
23- "Segundos"
2004, Madrid, España.
A Astra no le cabía la emoción, sería su primer día en la escuela, empezaría a asistir a la secundaria después de haber cursado primaria en la casa.
Tenía su cabello por los hombros, lo había planchado y recogido en una pequeña coleta, alistó bien su larga falda y se montó en el carro de su padre para que este le llevara a la escuela.
— Recuerda que...
— El estudio ante todo. — Completó Astra sin dejar a su padre terminar la frase. Él iba conduciendo mientras Astra se había sentado detrás.
— Estoy tan orgulloso de ti, mi amor. — Dijo él mirándole por el espejo. — Tomaste las pastillas, ¿verdad?
— Si. — Respondió Astra volcando los ojos, aún le molestaba tomarla pero sabía que era necesario, ya tenía doce años y comprendía que perfectamente lo que no estaba bien en su persona, aún sin entender el por qué de la causa porque sus recuerdos de antes del orfanato eran borrosos y escasos.
Pero Astra sabía las cosas malas que había hecho, recordaba perfectamente cómo perdió unas cuantas veces el control cuando llegó por primera vez a su casa, el daño que le causó a sus padres, recordaba bien cómo había hecho canibalismo, y cada vez que su locura terminaba en alguna de aquellas acciones, solo lloraba, lloraba y se reprendía porque sabía que estaba mal y no quería hacer esas cosas, solo que por momentos era como si alguien más entrara en su piel, como si un demonio le poseyera, pero no era más que la defensa de su propio cuerpo, Astra no sabía esto, Astra pensaba que estaba demente.
Pero gracias a las asquerosas pastillas se controlaba y no hacía cosas raras. Las pastillas se llamaban Kir, que nombre más raro.
— Buena suerte. — El padre le besó la frente y Astra sonrió para adentrarse en la escuela, era espaciosa y le encantaba, pero no pudo evitar sentir nervios al ver a tantas personas a su alrededor, algunos de su edad y otros mucho más altos e intimidantes.
<<Secundaria, aquí voy.>> pensó.
Entró a su correspondiente salón de clases escogiendo un asiento aleatorio adelante, después de las presentaciones, comenzó la primera clase, que era de historia.
— Marina Ocaso fue una reconocida pirata del siglo catorce, como deben de saber es reconocida por su historia trágica de amor con el terrateniente que ocultaba su identidad de capitán, Erick Smith, además de haber sido un ejemplo de feminismo en la época... — Comenzó al profesora de historia. Astra reconoció rápidamente a la pirata porque amaba leer el clásico de literatura "Cosas del mar". — y haber fundado el principal puerto de la isla Ayralia, también condujo el galeón Ocaso que hoy en día se encuentra en el museo de historia antigua...
Llegó un momento en el que Astra se comenzó a aburrir y a crear dibujos y garabatos en su cuaderno. Miró a su izquierda para explorar el salón de clases y su mirada se cruzó con la de un chico de ojos azules intensos que le hicieron sonrojarse rápidamente.
<<¡Que guapo!¡Y estaba mirándome!>> Astra no conocía el sentimiento de enamorarse, pero le ansiaba construir su propia historia emocionante de amor al igual que su ídolo Marina Ocaso.
Tal vez ese chico sería su historia de amor. O tal vez no.
Por ese momento, Astra olvidó sus problemas y pensó que podría enamorarse.
Olvidó que a veces era un demonio y otras veces un ángel.
Y también olvidó que ni siquiera sabía quién era.
Quería empezar de cero.
Astra era tan inocente.
——Narra Alya——
— ¿Ah?, ¿a qué te refieres exactamente con eso? — Que estúpida pregunta. Podía estar algo tomada, pero no inconsciente, y no permitiría que León se metiera entre mis piernas por una borrachera. No me parecía apropiado.
— A limpiar la cama. — Respondió con sarcasmo. — Vamos, ¿a qué crees que me refiero?
— No me acostaré contigo. — Dije y me levanté de la cama para caminar hacia la puerta, sentí que él se había levantado también y me agarró de la cintura por detrás.
— No huirás de mi Cleopatra. — Susurró en mi oreja haciéndome estremecer. Estaba demasiado nerviosa, este chico me ponía nerviosa.
— P-pues... — Tartamudeé sintiéndome patética. Me volteó y seguí su mirada que se dirigía a mis labios, su rostro se acercó en un impulso brusco pero logré girar mi cara a tiempo provocando que me besara en la mejilla. — No.
Él soltó una pequeña risa ronca que me hizo estremecer, ¿cómo podía lucir tan sensual estando ebrio? Sus ojos volvieron a encontrar los míos y se mordió un labio, no pude evitar seguir el movimiento con la vista pareciéndome apetecible esa zona. Con una mano se soltó la pequeña coleta que traía atada, dejando caer su cabello negro despeinado y noté que tenía una especie de flequillo que caía hacia su lado izquierdo alrededor de su masculina cara.
Hundió su rostro en un lado de mi cuello poniéndome la piel de gallina. Sentí como olfateó con descaro: — Hueles muy bien.
Su cabello acariciaba mi rostro. Levantó suavemente su cabeza y miró mis labios, poniendo una mano en mi cintura. Esto era demasiado para mi. Acarició con su otra mano mi mejilla y observé sus labios, tan carnosos, lucían tan húmedos y suaves. Su aliento olía a alcohol mezclado con menta. Sentí un cosquilleo en mi estómago y mis mejillas prenderse.
— ¿Ahora si puedo besarte? — Preguntó y fruncí el ceño, él, divertido, negó con la cabeza y continuó. — Soy una mierda para cursilerías, así que si eres del tipo de chicas a las que hay que regalarle un peluche y bombones para besarlas pues no soy el indicado, — Soltó con una sonrisa ladina en los labios que terminaba en hoyuelos marcados en sus mejillas. — pero si eres del tipo que se inclinan por la pasión y deseo no se a que estás esperando.
Seguí con atención el movimiento de sus labios al pronunciar cada palabra. Me sentí caliente... sexy. Efectos del alcohol, ¿no? En ese momento lo único que quise fue besarlo sin control, llevaba tiempo sin hacerlo.
— Tal vez te estaba esperando a ti. — Dije para atraparlo en mis labios. Fue un beso corto y suave, solo un pico en el que me alejé con una sonrisa boba. Él sonrió leve y me pareció lo más sexy del planeta.
Me agarró con ambas manos de la cintura para presionarme contra él y esta vez besarme de una manera desesperada, salvaje. No tardé en sentir su lengua causándome un hormigueo en mi estómago, le correspondí.
En un brinco envolví mis piernas alrededor de sus caderas y me sujetó contra la puerta agarrándole desde los muslos. Llevé mis manos alrededor de su cuello para envolver mis dedos entre su sedoso cabello.
Me separé para respirar un segundo, pero volvió a besarme otra vez y no me negué. Entre jadeos comencé a sentir un bulto entre mis piernas, él se estaba calentando, y yo ya lo estaba.
Entonces sentí algo, o mejor dicho, a alguien.
A través de la puerta oí una voz conocida, se iba acercando y supe que venía en dirección a esta habitación, así que me separé de sus labios y dije: — Creo que viene alguien.
Él negó con la cabeza y volvió a acercarse a mis labios pero giré mi rostro para intentar volver a apoyar mis piernas en el suelo.¡Pero en ese mismo momento la puerta se abrió haciéndome caer encima de alguien hacia detrás con León sobre mi!
¿¡Esto es en serio!?
La caída no dolió porque un cuerpo grande la amortiguó. Sentí un quejido de dolor al apoyarme en mi codo clavándolo en aquella persona que acababa de aplastar mientras León se intentaba levantar de encima de mí.
Noté que debajo de la persona que había aplastado, había alguien más de cabello rubio. Okay, casual. Éramos una torre humana.
Nos carcajeamos haciendo un esfuerzo por salir del suelo. Esto había sido demasiado coincidente y torpe.
León se levantó dejando de aplastarme, luego yo, después la persona que aplasté y por último la otra persona que aplastó el que aplasté. Trabalenguas nivel Dios.
— Ja ja. Lo sentimos... — Dijo el chico entre risas que hace segundos había estado debajo mío y reconocí la voz al instante, no necesité que se quitara las gafas oscuras que traía puestas para saber de quien se trataba. Al parecer él también me conoció porque hizo una "O" con la boca para exclamarme en un apretado abrazo: — ¡Vampira!
— ¡Que se dice vampiresa! — Me quejé riendo y correspondiendo al abrazo.
Tanto tiempo sin verlo personalmente, después de casi dos meses conformándonos con mensajes y videollamadas, volví a ver a mi mejor amigo, al chico que ocasionó que mi vida diera este giro tan drástico tanto positivo como negativo. A pesar de los percances no me arrepiento de haber huído del infierno, porque aprendí a vivir.
— Ejem. — León se aclaró la garganta y me separé del abrazo algo avergonzado, debía de sentirse incómodo. Él le extendió la mano a Dante con una sonrisa. — Un placer...
— Dante. — Le respondió mi amigo tomando su mano y quitándose las gafas negras. Me permití observarlo. Se había descuidado un poco, su cabello estaba ahora un poco más corto pero se notaba que llevaba tiempo sin afeitarse la ligera barba que sobresalía, traía ojeras enormes y sus ojos no tenían tanto brillo como de costumbre. Lucía más... maduro. Porque Dante siempre fue ese tipo de personas que no aguantaba tres segundos sin hacer un chiste pésimo o usar sarcasmo, ahora lucía ese tipo de persona que odia los chistes y a los payasos. — ¿Y tú eres?
— León. León Pirez. — Respondió y el rostro de Dante se contorsionó un poco. ¿Se conocen? No creo.
— Yo soy Sabrina. — Se presentó la rubia arreglando su pantalón negro que aún debía de estar desaliñado por la torpe caída, sobretodo al ser la última de la montaña. Tenía una coleta rubia y su cabello peinado de manera impecable sin ningún mechón fuera. Su expresión era molesta, me miraba con desprecio y admití que me intimidó un poco.
Entonces noté que ambos venían vestidos iguales; esmoquin negro con pantalón y gafas oscuras, hasta guantes, parecían espías. A los mejor habían venido combinados por la fiesta de Halloween.
— Aly. — Me llamó Dante. — Necesito hablar contigo... a solas. — Dijo mirando a los otros chicos dejando en claro de que nadie más podía escuchar la conversación.
— Ahora vengo. — Me dirigí a León antes de seguir a Dante entre las luces que llegaban a esta que era la segunda planta de la discoteca, aún se sentía la música retumbar. Miré por encima de mi hombro alejándome, León sacó un cigarrillo de su pantalón para prenderlo y llevárselo a la boca recostado a la puerta, pobre, con lo bien que la estábamos pasando.
Por otro lado, Sabrina, estaba cruzada de brazos mirándome con odio, ¿celos? Tal vez, vino con Dante así que a lo mejor es su pareja.
Su pareja.
Mi estómago se revolvió y recordé que en algún momento llegué a tener un crush con el chico al que estaba siguiendo ahora mismo. Era muy esperado, ¿no? Al fin y al cabo él cambió mi vida para bien. Pero no podía ser hipócrita, prácticamente hace unos minutos estaba besándome con otro chico el cual ni siquiera es nada mío.
— Alya, escúchame. — Me advirtió Dante, con una expresión preocupada en la cara estando juntos en la entrada del baño. — ¿Desde hace cuanto conoces que León Pirez?
¿Qué te importa?
— ¿Uh? ¿Lo conoces?
— Respóndeme.
— Respóndeme tú. — Impuse. ¿Estaba celoso? Mi parte hormonal me hizo imaginarme que Dante tal vez llegó a sentir algo por mi, pero no puede ser así si vino con pareja. Esto era tan confuso. ¿Y cómo lo conocería si León no a él? Recordando la manera en que frunció el ceño al apretarle la mano... — ¿Se conocen?
— Alya, es importante. — Soltó él poniendo sus manos en mis hombros. — Es peligroso, aléjate de él.
Negué con la cabeza apartando con algo de brusquedad sus manos encima de mi. Me crucé de brazos y alcé la barbilla demostrándole que él no me mandaba.
— ¿Cómo puedes afirmar eso? — Le pregunté en un intento de alzar mi ceja pero creo que se me contorsionó el rostro.
— ¿Confías en mi?
— Si, pero...
— Solo hazme caso, aléjate de él es peligroso. Ahora vámonos de aquí, te tengo que sacar de este lugar. — Dijo rápidamente para agarrarme de un brazo y llevarme a donde habíamos dejado a la rubia y León.
— ¿Qué? ¡No! — Me resistí retrocediendo, no me iba a sacar de la fiesta, ¿qué le pasaba? ¡Él no mandaba en mi vida!
— ¡Alya que te tengo que sacar de aquí! — Gritó sorprendiéndome y abrí los ojos como platos, él entrecerró los ojos y pareció recordar algo porque llevó sus manos a su cabeza. — ¡Ah! — Se jaló los pelos. — Por favor, dime que no estás involucrada en el efecto tiempo. — ¿Quééé? ¿Cómo él sabe de eso? Solo me quedé con los ojos bien abiertos mirándolo fijamente sin saber que responder, mi mente se quedó en blanco y tragué en seco. Él al parecer tomó mi silencio como un sí. —Demonios, ¡demonios! Te tengo que sacar de aquí maldición.
Volvió a agarrarme de brazo con algo más de brusquedad y esta vez no me resistí, quería respuestas.
— ¿Qué conoces del efecto tiempo? ¡¿Por qué nos tenemos que ir?! — Demandé gritando para que me escuchara a través de la música que cada vez la sentíamos más potente.
— ¡Los monstruos ya están aquí y vienen por O'Castell! ¡Ya nos hemos esparcido para evitarlo pero te tengo que sacar de aquí!
— ¿¡Eh!? ¿De qué demonios estás hablando? ¡¿Vienen a por Walter?! — Grité sin control alguno. Walter si más recordaba se apellidaba O'Castell. Entonces vino la alarma a mi mente recordándome que todas las muertes de la academia habían sido de hijos de empresario. ¡Oh Dios mío! ¡Walter no!
Ante mi respuesta Dante se paró y se volteó lentamente hacia mi con los ojos bien abiertos y me preguntó en casi un susurro que no pude percibir bien:
— ¿Conoces a O'Castell?
— ¡Es mi amigo! — Exclamé, dejándole bien claro que no lo iba a abandonar.
Unos incómodos segundos de silencios y miradas intensas entre nosotros pasaron, él cada vez frunciendo más el ceño y negando suavemente con el rostro.
— Demonios, estás metida en tantos líos, ¡si te encuentran te matan! — Volvió a llevarse una mano a la cabeza y a caminar de un lado hacia el otro mirando al suelo. Estaba estresado. ¡Y más estresada me puse yo al oírle decir que me matarían!
Entonces... ¿sería posible que Dante formara parte de los enmascarados? ¿O estaba en contra de ellos?
— El Mandato, El Mandato no debe de conocerte, su objetivo por ahora es O'Castell, una amiga de él no debe de ser importante. — Dijo él con intentando convencerse a sí mismo de que todo estaría bien.
Recordé el día en que los enmascarados nos secuestraron a Edgar y a mi, el jefe de ellos respondía a ese apodo. Dios mío, si me conocía. Preferí no decirle nada a Dante para no empeorar las cosas y seguirlo entre las luces.
Sentí un grito de una voz familiar y al llevar la vista al frente me encontré con un Walter muy enojado, desmaquillado, gritando a la rubia que había venido con Dante. Me confundí al verla a ella llorando y a Rosi intentando calmarlo mientras León observaba la escena de lo más tranquilo.
Dante corrió, seguramente molesto de que le molestaran a la chica. ¿Pero por qué Walter le reclamaba?
— ¡Maldita sea Sabrina! ¿¡Por qué vuelves con él si sabes que es un mujeriego de mierda!? ¡¡¡Siempre crees sus falsas promesas!!! — Gritó con desespero Walter caminando de un lado a otro por el estrecho pasillo. Se notaba ebrio. Encontré mi mirada con la de León que estaba recostado en la puerta de la habitación, al notarme se encogió de hombros indiferente.
— Y-yo lo a-amo. — Soltó entre balbuceos Sabrina y no supe si se estaban refiriendo a Dante o no. Estaba ahogada en un profundo llanto que me llegó.
— ¡Ah! ¡Qué lindo! ¿¡Pero sabes que!? ¡¡¡Él solo te quiere como juguete sexual!!! — Exclamó Walter agarrándola pro los hombros para sacudirla.
— ¡Suéltala pendejo de mierda! — Esta vez quien gritó fue Dante, que me hizo dar un brinco tomándome desprevenida. Él se acercó a Walter y lo miró desafiante, eran de la misma estatura. — Lo que Sabrina y yo tengamos no es asunto tuyo.
Y eso bastó para que Walter explotara y le propinara un fuerte puñetazo en la cara a Dante que lo hizo retroceder, después todo pasó muy rápido. Dante se sujetó el tabique, parecía que le había dolido, y después golpeó fuerte en la mejilla a Walter, pero este no retrocedió y fue a golpearlo otra vez, León corrió para intervenir pero Dante sacó algo que no me esperaba.
Una pistola.
Lo apuntó y Walter quedó mirándolo con los ojos rabiosos. Estaban a unos dos pasos de distancia pero sabía que la bala iría justo a su cabeza.
— Vuelves a tratar así a Sabrina y no dudaré en volarte la cabeza. — Soltó amenazante el castaño. Walter apretó sus puños a ambos lados de sus caderas con la mirada enfurecida.
León se apartó, quedó parado al lado mío con los ojos bien abiertos. Decidí decir algo para que se calmaran pero Rosario habló primero desviando mi
vista hacia ella:
— No, cariño. — Pronunció la mexicana con su marcado acento sacando una pistola que apuntaba a Dante, ella estaba detrás de Walter. — Si te atreves a presionar ese gatillo esparciré tus sesos por todo el suelo.
¡¿De dónde demonios sacaron esas pistolas?! ¡Es ilegal tenerlas!
Ninguno de los tres en escena se movió, no bajaron las pistolas aumentando la tensión y Walter seguía paralizado en medio. Quise decir algo para calmar el ambiente pero Sabrina quien ya había cesado de llorar se adelantó:
— Dante, vinimos a protegerlo, no a matarlo. Él está ebrio, no cometas una locura. — ¡Todas me dejaban con la palabra en la boca!
Dante bufó, pero finalmente bajó el arma, acto seguido Rosi también lo hizo y suspiré de alivio soltando todo el aire en mis pulmones.
— Esto estuvo mejor que la Rosa de Guadalupe. — Sentí un susurro a mi lado y me encontré con León sonriendo de manera cínica. — Creo que se me subió el espíritu santo.
— Cállate. — Ordené en otro susurro, a ver si no empeoraba las cosas. Aunque en cierto punto me había dando gracia ya que me recordó a Edgar.
Dante de repente me tomó de la mano jalándome y protesté pero me dejé llevar, quería averiguar más del efecto tiempo, Sabrina nos siguió dejando atrás a los demás que nos miraban confundidos, pero asentí y les di una mirada sonriente para que comprendieran que todo estaba bien.
Aún seguía impactada, ¿vinieron a proteger a Walter? ¡Lo van a matar! ¡¡¡Viene a por Walter y lo van a matar y dirán que es un suicidio!!! ¿¡Por qué Rosario tenía pistola a igual que Dante!? Esto es demasiado confuso, demasiadas cosas en una noche.
¿Qué hora era? Seguramente de madrugada.
— ¿Qué harás con ella? — Le preguntó Sabrina mirándome con desprecio al igual que antes. ¡Oh mierda! ¿Me quiere matar? Me puse fría y palidecí, pero no hablé por si acaso, confiaba en que Dante me protegería.
— Sabri, ella es muy importante para mí. La tengo que sacar de aquí, después volveré. — Le respondió Dante soltando el agarre de nuestras manos. Sentí que me ruborizaba y repetí mentalmente esas palabras ella es muy importante para mi.
Entonces noté a Sabrina tensarse, apretó su mandíbula y sentía repetidamente el sonido de sus tacones al impactar el suelo a paso rápido detrás de nosotros. Salimos de la discoteca y con Dante nos dirigimos a un auto negro muy elegante. Entonces él me abrió la puerta para entrar, lo hice en el asiento de copiloto. Él dió la vuelta al carro para sentarse a manejar y pensé que la rubia vendría con nosotros, pero se quedó parada desde fuera y gritó antes de que Dante entrara.
— ¿¡Me vas a dejar sola!? ¡Sabes que no puedo hacerlo sola! ¡¿Su insignificante vida es más importante que tú líder?!
— Si. — Respondió él para meterse en el auto y encender el motor. — Tú te las puedes arreglar por tu cuenta.
Sabrina gritó con rabia e hizo una fuerte pisada en el suelo haciendo ruido, miré por la ventanilla para ver por qué había vuelto a gritar y precisamente se le había roto el tacón con el golpe.
Ridícula perra creída, te lo mereces.
Me sentí tan especial en ese momento. No pude evitar esbozar una sonrisa victoriosa en mis labios: Soy importante para Dante. ¡Ay! ¡Qué hermoso!
Pero regresando a lo importante... necesitaba investigar sobre ese tal efecto tiempo y sobre lo que le pasaría a Walter. Comprendí la vestimenta de Dante y Sabrina, a lo mejor si eran espías si venían a proteger al hijo de empresarios. Pero ¿por qué matarían a Walter?
— Dime que demonios es el efecto tiempo. — Solté de repente. Con Dante existía confianza, quería ir al grano sin relleno ni trivialidades.
— Te lo explicaré, porque confío en ti, y confío en que no revelarás nada cuando entiendas que tú vida corre peligro si te involucras. — Me respondió él sin despegar la vista de la carretera. — Eres inteligente, sé que te alejarás.
Luego recordé la propuesta de León con los diarios Tirolesa. León estaba investigando para descifrarlo y ya yo había aceptado la propuesta. Dante al parecer lo sabía todo y me lo podría decir. Mi único objetivo era descubrir quién estaba detrás de los asesinatos.
Pero mi único miedo del momento, más que morir, era descubrir que tenía Dante que ver con todo esto. Sería un giro muy drástico pero...
Siempre espera lo inesperado, en este juego no hay leyes. Este juego se llama vida.
—En resumen, el efecto tiempo es llamado al conflicto entre los monstruos y los segundos. O sea, la FEN; Federación Empresarial Nacional, realizó hace un año una inversión demasiado grande en Kirina como solución para frenar su crisis. Entonces al no poder pagar todos los kilos, quedaron con una gran deuda, El Mandato se enojó porque casi ningún integrante de la FEN ha pagado nada, por lo que comenzó a amenazarlos masacrando a familiares de los jefes a punta de pistola.
«Ahora, Forvenzia no pudo pagar la deuda, así que por alguna razón El Mandato le dió una oportunidad al jefe de esa empresa para que pagara con materiales, el jefe se reveló y no quiso dar nada con la excusa de que no tenían miedo. Ahora El Mandato pondrá fin al efecto tiempo mandando a los monstruos a que asesinen al sucesor O'Castell. Será el fin del efecto si lo logran, ya que el jefe de Forvenzia es el líder de la FEN.
«Los monstruos son llamados un grupo de narcotraficantes de la isla, que han inventado distintas drogas como la Kirina, que son altamente adictivas y sus ventas andan por los cielos en el lado oscuro de Ayralia. Tienen muy mala fama por la conducta bipolar de su jefe, que es El Mandato, quien nunca ha salido a la luz pero lo mismo te quiere ayudar que te quiere matar. Son caracterizados por mantenerse anónimos usando máscaras blancas y vestimenta negra.
«Nosotros somos los segundos. Somos algo así como sicarios contratados de las empresas, pero solo para negocios turbios de ellas y para solucionar los conflictos armados. Vinimos para evitar el asesinato de O'Castell, pero se formará una gran masacre teniendo en cuenta la cantidad de víctimas inocentes que sólo fueron de fiesta, pero eso no es mi problema, por eso te saqué de allí, porque no quiero que mueras sin sentido.
«Pilaza Guerrero es negociante amiga de los monstruos, pero, ha enviado a varios segundos de sus filas para apoyar a Walter aunque las empresas estuvieron en conflicto un tiempo por una corrupción de Pilaza, pero Forvenzia la perdonó y terminaron como empresas amigas. Sabrina es la directora de Pilaza Guerrero, por lo que está aquí para dirigir la defensa. Yo soy parte de los segundos de Pilaza.
Antes de que él comenzara a hablar creí que lo entendería todo en chino, pero lo comprendí absolutamente todo. Básicamente acababa de enterarme del propósito de las investigaciones, pero una pregunta, una maldita pregunta llegó a mi cabeza.
—¿Entonces quién mató a Aníbal?
Dante abrió los ojos como platos para girar su rostro encontrando nuestras miradas con espanto:
— ¿Por qué demonios preguntas eso?
— Es obvio que no se suicidó y me estás diciendo que Pilaza Guerrero no tenía problema con esos monstruos, entonces ¿quién lo mató?
— Se suicidó.
— No, Dante, no lo hizo, no tenía ningún motivo pero si hay miles de evidencias de que lo asesinaran. Dime que le pasó a él si se supone que Pilaza pagó su deuda. Dejando aparte que las empresas que conforman esa tal FEN están todas en líos ilegales.
— Él si se suicidó, te lo juro. — Insistió pero seguí sin creerle. — Y no te puedo dar más detalles, desconozco de los problemas que hayan dentro de las propias empresas, yo solo pertenezco a los segundos y me contrataron gracias a Sabri para apoyar en el efecto tiempo. Nada más.
Esa información fue suficiente para sacar mi conclusión: Lo que Dante sabía era la superficie, habían más cosas en el fondo del asunto.
Y yo la iba a descubrir.
Fallos en su argumento que me hicieron tomar esa conclusión fueron:
El Mandato se enojó porque varios integrantes de la FEN no han pagado nada, por lo que comenzó a amenazarlos masacrando a familiares de los jefes a punta de pistola. Si los mataban eran por la droga Zaleplon, que los obligaba a suicidarse, y si las empresas se apoyaban, ¿por qué permitían que masacraran la trascendencia de las demás?
Definitivamente entre empresas también había corrupción, nadie era fiel a nadie.
Si mi suposición era correcta, entonces los segundos enviados por Pilaza Guerrero no iban a apoyar a Walter, sino que iban a matarlo, porque son empresas amigas y rivales a la vez, lo noté cuando dijo: Pilaza Guerrero es negociante amiga de los monstruos. Y recordé la parte del poema: Esparcen la K
Perdonar no es sano
Le va a traicionar.
Todo cobró sentido, Aníbal sabía que Pilaza Guerrero traicionaría a Forvenzia, por eso habló y lo mataron.
Eso pienso yo.
¿Pero quién lo mató?
No me importaba traicionar la confianza de Dante participando con los diarios Tirolesa...
Este juego no ha terminado.
Seguíamos recto por la oscura carretera, y de repente a nuestros lados pasaron dos carros blindados a una velocidad restringida. Me confundí y Dante habló:
—Son los monstruos, ya van para allá. No te preocupes por tu amigo.
No iba a dejar a Walter morir entre traidores, ni a mis otros amigos que allí estaban en la fiesta. Tenía que ir a avisar.
Tracé un pequeño plan en mi cabeza muy arriesgado pero era mejor que nada. Podría incluso morir en el intento. En que demonios estoy pensando, podría morir. ¿Vale la pena arriesgar mi vida por una causa justa?
Pero por qué se teme a la muerte sin temerle a la vida que es mucho más impredecible.
Cuando mueres, no sientes nada, descansas. Viviendo, se sufre, se siente, se vive. La vida es aterradora comparada con la muerte. Así que... ¿por qué temerle a la muerte?
—Dante, lo siento... — Dije en un susurro bajando la mirada. Él me miró, confundido.
—¿Por qué te dis...? ¡¡¡Alya no!!! — Me abalancé sobre él desviando el timón y abriendo su puerta. Me sentí mal, pero sabía que era lo correcto. En un forcejeo teniendo la ventaja de haberlo tomado desprevenido agarré la pistola de su bolsillo y lo empujé, cayó fuera del auto. Rápidamente me senté en el asiento de piloto y pisé con fuerza el acelerador dándome la vuelta con el timón. Lo sentí gritar. — ¡¡¡Masoquista de mierda!!! ¡¡¡Te vas a ...
Y la distancia no me dejó seguir escuchando sus maldiciones, así que por el retrovisor observé cómo se paraba con dificultad del suelo posiblemente con raspones mientras me alejaba en dirección a la fiesta. Cerré la puerta por donde había sacado a Dante y aceleré a lo máximo. Dejé la pistola en mi regazo, manejando con ambas manos aunque estas me temblaran por la inexperiencia.
Detendré el efecto tiempo.
Nota de autora:
¿Alya llegará a tiempo a detener el efecto tiempo ajsjajks?
¿Team Dante o Team León? ¿Alguno es traidor o salvador?
En el mundo de los humanos no hay buenos ni malos.
Vaya, muchas cosas han sido respondidas, así que lo lamento por estropear la mayoría de tus teorías jajsjk. Pero como Alya dijo, lo que se descubrió en este capítulo es superficial, es lo que se supone que las empresas quieren que los involucrados sepan, la oscura verdad disfrazada de rosa pinkie pie.
Y Astra... mi Astrita, es mi personaje favorito... la verdad. Nunca había creado un personaje tan complicado y me gusta su historia porque deja muchas enseñanzas a base de crudas acciones. Verán cómo evoluciona y que tan relacionando está con la historia.
No dejaré avances esta vez porque quiero dejarlos con la intriga, jaja, solo les aseguro que el próximo capítulo está cargado de frases bien bad ass para tus estados del WhatsApp y escenas de acción mejores que las de Lentos y Calmados.
Espero que alguien haya entendido la anterior referencia :'v.
Búsquenme en Instagram como Airis_18 y bla bla bla equis.
Cambio y fuera, tu tía la mala influencia.
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