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Abril 2023
— Jungkook! —exclamo aquel amigo que no veía desde hace unos años.
Kook miro sonriente y se levantó del sofá dónde la recepcionista le pidió esperar al CEO de aquella empresa.
Esa mañana tenían una junta importante.
Jungkook hace muy poco volvió a Corea desde los Estados Unidos por la muerte de su madre, una emprendedora de primera que forjó su propio destino, claro, a cuestas del renombre de su esposo, un fiscal que ahora se había vuelto un gran diplomático, quien se tiro a la candidatura de ministro representando Busán.
Kook aún con dolor por su perdida saludo a quien conoció desde la secundaria, Cha Eun Woo.
Uno al frente del otro no dudaron en estrechar sus manos y además de expresar su cariño con un fuerte abrazo.
En el velorio de la señora Jeon se volvieron a encontrar, bebieron, recordaron y con las anécdotas memorizadas los regaños que ambos se ganaron por la primogénita, rieron.
Ahora Jeon estaba en su empresa, Cha, se hacía cargo de buscar verdaderos diamantes en bruto, tenía mucho éxito, cada joven que entraba a Hybe, era famoso a nivel mundial.
— Dime amigo mío, ¿que te trae por aquí?
— Negocios —dijo el a lo que su contrario abrió sus ojos con extrañes, asintió ante su propuesta y con la mano le enseño el camino para que llegaran a su oficina.
Eun Woo siempre fue un verdadero prostituto con las mujeres, tenía como serlo pues era joven y atractivo, pero de hace un tiempo ya no coqueteaba ni miraba a ninguna, se volvió quisquilloso y eso Jeon lo noto cuando evadió a unas cuantas señoritas en el camino, sin siquiera mirarlas.
Subieron al elevador, Jungkook miro a su casi hermano de madre diferente con una sonrisa curiosa.
— Ya, pregúntalo —dijo siendo descubierto.
— Conociste a alguien —fue más una confirmación.
— Lo hice, pero ella jamás me ha mirando como yo quiero, es asombrosa, tierna, perfecta, hermosa… —dio un suspiro que casi le arrebata el aliento.
— Es lo mismo que decías de todas.
— Ya sé, pero ella, fue la única que me hizo cambiar mi vida.
— Dime quién es…
— Mi asistente, Melia.
— ¿Melia? … ¿Que clase de nombre es ese? —pregunto casi en burla.
— Así le gusta que le digan, no me preguntes porque… es una chica que guarda muchos secretos, y la tristeza abunda en sus ojos… solo sé, querido amigo, que esa mujer, me robó el corazón.
— Felicidades, es bueno que sientas cabeza.
— Verdad —las puertas se abrieron.
La secretaria estaba sumida en el computador apretando tecla más tecla con rapidez y solo mirando la pantalla, viéndose muy eficiente en ese momento, pero al segundo de subir su vista y ver a su jefe, se volvió otra.
Al levantarse, tiro su tazón de café, manchando todo a su pasó.
— Buenos días Señor —hizo una reverencia.
— ¿Dónde está Melia?
— En la fotocopiadora, dijo que los documentos de ayer tenían errores, por lo que volvió a escribirlos e impresar.
— Ya ves lo que te digo —murmuro a su amigo.
— Ujum —respondio el llevando su dedo pulgar a la ceja y rascando mientras reía del baboso a su lado.
— Limpie eso, señorita Lee.
— Si señor —volvio a reverenciar mientras su jefe se adentraba a la oficina.
Solo en ese momento la chica perdió los nervios y limpio como se le había ordenado.
— Siéntate, Jungkook —mostro un sofá de tres cuerpos al lado del suyo que solo era de uno— ¿Quieres un café?
— No gracias, iré al grano.
— Te escucho.
— Tengo un amigo, canta excelente, es atractivo, buen físico, mucho potencial.
— Si tú lo dices es porque así es… ¿Cuál es el trato?
— Quiero que lo promociones, haré sus canciones, seré… ¿Cómo lo puedo decir?... Cómo su manager.
— ¿Tu, un manager? … Creí que tu madre te heredó su empresa.
— Y también la tomaré, yo me haré cargo de sus contratos, cada decisión debe pasar por mi.
— ¿Y si no acepto?
— Pues —aspiro entre sus dientes sacudiendo su cabeza— levantaré una empresa para reconocer mis propias estrellas, no querrás tenerme como enemigo. —ambos rieron.
— Siempre perdía contigo, Jeon… con una condición.
— ¿Cuál?
— Graba un disco para mí —Kook dejo de sonreir— Tienes una voz increíble, te iría maravilloso.
— No! —dijo seco— Sabes que no volveré a cantar.
— ¿Tiene que ver con esa muchachita? ... Ha pasado cerca de 8 años
— Contrataras a mi amigo ¿o no? —lo miro fijamente, Eun soltó una gota de sudor al ver esa mirada fría nuevamente.
Hace mucho no la veia, desde que su corazón juvenil fue desecho por aquella jovencita que jamás conoció.
La puerta fue tocada repentinamente, para Woo, una salvada de campana.
— Señor Cha —dijo ella solo metiendo su cabeza— Lo siento, no sabía que estaba ocupado.
— ¡Melia! —grito con emoción, Jungkook trago con profundidad y quitó los dolorosos recuerdos que aún quemaban su piel— pasa cariño, ¿Que necesitas?
La muchacha aclaró su garganta, y dió pasos lentos hacia su jefe, intentado no demorarse mucho pues noto a alguien que le acompañaba, no quería ser inoportuna, y solo podía ver la espalda de aquel hombre que estaba contrario a por dónde ella ingresaba.
— Los documentos de ayer estaban mal digitados, partiendo por los datos personales de Namjoon, dirección, y algunos detalles de los anexos —llegó a su lado y mostró el nuevo documento— además, habían dos dígitos de sobra.
— ¿Dos dígitos?
— Dos dígitos, señor, le pagaría mucho más en comparación con un profesional —volvió a murmurar.
Jungkook alzó la mirada hacia su amigo, necesitaba saber que tan perfecta era esa Melia que lo traía tan estúpido que no se dió cuenta de tantos errores anteriores en el trabajo.
Su corazón estallaba, volver a ver a esa chica lo hizo perder la cabeza, se encontraba más hermosa de lo que ya era habitualmente, irradia elegancia y brillos y su estómago se apretó al recordar aquellos antiguos momentos que pasaron juntos.
— Amel —murmuró para sí mismo, provocando la detención de la sonrisa que ella le daba a su propio jefe, sus ojos se movieron de aquí para allá hasta que al fin los direccionó hacia quien le había nombrado.
Rápidamente los ojos de ella se humedecieron, su pecho se elevó desesperadamente, Cha los miraba a ambos intentando comprender, jamás se imaginaría que esa jovencita, es quien había roto el corazón de su mejor amigo.
Jungkook se levantó de aquel sofá que lo acogía tiernamente, el cuerpo de ella fue enderezado por una orden de su cerebro y dió un paso retrocediendo ante el intento de acercamiento.
— Señor Cha —volvió a ver al Ceo— vendré en unos momentos por los documentos —reverencio— lamento importunar —reverencio hacia Jungkook y tambaleante, se retiró de la oficina.
— ¿Se conocen? —preguntó Eun Woo atento a la respuesta del confundido hombre que no despegaba la vista de la puerta.
Sin contestar a su interrogante, y entre largos pasos salió en busca de la muchacha.
Tenía tantas preguntas por hacerle, tantas interrogantes que necesitaban respuestas, quejas, reclamos, y la necesidad absoluta de volver a tenerla entre sus brazos, sentir su calor, su respirar nuevamente, el cálido de sus labios, y porqué no… su cuerpo tibio siendo de su propiedad.
A lo lejos del pasillo la vio entrar con desespero al elevador, corrió con más presuro y justo antes de que ésta se cerrase, Jeon entró a duras penas.
Amel cerró sus ojos lamentando la situación, sus mejillas eran violentamente humedecidas por las lágrimas, sus uñas pellizcaba con brutalidad los nudillos de la mano contraria que ya estaban algo dañados y aquel vulnerable cuerpo lo llamó en un grito silenciosamente desesperado.
Sin importar qué, Kook se aferró a ella, llevo su nariz a su cabeza y aspiró sigilosamente, su aroma no había cambiado durante todo este tiempo.
Una presión sintió en su pecho, las manos de la chica intentaban alejarlo, la apretó más, ella, más forcejeo aún.
— Ya! —dijo con fuerza y lo empujó.
Las miradas se encontraron dolientes, Amel con insistencia apretó el botón para que las puertas se abrieran, hasta que lo consiguió.
— Amel —nombró dolido.
— Señorita Gong, Pamela, o incluso Melia, Amel ya no existe —declaró alejándose de aquel.
Un fuego profuso se instaló en el pecho de ambos, la historia, se volvía a repetir, lo abandonaba con un corazón desecho.
Nueva historia bellas, espero les guste.
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