19-Errar
Con Neonis, Ahaz y Maita suspendidas en un sueño eterno Tellus se sintió traicionado y abandonado.
La chica caminó sin rumbo hasta que la noche cayó, sus pies la llevaron al parque que solía frecuentar a la distancia vio un perro, a primera vista no resaltaba, pero Epify había hablado tantas veces con eso, que aprendió a reconocerlo. No es como que fuera un conocido que se muriera por volver a ver, sin embargo, sabía que le podía ser de ayuda.
—Oye Kopiatu, te tengo un trabajito —dijo Epify acercándose al animal.
—¿De qué clase de trabajo hablamos?
—De uno algo complicado. Quiero saber si la bruja tiene mí misma enfermedad y lo que sabes de esta.
—Es riesgoso acercarse a esa anciana, serán tres mil urreas.
—No seas tan usurero.
—Que niña más molesta, supongo que puedo dejártelo en dos mil ochocientos si no me pagas con limosnas.
—Estoy corta de dinero, no hay forma —refunfuño la chica.
En ese momento se le ocurrió una idea, si la creían un monstruo en eso se convertiría.
—¿Qué tal si te vendo información sobre los gudariak que conozco? Te podría hablar de otros cinco. De hecho, información de cinco gudariaks se me hace demasiado valiosa para lo que estoy pidiendo a cambio.
—Como ya vendiste todo sobre ti misma ahora quieres vender a los otros —rio el pequeño demonio —. Nombres de los gudariak. De nada me sirve si ya se cosas de ellos.
—Sunan, Argent, Tanok, Drake y Niamh.
—De la hibrida de salamandra conozco suficiente, aunque agradezco que me compartieras que está en tu grupo, el resto si me interesan.
—¿Entonces información de ellos cuatro y a cambio tu averiguas sobre mi abuela, mi enfermedad y me dices lo que sepas de Niamh?
El kopiatu pareció pensarlo un momento, pero terminó accediendo.
—Un placer hacer negocios —dijo para alejarse del ser paranormal.
Desde ese día después de los entrenamientos Epify pasaba a buscar el kopiatu para ver si había conseguido la información. La enfermedad y su abuela era más una cuestión de curiosidad y algo que podría usar a futuro en caso de que la vieja decidiera sacrificarla.
Por el lado de Pequis consideraba que aprender del pasado de la salamandra podría darle pistas de los gudariak. La chica pertenecía a una dinastía de gudariaks, su familia podría tener secretos que otros ignoraban, como el que le reveló Signe acerca de que los fragmentos se pueden transferir mediante el suicidio y que alguien normal puede convertirse en gudariak al matar a uno. En un principio por su enfermedad se había rendido, pero en ese momento gracias al collar veía una oportunidad de ganar, aunque su corazón trastabillaba en su plan de acción por lo que implicaba hacer con sus amigos.
—Hoy si tengo alguna información importante, que compartir —dijo el ser extraño que ese día parecía un niño pequeño.
—Ya te pagué, dime todo lo que encontraste —demandó Epify.
—Eres demasiado grosera, supongo que por ser un lagarto tienes lengua bífida.
—Igual que tú cuando te conviertes en lagartos.
—Eres un dolor de cabeza. —El niño suspiró —. En un pequeño pueblo al norte de Ainamur una paciente psiquiátrica dijo que fue violada por un hada, al padecer de esquizofrenia nadie le creyó y pensaron que simplemente quedo embarazada de algún hombre por ahí. La obligaron a parir, nueve meses después se comprobó que el padre del bebé era una salamandra ya que el recién nacido era híbrido, pero al poco tiempo los habitantes de Brigid secuestraron a la bebé. Por cierto, el nombre que le habían dado a ese bebé es Niahm.
—Entiendo... ¿Sabes algo de mi enfermedad y mi abuela?
—Existe una enfermedad única de los dragones celestiales llamada conquiolinasis, esa afecta solo a glainnes ya que bloquea la capacidad de convertirse en dragón, pero también puede darles a dragones adultos y los devuelve a su estado de glainne. Según sé no tiene cura, pero una leyenda dice que en el pasado hubo un dragón que pudo curarse con la ayuda de un ángel, sin embargo, no pude encontrar la leyenda.
—Si eso es todo me retiro —Epify se fue del parque.
Había descubierto algo importante, era mentira que tenía una opción de curarse transformándose en dragón, necesitaba un ángel que la ayudara. El ángel más cercano a su entorno era Sariel, el vigía que los detestaba y en definitiva no querría ayudarla. También averiguó bastante de Pequis, o Niamh, como era su verdadero nombre, pero estaba indecisa sobre contárselo.
Al llegar a la librería no sabía que hacer, ir a su cuarto implicaba una posibilidad muy grande de ver a Pequis y con ella todo había sido incomodo desde el pequeño altercado, además conociendo la nueva información de ella se sentía insegura de cómo proceder a su alrededor.
No fue hasta que escuchó un grito ahogado en la parte de arriba la sacó de sus incertidumbres y la obligó a correr a la planta superior.
Al llegar vio una bestia femenina zorro que tenía a Sunan cautivo y le colocaba un filoso abanico cerca del cuello. Tanok estaba en posición de batalla, pero con un solo brazo, Drake sujetaba su espada y Asper estaba más distanciado, pero alerta. Niamh solo miraba con horror lo que sucedía.
—¿Quién eres tú? —preguntó Epify.
—Me llamo Vulpin. Me parece que estás demasiado sorprendida pequeña traidora —contestó la zorra.
—¿Cariño, a qué putas se refiere? —cuestionó Drake quien a pesar de usar un apodo cariñoso se notaba muy nervioso.
—No sé de qué habla —dijo Epify insegura, esperaba que no fuera esta la consecuencia de la información vendida.
—¿En serio? Un kopiatu me dijo que cierta glainne le dio mucha información de sus supuestos compañeros, solo tuve que entregar unas cuantas urreas para que el kopiatu me dijera todo.
En ese momento todos voltearon a ver a la chica con una clara desilusión en los ojos. Ella era consciente que merecía esas miradas, pero en el momento estaba tan enojada y deseosa de dar alguna represalia a la actitud de Jouktai, Argent, Asper y Pequis que no pensó en las consecuencias. Estúpida le gritaba una voz dentro de su cabeza.
—Perra traidora —siseo Asper.
—¿Cómo pudiste? —preguntó Drake dolido.
—Necesito que respondan rápido. ¿Qué prefieren? ¿Mato a este niño o los gudariak de aquí vienen conmigo? —interrumpió Vulpin.
Epify decidió dejar la culpa para después, de momento lo importante era solucionar la situación. Entonces notó la ausencia de dos personas en la casa, su abuela y Snow. La vieja podría estar en Hic Sunt atendiendo cosas del consejo, pero Snow debía estar dentro, posiblemente durmiendo debajo de su cama como era usual. El pequeño dragón siempre se despertaba con su voz por lo que el ruido debió alértalo, pero no sabría que hacer hasta que recibiera alguna orden.
—Muerde —ordenó la chica esperando que el dragón entendiera a quien se refería.
Por suerte así fue y el dragón blanco le mordió la cola a la zorra. Más por la sorpresa que por el dolor aflojó el agarre del niño, cosa que Epify aprovechó para darle un puño y que soltara definitivamente a Sunan.
Sin embargo, la zorra se recuperó rápidamente y trató de agarrar a la chica y el dragón, pero un cuerpo se interpuso.
Merez, un dragón celestial del consejo, repelió la mano de la zorra, en lo que la bruja tomó tanto al dragón como a la chica para alejarlos del peligro.
—Lárgate, yo no podré matarte por ser un gudariak antiguo, pero Merez si puede —dijo la anciana.
La zorra entendió su situación y se marchó como un destello que daba la impresión de distorsionar la habitación, debía usar magia ilusoria y era evidente el miedo a enfrentarse a un dragón celestial real y bien entrenado.
—Gracias, llegaron a tiempo. —Sunan corrió a abrazar a los dragones en lo que lloraba.
—La casa está vigilada por lo que al ver lo que sucedía nos apresuramos a regresar —agregó Merez.
La anciana volteó a ver a Epify, casi se podía ver el humo saliendo de su cabeza. La chica solo cerró los ojos y se preparó para lo que se venía. Cuando el primer golpe con la mano abierta impactó en su mejilla lejos de sentir enojo o dolor fue alivio lo que la envolvió. En el momento cada golpe se sentía como si lavara sus culpas. Tal vez incluso la muerte podría ser un buen castigo para compensar lo que había hecho. Ella se odiaba a sí misma, su peor enemiga vivía dentro de ella y la quería muerta. Ya no hallaba sentido en vivir, no con todo el odio externo e interno que cargaba.
Al terminar la chica se metió en su cuarto junto al dragón, pero una visita inesperada la sorprendió.
—¿Por qué eres tan cruel y egoísta? —preguntó Sunan.
—No sé, creo que simplemente es porque soy un ser despreciable.
—¿Alguna vez has pensado en alguien que no seas tu misma?
—Lo he hecho, pero siempre sale mal. Como cuando intenté salvar a Pequis y terminé haciendo que todos fueran castigados. Sin importar lo que haga siempre hago daño. Me enoja que incluso cuando trato de hacer cosas bien me tratan con desprecio o me juzgan y creo que solo quería vengarme de alguna forma de todo. Fui estúpida.
—Que yo recuerde nunca te hice nada como para que quisieras vengarte de mí, ni ahora, ni cuando trajiste a esas criaturas.
—Nunca pensé en ti como objetivo de venganza, te tengo envidia de que mi abuela te eligió como su gudariak, pero en ambos casos fue un daño colateral. En realidad, mi intención nunca ha sido dañarte a ti. En la primera ocasión solo quería a mis amigos cerca, no pensé en cómo te afectaría en ningún momento y ahora, quería obtener información y desquitarme de un conflicto que tuve con otros, nuevamente no pensé en cómo te afectaría. Lamento que tengas que convivir con Asper.
—Argent me dijo que posiblemente al igual que él tengo una visión sesgada de las cosas y que tal vez si intentara entender un poco a las... bestias podría dejar de tenerles tanto miedo. Él me ha insistido mucho en que intente dar mi brazo a torcer y que si me resulta muy difícil con ellos puedo iniciar contigo, quien ha vivido tanto con bestias como humanos. Ya te conté mi historia, ahora quiero oír la tuya.
A pesar de que le costaba decir la palabra bestia, como si fuera tragar algo extremadamente amargo, quería poner de su parte en cambiar su situación.
Epify le habló a Sunan de cómo la abandonaron en Tártaro y conoció a los otros, al no tener a nadie que cuidara de ellos se convirtieron en ladrones que atacaban tribus débiles, poco a poco fueron encontrando más niños con historias similares y se unieron a ellos hasta formar Akatsa, el qué pasó después para separarse se lo contó muy por encima. También le habló de su conversación con Asper, la primera vez que se vieron, y cómo sus padres posiblemente mataron a allegados de él.
Sunan duró unos momentos procesando todo lo que había escuchado, se terminó por convencer que tenía que darles una oportunidad a las bestias, pero lo haría de forma que él estuviera cómodo.
—Yo no me voy a disculpar con... él. Nunca controlé lo que mis padres hacían, mi hermano y yo nunca matamos a ninguna bestia, pero él no solo mató a mi hermano quien quiso protegerme, sino que aparte se mofó de ello. Si él está dispuesto a hablar, puedo llegar a escucharlo, sé que él tampoco se va a disculpar, aunque creo que debería, al menos por mi hermano. —Aunque ya se aventuró a llamarlos por el nombre de su raza, reconocer a Asper era demasiado todavía.
—Puedo intentar hablar con Asper, pero esa víbora no parece muy interesada en concertar con nadie, incluso creo que yo también le caigo mal, si quieres hablar con una bestia puedes intentar con Jouktai. Tanok no tiende a tener mucha paciencia y Drake es algo grosero sin darse cuenta, además de no ser una bestia sino un hada.
—Lo intentaré, pero iré a mi ritmo, sin embargo, dejo en claro que no te he perdonado todavía, incluso creo que nunca podré perdonarte.
—Yo tampoco te perdonaré pronto, fuiste una gran perra, pero te debo mucho por lo que hiciste por mi hermana, por mí y por todo el grupo en Manteiv, por lo que seguiré aquí como un aliado —dijo Drake desde la puerta
—Lo lamento —dijo Epify al hada.
—Lo que dices se parece a una palabra escrita en arena, a la primera ola se desaparece. Imbécil, espero que si en verdad te arrepientes lo llegues a demostrar o para mí solo serás una mentirosa.
Epify quería llorar ante el trato tan despectivo de un amigo cercano, pero sabía que lo merecía y que en gran parte las groserías eran parte del léxico común del chico, no debía tomarlos tan a pecho.
Después de que tanto Drake como Sunan se fueran ella tomó a Snow y lo abrazó. El pequeño dragón la envolvió devolviendo el abrazo, en ese momento ella se permitió soltar unas cuantas lagrimas mojando el blanco pelaje.
Una mano se posó en su cabeza y le dio una suave caricia. Al levantar su cara vio un rostro con tres pequeñas cicatrices.
—Deberías estar enojado, te puse en peligro cuando ya de por si estabas herido.
—Debes tener tus motivos para hacer lo que hiciste.
—Unos muy estúpidos si me permites decirlo.
—No importa, yo creeré en ti.
Epify sabía que Tanok estaba siendo amable eincondicional, pero genuinamente no creía merecer ese trato y le resultabaincomodo, preferiría alguien que le diga las verdades en vez de seguirlaciegamente. Aunque dolieron las palabras de Jouktai y Drake le habían aliviado dealguna forma, y la invitación de Drake a demostrar su arrepentimiento lamotivaba. El que Tanok le dijera que estaba todo bien solo la hacía sentirestancada, como si le dijera que no vale la pena seguir subiendo la montaña ala que se enfrenta.
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