara me disculpé y le insinué que le hacía mal estar con Sariel, eso le molestó. Al poco tiempo todos se enojaron conmigo y ella se convirtió en un apoyo para mí, constantemente nos escribíamos notas —contó Epify antes de tomar aire y continuar —. No volví a hablar de Sariel porque no quería que ella también se enfadara conmigo, pero me pregunto, si hubiera dicho algo, ¿esto sería diferente?

—¿Tu intentando ser prudente?, vaya sorpresa —Argent con una sonrisa sin humor.

—¿No puedes dejar de criticarme al menos en este momento? —Epify frunce un poco el ceño.

—Tonta, no es tan fácil saber cuándo es correcto o no detener a tus amigos de algo, yo todavía no sé cuándo hacerlo contigo. — A pesar del insulto era evidente que la intención no era ofender.

—Si ambos nos sentimos culpables supongo que está bien compartir la culpa, para que el peso que carga cada uno sea menor.

—Me siento excluido —comentó Drake para sí mismo —. Bueno eso no importa. Argent, yo tampoco soy el más fuerte del mundo, pero si necesitas alguien con quien mejorar tu esgrima, yo seré tu compañero.

—Gracias, le pedí ayuda a Jouktai, pero creo que cualquier extra será favorable.

Después de despedirse, Epify bajo de la terraza y camino por las calles grisáceas. Los viatores no le ponían mucha atención ellos, solo se centraban en sus labores. Quería disfrutar un poco de la calma antes de ser castigada por la bruja cuando regresara, hasta cierto punto consideraba que se lo merecía, había hecho varias cosas mal, algunas con justificación, como todo lo que implicó salvar a sus amigos, y otras simplemente por ira y deseo de venganza.

Durante su camino se encontró con Viorica riendo, su compañera en el crimen. Ella era posiblemente la segunda persona más cercana a Dahlia después de Argent, al vivir con ella e incluso compartir cuarto también estaba muy afectada por su muerte.

—Hola, ¿cómo estás? —Epify saludó.

—No sé, lo que hice estuvo muy mal, ahora me siento mal, en un principio estaba tan enojada ahora solo siento culpa.

—Entiendo lo que dices, siento que todo el avance que habíamos tenido se perdió.

—Soy un desastre —dijo Viorica entre risas que sonaban a llanto.

Epify no pudo más que estar de acuerdo, viendo a su alrededor pensó que en general todo estaba hecho un desastre no solo era la ciudad destruida o los daños físico en la estructura, en el aire se respiraba la tristeza. La moral de todos estaba por el piso, el pesar de los muertos rodeaba la ciudad, eso era lo que traía la guerra, ella conocía bien esos sentimientos.

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