5- "Bolígrafo"
——Narra Walter——
Lunes, 3:56pm
—La danza contemporánea surge como una reacción a las formas clásicas y como una necesidad de expresarse libremente con el cuerpo —explica la profesora, introduciéndonos a la asignatura —. Es una clase de danza en la que se busca expresar, a través del bailarín, una idea, un sentimiento, una emoción.
Por cada palabra que pronunciaba me enamoraba más de este estilo de danza, es prácticamente todo lo que busco; libertad de expresión.
Tomé apuntes de lo que consideré importante.
—Hey, pssst —siento un susurro a mi derecha. Odio que me interrumpan cuando estoy concentrado, así que con algo de fastidio me volteo y vi a una chica, era de cabello castaño muy corto y ojos del mismo color. —. Préstame un lápiz.
Asiento ante su propuesta y busco en mi estuche un bolígrafo, sonríe.
—Señorita Feralt, señorito O'Castell. ¿Acaso tienen algo más interesante que nuestra clase para compartir con el resto del salón?
—No — dice la chica en alta voz —. Solo le pedí prestado este bolígrafo.
—Soldado que va a la guerra sin fusil muere —le regaña la profesora y sigue hablando sobre la danza.
Atiendo a la clase y algo pica en mi cabeza. Un papelito doblado cae en mi mesa, me limité a abrirlo y leerlo, decía: cómo te llamas?
Miro hacia mi lado y la chica me observa sonriendo pícaramente, ¿es de ella?
Le respondí escribiendo: Soy Walter, ¿y tú?
Responde: SOY LA LEY. Me fijo que al final del papelito había un número de teléfono... ¿es el de ella?
Termina la clase y después de recoger mis cosas busco a la chica de los papelitos, ella tiene mi bolígrafo. No la encuentro, ya se habrá marchado, qué importa.
Salgo de la academia y voy al estacionamiento. Monté mi auto negro y voy en dirección a mi nueva casa. En un momento el semáforo se pone en rojo y me pica la curiosidad del número de teléfono. Abro mi mochila que estaba en el asiento de copiloto y saco el papelito, entonces el semáforo se cambia a verde y sigue conduciendo.
Llego a la casa, es bastante sencilla en comparación a mi verdadero hogar. Estaciono mi auto en el garaje. Es pequeña, lo suficiente para un chico soltero.
Tomo una ducha y me tumbo en la cama con el celular en las manos. Ya había agregado el número de teléfono y no me decido si hablarle o no por WhatsApp. El perfil se llama Perfecta Imperfección, no tiene foto.
Vi que estaba en línea y finalmente le escribo:
Walter:
Hola.
5:24pm
Entregado
Espero unos segundos a que respondiera.
Número desconocido:
Hola, en serio me escribiste!
5:27pm
Walter:
Eres la chica de los papelitos, ¿no? Pues, mañana me devuelves mi bolígrafo
5:27pm
Visto
Número desconocido:
Puede ser que si, puede ser que no. Y si no soy una chica? Y si no lo quiero devolver??
5:27pm
Walter:
¿Por qué no lo devolverías?
5:28pm
Visto
Número desconocido:
Porque entonces no tendría ninguna otra excusa para escribirte XD
5:28pm
Al momento eliminó el mensaje y escribió otro.
Número desconocido:
Era bromeando, mañana te lo devuelvo, Walter White.
5:29pm
Su referencia a Breaking Bad me hace sonreír, es mi serie favorita.
Walter:
Cómo te llamas?
5:29pm
Visto
Número desconocido:
Andrea.
5:30pm
——Narra Alya——
Martes, 8:14am
—Leonardo da Vinci, Pablo Picasso, Miguel Ángel, Raffaello Zancio, ...
—Me vas a atrofiar las neuronas —se queja Edgar mientras desayunamos y yo repaso en alta voz nombres de pintores del renacimiento. Él había dormido en el sofá mientras yo en la habitación.
—Lo siento, pero tengo que repasar —respondo tajante —. Donato Bramante, Sandro Botticelli, Fra Angélico, Paolo Ucello.
—¿Para qué repasar? —dice tomando de su taza de leche. Sí, el había traído comida de la cafetería —. Es apenas el segundo día, aún no hay exámenes.
—Pero hacen pruebas a los becados —le respondo guardando mi cel en la mochila y me levanto a fregar mi plato.
—¿Eres becada? —lo pregunta como si fuera la cosa más rara del mundo.
—Si —respondo ¿Tiene algún problema?
—Eso es poco común. Que suerte tienes.
¿Suerte? Se llama esfuerzo.
Una vez termino de prepararme, camino a la academia junto a mi compañero. Él rompe el hielo.
—¿Viste? La academia anda en una onda de luto.
—¿Uh? —me confundo.
—Como dijeron ayer en el discurso que no se quién, que parecía ser hijo de ricos, se había suicidado —no recuerdo absolutamente nada, ¿pero como lo iba a recordar? Si había llegado tarde a esa ceremonia —. Anda en campaña "anti-suicidio" —sigo sin caer, frunciendo el ceño—, ¡vamos! Si hay ramitos negros por todas partes, parece cementerio.
Caigo en cuenta. Era cierto que hay arreglos florares y decoraciones oscuras, también me llega el detalle de que todos los profesores vestían de negro.
Sin contar el uniforme escolar; es de chaqueta gris oscura, la falda o pantalón —que el alumno sin importar su género decide qué usar cuando quiera— y la corbata eran de color distinto dependiendo la manifestación. Los míos son verdes pastel; los de Edgar azules, que es el color del edificio de música. Así nos identifican.
La directora general, que es bajita y rellenita con el cabello canoso, está en la entrada con unos alumnos más de distintas manifestaciones. Al verme me llama y camino hacia ella.
—Bien, ya están todos. Ahora iremos al edificio principal a hacerles pruebas de aptitud. Ustedes serán becados, pero aún así debemos comprobar sus habilidades en vivo y en varias pruebas —dice y me siento algo confiada al haber estudiado.
—¿Y si alguno de nosotros desaprueba? —pregunta una chica que lleva el uniforme morado; teatro.
—Pierden la beca y esta será dada a la segunda persona mejor que haya aplicado después de ustedes —responde la directora.
Entonces toda mi confianza se va al infierno y los nervios se adueñan de mi ser. ¿Y si se me olvida todo? ¿Y si fallo? ¿Y si no estoy al nivel de la escuela? ¿Y si me voy sin recibir tan siquiera una sola clase?
¿Y si tengo que volver al ajedrez?
—¿Estás bien? Te veo pálida. —me pregunta la señora mirándome preocupada.
—Si —respondo asintiendo.
No. Definitivamente ni aunque tuviera que sobrevivir sacando comida de la basura volvería a mi casa.
Nos adentramos todos en un salón donde nos harían la primera prueba: conocimientos históricos básicos de la manifestación correspondiente a cada uno.
Al ver la hoja con cinco preguntas no pude evitar inhalar y exhalar varias veces lentamente para tranquilizarme.
Escribo mi nombre, bueno, mi nombre falso: Esperanza Gallardo.
Bien, punto asegurado.
Después leí la primera pregunta y al reconocerla me alivio. Tal vez no sería tan complicado y aprobaría. Tal vez sí tenía una pequeña pizca de esperanza en cumplir mis sueños.
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