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◈O3◈

Cuando salio del su pequeño mundo para afrontar la realidad, nunca espero que fuese tan fría. Le toco conocer a una pareja, completamente disfuncional, que aun así, concebieron el fruto de su forzado amor.

Fuera de su burbuja, de su mundo, ella entendía que tenía que seguir las cosas de la manera que se manejaban ahí. Cambio el "Señor Kcalb" por "Señor Diablo", se mantuvo calmada e intentó procesar su alrededor. Eso definitivamente no era algo que esperaba fuese a ocurrir en su día. Esperaba jugar con sus amigos, leer cuentos mientras comía galletas junto al hombre que llego a ser su amigo.

Sin embargo, sus planes serían estropeados por la repentina visita de Kcalb, esta siendo mas temprano que de costumbre. Frente a su puerta se encontraba el diablo, nuevamente sin bandeja en manos y con aquella capa que no frecuentaba usar al momento de sus visitas.

—Necesito que me acompañes. – Menciono, dejando a Silhouette algo perdida. ¿A que se debe esto? ¿Abra ocurrido algo afuera nuevamente?

"Parece serio..." pensó fugazmente para finalmente responder.

— ¿Está... seguro de eso? – el diablo asintió. — Entiendo. – musitó, inseguridad reflejada en su voz.

Cerrando el libro que estaba leyendo y dejándolo de lado se levanto de su lugar, arreglo su vestido al momento en que estuvo de pie. Se dirigió donde su visitante y por primera vez observo fuera de la puerta; Las paredes eran blancas. El mayor se agacho a su altura.

—No te pido que lo entiendas, – Hablo obteniendo la atención de la niña, dudo por un momento organizando sus ideas. — Pero por favor, pase lo que pase ahí afuera, no dejes de ser quien eres. – Silhouette asintió y Kcalb solo se limito a suspirar, para después ofrecer su mano a la pequeña. Silhouette intentó sonreír para él, aceptando el gesto sin pensarlo mucho.

Al salir al pasillo, Silhouette sintió una ola de ansiedad sobre ella. Se sentía tanto emocionada, como aterrada. Aunque bueno, simplemente no sabia como sentirse al respecto. Viajaron de pasillo en pasillo. Recibiendo la atención y las miradas de los pocos subordinados que se llegaban a encontrar durante el pequeño trayecto hacia su destino. Ella entendía que era el centro de atención.

Intento ignorarlo, tratando de enfocarse en aquella nueva experiencia. Sintió curiosidad por sus alrededores. Paredes y piedras blancas, muebles y piedras negras, pero ni un solo tono gris. Sentía que los colores se habían invertido, todo era distinto a comparación de su pequeño cuarto.

Siguió en silencio al diablo, restándole importancia a su alrededor y solo enfocándose en seguir el ritmo mayor. Está sostenía su mano, en un intento de calmar su nerviosismo, Silhouette de vez en cuando siempre que se encontraba con ya sea ángel o demonio ella solía dar un leve apretón, pequeña señal que tomaba Kcalb para notar su incomodidad y acelerar su paso.

Sus firmes pasos demostraban autoridad, y a pesar de que el no actuase del todo como tal cuando le visitaba, ella entendía el porque debía de ser así ante los demás.

Aun así, el mundo fuera de sus cuatro paredes era bizarro para ella.

No se sentía lista, pero debido aun cambio de planes las cosas se tornaron y ella fue obligada a salir de su refugio.

Ella sabia que no era su intención, Silhouette entendía que Kcalb hacia su mejor esfuerzo para hacerla sentir cómoda y feliz. No le presionaba y le daba su tiempo. Pero necesitaba ver la gravedad de la situación.

Antes de darse cuenta, el diablo detuvo su andar. Soltando su mano Silhouette volvio en sí, saliendo de sus pensamientos y enfocándose en lo ocurrente.

Una bella mujer se presento ante ella. De largo cabello negro y corona de diamantes blancos, que también vestía unas finas prendas de blanco y gris decoradas de diamantes. Una hermosa mujer sin duda, sin embargo no importaba que tan bella fuese, lo que mas le cautivo fue su afilada mirada y expresión dura. Por mas sorprendida que pareciera, Silhouette no sabia como sentirse por dentro.

Sin embargo, era obvio quien era. Solo se necesita pensar un poco mas a fondo. Se supone que el señor Kcalb, el diablo, es la contraparte del dios de este mundo.

"Etihw."

Cabello blanco, cabello negro. Ropas negras, ropas blancas. Ojos blancos, ojos negros. La apariencia hablaba por si sola.

— Mucho gusto, mi señora. – Habló, tomando los bordes de su falda y cruzando sus piernas, Silhouette se inclino ante ella. — Es un honor poder verle en persona. – Añadió, inclinando su cabeza, estaba haciendo su mejor esfuerzo para ser respetuosa.

— ¿Cual es tu nombre, jóven niña? – Cuestionó. Silhouette se enderezó, alzando su cabeza para poder ver a la deidad quien observaba desde arriba sobre lo que parecía escombros del castillo.

— Silhouette. – Respondió de igual manera. La deidad forzó el impulso de torcer sus lábios, ignorando el sentimiento agridulce.

— Silhouette. – Repitió, — Lindo nombre. – Mencionó finalizado la conversación. Silhouette sintió decepción al ver como la deidad se alejaba, desaparecido de su campo de vista.

Era la segunda vez que hablaba con alguien en su vida. No deseaba que fuese tan corto ese período.

Sintiendo su boca seca, Silhouette volteó en dirección a su acompañante. El diablo se había mantenido callado en toda la conversación, incluso al punto de retroceder a mitad de esta.

Volteando su cabeza para poder observar al diablo de negro, esta noto el disgusto en su rostro. Silhouette pudo notar la mirada ácida que este le dedicaba a la ahora distante mujer de blanco.

Aquella mujer desprendía elegancia y autoridad. Se podía notar que ella era alguien fría y distante, como si su sola palabra fuese absoluta. Aquella mujer era Dios, la contraparte del Diablo y también su aparente progenitora.

En el fondo, Silhouette deseo poder haberle conocido mejor.

El diablo toco su hombro de manera amable, sacándola de sus pensamientos. Una nueva pregunta se formulo en su cabeza. ¿Como es que alguien que tiene sentimientos ácidos presentes puede ignorarlos para dirigirle calidez hacia su persona? ¿Como puedes cambiar tan repentinamente de emociones? Ella se preguntaba, observando los intensos orbes blancos del contrario.

— Vamos a casa. – Hablo con un tono suave, Silhouette asintió.

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