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22-Familia

A cambio de protección se les ofrecía, sacrificios, rituales y se fabricaban templos a su nombre.


Durante todo el camino Niamh sentía que su corazón se iba a salir del pecho y se le formaba un nudo en la garganta, al llegar al hospital explicó su situación, para que le permitieran ver a su madre. Mientras Sunan y Asper la seguían en la distancia.

Ella ingresó temerosa, todo su cuerpo temblaba y por cada paso que daba tenía deseos de escapar, su cabeza se llenaba de preguntas respecto a cómo la recibiría esa mujer, su madre. Su corazón bombeaba con mucha fuerza.

Al llegar al cuarto se detuvo al lado del médico y dejó que este abriera. Lentamente se asomó hasta que vio a una mujer muy similar a ella en el cuarto, entró y se acercó a la mujer cuando esta la miró, fue como si el tiempo se detuviera para ambas.

La mujer se levantó alterada, sus manos tomaron el cuello de Niamh y empezó a estrangularla.

—¡Tú! ¡Maldito, devuélveme a mi hija! ¡Te odio! —gritos de la mujer llenaban la habitación.

Varios médicos irrumpieron para separarlas y le pidieron a Niamh que saliera en lo que le aplicaban un calmante a la mujer.

—Al parecer, cuando te vio pensó que eras tú padre y por eso tuvo una reacción tan agresiva —explicó el médico.

—Entiendo, me retiro, gracias. —Niamh dijo eso y procedió a salir del hospital.

Corrió tanto como sus piernas se lo permitieron, sentía como la amargura apresaba su corazón, su vista estaba nublada por las lágrimas, no veía hacía donde se dirigía, en su mente la imagen de su madre ahorcándola, queriendo matarla y diciendo cuanto la odiaba se repetía como un video en bucle.

Cuando sus piernas no soportaron más y cayó al piso del cansancio se encontró en un enorme prado verde, el cielo nublado acompañaba su estado de ánimo, no esperaba ser tan odiada. Quería tener a Epify para que la consolara, pero los últimos días Niamh desarrolló un enorme miedo a la chica por sus acciones, la gente le daba miedo porque usualmente cuando alguien se le acercaba terminaba con un montón de heridas en su cuerpo.

—Todo fue un poco mal ¿no? ¿esstass bien? —Asper pregunta y se sienta al lado de la chica.

—Me odia y me quiere muerta —dijo Niamh entre lágrimas.

Loss humanoss odian todo aquello que ess diferente, no le deberíass dar importancia a lo que crea una mujer loca.

—¡No es por ser humanos! Ella sufre de una enfermedad, sumado a eso la... un ser no humano la agredió, por eso no es capaz de ver a Niamh sin ver al responsable de... eso. —Sunan también llegó, él no se acercaba sino hablaba desde una distancia considerable.

—¡Los humanoss mataron a miss padress! Dessde ssiempre esstuve ssolo, la única forma que tenía de ssobrevivir fue con la ayuda de todass las besstias arigunass. Tuss padress empezaron a matar lo máss cercano que tenía a una familia, hassta que en grupo loss eliminamoss —gritó Asper a muy enfadado.

Niamh se cubrió los oídos mientras temblaba de miedo, odiaba los gritos y no sabía qué hacer.

—Las bestias devoran humanos, por eso mis padres querían proteger a los suyos. —Sunan contesta muy alterado.

Asper se acerca con intenciones de pelear, Sunan tiembla, pero saca su arco listo para enfrentarlo.

Niamh se levantó y se paró en la mitad, sus piernas parecían gelatina y su voz se quebraba, todo el tiempo miró al piso, pero aun así logró hablar.

—Si ambos odian al otro por arrebatarles un ser querido, que defendió a los suyos. ¿No son iguales ustedes dos hasta cierto punto?

No sabía si lo que dijo funcionó, pero los dos se alejaron.

Asper se echó en el prado, Sunan por su parte dijo que se iba al hotel.

—No deberíass confiar en elloss, cuando dejess de sser de utilidad te matarán. —Asper insistió después de que Sunan se fuera.

—Epify me da miedo, pero siempre está ayudándome a estar más cómoda, incluso si me está utilizando, me abrazo cuando tenía miedo y fue mi primera amiga. —Al decir esto pensó que sin importar el miedo quería volver a estar con ella, no le importaba el daño que le pudiera causar solo quería un ancla.

Asper no comentó nada más, solo hizo una mala cara. Después de un tiempo preguntó si ya se sentía mejor, a lo que Niamh contestó que sí. Él se acercó y le arregló un poco el cabello ya que, entre el intento de estrangulamiento, la carrera y el viento, habían hecho que su pelo ya de por si despeinado se alborotara más, aunque eso hacía que se viera como una potente llama.

Los dedos de Asper se deslizaban con delicadeza en los cabellos rojizos, Niamh estaba muy nerviosa y algo avergonzada, no estaba acostumbrada a que la trataran tan amablemente.

Asper estuvo un rato acomodando los cabellos de la salamandra, cuando terminó ambos partieron camino al hotel.

En a la recepción y se encontraron todos los que estaban en Ainamur menos Jouktai.

—¿Estas bien? —preguntó Epify, desde la distancia, parecía que quería acercarse, pero no se atrevía.

—Creo que lo estoy, Epify. —Niamh corrió y abrazó a Epify.

Epify primero se quedó quieta, cuando Niamh se iba a alejar le devolvió el abrazo, tal vez con más fuerza de la apropiada porque le provocó un poco de dolor. La más pequeña hundió la cabeza en el hombro del hada, quien nuevamente empezó a llorar y bajó la cabeza para colocarla sobre la de Epify.

Cuando se separaron ambas tenían lágrimas en el rostro y la nariz un poco roja, Epify tomó la mano de Niamh con sus prótesis y caminaron tomadas de la mano, los chicos caminaron adelante, mientras las chicas caminaban como si estuvieran aisladas del resto del mundo.

En frente del cuarto Asper fue a tomar la perilla de la puerta para abrirla, Niamh vio, con el ojo de Heimdal, una magia muy similar a la de ella misma en el pomo de la puerta.

—¡No la toques! —gritó Niamh.

Asper no entendió y siguió, Sunan le empujó la mano, pero al hacerlo tocó la perilla. El niño cayó al piso soltando un grito de dolor.

—¿Qué pasó? —preguntó Viorica.

—Ha... había magia en el pomo por eso dije que no la tocaran —respondió Niamh temblando.

—¡Una maldición! ¿Por qué quitasste mi mano, idiota? —Asper no cabía en su estupor.

—No lo hagas sonar como si quisiera salvarte, aunque te deteste mi cuerpo se movió solo —contestó Sunan.

Eress... eress un tonto —dijo Asper.

—Niamh, por favor describe la maldición que viste y Sunan dinos qué sientes —ordenó Epify.

—Me duele el cuerpo por dentro, siento como si me estuviera quemando —susurró Sunan entre gimoteos.

—Era una energía muy similar a la mía —dijo Niamh.

—¡Debió ser la hermana de Niamh que puede manipular el fuego! —exclamó Asper.

—Ya veo, entonces nos tendió una trampa, ¿si la matáramos la maldición desaparecería? —preguntó Epify.

—Si, pero si hacemos eso todas las salamandras de Brigid nos atacarían por matar a su princesa, la única que puede matarla sin causar revuelo es Niamh, porque así funciona la sucesión de la corona —respondió Asper.

—¡Yo no soy capaz de vencer a mis hermanas! —vociferó Niamh.

—Niamh, no hay otra forma de romper la maldición. —Asper sujetó a Niamh para intentar calmarla.

—Entonces ¿Sunan morirá por mi culpa y no podemos hacer nada? —Niamh respiraba agitada.

La tensión se respiraba en el ambiente, la confusión y desasosiego era casi palpable, nuevamente eran niños pequeños ante un problema que no sabían resolver y no tenían un adulto al cual recurrir. Sunan también estaba impactado, pero su vida estaba en riesgo, si el no actuaba, nadie lo haría por él.

—Las maldiciones pueden transferirse a otro ser, siempre que el receptor acepte la maldición. —Sunan a duras penas podía hablar sin soltar gemidos de dolor.

Entoncess ssolo debemoss busscar una persona cualquiera en essta ciudad y que Epify lo controle para que acepte la maldición —propuso Asper.

—No —dijo Epify.

Sunan miró a Epify con ojos fijos, ella sabía que Sunan se sintió traicionado de nuevo.

—Yo recibiré la maldición —afirmó la glainne —. Esto es algo que solo nos involucra a nosotros y de todos nosotros, yo soy la que tiene las características más apropiadas para soportar esta maldición. —Tenía la cabeza gacha y cada vez hablaba con un tono más fuerte, las palabras de Viorica, Dahlia, Niamh y Jouktai resonaban en su cabeza.

—¿Qué quieres decir con las características más apropiadas? —preguntó Viorica.

—Tengo alta tolerancia al dolor por la tortura y mi enfermedad, además el collar me cura, podré soportar la maldición más tiempo que cualquiera de ustedes —respondió Epify.

—Está bien. —Sunan tomo la mano de Epify para hacer el ritual que transferiría la maldición y le dijo el hechizo que debía contestar.

Punzó el dedo índice de Epify y el propio, luego cada uno llevo el dedo con la gota de sangre a la boca del contrario y tomaron la sangre.

—Nire mina ematen dizut —recitó Sunan.

—Zure mina onartzen dut—respondió Epify.

A los pocos segundos Epify cayó al piso soltando un grito de dolor y Sunan se levantó completamente recuperado.

—Niamh, Sunan y Asper les encargo que detengan a la maldita hada. Viorica, quédate conmigo. Puede que no tengas forma de borrar la maldición, pero al menos puedes ayudarme a estar hidratada, creo que eso ayudará un poco. —Epify intentaba que sonara como una broma, pero el dolor no permitía que fuera convincente.

—Yo no puedo...—hablo Niamh.

—Yo creo en ti, eres más de lo que crees, yo lo sé. Solo te falta creerlo a ti misma —interrumpió Epify.

—Sabes que soy peligrosa, no es buena idea que te quedes a solas conmigo, en especial si estás débil. Tengo miedo de perder el control y herirte —dijo Viorica soltando una incómoda carcajada que casi parecía un llanto.

—Tú me dijiste que querías cambiar y que yo también podía hacerlo, te creo. —Epify levantó una mano hacía Viorica —. Cambiemos juntas.

Luego de que Epify tomara la maldición y los demás se fueran, Viorica entró a la chica mayor en el cuarto y le dio a beber agua.

—¿Te duele mucho? —Viorica no tenía claro que hacer y trataba de cubrirse la boca para no reír.

—Puedo aguantarlo, pero creo que un sedante vendría bien.

—¿Debería ir a conseguirlo?

—¡No! —exclamó sorprendiendo a la albina —Creo que estoy aprendiendo algo muy útil de mi don en este momento.

—No empieces a alucinar por la fiebre.

—¡Es como cuando me torturaron en Manteiv! —Epify reflexionó y descubrió algo nuevo —. Siento a la hermana de Niamh a través de la maldición, aunque no esté en contacto con mi piel si estamos en contacto por medio de su energía. Si puedo sentir sus emociones y ser ligeramente controlada por ella, debo poder hacer lo mismo en sentido contrario.

Epify cerró sus ojos y se concentró en buscar dentro de las emociones ajenas amor hacía Niamh, al ser hermanas era posible que existiera algo de afecto en el fondo del corazón del hada pura. No encontró nada, los sentimientos de la hermana por Niamh eran odio, asco, desprecio, superioridad y soberbia, nada que mostrara ni un ápice de cercanía.

—Esa salamandra no quiere ni un poco a su hermana, la ve cómo un puto pedazo de basura, no puedo persuadirla si no existe previamente algún sentimiento que pueda exacerbar.

—Subestimar mucho a tu enemigo es peligroso, como soy pequeña y no luzco amenazante mucha gente no me tomaba en serio, hasta que estaban a punto de morir, ese fue el motivo por el cual pude matar a tantos miembros de Pisa.

Epify la miró sorprendida a Viorica, era una idea muy buena, en ese caso podría ser muy útil.

Exacerbó el sentimiento de superioridad inculcando pensamientos cómo «Soy demasiado superior para usar magia contra ellos». O «No vale la pena pelear de verdad contra seres como estos».

El dolor le dificultaba seguir usando el don hasta que ya no aguantó más y perdió la conciencia.

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