Tellus estaba celoso, a pesar de ser el dios real del mundo, fue olvidado y condenado al exilio. Solo miraba como otros gozaban de aquello que él más deseaba, compañía y aprecio.
Asper, Niamh y Sunan salieron corriendo a buscar a la culpable de la maldición para detenerla y así salvar a Epify.
Niamh estaba muy asustada, tenía que matar a su hermana o su amiga moriría. Ella no se sentía capaz de matar a nadie, además al considerar que su hermana había vivido en libertad, había experimentado con su magia y sus habilidades, veía imposible cumplir con su labor, pero a pesar de ello Epify creía en ella.
Con los ojos de Heimdal fue fácil encontrar a su hermana, solo era buscar a alguien casi igual a ella.
La salamandra se encontraba al este de la ciudad en un antiguo castillo en ruinas, sobre el borde de un acantilado de basalto, la construcción estaba hecha en piedra, varios de los muros y el techo estaban derrumbados.
En medio de la oscuridad de la noche, escondida entre los escombros se hallaba una salamandra pelirroja con la piel libre de toda imperfección, de un color amarillento, orejas puntiagudas, ojos verdes sin pupila ni esclerótica y la piel recubierta de marcas similares a runas de color rojo. El hada estaba sentada con las piernas cruzadas dentro de un círculo con letras irreconocibles que brillaban rojo.
Al verla Niamh corrió frente a ella y le gritó:
—¡Deshaz la maldición!, no quiero pelear, por favor, no mates a Epify.
El hada pura ni siquiera contestó a las palabras de Niamh antes de enviar una llamarada.
Asper saltó y abrazó a Niamh de forma que ambos cayeron al piso sanos y salvos. Del mismo lugar de donde vino la primera fogarada, vino otra y después una más, Asper levantó a la chica en sus brazos y empezó a esquivarlas, no podían atacar al estar esquivando.
Una flecha obligó al hada a moverse del círculo, Sunan se había movido escondiéndose entre los escombros para trepar un muro, usaba el entorno para ocultarse y disparaba sus flechas desde las sombras.
—Esse tonto, ssi la llega a matar esstaremoss en muchoss problemass con el reino de Brigid —susurró Asper.
Niamh lo sabía, ella era la única que podía matar a su hermana y luego debía devorarla, para cumplir con la sucesión.
Brigid, la hermana de Niamh, generó aún más flamas que atacaron simultáneamente a Asper, Niamh y Sunan. Los dos primero a duras penas lograban esquivar y recibieron algunas quemaduras menores en brazos y piernas. Sunan por su parte usaba los escombros de piedra para esconderse, por lo que no recibía daño, pero tampoco podía atacar libremente.
—Los voy a eliminar a todos ustedes, son una molestia —dijo Brigid.
El hada se preparó para atacar nuevamente, tanto a ellos como a Sunan, pero se detuvo, en ese momento Niamh vio en su hermana energía que, inconfundiblemente, pertenecía a Epify.
Vio que el circulo dejo de brillar y las llamas se volvieron mucho más pequeñas, débiles y lentas, lo que facilitaba evitarlas.
—No necesito usar por completo mi don, ustedes no son dignos de presenciar mi poder real. —El hada los miraba con asco, como si estuviera mirando un miserable insecto.
Niamh no entendía el porqué de ese cambio tan repentino, la estrategia que estaba usando funcionaba, los había lastimado a ella y Asper, y a Sunan lo tenía orillado a defenderse por lo que no podía atacar, era como si su soberbia repentinamente se hubiera exacerbado.
Asper la soltó y le dijo que tomara la oportunidad que se les presentaba. Él por su parte se transformó en serpiente y se deslizo rápidamente para agarrar una de las flechas, clavadas en el piso, que Sunan había lanzado.
Después recupero su forma humana y tomó a Niamh para esconderse los dos detrás de una columna.
—Lass hadass sson ressisstentess a venenoss y enfermedadess, pero no creo que ssobreviva ssi le clavass una flecha envenenada en un órgano vital. —Asper escupió la flecha y se la entregó a Niamh —. Intentaré disstraerla, tu assércate y clávassela.
La chica se puso a inspeccionar la flecha cuando vio a Sunan sacar dos pequeñas estatuas de cera de su mochila y la colocó en el piso.
—Bufaloa bizia hartu —recitó Sunan y en ese momento las estatuas tomaron la forma de un búfalo de tamaño real.
El primer búfalo intentó golpear al hada, pero al estar hecho de cera se derritió rápidamente, aunque las llamas fueran más débiles, el calor era suficiente para fundir la cera.
Asper fue el siguiente en regresar a la batalla, salió de su escondite le lanzó algunas piedras al hada, él podía usar un poco de magia de tierra, pero era muy malo en ello y nunca estuvo dispuesto a sacrificar mayor cosa por eso siempre prefirió depender de sus venenos, sin embargo, el hada las esquivaba.
Sunan le lanzó una flecha a Brigid que la hizo trastabillar al esquivarla y Asper aprovechó para lanzar una piedra que golpeo el pie que usaba como punto de equilibrio, por lo que ella cayó al piso, Niamh se acercó lo más rápido que sus piernas le permitieron, pero cuando estuvo cerca, a punto de clavar la flecha quedó petrificada y su voluntad se quebró. Sus ojos estaban fijos en su hermana, sudaba y su respiración era agitada.
Niamh aún no era capaz de matar a nadie, menos a su hermana, necesitaba un empujón externo.
—Ssi no la matass, Epify morirá ¿Vass a permitir esso? —Asper intentó apelar a los sentimientos de Niamh por Epify.
Brigid tuvo tiempo de levantarse y activó su círculo, con lo que el fuego cubrió nuevamente el escenario. Una llama se dirigió a Sunan, quien por esquivarla cayó del muro en el que se encontraba, Asper se transformó en serpiente y se metió en una grieta para ocultarse, Niahm recibió las llamas y cayó al piso herida.
Brigid vio al humano en el piso, sus flechas habían sido muy molestas por lo que decidió matarlo primero y lanzó una llamarada hacia él.
Asper miraba la escena y cuando vio al niño a punto de morir quemado se impulsó con todas sus fuerzas para sacarlo del alcance de la fogarada, en el proceso recibió una quemadura en la parte posterior de su cuerpo. Los ojos negros de Sunan miraron los dorados de Asper con sorpresa y miles de interrogantes, Asper simplemente fingió que no sabía por qué lo miraba así.
—No sé por qué sentí como si algo me dijera que usar mis verdaderos poderes contra ustedes sería deshonrarme, pero eso ya se fue —dijo Brigid.
Niamh volvió en sí, su rostro, normalmente asustadizo lucía furioso, era como si en sus ojos ardiera un fuego más intenso que cualquier magia de su hermana.
—¿Qué le hiciste a Epify? ¡Mataste a Epify! —Niamh gritaba, mientras se paraba, ignorando el dolor de sus heridas.
Brigid lejos de amedrentarse se preparó para atacar a su hermana, cuando las llamas estaban por golpearla, es segundo búfalo de cera bloqueó el ataque y se derritió.
Niamh vio la cera derretida frente a ella y se le ocurrió un plan, absurdo, pero era lo único que tenía por lo que se aferraría a él con uñas y dientes. Tomó toda la cera que pudo en sus manos, ignorando el dolor de la quemadura por cera, y corrió hasta donde su hermana. Una llamarada venía de frente hacia Niamh ella aprovecho que el fuego cegaba temporalmente a su hermana y le lanzo la cera a través de las fogaradas. La cera se volvió liquida al pasar por el calor del fuego y cayó en los ojos de Brigid quemándola.
Niamh al ver eso, ya que sus ojos pueden ver a través de todo, corrió entre las llamas y saltó hasta quedar frente a su hermana y le clavo la flecha en el ojo con la suficiente fuerza como para perforar hasta su cerebro. Después tomó su cuerpo inconsciente y beso la mejilla hasta que el cuerpo se convirtió en polvo que se disolvió en el aire. El beso de la muerte, una habilidad de las hadas, con el absorbían la vitalidad del otro ser hasta que se convertía en polvo, esa era la forma en que las hadas devoraban a otros.
La pluma que Brigid usaba como pendiente perforó la oreja de Niamh, ahora ella tenía el don del fuego y la pluma del fénix, pero no lucía feliz por ello, su expresión era vacía.
Asper se arrastró hasta Niamh al verla completamente petrificada. Al acercase vio su rostro bañado en lágrimas y sus ojos parecían no ver lo que la rodeaba, Sunan también se aproximó a la chica.
—Niamh ¿estas bien? —preguntó Sunan.
—Esstá catatónica, no puede ressponder. —Asper se acercó y le habló con suavidad —. Voy a levantarte, no podemoss quedarnoss aquí máss tiempo, podrían venir hadass de Brigid. —Con delicadeza la levantó en sus brazos, a pesar del dolor de sus piernas por la quemadura, y la llevó camino al hotel.
Asper nunca imaginó que algo a lo que él estaba tan habituado como la muerte pudiera causar tanto daño, le temía a la muerte, pero causarla era algo que nunca vio como un problema. Ahora que veía como matar a una persona destrozó de esa forma a Niamh, se preguntó si tal vez con todos sus asesinatos no solo hizo daño a los que mató, sino también destruyó una parte de él mismo.
—Entrégamela, tu estas herido, yo... no mucho —dijo Sunan mientras lo levantaba.
—Eress demassiado pequeño, no ssoportarass el pesso.
—Solo déjamelo a mí —Colocó a Niamh en su espalda y se dispuso a caminar.
Sumado a su confusión por la situación de Niamh estaban sus dudas respecto a Sunan. El hermano del niño fue una de sus víctimas, siempre pensó que los humanos y las bestias debían matarse, era la ley de la naturaleza para él, pero ese día Sunan lo había salvado, poniendo en peligro su vida, y no solo eso, sino que Asper lo salvó de vuelta.
Hace un tiempo se había burlado de Argent por no tener claro cuáles eran sus principios y por ser tan endeble en sus pensamientos. Al pensar en ello una amarga sonrisa apareció en su rostro, estaba pasando por las mismas dudas, se había burlado de alguien por tropezar con una piedra para después él ir a chocar con la misma.
En el hotel Viorica les dijo que Epify se había quedado inconsciente por la fiebre, pero estaba bien, hasta ese momento eso fue lo único que causó una reacción en Niamh. Asper entendió que ella pensó que Epify murió por algún motivo.
Jouktai se sorprendió de lo sucedido, en lo que averiguaba información, se había colado en Brigid, el reino, y logró interrogar algunos habitantes sin ser descubierto, no esperaba que el mayor peligro estaba merodeando donde sus ojos no podían ver.
Al día siguiente con los chicos un poco mejor, Jouktai contó todo lo que había encontrado:
—Hace miles de años los humanos adoraban a varios seres como dioses debido a su enorme poder, la Brigid original era uno de ellos. Los habitantes de Ainamur ofrecían fiestas, tenían templos en su nombre y ofrecían sacrificios para ella, en retribución ella usaba sus poderes para ayudar a los aldeanos, pero nunca fueron dioses reales.
—¿Todos los dioses son falsos? ¿Incluso mi abuela? —preguntó Epify.
—Si, aquellos que algún pueblo adoró como un dios fueron seleccionados para ser un gudariak, pero un guadariak no es un dios, solo es un prodigio elegido por Tellus para matarse entre ellos y convertirse en un dios real —continuó Jouktai.
Asper miraba las expresiones de los otros, notaba como la sorpresa era arrolladora.
—Eso es imposible... —Sunan estaba incrédulo
—Con la nueva generación los antiguos eran los que nombrarían a los nuevos, eso hizo que los criterios de selección fueran más subjetivos, todas las salamandras esperaban que una descendiente de Brigid fuera el gudariak. Fue una gran sorpresa cuando vieron que las tres tenían una parte del mismo fragmento de Tellus —dijo Jouktai.
—Por lo que el nuevo gudariak es aquel que salga vencedor entre las tres —Asper empezó a entender la situación.
—Exactamente. El príncipe, padre de Niamh, estaba envenenado con la envidia, no solo se le negaría el trono, sino también la posibilidad de ser un dios al nivel de Tellus. Por eso mato a una de las trillizas recién nacidas, no pudo con las otras, fue descubierto antes de lograrlo, al matarla había roto la tradición, solo podían matarse entre ellas y el príncipe se convirtió en criminal para su propio pueblo. —Jouktai continuó contando la historia.
»Para escapar se escondió en Alaya con los humanos, disfrazándose el mismo de uno. Él sabía que eventualmente lo encontrarían, lo obligarían a tener una hija más para completar el trío y lo matarían. Si igual iba a completar el trío y morir, al menos lo haría de la forma que resultara más insultante para su pueblo —habló Jouktai.
—¿Tener una princesa híbrida? —preguntó Niamh.
—Si. Buscó una mujer "inestable", de esa forma nadie le creería que fue violada por un hada. La secuestró y la embarazó. Al nacer fuiste secuestrada por tu padre, nadie escuchó a la mujer y pensaron que simplemente abandonó a su hija en algún lugar para no ocuparse de ella. —Jouktai mantenía su cabeza gacha como disculpándose con Niamh por el tipo de vida que le tocó.
—Eso deterioro más la salud mental de mi mamá y por eso terminó en el hospital, ¿verdad? —cuestionó Niamh.
La sala se sumergió en un silencio que gritaba una afirmación.
Asper al ver la palidez en el rostro de Niamh le pasó una mano por su hombro y le dio ligeras caricias, también notó como Epify le daba un apretón en la pierna.
—Las salamandras estaban furiosas y mataron al príncipe, no podían asesinar a la híbrida, por lo que la entregaron a humanos que no la dejarían crecer correctamente y fortalecerse, pero la mantendrían viva hasta que alguna de sus hermanas la matara. Buscaban que no hubiera manera de que esa princesa considerada inferior llegara a convertirse en reina. —Jouktai finalizó el relato.
El silencio volvió a reinar Asper era el que menos afectado se veía ya que no era un gudariak y la historia no le concernía, pero entendía el shock de lo demás, en especial Niamh. Continuó acariciándola como único medio de consuelo que se le ocurría.
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