3-Bestias
Maita amaba los colores claros y le gustaba la atención. Desde el momento en que nació fue elogiada por su amplia amalgama de talentos.
Cazar era algo muy natural para él, quitar vidas de otros era necesario para su supervivencia como bestia carnívora. Ante él se encontraba el cadáver de una bestia gacela. Con sus manos empezó a extraer la carne y metérsela a la boca disfrutando del sabor metálico, hasta que a sus espaldas reconoció a un bestia lobo.
—¿A dónde fuiste? —A pesar de su tono serio, no lo miró a la cara, sino que siguió comiendo.
—¿Eso importa? —contestó el lobo.
—Contesta de una vez. —Esta vez sí lo miró a los ojos, dando a entender que no estaba para bromas.
—Ya no soy un niño para tener que reportarte todo lo que hago. No seas tan rígido, deberías aprender a relajarte. —Usó un tono socarrón para irritar a su interlocutor.
—No quiero que termines haciendo cosas de las que después te vayas a arrepentir. Por favor, no dejes que el rencor sea la voz que dicte tus acciones.
Tanok simplemente fingió no escucharlo y con su forma de lobo negro se adentró en el bosque, Jouktai al ver que no tenía sentido seguir riñéndolo, guardó silencio. Él veía a todos los niños de Akatsa como si fueran sus hijos, pero por cómo se han dado las cosas pensaba que apestaba como padre.
Caminó hacia la zona boscosa, los árboles eran enormes, podían alcanzar hasta los setenta metros de altura, en el sotobosque se encontraban muchas malezas y arbustos que sobresalían de las raíces más grandes, no había trochas que facilitaran caminar por la zona, para Jouktai ir por el dosel resultaba más cómodo ya que no tenía riesgo de pisar en falso, pero si quería seguir a Tanok tenía que caminar por abajo, los lobos no eran muy buenos trepadores.
Jouktai percibió como una bestia serpiente se les acercaba, no parecía hostil, pero cargaba un aire de soberbia casi palpable.
—Este territorio es nuestro, o te largas o te mato —amenazó Tanok.
—Espera, me da la impresión de que viene a negociar —calmó Jouktai.
—Exactamente. Una niña que encontré por ahí disse sser miembro de Akatssa. Ella tiene piel morena, cabello casstaño claro, ojoss violetass y carece de un brazo y pierna.
—Mentiroso, Epify está muerta. Ahora si te voy a matar. —Tanok se iba a abalanzar sobre la serpiente, pero Jouktai lo detuvo.
—Llévanos ante ella, si en verdad es quien creemos te daremos lo que quieras —dijo Jouktai sosteniendo a Tanok, quien gruñía sin parar.
—Ssiganme —ordenó —. Lo que quiero ess protección, entrenamiento y un territorio, no quiero sseguir viviendo como ariguna en el mundo humano.
Al llegar al prado lo pudieron confirmar, aquella figura en el piso era Epify. Tanok salto a la chica y la abrazó entre lágrimas. Unos segundos más tarde le dio un puñetazo a la serpiente y lo mandó a volar.
Jouktai estaba molesto con la serpiente por exponer a Epify a una situación tan peligrosa como dejarla abandonada y enferma a su suerte, pero había prometido algo y pensaba cumplirlo. Con un brazo levantó a la niña y con la otra mano detuvo al lobo colérico.
Llevaron a la chica al kogui, Tanok se dedicó a buscar plantas medicinales y cuidarla. Jouktai era mejor guerrero, pero no sabía mucho de cuidados médicos ni plantas por lo que prefirió dejar que el lobo se hiciera cargo. Antes de salir le dijo a la serpiente que podía quedarse en su territorio, pero que tenía prohibida la entrada al kogui ya que no confiaba en que no dañaría a Epify.
Fuera de la tienda vio que estaba completamente manchado de sangre debido a su cacería, por lo que fue al río a bañarse. Tomó su aspecto de humano, era más rápido secarse cuando no tenía tanto pelo en todo el cuerpo, aunque el cabello en su cabeza era bastante largo por lo que el proceso de exprimir el agua podría ser molesto, sin embargo, le gustaba ese largo en su cabellera, aunque fuera un capricho absurdo e inconveniente.
El agua helada le relajaba sus músculos agotados por tanto entrenamiento, dudaba si esforzarse tanto en ser más fuerte valía la pena, ya lo había perdido casi todo y lo poco que le quedaba se estaba alejando poco a poco, sin poder detenerlo. Tanok hoy también se había ido sin decirle a dónde, tenía miedo de las cosas que ese lobo tonto pudiera estar haciendo cuando no lo veía, la separación y muerte de sus amigos lo había afectado más de lo que podría considerarse saludable, no es como que él lo aceptara muy bien, pero al menos tenía claro sus límites y no permitiría que nada ni nadie cambiara sus principios, no esta vez.
Al terminar su baño salió del río, escurrió un poco su cabello y se sacudió de una forma similar a un perro para agilizar un poco el secado, se acuesta desnudo en una de las piedras que se encuentran por las orillas del río, espera que el sol del medio día termine de secarlo, cierra sus ojos negros, una siesta suena muy agradable en ese momento.
Sus sueños lo llevan a un pasado distante que a pesar del tiempo todavía lo atormentaba y sabía que así sería hasta el día de su muerte.
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