22- "Reina fría"
——Narra Alya——
Me había quedado en shock.
No sabía cómo reaccionar, hasta olvidé de cómo respirar. ¿Aníbal? ¿Él era el mismísimo chico que nos había llevado a involucrarnos en toda esta mierda? ¿Por ese tipo nos rompimos la cabeza un mes atrás intentando descifrar si lo habían asesinado?
Walter había jurado que al asistir a su funeral había visto el cuerpo en el ataúd, nos había hablado de las cosas raras que habían en su habitación, de sus sospechas de que estuvieran encubriendo su supuesto asesinato.
Tantas horas reunidos, leyendo y releyendo miles de malditas veces el poema. No pudo haber sido todo en vano, no pudo...
— Es imposible... — Solté en un susurro. — no estabas, no, no estás muerto. — Alcé la mirada para encontrarme con su rostro sin expresión alguna.
Una sonrisa torcida se formó en sus labios. — Llévame con tus amigos, solo necesito unas cosas.
— No. — Objeté, y al notar que empezaba a sudar por el nerviosismo, lo aparté hacia un lado y a paso veloz me escabullí entre las personas buscando rostros conocidos.
Avancé apresurada, las luces que parpadeaban en colores rojos, verdes y azules me confundían. El sudor seguía corriendo por mi rostro, solté un par de lágrimas, pero en ese momento no me importaba si mi maquillaje se corría o no.
Es una broma.
Una alucinación.
Apuesto a que tomé algo raro.
Idiota, si no has tomado nada.
— ¡Espi! ¿Dónde estabas? — Sentí la voz de Zahara y me calmé. Su rostro casi no lo pude distinguir entre tanto alboroto multicolor.
— En el... — Miré por la dirección de la que huía. — ¿baño?
— Ah, okay. — Sonrió ella sacando su celular. — Di "whisky" — Tomó una selfie de ambas sonriendo ampliamente y yo solo puse mis dedos en señal de amor y paz. Aunque lo que más quería en ese momento era un poco de paz.
Miré por encima de su hombro, notando el rostro de Walter hablando con alguien, así que fui hacia él, al fin y al cabo tenía que contarle que había encontrado vivo a su amigo de la infancia.
Al estar lo suficiente cerca para que él me notara le susurré al oído: — Aníbal está aquí.
Él soltó una risa burlona, okay, estaba borracho. Luego negó con la cabeza aún sonriendo y me dijo: — Esperancita, Alyta o como sea, ¿has vuelto a drogarte? ¿Te tengo que volver a llevar al baño? Porque no estoy dispuesto a ver otro cadáver.
— Walter, es en serio. — Supliqué con la mirada. — Es un cadáver viviente esta vez, ¡está vivo!
— Cleopatra.
— ¡¡Ah!! — Salté al sentir su voz en mi oído. Entonces señalé a Aníbal con mi dedo índice mirando a Walter. — ¡Míralo míralo!
Walter frunció el ceño y me dió una mueca de desaprobación, yo no entendía, pasé mi vista a Aníbal y este se mantenía serio, con el fantasma de una sonrisa en sus labios.
— Él no es Aníbal. — Refutó Walter.
Entonces miré al chico de ojos azules que esta vez sonreía detrás de mi, vaya, había sido una broma, no era Aníbal, y yo que había entrado en pánico. Enojada caminé a zancadas a la barra, necesitaba relajarme.
— Oye, es cierto, no soy Aníbal, pero ya no me puedes negar que no conoces su caso. — El chico que había fingido ahora estaba sentado a mi lado en las altas sillas de la barra. Lo ignoré y eso pareció molestarlo porque se rascó la cabeza y luego miró a sus alrededores para susurrarme.— Es importante, joder.
— Jódete.
Alya 1 — Aníbal falso 0
— Pero al menos escucha mis propuesta. — Rogó, y lo miré a los ojos.
¿¡Por qué demonios yo tengo que tragarme todos los papelazos!?
— ¿Por qué me dices esto a mi? ¿Por qué no a Walter que es el más maduro, o a Rosario que es más sociable, e incluso a Edgar que sabe escuchar? ¿¡Por qué a mi que soy la paranoica de mierda mente débil que no sabe que mierda hacer en estos momentos!? — Estallé, harta de ser tomada como punto. Todo me ocurría a mí; la vez que vi a Atanasia en el suelo muerta por un disparo, cuando Rowen se suicidó frente a mi tras intentar matarme, cuando escuché el disparo de Sandro e incluso cuando me raptaron unos tipos con tremenda mala pinta, ahora esto... ¿por qué todo me sucedía a mí?
— Ahora mismo, eres la única que está sobria, contarle esto que es altamente confidencial no será seguro a oídos de alguno de los otros que andan ebrios, entiende.
Y vino a una fiesta a hacer la declaración, que inteligente. ¿Qué se esperaba? ¿Qué estuviéramos jugando a las casitas? ¿¡Para qué venía uno a las fiestas!?
Entonces él abrió su chaqueta y me tensé al pensar que traía algún arma pero lo que sacó fue una identificación:
— Soy León Pirez, periodista y encargado de la revista "Tirolesa", estamos investigando el caso Efecto tiempo y solicito su colaboración ya que sospechamos de que ustedes tienen pruebas importantes. — Dijo y guardó la identificación. — ¿Con eso te fías más de mi?
Entonces un recuerdo me llegó:
— (...) Así que no se crean que no vimos los diarios Tirolesa, por cierto, todo les salió mal, no acertaron y los borramos.
— (...) El escándalo cada vez crece más, lo hemos manejado bien pero con esto cuenta la prensa, la podríamos cagar.
Claro, gracias a que aquellas personas enmascaradas pensaron que estábamos vinculados a esos diarios no nos mataron. Así que este tipo es el que dirige todo el caso.
— La policía... ¿por qué no dejan que investigue la policía? — Le pregunté con coraje. Él negó con la cabeza.
— La policía es una mierda corrupta, no quiere acceder al caso. — Dijo él. — Incluso desconfiaron de mí y... — Se mordió un labio. — Olvídalo, pero la cosa es que la policía no se debe enterar, nos frenaría poniendo otra excusa como la de los suicidios. — Desvió la mirada al bartender. — Lo mejor que tengas. — El hombre le guiñó un ojo y comenzó a prepararle un trago, pero antes me preguntó que quería yo.
— Lo mismo.
— Vaya, ¿tolerante al alcohol? — Me preguntó León, pero no le respondería que detestaba el alcohol, oh no, simplemente me encogí de hombros.
— Nunca me he emborrachado. — Pero si drogado, bueno, al menos no le mentí.
El bartender nos pasó a los dos unos cócteles que parecían de color rojo, aunque no estaba segura por los parpadeos de la luz. Me di un pequeño trago, y no fue desagradable, pero aún así quemó un poco mi garganta dejándome una sensación de tomate en la boca.
— ¿Qué es? — Pregunté.
— Bloody Mary. — Me respondió Dierce, dándose un trago él también. — Dime, ¿aceptas mi propuesta?
Miré otra vez mi vaso. ¿Sería bueno retomar la investigación? Me moría de curiosidad, la intriga me obligaba a inclinarme por la opción de aceptarlo, pero sabía que era un riesgo.
Es lo único en lo que eres buena.
No puedes dejar las cosas inconclusas.
Tienes que dar jaque mate, si no perderás.
Jaque mate.
¿O acaso te quedarás en jaque?
El jaque es peligroso...
— De acuerdo, resolvamos esto. — Le di una mirada de seguridad y él sonrió. Sería interesante participar en una investigación tan grande como esta. Me imagino en una oficina llena de documentos y fotos pegadas en un pizarrón con garabatos de marcadores rojos indicando al responsable. — ¿Cuántas personas hay en la investigación?
— Bueno, trabajando en el diario Tirolesa hay muchas personas, pero como tal en el caso este, no tantas... — Fue disminuyendo el tono de su voz hasta que dejé de escucharlo.
— ¿Ah?
— ¿Qué?
— ¿Qué cuántas personas hay en la investigación?
— Ah... bueno, la intención es lo que cuenta.
— León...
— Bueno, la verdad solo una compañera y yo, muchos han abandonado el caso. — Dijo y me golpeé la frente con la palma de mi mano. ¿Tan improvisado era?
No arriesgaría mi vida entregándole mi confianza a este tipo y otra más. Definitivamente no volvería a correr el mismo riesgo otra vez.
— Entonces me nieg...
— ¡Por favor! No te rehúses, es importante. ¿Acaso no quieres prevenir más muertes? Si mi teoría es correcta el próximo en morir podría ser Walter O'Castell, así que necesito que me ayuden a atar cabos sueltos con las cosas que ustedes llegaron a reunir, nosotros tenemos algunas pero quedan inconclusas. — Bebió de su vaso.
De todo su discurso de motivación la única parte a la que presté atención fue cuando dijo que Walter podría ser el próximo en morir. ¿Por qué? ¿Por qué lo matarían si no ha hecho nada malo?
¿Por qué mataban a adolescentes inocentes aparentemente? ¿Venganza de empresas? ¿Qué tienen que ver los adolescentes, no sería más inteligente matar a los dueños de la empresa? ¿Es un lío de empresas o hay algo más?
Demonios, demasiadas interrogantes, ya movimos muchas piezas al principio tratando de hallar la respuesta a las preguntas, no podíamos retractarnos de la manera que lo habíamos hecho. Pero si los enmascarados volvían a enterarse de que nuestra investigación había revivido podrían matarnos esta vez sin titubear.
Era todo o nada.
Y no era la primera vez que yo me encontraba en una situación igual. La vida es como el ajedrez... avanzas piezas en dependencia de las reacciones del enemigo para finalmente darle un jaque mate debilitándolo, sacrificando piezas por el camino, trazando estrategias y contrarrestando las suyas, es ponerte en el lugar del oponente y entrar a su mente para descubrir un mundo distinto al tuyo y autodestruirlo.
Esta investigación que había comenzado como un pequeño juego de ajedrez como hobby estaba convirtiéndose en una partida magistral.
Cada pieza tiene que confiar en los movimientos del jugador, tienen que entregarse completamente al plan trazado sin lamentarse de las pérdidas... en otras palabras, tenía que ganarme la confianza de León para verificar que estaba en buenas manos.
— Juguemos una partida de ajedrez. — Le propuse y él pidió otro trago para comenzar con un reporte que me tomó desprevenida.
— Alya Labrid, mejor conocida como la Reina Fría. Jugadora que se caracteriza por trazar estrategias a base de sacrificios, que prefiere la apertura peón dama y su consigna es: La mejor defensa es el ataque. — Al reconocer las mismas palabras que había escuchado en un programa de radio antes de hacerme una entrevista palidecí. — Campeona nacional invicta cuatro veces seguidas con primer lugar, dos veces campeona internacional con primer lugar. Nunca se rinde, nunca mira a su oponente a los ojos, nunca cambia su expresión fría, y nunca pierde... pero esto último cambió cuando ganaste el último Campeonato Internacional con segundo lugar. — Mi expresión merecía ser plasmada en un cuadro, sin darme cuenta ya lágrimas recorrían mi mejilla porque como flashes miles de recuerdos de tardes entrenando y estudiando llegaron a mi mente, de cómo veía a niños correr y jugar despreocupados y siempre los envidié.
Entonces siguió él. — Casi un mes después de esto la adolescente desapareció y aún no es encontrada, una semana atrás el caso se dió por cerrado devastando a sus padres quienes aseguran que ella no tenía ningún motivo para partir teniendo una vida feliz, justificando la causa con que ella estaba desesperada por haber perdido por primera vez en años. Los últimos rumores en revistas de chisme y ajedrez dedujeron que la chica no era estable mentalmente por su aparente carencia de emociones, incluso pensaron que se suicidó en algún lugar y peor todavía, llegaron a asegurar con teorías estúpidas de que no era humana y provenía de otra dimensión.
Terminó de hablar y yo secaba con mis manos mis lágrimas. Él conocía todo acerca de mi, y eso me aterraba. Conocía mi pasado a la perfección, sabe quien soy.
Perdiste el enroque, pequeña Alya.
— ¿C-cómo lo...
— Antes de confiarle el caso a otras personas también me aseguré de investigarlas a fondo, sé todo sobre ustedes, Alya, te conozco perfectamente.
— ¿Pero... cómo sabes que... estoy aquí? — Volví a preguntar e hizo un chasquido con la lengua. Bebí de mi tercer vaso de alcohol, sinceramente ya desconocía de que estaba tomando, pero necesitaba algo fuerte que me relajara. Ya comenzaba a sentirme mareada.
— Dante Gallardo, productor de películas novato, mejor amigo de Alya, reconocido en su vida pro siempre apoyarla y estar a su lado en sus victorias, él es el responsable de las pocas sonrisas que se le hubiesen podido divisar en el rostro a la Reina Fría, llegando al extremo de sospechas de que son pareja. — Citó él y reconocí el fragmento de una revista que alguna vez leí. ¿Cómo se aprendió todas las palabras exactas? — Digamos que si desapareciste, él fue la única persona que llegó a mi mente. Y para reducirte la historia, prácticamente estuve todo el último mes siguiendo sus pasos, descubrí que te gustaba pintar e incluso revisé registros de la academia encontrando tu perfil y vi que todo encajaba.
— ¿Pero cómo supiste que estábamos investigando? — Bebí de mi vaso.
— Esa es otra historia que me gustaría contarte cuando estemos todos reunidos y ahorrarme explicaciones, ahora... — Tomó un largo trago para golpear fuertemente la mesa con el vaso. — ¿confías en mi?
¿Confiar en un hombre que conoce todo de mi? Eso sonaba peligroso, pero aún él no había respondido mi propuesta...
— Juguemos una partida de ajedrez, si me gusta tu forma de jugar confiaré, si no pues no.
— No soy experto en el deporte y tú eres una reina... — Tomó otro sorbo de su nuevo trago y yo imité su acción. — me vas a ganar.
— Lo sé... — Le respondí sin molestarme en ser humilde. — Pero créeme, por la forma de jugar ajedrez se puede conocer mucho de las personas. — Eso era cierto, por lo menos para mí funcionaba, cada vez que jugaba con alguien podía notar sus inseguridades, si era una persona astuta, si era indecisa, si tenía miedos e incluso por la forma de mover las piezas podías saber si la persona tenía alta o baja autoestima. — Si me gusta tu manera de jugar, confiaré en tus instintos.
Él sonrió: — Está bien, pero ¿de dónde sacamos un tablero?
— Si me disculpan, en las habitaciones hay juegos de mesa, entre estos de ajedrez. — Intervino el bartender quien no se había molestado en ocultar su interés por nuestra conversación.
Chismoso pero útil que me salió el bartender.
Con una sonrisa en la boca le agradecí y tomé otro trago para caminar entre las personas buscando la dichosa habitación, pero la verdad era que no tenía idea de donde estaba.
Sentí unos brazos agarrarme la cintura por detrás y luego un susurro de la voz de León en mi oído que olía fuertemente a alcohol más chicle de menta: — Si me concede esta pieza, jugaré con placer ajedrez, señorita Labrid.
Giré mi rostro, mirándolo a los ojos. Me sentí relajada, como si el mundo estuviera en mis manos. Nada de miedo, ni vergüenza, me sentí poderosa, sexy. ¿Son estos los efectos del alcohol?
— No sé bailar... — Sonreí sacándome de su agarre y revolví mi vaso con la mano dándole círculos.
— Créeme que en este momento nadie va a exigir pasos profesionales. — Respondió él sonriendo y aguanté una carcajada.
El ritmo cada vez bajaba su velocidad y vi parejas juntarse a nuestro alrededor, que oportuno. Le di un vistazo más detallado a León: Alto, aparenta tener figura atlética pero no demasiado, debe de estar entre los veinte y veinticinco años, ojos celestes y cabello negro, piel blanca, mandíbula ancha y sombra de barba. Oh là là ka ezte meh lo komo zin zalza.
Entonces pensé en mí... cabello castaño , ojos verdes, algo alta pero no tanto, no estoy en forma, definitivamente he abusado de la Nutella, rostro redondo, nariz chata, con una cadera más alta que la otra... demonios.
Pero pensé... ¿y si veo el lado positivo de este disfraz? Recordé mi figura en el espejo antes de venir, como la túnica de ajustaba a mis caderas, como el maquillaje hacía ver mi cara más fina y mis ojos más delineados, COMPERMISAAA ando sexy.
Tengo que emborracharme más a menudo... mi autoestima lo aprueba.
— Está bien, bailemos. — Sonreí. — Pero luego acuérdate de la partida.
——Narra Edgar——
— Una vez un señor me miraba raro, le avisé a un policía que tenía cerca y él habló con el señor ¡Y al final era bizco! — Concluyó Dalia su reto y todo el enorme grupo estalló en carcajadas sentados a la mesa que había en una esquina mientras tomábamos. Estábamos jugando a decir determinadas cosas, si no queríamos hablar teníamos que darnos un trago de la botella de Whisky.
— Tú turno, Ed. — Me dijo Uriel, el hermano de la cumpleañera. — ¿Cuál fue el momento más vergonzoso de tu vida?
Pensé...
Cuando Cris gritó en medio de un parque porque tronó: ¡Yisus ponte supositorio!
Cuando una paloma me cagó el hombro cuando Cris me presentó a su banda.
Cuando pegué la oreja al departamento de Cris y una muchacha creyó que lo estaba espiando.
Cuando un taxista dijo que era homofóbico y yo salí en defensa de la comunidad LGBT para terminar siendo acusado de gay.
— Una vez que compuse en un proyecto una canción de una polla. — Mateo uoh uoh.
— ¿En serio? Jajajaja. — Río Dalia y todos le siguieron la rima. La verdad a esta altura nos decías zapato, y nos matábamos de la risa.
— ¿Y tú, Uriel? — Le pregunté entre risas.
— Una vez que me declaré a mi crush y no se dió cuenta. — Admitió, mirando su vaso mientras emitía una risa por lo bajo, nadie se carcajeó.
— Puta que sad. — Le dije, intentado aliviar el ambiente.
— Si, lo peor es que piensa que es sad. — ¿Ah? Creo que hablo chino. ¿Se refería a mi? ¿O es casualidad? Uriel, él...
— Pero no a él. — El rostro de Uriel se veía enfadado. — A él no lo toques.
— Ah... — Cada vez que me defendió de algún matón incluyendo a su propio amigo, Sandro, — que... — cada sonrisa que iluminó su rostro tras mis estúpidos chistes, — mal. —cuando Sandro aclaró que Uriel era gay.
— ¡No me molesta tener a un rubio de cuñado! — Gritó con euforia Dalia, tomándome por el hombro abrazándome de lado, olía a puro alcohol, y no dudaba que yo también.
— Esto... — Me ruboricé, sentí el calor recorrer mis mejillas y agradecí a las luces parpadeantes que seguramente no dejaban ver los colores de mi rostro.
— ¿Ven? No se da cuenta. — Repitió Uriel y me di cuenta que, a lo mejor por la ebriedad, o porque había mucha gente, por presión o tal vez por que sí, se me había declarado indirectamente.
— Uriel... ¿podemos... hablar... a solas? — Le pregunté aprovechando que nadie nos atendía ya que estaban dentro de sus propios murmullos y él asintió con la cabeza. Nos levantamos de la mesa y a medida que avanzamos sentí la voz chillona del - no tan confiable - Sandro.
— ¡¡¡Usen condón!!! ¡¡¡No me dejes embarazado al cristiano!!!
— ¡Voy a embarazar a tu abuela! — Le gritó Uriel de vuelta con una sonrisa estampada en la cara, yo no pude evitar sonreír también al imaginarme a Uriel regañando a Sandro como si fuese su abuelo.
Avanzamos hacia una esquina donde las luces casi no llegaban, pisé algo viscoso pero lo ignoré para seguir caminando. Comenzaba a sentirme nervioso, quería averiguar si le gustaba de verdad a Uriel, pero es que era tan complicado.
Me recosté a la pared, con los brazos cruzados, intentado lucir firme y seguro, cuando dentro de mi había claramente un caos de emociones. Tragué mis inseguridades y hablé:
— Dime, ¿te gusto? — Entrecerré mis ojos para intentar ver mejor su reacción entre las pocas luces que llegaban a nosotros, él miró al suelo con una sonrisa en la boca, tuve que bajar un poco la cabeza ya que era algo más bajo que yo, pero decidió enfrentarme y al clavar su mirada firme en la mía, me sentí diminuto.
— Se que tu religión te dice que... — Se mordió un labio, tal vez no quería sonar duro. — las relaciones deben ser entre hombre y mujer. — Asentí con la cabeza pero el prosiguió. — Mira, esto sonará loco y cursi, y es verdad que a lo mejor no soy el hombre más entregado y romántico del mundo, pero... estoy siguiendo a mi corazón y a mis hormonas, ¿sabes? — Rió por lo bajo y yo ya sentía el calor recorrer mis mejillas, mordí el interior de esta reprimiendo una tinta sonrisa. — Así que te pido, que me des una oportunidad, de que des oportunidad de que exista un... nosotros.
Se acercó más a mi, bajé mi vista a sus labios, se veían tan húmedos. ¡Mierda reacciona Edgar! ¡Te vas a ir al infierno!
Aunque me dolió, lo aparté de un empujón con mis brazos. Intenté desviar la mirada pero su ajustado disfraz de policía no ayudaba. Él y Sandro habían venido a juego, ambos de policía. Que ironía.
— Lo siento, pero no so... — Antes de terminar me interrumpió.
— ¡Mira, si vas a soltar mierda con cosas tipo de que no soy tú soy yo, mejor te aguantas el culo!... — Exclamó haciéndome sobresaltar. Me acorraló a la pared con un brazo y su rostro se acercó demasiado al mío, un milímetro más y nuestros labios chocarían. — Edgar, quisiera que por una vez en tu puta y santa vida dejes a un lado los pensamientos de un supuesto ser superior, y hagas lo que te digan tus propios pensamientos. — Al terminar me enojé y le di una mirada de desaprobación, se iría al infierno, ¿cómo se atrevía a referirse así a Dios? ¡Está loco! ¡Desviado! ¡Malagradecido!
Fue a acercarse a mi rostro y por suerte reaccioné y giré mi rostro evitando que me besara, él bufó para agarrarme las muñecas e intentar ponerlas a los lados de mi cabeza pero me solté.
— ¡Es pecado! — Ataqué y en un ataque de rabia mi puño iba a golpear su rostro pero él lo aguantó en el aire.
— ¡¿Ahhhh, si?! ¡¿Y sabes que más es pecado?! ¡Pues aguantarme las jodidas ganas de hacer esto! — De un impulso atacó mi boca sin darme tiempo de volver a esquivarlo. Mierda, mierda, mierda. Esto estaba mal, muy mal, demasiado.
Pero esta mierda me gustaba.
Para mi propia sorpresa, no me separé, le seguí el beso, mi consciencia me gritaba que era un error, pero mi corazón me ordenaba a seguirlo.
Sus suaves y grandes labios atraparon los míos, en un beso desesperado, nada gentil, al instante sentí como su lengua se introdujo en mí abriéndose paso en mi boca, jugó con la mía y solo me dejé, sintiéndolo. Cerré mis ojos y sentí como unos traviesos dragones revoloteaban en mi barriga, causándome sensaciones que jamás había conocido. Un hormigueo recorrió mi cuerpo y resultó agradable.
Nos pegamos más, él seguía acorralándome con su mano a la altura de mi cabeza, con su mano libre agarró mi mejilla y atrajo más mi rostro al suyo, chupando mi labio inferior. Con mis manos atrapé su corto cabello, exigiendo más su cercanía.
Necesitaba respirar, así que por un momento me separé, jadeando lentamente, con el corazón a mil por segundo. Abrí lentamente mis ojos con miedo a mirarlo fijamente. Él se mantuvo serio, con los labios entreabiertos, luego soltó una pequeña risa que me hizo reaccionar y abrí los ojos como platos.
— Uriel, esto no...
— Edgar. — Me silenció, envolviendo mi rostro entre sus manos. — Me gustas, mucho.
Tú también me gustas.
— Pero eso no puede ser posible, el hombre nació para estar con la mujer.
— A la mierda el librito ese que nos dice como tenemos que ser — Supe que se refería a La Biblia y me molesté, con esas cosas no se jugaba. —, escucha, construye tu propia historia, tus páginas, tus letras, tus acciones, no te rijas por lo que te digan los demás, viniste a este mundo y eres libre de escribir tu propio libro.
Negué con la cabeza, él no podía estar claro, las cosas no eran así, pero sin dejarme hablar prosiguió: — Si Dios te ama, te amará como seas, no como los demás te digan que seas.
Y allí, entre las leves luces que nos iluminaban, la música que retumbaba en nuestros oídos, y mis labios hinchados, decidís dejar de excusarme y ser yo mismo, decidí dejar de querer ser aceptado por la sociedad, y comenzar a aceptarme a mí mismo, porque los sentimientos no son defectos, sino el mundo narrado a nuestra manera.
Decidí ser yo.
——Narra Alya——
— Jaque. — Dije. Estaba sentada en la cama de una habitación de la discoteca con León, frente a frente, con un tablero de ajedrez de por medio. Yo jugaba con las negras y él col las blancas.
Él sonrió de lado, tomó de su vaso con alguna bebida y movió a su rey de lugar. Avancé una de mis piezas, esta partida la tenía ganada, y la verdad no me había dicho nada de la manera de pensar de León.
Entonces de repente volteó el tablero, haciendo que yo quedara con las piezas blancas que iban en desventaja y él con las ganadoras.
— Hey. — Protesté. — Esto no se puede hacer.
— Pues lo hice.
— Así no tiene sentido la partida, no puedes simplemente volcar el tablero.
— Pero lo volqué. — Dijo con los hoyuelos marcados en sus mejillas por la sonrisa de superioridad, eso había sido muy infantil. Iba a levantarme para irme pero él habló. — De esto te quiero hablar, de volcar las cosas.
— ¿Eh? — Lo miré, con un pie fuera de la cama.
— Que si nos unimos podemos hacer que el juego se ponga al revés, con nosotros ganando, y con los malos perdiendo.
— ¿Cómo? — Pregunté.
— Tengo un plan. — Dijo en lo que recogía las piezas para guardarlas. — Pero para eso necesito la ayuda de ustedes.
Me acerqué ayudándolo a recoger. — Dime de que va. — Terminamos de recoger y él puso el tablero sobre una mesita para volver a la cama.
— Eso te lo contaré luego. — Mencionó, y de repente me tumbó con la cabeza en la almohada quedando a horcajadas encima de mi, me sonrojé. — Ahora aprovechemos las sábanas, ¿no?
Ay Dios mío.
Nota de autora:
Se prendió 7u7)
¡Wenas sobrinos! ¡Ya hay más de 1.25k de lecturas! ¡Yay! ¡En tan solo más de un mes alcanzamos esta cifra!
¿Me extrañaron? Se que sí, y si no lo hicieron, pues Pocoyó los va a violar. Yo si los extrañé, si, también a ti, pinche fantasmón que no hace acto de presencia, también te amo.
Lo anterior fue en general para las personas que no votan ni comentan pero mantienen las lecturas... ¡los amo! ¡Pero los amaría más si me apoyaran votando uwu!
Uffff, vamos, descarguen su furia, maldíganme, mátenme por ilusionarlos con que Aníbal estaba vivo pero no, todo fue una actuación del nuevo personaje, León 7u7) no se ustedes pero yo me lo imagino bien setsi.
¿Qué papel creen que desempeñará León en la historia? Ya vieron que es periodista, y muy inteligente, sobre todo con su jugada de hacerse pasar por Aníbal para comprobar que Alya si estaba metida en el asunto... que astuto ( ͡° ͜ʖ ͡°).
Cuando León hizo un reporte de toda la vida profesional de Alya... no se, me pareció épico imaginarme a Aly recordando cada momento que él decía. Imagineishoooon _(:3」z)_
¡Estoy orgullosa del cristiano! Hay Edgarcito... al final decidió ser él mismo, no regirse por reglas que otros impongan estando en desacuerdo. Tómenlo como ejemplo.
OJO, no pretendo ofender a nadie. Si eres creyente y eres feliz siéndolo pues no hay problema, te respeto porque este es un lugar family friendly y cómo humanos somos libres de escoger nuestros caminos. Edgar no abandonó sus creencias, solo decidió ser feliz quebrantando una "regla" del cristianismo.
Me agrada Uriel, ¿y a ustedes?
¿Y qué pasará con Sandro?
Estoy haciendo una sección en Instagram con frases de AISA uwu aparece en historias destacadas y me encantó. Cada vez que actualice un capítulo añadiré más historias allí. Búsquenme como airis_18.
Avances:
Astra comenzó la secundaria...
— ¡Vampira!
¡Rosario la badass le dicen!
Se descubrirán muchos secretos, y Alya sabe que la mayoría son mentira.
¿Forvenzia y Pilaza Guerrero amigas o rivales?
— Vienen a por O'Castell.
¡No se pierdan el capítulo 22- "Segundos!
Ajjajjsjavhwkdnb.
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