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Jungkook se sentía lleno de vida, para él, era un anuncio a qué quizás el destino los quería juntos nuevamente, no era casualidad volver a encontrarse con ella, menos aún que su hija fuera a parar con ella para ser cuidada, solo faltaba una tercera señal, pero no la esperaría, para el era más que suficiente las dos ya nombradas y el amor eterno que le tenía a esa chica, la fidelidad de su corazón de mantenerse sujeto a su amor, apesar de casarse con otra, jamás pudo olvidarla o entregarse a otra.

No... Eso jamás lo haría, Amel es el amor de su vida y aunque sufrió mucho por su separación, por su "traición" que ahora dudaba que fuera real, a pesar de todo eso, jamás, jamás, se le cruzaría por la mente fallar a tan hermosas promesas de jóvenes enamorados.

Miraba el cielo ansioso, sonriente, feliz, añorando aterrizar pronto para poder correr a verlas, y es que, no podría contenerlo ni un segundo más, a eso si fallaría, a la palabra que hizo con sus amigos, es que...

¿Quien podría contenerse al amor?

Sería un pecado hacerlo.

¿Quien se atrevería siquiera a contenerse a sentir tan bellos sentimientos?

Él por lo menos, No!

Pronto las voces de los azafatas indicaron que serían prontos a descender, y el avión comenzó con el descenso, sentía el vigor subir por su cuerpo tanto como los nervios, una corriente por su espalda baja, las manos sudorosas.

Dejaría a sus amigos ahí y correría dónde sus mujeres, era lo único que pensaba, imaginando un encuentro perfecto entre los tres, dónde su hija corría a sus brazos mientras el caminaba a ellas, con la mirada enfocada en Amel, tomaría a la niña en sus brazos cuando corriera a él y seguiría con el camino hasta la mujer dueña de sus sueños, y al llegar a su frente, tomaría de su cuello con una mano guiando el acercamiento a sus labios...

Sí, eso haría y se veía tan perfecto en su mente que nunca imagino que aquel momento debería esperar por un futuro quizás incierto.

Cuando al fin bajaron del avión, Jimin recibió una llamada de su esposa Yung, también feliz por aquel llamado contesto con emoción.

— Hyung —dijo Kook— Me adelantaré —

— ¡Jungkook espera! —grito Park, pero el no quiso oír y siguió con sus pasos — ¡Es Amel! —elevo su voz y en seco detuvo los pasos.

Y ahora que carajos pasaba, por qué cuando creia que todo estaría mejor sucedía algo inesperado que estopeaba sus planes perfectos.

¡¡Maldición!!

Lo único que quería era ir con su hija y besarla en su rostro, estrechar a Amel en sus brazos y repetirle una y otra vez que la ama, que todo fue un error, que simplemente se perdonarán para ser felices, quitar esa mirada fría y oscura, llenar esos ojos de brillos y felicidad como lo hizo en algún tiempo atrás...

¿Qué sucedió ahora?

Jimin llegó frente a él, con un rostro no muy agraciado, corto la llamada preocupado y soltó la maldita mala noticia.

— Amel necesita un transplante de hígado

— ¿Qué?

— No tenía su medicina, la hepatitis daño su órgano, si no se transplanta podría morir.

Kook llevo sus manos a su pelo, deslizando sus dedos entre las hebras ennegrecidas, jalo un poco con desespero, todo sería más rápido si el fuera el verdadero padre, o si supiera o tuviera contacto con sus padres biológicos, le pagaría lo que fuera para que donarán una parte de su órgano y salvarle la vida. Pero encontrar un donador, que sea compatible con la sangre de la pequeña era una en un millón.

Y es que, la niña tenía una de los tipos de sangres más extraños en el mundo. En el mundo solo hay un 1% de ellos, sería encontrar una aguja en un pajar.

Las lágrimas llenas de miedo deslizaron por las mejillas de Jungkook y corrió está vez junto a sus amigos, en la puerta estaba un guardaespaldas de su padre al que apenas vieron subieron al carro con orden de apresurarse y llegar a ver a la pequeña.

¿Que haría?

La única persona que lo mantuvo vivo todo este tiempo estaba en el péndulo de la muerte, daría su vida por ella, le daría todos los órganos posibles, su corazón si fuera necesario, pero no es compatible con ella, no servía de nada.

—Jungkook tranquilo —le dijo Hoseok al ver que ya se desabrochaba la camisa pues el aire le faltaba una vez más.

— Piensa en Amel, no puede verte así, sería peor.

— No puedo perderla.

— No lo harás, ten fé.

— ¿Fé?... ¿Tendrías Fé si estuvieras en mi lugar?, ¿Por qué todo es tan malditamente difícil para nosotros? ¿Por qué simplemente no nos dejan estar juntos, los tres? ¿Por qué ella me engaño? ¿Por qué me obligó a irme cuando yo la amaba? ¿Por qué mierda sigo amándola a pesar de todo? —dio un golpe en el respaldo de enfrente con molestia.

— ¿Ya no la amas? —Jeon dejo de llorar y miro a su amigo.

— Con todas mis fuerzas —dijo en un murmullo— Las amo a las dos, y solo quiero estar con ellas.

— Entonces, ten Fé... No es casualidad que ocurra todo esto.

La puerta del departamento de Melia era tocada, no quería abrir, llevaba dos días recostada en su cama sin levantarse si quiera.

No quería ver a nadie.

Se imaginaba que podía ser Jungkook que iba a pedir explicaciones del porque "secuestro" a su hija, o la policía que iba por ella por la misma razón.

Todo se había complicado pero no sé arrepentia de sus actos.

Estar con esa niña en su casa, fue lo mejor que le había sucedido, rió como antes, jugo como niña pequeña, y sentía calidez en su pecho de nuevo, sintió una conección inmediatamente bella que no se explicaba. Quizás lo único que las unia era Jeon Jungkook.

Pero no, no quería abrir la puerta, no había razón para hacerlo y simplemente no lo haría.

Su teléfono comenzó a sonar, Taehyung le llamaba pero tampoco quiso contestar.

¿Que caso tenía?

— No quiere abrir, Señor.

— Así veo —solto un suspiro— Vamos, seguro Jungkook debe estar por llegar.

El señor Jeon esperaba convencer a Amel para que fuera hasta el hospital, estar con la niña quizás le haría mejor tanto a ella, como a la pequeña y por qué no, también a Jungkook.

Pero la muchacha no hubo caso que abriera la puerta, no quiso oír su explicación, ni siquiera se digno a abrir para saber quién era, probablemente al ver la pantalla de la cámara en la puerta le quitó las ganas de abrir, él y su esposa habían hecho ciertas cosas que no correspondían.

Hace mucho se había arrepentido de los actos, ambos, quedaron de hablar con los jóvenes, disculparse por todo pero, la enfermedad de la señora Jeon fue tan fulminante que no les dió tiempo y ahora estaba en un revoltijo de situaciones incómodas por los secretos guardados.

Mirando los edificios con las luces encendidas, se decidió en decirle la verdad a Jungkook, aunque eso podría hacer que su hijo lo odiara de por vida, si no lo hacía, el remordimiento no lo dejaría vivir en paz, más aún si a su nieta le sucedía algo.

En sus pensamientos le pidió perdón a su esposa, ya era tiempo de contar todo.

Al llegar al hospital, los guardias lo siguieron hasta la sala privada en la sección de pediatría, la ictericia se notaba en los ojos amarillentos de la pequeña de solo seis años, Jungkook acariciaba la cabeza de la niña evitando soltar las lágrimas de sus ojos, sonriendo como siempre y dándole felicidad a su hija.

— Kook —murmuro y el muchacho miro sobre su hombro a su padre— Debo decirte algo.

— Ahora no, padre, debo estar con mi princesa.

— Creeme, hijo —tomo su hombro— esto es muy importante y podría ser la solución a todo esto.

Por la cabeza de Jung paso la posibilidad de que su padre si conociera la procedencia de su hija, eso lo llenaba de esperanzas una vez más, era lo último que siempre perdía, la palabra que su amigo le había pedido retumbó en su cabeza.

— Amor, quédate con Yung un momento ¿Si?

— Volverás pronto.

— No te darás ni cuenta cuando estaré sentado a tu lado.

— Aprovecharé de dormir, tengo sueño —Kook le beso la cabeza— Papi.

— Dime amor.

— No te enojes con la princesa Amel —Jeon no pudo contener las lagrimas— ella es buena, solo tiene mucha pena en su corazón.

— Jamás lo haría, bebé, duerme.

Al ver a la niña cerrar sus ojos camino junto a su padre al pasillo, el doctor Kim pasaba en ese momento por ahí.

— Podemos mantenerla con medicamentos pero urge un transplante.

— ¿Cuánto puede durar así?

— Semanas, un mes a lo más.

— No es necesario esperar tanto —hablo su padre— Debes ir a ver a esa niña.

— ¿De quién hablas?

— Del amor de tu vida.

— Papá, Amel no quiere verme.

— ¿Hablan de Pame? ... Ella tiene el tipo de sangre que su hija, es muy extraña, por eso una vez al mes viene a hacer donaciones.

— ¿Podría ser donante?

— Tendría que someterse a exámenes, pero no creo que haya problema, tarde mal y nunca bebé, tiene buena alimentación, es una posible candidata, una perfecta.

— Jungkook.

— Padre, iré con Amel.

— Jungkook, ¡maldita sea! —grito exasperado— Amel es la madre de tu hija, y tu su padre.

El rostro de Jungkook cambio radicalmente, frunció su ceño un tanto molesto, no lograba entender nada.

¿Cómo podría ser posible?

Su respiración se agito en cantidades descomunales, tenía a su angelito cerca sin saber que era de su propia sangre, pero...

¿Cómo es que?

¿Amel lo sabía?

¿Quien fue el responsable?

— Mientes —trago aire con pesadez y miro por la pequeña ventana de la puerta, es su hija legítima.

¿Será esa la razón de que Amel lo odie con sus fuerzas?

— Lo siento hijo —hizo en intento a tocarlo siendo rechazado al instante.

No ... Amel lo odia tanto que quizo deshacerse de todo recuerdo y entrego lo único que los unía.

Esa fue su excusa más fuerte.

— Dime —volvio a ver a su padre con los ojos oscuros llenos de tristeza— ¡Dime qué pasó!

El mayor, entrego una carpeta llena de documentos con la adopción de la bebé, ahí estaba la firma de su madre y la de aquella chica, escuchar las palabras de su padre lo llenaban de odio.

¿Cómo se atrevieron a tanto?

Con razón Amel no tenía ni un brillo en sus ojos si le quitaron lo más preciado en su vida, no le había quedado de otra y a él le dolía tanto como le dolió a ella.

Sin dejar terminar a su padre aquel cuento más parecido a pesadilla se alejó con la carpeta en mano y corrió, como un loco suelto corrió.

Maldición!

Cómo se arrepentia en ese momento de largarse de su lado sin preguntar siquiera las razones.

Cómo no se dió cuenta del perfecto regalo que crecía de su amor hacia ella.

Cómo le arruinó la vida de esta manera.

Porque sí, el fue el responsable de tanto, debió ignorar esa noche las ganas de volver a verla, no debió hacer ese compromiso, no debió prometer nada.

O sí, debió quedarse a su lado, debió cumplir sus promesas, debió seguir con la propuesta de matrimonio, debió en definitiva salir de la casa de sus padres e irse con ella.

Tantos caminos, y tomo el peor.

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