20- "Monstruos"
1998, Madrid, España.
— Escoge el estilo que prefieras. — Con una sonrisa en la cara, la madre adoptiva de Astra le ofreció un catálogo de peinados, habían llegado a la peluquería.
Astra, se fue a sentar en la silla de la peluquera, le pareció graciosa porque daba vueltas, agarró el catálogo y comenzó a ojear las páginas para encontrar un nuevo estilo de cabello.
Miró detenidamente a cada modelo, todos sonrientes, habían peinados tanto de mujer como de hombre, y le dieron la posibilidad de escoger cualquiera. Sonriendo levemente, Astra miró a sus nuevos padres que esperaban sentados en otras sillas, luego miró a la peluquera rubia y delgada que le atendería, luego miró su reflejo en el espejo, y pensó: ¿esa cosa soy yo?
Astra veía su rostro pálido, con ojeras enormes, demasiado flaco, su cabello largo y húmedo haciendo que. Mechones de pegaran al rostro, veía cómo se marcaban los huesos en su piel, y recordó, recordó la noche culpable de su extraño comportamiento, pero intentó alejar los pensamientos.
Astra señaló un peinado por los hombros que había llamado su atención, y la peluquera sonriente peinó su cabello ya mojado, para empezar a cortarlo con paciencia.
Volvió a ojear el catálogo para entretenerse, y llamó su atención un anuncio que cubría toda una página, este decía resaltando en un fondo beige: ¡CONSTRUYE TU HOGAR! ¡CADA PILAR SERÁ PERFECTO AL LADO DE PILAZA GUERRERO!
Pilaza Guerrero.
Astra recordó la noche de la tragedia.
— Si mi amor, mi jefe ni cuenta de dió. — El padre se Astra comentó en el asiento de copiloto dándole un beso de pico a su esposa.
— Ay, estoy preocupada. ¿Y si te despide? Creo que fue muy arriesgada tú acción, sigo en desacuerdo. — Protestó la madre que estaba al volante d ella camioneta. — Trabajar en Pilaza Guerrero ha sido lo mejor que te ha pasado, no lo estropees más.
Mientras sus padres discutían, Astra jugaba en el asiento trasero con sus peluches. Se irían ese fin de semana de vacaciones al bosque en una cabaña.
Ojalá nunca hubiesen ido.
Luego llegó otro recuerdo a la mente distante del anterior.
— ¡Ah! ¡No! — Los gritos y quejidos de sus padres cuando su carne era desgarrada por aquellos animales enormes hizo que Astra palideciera y se quedará en su lugar.
Uno de los lobos le saltó encima y logró rasguñarle el pecho haciéndole sangrar. Astra empezó a llorar en el suelo. Después el lobo fue quitado de encima por alguien que lo había jalado, era su padre.
— ¡Corre Astra! ¡Corre! — Los gritos del hombre le hicieron reaccionar y Astra salió corriendo del lugar. Dejando a sus padres morir entre la jauría de lobos grises del bosque.
Astra sabía que alguien había enviado a esos lobos.
Luego perdió el conocimiento.
Por fin recordó algo, pero se estresó viendo en su memoria como el lobo le rasguñaba.
Y gritó.
Y sus nuevos padres corrieron a ver que le sucedía, pero no paró de chillar aunque su garganta dolía, y Astra se sintió superior.
La peluquera, quien tenía una tijera en mano, con su mano libre intentó acariciar el pequeño rostro de Astra para tranquilizarle, pero Astra de una bofetada apartó su mano y agarró las tijeras para comenzar a cortarse salvajemente el cabello, inconforme con los resultados.
Se cortó el cabello de manera dispareja, dañando su frágil piel, entonces la madre fue a quitarle la tijera pero Astra le vió como una amenaza y le clavó la tijera en la mano, haciendo a la señora gritar de dolor.
La madre apartó la mano ensangrentada, la peluquera se cubrió la boca con las manos del asombro, Astra dejó de gritar al ver tanta sangre y sonrió, y el padre habló mirándole con desprecio:
— Eres un monstruo.
Y el señor fue a golpearle, pero la madre gritó: — ¡No! — Él se detuvo y la miró confundido, entonces ella habló entre sollozos sosteniendo su mano dañada. — Nosotros sabíamos que esto podía pasar, ahora mismo Astra está reaccionando a.. ¡Ah! — Gimió de dolor para seguir hablando. — su trastorno, y, no es su culpa. Nosotros aceptamos. — Y el padre se mordió la lengua mirando con asco al ser de seis años que había adoptado, el cual se arrancaba pelos con las manos de manera salvaje, mirándose con rabia al espejo, ignorando el reto de la situación.
Astra era tan inocente.
——Narra Alya——
Miércoles, 6:06pm
— Vámonos. — Fue la única palabra que pude articular. Ese lugar era peligroso, estaba segura de ello.
— Hay algo más. — Dijo y me inquieté. Se acercó al basurero y lo rodeó, yo me quedé en el mismo lugar esperando a que recapacitara.
— Edgar, vámon...
— ¡Mira! — Me exclamó estando agachado al lado del latón verde de basura. Me acerqué y vi lo que me quería mostrar. — ¿Qué significa esto? Dios mío, Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea...
Mientras él rezaba un Padre nuestro santificándose con las manos observé con curiosidad la marca extraña en la pared, eran especies de grafitis, figuras extrañas, perturbadoras. Parecían cuerpos humanos desde mi perspectiva, admito que era elegante, pero el diseño daba de pensar.
Hipnotizada por las curvas del dibujo e ignorando los comentarios del rubio referentes a que era satanismo o brujería, me agaché para observar mejor y lejos de sentirme aterrada la intriga me llevó a tocarlo. Deslicé mi dedo índice por las ondas blancas y negras, daba sensación de profundidad, pero demasiada, tanto que era prácticamente imposible lograr esos tonos.
Entonces lo sentí, mi dedo encajó en una hundidura del dibujo a grafiti, en una esquina, justo en el ombligo de un cuerpo sin cabeza, mi dedo había presionado y una especie de "click" sonó. Me alejé por precaución.
— ¿Oíste eso? — Me preguntó Edgar y asentí.
— Lo sentí. — Nos levantamos y al ver que nada sucedía volví a presionar allí pero con más fuerza y del basurero calló la bolsa de basura con el supuesto cadáver haciéndonos dar un brinco. — ¡Ahhh! ¡Un zombie! — Grité llena de temor y corrí hacia fuera del callejón con Edgar gritando detrás.
Corrimos como si nuestra vida dependiera de ello, dándome una sensación de deja vú. Al llegar al final y respirar profundamente por la boca noté que Edgar no estaba conmigo, en algún momento me dejó de seguir, y me alarmé.
— ¡Edgar! ¡¿Edgar?! — Lo llamé pero no respondió y me asusté. ¡Había dejado morir a mi amigo siendo devorado por un zombie! ¡Existen!
Di unos pasos dentro del callejón con la esperanza de encontrármelo tumbado en el suelo durmiendo porque quiso, pero eso sería demasiado absurdo e ilógico. Intente estabilizar mi respiración dando pasos cortos pero firmes mirando en todas direcciones, pero no funcionó porque volví a hiperventilar al ver la bolsa que él cargaba tirada en el suelo.
Seguí caminando, con los ojos bien abiertos. Observando detalladamente cada latón de basura, cada gato, cada basura en mi camino. Avancé y avancé hasta llegar al punto en donde habíamos comenzado a correr y efectivamente el gran bolso negro estaba en el suelo, pero con el supuesto cadaver aún dentro. Así que no era un zombie.
Lo moví un poco con el pie revisando si era un cuerpo en verdad, pero mi pie se hundió y me di cuenta que aquello que sobresalía no eran dedos, sino galletas o algo así. Y suspiré de alivio, pero aún atormentada por la repentina desaparición de Edgar.
— ¡Edgar! — Lo llamé con más libertad, suponiendo que no había más nadie. — ¡No juegues con esto Edgar! ¿Edgar? Ed... — Alguien me tapó la boca por detrás. Y rápidamente fui a forcejear con mis manos pero esa persona presionó algo húmedo contra mi nariz y al aspirar el fuerte olor perdí la noción y después... nada.
***
— Alya, Alya, ¡Alya! — Escuchar mi nombre en susurros repetidas veces me hizo recuperar la consciencia.
Abrí poco a poco mis ojos y lo primero que visualicé fue el rostro de Edgar. Sentí un dolor terrible recorrer mi cuello y espalda, haciéndome gruñir. Para cuando me di cuenta de que estaba sentada en suelo Edgar dió un suspiro de alivio.
Intente moverme, pero algo no me permitía hacerlo, me volteé y vi mis manos atadas detrás de mi y al fijar la vista al frente mis pies estaban unidos igualmente.
Me raptaron...
¡¡¡Me raptaron!!!
— ¡¡¡Ahhhhh!!! — Grité con todas las fuerzas que tenía sin ningún objetivo en concreto.
— Shhhh. — Silenció él y me dijo en un susurro:— Llamarás la atención de... hola ami-amiguito. — Para cuando intentó terminar la frase, a ambos se nos cortó la respiración por las criaturas que habían aparecido entre las sombras.
Rottweilers, dos, gruñendo cada uno frente a nosotros. ¿¡Por qué los gamberros no pueden tener chihuahuas o algo así!?
Podía sentir la respiración violenta del animal rozar mi rostro. Era enorme, con un collar de pinchos y la mandíbula entreabierta dejándome oler su asqueroso aliento. Lo único que no les dejaba acercarse más eran unas cadenas desde su collar que los ataban a unos tubos metálicos a cada lado.
Me limité a mirar con los ojos bien abiertos al perro, intentando calmar mi respiración. Ya, ya estaba muerta. Giré lentamente mi rostro para encontrarme una expresión de pánico en el de Edgar. Le susurré:
— Te dije que era una mala idea ir al callejón.
— A partir de ahora creeré todo lo que digas. — Me susurró él y un perro gruñó haciéndome cerrar los ojos y cubrirme el rostro con las rodillas por delante. — Diosito, por favor, sálvanos a mi y a mi amiga por todo... — Comenzó a pedir cerrando los ojos en susurros, así que dejé de escucharlo.
Ya, ya de había acabado todo. ¡El estúpido grafiti que activé! ¡Si no hubiera tocado aquella hundidura! La frase de que la curiosidad mató al gato cobró sentido para mi. Si salía viva de aquello, juraba mentalmente que nunca más saciaría mi curiosidad, ¡nunca! Ahora nos iban a matar, de ley nos iban a matar. El chico de la cafetería tenía razón, había algo raro por esos lares y el mismísimo Edgar había dicho o que habían pandilleros. Ahora nos quitarían los órganos o nos iban a prostituir o sabrá Dios que pasará con nosotros.
Se sintió una puerta de metal abrirse, el rechinar al hacer fricción con el suelo me asustó mucho. Pero sentí que el rottweiler se alejaba y abrí los ojos para ver cómo alguien había entrado al pequeño cuarto.
Era una figura alta, cubierto completamente de ropa negra, encapuchado. Pero lo más perturbador es que su rostro lo cubría una máscara blanca y plana, luciendo como un Slenderman. Mis nervios se dispararon a mil, él sujeto habló con una voz gruesa y rara que debía de ser provocada por algún modificador:
— Se quemaron.
— ¡¡¡AHHHHHH!!! — Grité muy fuerte y en cambio de la otra vez Edgar me siguió e hizo lo mismo.
¡Era una venganza! ¡Una maldita venganza por el mensaje que le había respondido Rosario! ¡Ellos nos habían advertido que nos quemaríamos y aún así seguimos investigando! ¡Vamos a morir por culpa de Rosi!
Allí, gritando ambos como si fuera lo último que haríamos en nuestras vidas, el sujeto tuvo que jalar las cadenas de los perros para que no nos cayeran encima, entonces exclamó:
— ¡Ya cállense! — Obedecimos. Se acercó a nosotros y cerré mis ojos con mucha fuerza esperando lo peor. Pero desató mis pies y me levantó, luego hizo lo mismo con Edgar y nos obligó a ponernos por delante de él. Nos cubrió los ojos con una venda, pero era algo transparente y con los ojos bien abiertos podía tener una vista borrosa de mis alrededores. — Caminen. — Dijo, presionando algo contra mi espalda. Por favor, que no sea lo que pienso que es. — Que caminen. — Recargó la pistola que presionaba contra mi y sospechaba que había otra amenazando a Edgar, así que obedecimos.
Caminamos por un pasillo oscuro, hasta que el sujeto dijo que nos quedáramos quietos y eso hicimos. Volvió a atar nuestros pies juntos estando parados. Cuando se alejó lo suficiente Edgar me susurró:
— Huyamos.
— ¿Estás loco? ¿Cómo haremos eso?
— Ni idea, pero será mejor morir en el intento. — Negué con mi cabeza repetidas veces, un tic se formó en mi ojo derecho. — Mis pies están libres, el amarre no fue fuerte.
— ¡Pero el mío si lo es!
— Shh, baja la voz. — Me pidió en un susurro. — Intentaré correr y hallar una salida, es lo único que puedo hacer por ahora.
Y salió corriendo, sentí sus pasos alejarse en una velocidad moderada. ¡Mierda! ¿¡Me iba a dejar sola!?
— ¡Espérame! — Le exclamé e intente avanzar, pero con mis pies atados lo único que conseguí fue dar brinquitos logrando moverme un poco. — ¡Edgar!
Y sentí un ruido, como si un cuerpo golpeara un metal. Sospeché lo ocurrido.
— ¡Auch! — Se quejó el rubio. Si, definitivamente Edgar al salir corriendo teniendo los ojos vendados y manos atadas, se había golpeado de cara contra alguna pared. El karma por dejarme sola.
Seguí dando brinquitos, con la esperanza de llegar a él, pero sentí una voz modificada con algún aparato exigiéndome:
— ¡Detente!
Hice todo lo contrario, apuré mis brincos jadeando por el esfuerzo. Podía lucir patética, pero no me dejaría matar tan fácil.
Sentí pasos detrás de mi y me esforcé aun más en avanzar. Y me caí. Me caí de cara contra el suelo y me golpeé muy fuerte la nariz:
—Ah.
Me volteé boca arriba y pude ver con borrosidad una silueta agachada junto a mi. Noté que también tenía puesta la máscara blanca y estaba encapuchada.
— ¡¡¡No me maten!!! — Chillé y comencé a intentar patalear alzando y bajando mis piernas descontrolada mente y revolcándome en el suelo. — ¡¡¡No!!!
— Creo que se está convulsionando. — Alguien murmuró. — El mandato la quería viva, llevémosla antes de que sea tarde. — Alguien me sujetó por los hombros para levantarme, pero solo consiguió que me revolcara más todavía. — Estate quieta.
—¡No! — Exclamé. Desde mi posición sentía la adrenalina correr por mis venas, manos extrañas tocándome mientras movía mis extremidades como podía evitando ser tocada.
Pero estaba cien por ciento segura de que desde el punto de vista de los extraños yo no era más que una renacuaja fuera del agua.
Finalmente dejé de resistirme, nada ganaría. Me dejé levantar y alguien me desató los pies y me agarró de un brazo para llevarlo a algún lugar. Sentí un quejido de Edgar así que supuse que lo habían atrapado también.
Pensé que nos llevarían a alguna celda y nos fusilarían o nos mutilarían y venderían nuestros órganos, pero llegamos a una sala y me quitaron de un jalón la venda que cubría mis ojos, y lo detallé todo. La sala estaba pintada de gris oscura, con restos de moho y grietas en las paredes, a mi lado derecho estaba Edgar, quien observaba con miedo al igual que yo, a mi lado izquierdo estaba una persona encapuchada con la máscara blanca.
Y frente a mi, con un escritorio por delante había otra persona sentada, tenía la misma vestimenta con la diferencia de que su máscara blanca tenía dos círculos negros simulando las cuencas de sus ojos, y apoyaba sus codos en la mesa, con sus manos sosteniendo el rostro. A sus lados habían dos personas más, muy altas y fornidas, vestidos todos de igual manera; capucha y pantalón negro, más una máscara blanca cubriéndole todo el rostro y armas enormes en sus manos.
—Buenas, lamento si han sido maltratados. — Habló la persona del escritorio, con la voz modificada con algún aparato al igual que los otros. Pero esta voz sonaba más gruesa y dominante. — Se preguntarán el por qué están aquí. Pues... digamos que han estado siendo muy curiosos. — Señaló el escritorio, estaba lleno de papeles y fotografías. Reconocí una fotografía, era una vista del cuarto de Rosario, estábamos los cuatro sentados en su cama. Pero ¿cómo tomó esa foto? — Lo que quiero es detenerlos.
Y me congelé. Con esa frase: Lo que quiero es detenerlos. ¡Ya! ¡Nos iban a matar! ¡Iban a botarnos en un basurero igual que al falso cuerpo del latón! Mis ojos se abrieron como platos y no pude evitar temblar, lo único que me quedaba era rogar por mi vida.
— Por favor, no, n-o.
— No los mataremos, si esa es su duda. — Respondió. ¿Nos dejarán vivos? A ver, eso me ponía feliz, pero lo más lógico si quieres frenar algo es matarlos ¿no? — Lo que queremos es que se den cuenta de que lo podemos hacer en cualquier momento y detengan las investigaciones. Si los matamos ahora, sus amiguitos asociarán la causa a lo que investigan, y se hará más grande la búsqueda. Así que no se crean que no vimos los diarios Tirolesa, por cierto, todo les salió mal, no acertaron y los borramos. — Soltó una pequeña risa.
¿Diarios Tirolesa? ¿Quééééé?
— Están confundidos, nosotros no pusimos nada en ningún diario. — Afirmó Edgar y asentí. — S-solo era un hobby, nosotros, lo dejaremos, lo prometo, pero solo era curiosidad. — Le temblaba la voz.
— No se hagan los tontos, sabemos que todos los que investigan esto eran vinculados.
— ¿Hay más investigando? — Pregunté en voz alta, de repente la persona de las cuencas rió leve.
— La actuación les sale bien, pero bueno, corran y adviértanle a sus amiguitos que tienen que frenar.
— Mandato, ¿y si mata a uno? El otro correría y sería todo más creíble. — Le sugirió el hombre a su derecha, que sostenía una ametralladora.
Me estremecí por completo, su idea era buena desde aquel punto de vista... ¡Pero desde el mío era un total caos! ¡Uno de nosotros dos moriría!
— No, no podemos seguir levantando sospechas. — Le negó el Mandato y agradecí internamente a Dios, Zeus, Goku y toda deidad que recordara. — El escándalo cada vez crece más, lo hemos manejado bien pero con esto cuenta la prensa, la podríamos cagar.
Entonces comprendí que su falsa creencia de que estábamos vinculados con la prensa nos había salvado la vida. Si ellos supieran en realidad que éramos cuatro gatos jugando a los detectives nos hubiesen matado sin objeción.
Después, nos liberaron. Nos guiaron por decenas de pasillos y cuando creí que mis pies no darían más abrieron las tapas de unas alcantarillas y por allí salimos a un callejón.
Aturdida, con el cabello revuelto y los ojos hinchados de llorar, me dejé caer al suelo sentada, inmediatamente encogí mis rodillas y las envolví por mis brazos enterrando mi cabeza entre ellas. Adopté una posición muy común para mí meses atrás. Y lloré, por nada y todo a la vez. Por la angustia, miedo, asombro, por el simple hecho de que pude haber muerto de no ser por una ligera confusión de los gamberros.
Ahogué un grito, y un nudo en mi garganta se amplió causándome dolor en el pecho. Yo no quería esto, yo no quería pasar por esto.
Y me odié, me odié a mi misma por ansiar con tantas ganas la respuesta del caos que estaba formando.
Me odié porque a pesar del miedo y la paranoia, simplemente por rebeldía y por las ideas que el ajedrez había inculcado en mi cabeza quería llegar al fondo de todos los asuntos.
Me odié por querer desenmascarar a esas personas y hacer que las piezas encajaran.
Y sobre todo, me odié por ser consciente de que quería ser el gato que moriría de curiosidad.
Nota de autora:
¡Feliz San Valentín!
Espero que tú crush se te haya declarado y si no lo hizo espero que tengas helado de chocolate, si no tienes ninguna de las cosas anteriores al igual que yo pues espero que te haya gustado el capítulo y que el ayuwoki no se case con tu crush XD.
Si ya tienes novi@ pues que bueno, no me das envidia, no me das envidia, no me das envi... **c pone a llorar.
Ajwbhwjjw whatever, bueno, Alyta pobechita que se le atormente la cabeza con tanta cosa.
Díganme que opinan del capítulo ;).
Y ven... Astra explotó. Después verán que tiene que ver con la historia... será impactante bb 7u7)
Recuerden los diarios Tirolesa :).
En el capítulo siguiente habrá un cambio radical. Comienza una nueva etapa de la historia, así que ¡comiencen con las teorías locas y si ya tiene alguna compártanmela por aquí ;)!
Síganme en Instagram como Airis_18, allí público spoilers, dibujos y fotos de personajes del libro. Además de dibujos y pinturas mías. ¡Los espero!
♡ Regálenme un voto :) no os cuesta nada apretar la estrellita y sacarme una sonrisa. ¡Comenten si les gusta alguna parte! En serio eso me hace feliz .(╹◡╹)♡
Avances:
— Juguemos en el bosque mientras el lobo no está, juguemos en el bosque mientras el lobo no está. ¿Lobo estás?
— Si.
Astra solo quería jugar, quería ser un buen lobo. Astra era tan inocente, se lo tomó literal.
Halloween espeluznante.
Aparece un nuevo personaje... un felino 7u7) no literalmente.
— El efecto tiempo.
Díganme, queridos sobrinos lectores, ¿qué creen que le pasó a Aníbal? ¿Suicidio o asesinato? En el siguientes capítulo muchas cosas estallarán.
¡Un beso, un abrazo y muchos corazoncitos de Snapchat, su tía Airis!
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