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015.

Estuve mucho rato sentada allí.

Mí cerebro me decía que buscara las armas y matara a Jeff, o que simplemente me dirigiera a la puerta y huyera.

Pero... No quería hacerlo. Quería quedarme, quería acompañarlo y que no se sintiera sólo, o simplemente quería volarme los cesos por ser tan tonta. Él no necesitaba de nadie.

Me paré y me dirigí a la puerta, ya no podía perder más tiempo.

Como me lo esperaba, estaba cerrada con llave.

Tuve una idea que tal vez me costaría la vida, pero ¿qué otra opción tenía?

Subí a la segunda planta y entré a la habitación donde había estado cautiva hace tan sólo unas horas. Entré y vi a Jeff sentado en el borde de la ventana, dándome la espalda. No sé como rayos había abierto la ventana, pero sí no lograba salir por la puerta principal, ya tendría otro modo de huir.

—Hey...

Él volteó y dijo:

—¿Ahora qué quieres?— Su rudeza me resultaba amarga, aunque ¿qué más esperaba?

—Quiero irme.

—Ya te he dicho que no. ¿Cuál es tú ansia por salir? Nisiquiera tienes a donde ir.

—¿Por qué simplemente no me dejas ir? ¿Cuál es tú maldito problema?

Él se bajó del borde y se puso enfrente mío.

—Te diré ésto solo una vez, solo para que dejes de molestarme... Me sorprendiste. Usualmente las personas con las que suelo toparme, no sobreviven para relatar nuestro encuentro. En cambio tú, sobreviviste dos veces, y eso me causa aún más ganas de asesinarte a sangre fría como a todos... Pero no lo haré. Por lo menos no por ahora, ¿por qué? Porque por primera vez quiero ver que se siente ser el bueno de la historia. Quiero saber a donde me llevará todo ésto.— Buscó mis ojos y se río al ver que me daban escalofríos. ¿El bueno de la historia? Eso era imposible. Él no podía serlo; en cambio, siempre sería el chico malo, el que llevaba sangre de miles de personas en sus manos, y nadie podría cambiar eso.

—¿Sí entiendes qué eso es una completa locura?— Cuestioné mirándolo.

—¿Qué más esperabas de un asesino?— Dijo riéndose.

Menudo enrollo en el que me había metido.

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