4
Melancólica y con un corazón pesado por los sentimientos revividos, Amel abrió con lentitud sus ojos, no quería ir a trabajar, no quería levantarse, ni mucho menos pensar en aquel pasado que tanto la daño, recordar las palabras que jungkook decía le partían el corazón en dos, la había dejado mal.
Tenía muy en claro que ella cometió un error al aceptar aquello, pero que más quería si él definitivamente simplemente la uso y desecho como si todo el tiempo que pasaron juntos no significaban absolutamente nada.
Con pesar, tomó el teléfono y le marcó a YeonJi, la Secretaría.
— Buenos días, Presidencia de 7Y Entertainment
— Eonnie soy yo…
— Melia, te escuchas extraña.
— Podrías avisarle al Señor Cho que no iré a trabajar, no me siento bien.
— ¿Estás bien? , ve al médico, y cuídate mucho por favor.
— Gracias YeonJi, adiós.
Solo ahí, volvió a acurrucarse en la cama y cerró sus ojos, las memorias del día anterior se hicieron presentes te, co, o perfectamente Amel salía de la boca de Jungkook, o el desesperado abrazo que le robó en el elevador, queriendo jamás soltarse de ahí, queriendo y anhelando que se volviera eterno, que todo se olvidará, y se perdonarán por lo que sucedió en ese tiempo… Pero…
¿Sería capaz ella de perdonarlo?
¿Sería capaz de olvidar aquellas palabras que la destrozaron?
¿Sería capaz si quiera volver a verlo a la cara sin tener la culpa de aceptar la proposición de su madre?
No… no podría, Jungkook nunca la amo, ella aceptó el dinero a cambio de dejarlo tranquilo y aunque se arrepintió luego, todas las decisiones estaban tomadas, Jeon solo no la quiso nunca.
Sus ojos pesaron, su consciente se adormecido, todo se volvió oscuro y espero a que las horas pasarán con rapidez.
Jungkook se levantó muy temprano y sin desayuno en su estómago salió en dirección a la casa de su padre, necesitaba con urgencia un abogado, lucharía por su hija, no la dejaría en manos de Ann, ella no merecía ser madre de una pequeña tan tierna y buena, si se la llevaba, sería solo para hacerla sufrir.
Pero cuando la mujer se dio cuenta que su esposo no estaba en casa comenzó con los preparativos de la fuga con la niña a la que no le importaba ni un poco, simplemente lo hacía para que Jeon se quedada a su lado, solo así mantendría el estatus social que según ella merecía.
— Yung! —grito presurosa— Yung!
— Si, señora
— Prepara una maleta para Pam, si Jungkook quiere estar con ella será mejor que vuelva a España.
— Pero…
— Escucha bien, si le dices algo a tu jefe juro que te arrepentirás, ahora ve… corre, prepara una maleta para Pam qué mi vuelo sale en poco tiempo.
La mujer se movió nerviosa a las órdenes que recibía, sabía perfectamente que tendría consecuencias por desobedecer u obedecer las órdenes.
La pequeña miraba atenta como la empleada armaba la maleta con esmero y rapidez, un dolor se formó en su diminuto pecho, tomó aquel peluche con el que siempre andaba en momentos tristes y se aferró a él escondiéndose donde nadie nunca la encontrará.
— Estoy lista —grito Ann bajando el equipaje propio.
— Las cosas de la niña también lo están.
— ¿Y Pam? … Mocosa… Apuesto a mi vida que se escondió.
— Señora, ¿y si la deja con su padre?
— ¿Acaso te lo pregunte?... ¿Acaso te pedí opinión?
— No, señora.
— Entonces, no te metas donde no te llaman Yung… Jungkook te tiene muy mal acostumbrada, siempre estas diciendo lo que piensas, algo que no me parece correcto sabiendo del lugar del que vienés
— No se volverá a repetir —agacho la cabeza.
— Claro que no, si Jungkook te lleva le pediré que te devuelva aquí, suficiente tengo con él, no quiero más gente amarilla en mi vida.
— Sí señora
— Busca a esa mocosa, debo irme antes que Jungkook regrese.
Ambos comenzaron una búsqueda por cada rincón de la casa, en el pequeño ático bajo la escalera, Yung abrió sus puertas, viendo a la nena Arrimadas en una esquina, ambas se encontraron con la vista, pero los ojos suplicantes de la niña la hizo simular que no había encontrado nada.
Si se la llevaba sufriría, y ella merecía toda la felicidad que su padre quería darle lejos de su madre, no se explicaba cómo habían mujeres en el mundo tan despreciables que les daban la bendición de tener hijos como la pequeña Pam, ella no la merecía.
— ¿La encontraste? —la mujer se sobresalto y cerró las puertas con presuro
— No señora, la buscaré en el jardín.
Apenas se levanto, Ann se acercó a ella empujando su cuerpo, y abriendo las escotillas bajo la escalera, ahí estaba su hija abrazando con fuerza un peluche que su padre le regaló al nacer, uno que Anne odiaba con su propia vida pues, era un recuerdo vivido del verdadero amor de la vida de su esposo.
Tomó a la niña del tobillo y la arrastró hacia fuera como si de un animal se tratará, los gritos de la niña se oían en cada rincón de esa casa, gritaba a su padre el que obviamente no la podría escuchar, se aferró aún más al animalito de felpa cuando su madre agarro de sus cabellos levantando la mirada para hacia ella misma.
— Escúchame bien, mocosa.
— Mi nombre es Pame.
— ¿Crees que me importa? … vas a ser una niña buena, te irás conmigo sin ninguna discusión o bien, haré que tu padre nunca más te vuelva ver en tu vida.
— Bien —respondió con una voz suave llena de miedo—
Dejó de pelear, dejó el escándalo, pero aún seguía llorando, su cabeza dolía por el agarre con fuerza y también el hecho de irse con ella sin su padre que tanto la adoraba.
Yung se quedó ahí, en el piso, no pudo hacer mucho por evitarlo y se sintió culpable, luego de unos minutos, tomó la fuerza para llamar a Jungkook y avisarle lo ocurrido,
Apenas Jeon escuchó la noticia dejó la reunión con su padre y el abogado para correr a su carro, directo al aeropuerto, no podía llevársela, no perdería nuevamente algo importante en su vida, mucho menos a su hija.
Pero cuando llegó, el vuelo a España, ya salía en despegue.
Melia caminaba por la calle, el atardecer abrazaba su cuerpo, comenzaba a hacer mucho frío, el hielo calaba sus pulmones al respirar, sus débiles memorias le atrajeron un recuerdo de juventud cuando era abrazada para que no sintiera las temperaturas bajas.
Un sollozo llamó su atención, despertando de esos perfectos momentos, cuando se devolvió pasos, detrás de un depósito grande de basura, se encontró a una pequeña, llorando sin consuelo, miró en direcciones diferentes, buscando a algún adulto desesperado, pero nada había.
— hola —hablo con una voz suave, la niña la vio asustada— ¿estás bien? —negó con su pequeña cabecita— ¿me puedo acercar? —por inercia, apretó el peluche entre sus manos— No te haré nada —bajó la cremallera de su chaqueta— solo, solo te pondré esto, hace mucho frío… ¿puedo?
— Si por favor —respondió.
Cuando se acercó a ella pudo notar un golpe en su mejilla, las lágrimas secas en su rostro y su labio roto, sintió lástima, la enrollo en la prenda de ropa y arreglo un poco su cabello, luego, se sentó a su lado y le hizo compañía.
— Tengo ganas de tomar un chocolate caliente, unas galletas con chispas de chocolate, ¿sabes? Cuando tenía pena, una persona importante para mí siempre me llevaba chocolate caliente, compraba galletas con chispas de chocolate y malvavisco, tomaba dos galletas y ponía un esponjoso malvavisco en entre ellos, luego, lo llevaba al horno unos segundos y este se derretir, era lo mejor para quitar el dolor aquí —sobo su pecho…
— ¿Ahora tienes pena? Tus ojos están tristes.
— Tengo mucha pena, iba a comprar eso… ¿te gustaría comer conmigo?
— No quiero que mamá me encuentre.
— En ese caso —quitó la bufanda de su cuello y la enredo— nos escondemos de ella —acomodó el gorro de la chaqueta en su cabecita y cerró la cremallera— ya está… ahora nadie te reconocerá —sonrió escondiendo sus ojos tras sus párpados y a la niña le causó confianza, tomó la mano de Pam y juntas caminaron a la tienda a comprar lo necesario, luego, se encaminaron hasta su casa.
Sabía perfectamente que eso le traería problemas, pero de alguna forma, sentía que eso era necesario, la pequeña necesitaba ayuda y no pensó en las consecuencias, nunca pensaba en el futuro, para Pam, el presente era lo importante.
Juntas, calientan la leche, Melia le enseñó a preparar aquellas galletas que Jungkook le preparaba cuando estaba triste y entre risas comieron juntas, por lo menos a la pequeña niña se le había quitado la tristeza, sonreía, la mayor llevaba su mano a la cabellera y acariciaba con ternura, sonriente, la niña en momentos se le quedaba viendo espectante y cómoda, comió lo suficiente como para que en ese momento se diera cuenta que dormía en el sofá, sobre las piernas de Pam mientras ella aún acariciaba su cabello.
Se acercó a ella, sonrió para sí misma y por intuición llevó sus manos al vientre, soltando lágrimas por las decisiones del pasado, maldito pasado, malditas excusas, maldita suerte, malditas decisiones.
Ya no había caso...
La tomó en sus brazos caminando con ella su cama, ahí, estaría más cómoda, le quitó la ropa abrigada, dejándola solo con su ropita interior y una polera, la miro por unos instantes y luego fue a su living, se dejó caer en el sofá, miró el retrato de su madre y lloro en silencio por un cúmulo de cosas, se recostó, algo en ella era diferente ese día.
Quizás, la compañía de la extraña pequeña que dormía en su cama le hacía sentir mejor, sus ojos se cerraron con lentitud y pronto, cayó en los brazos de Morfeo.
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