19- "Burbuja"
1998, Madrid, España.
Astra estaba en su nueva habitación, los señores que le habían adoptado no le inspiraban la confianza suficiente como para aceptarlos como padres.
Caminó por el cuarto, acariciando con la mano las suaves sábanas de la cama que ahora usaría con más privacidad, la veía alta, pero era normal porque Astra era de muy baja estatura al tener solo seis años.
Siguió caminando, apartando de su rostro mechones del cabello oscuro, tenía una buena intuición, pensaba que podría tener una vida normal ahora que había conseguido familia.
Entonces llegó a una esquina del cuarto, donde había un gran espejo largo que le ayudaba a reflejarse por completo, observó lo pálida que estaba su piel, pero lo que llamó su atención fue lo largo que tenía el cabello, le llegaba a mitad de espalda y caía en ondas como una cascada pero llena de nudos.
Apartó el cabello de su cara y se observó en el espejo, ¿así era su rostro? Parecía triste. Astra solo tenía seis años, pero sabía que su rostro jamás volvería a ser feliz, o eso suponía, no después de haber vivido un desastre. Tenía grandes ojeras y los ojos opacos, no le gustó su reflejo.
Astra bufó, porque sabía que había algo mal, pero no sabía por qué a veces actuaba de manera impulsiva. En estos momentos Astra era plenamente consciente. Tenía el control. Y Astra a lo que más temía era a perder el control de su cuerpo y mente, porque cuando lo perdía disfrutaba formar problemas, y después se arrepentía sin entender el por qué de sus acciones.
Pero Astra solo tenía seis años, y no entendía muchas cosas.
—Cariño, ¿te gusta tu nueva habitación? —la señora a quien debía de llamar "madre" ahora le preguntó asomándose por la puerta. Astra asintió con la cabeza y se sentó en la cama, estaba de buen humor. —. ¡Mañana iremos a la peluquería! Necesitas un corte de pelo que te dejara espectacular, ¿qué opinas?
Astra no respondió, pero le regaló una pequeña sonrisa a la mujer. Tal vez si cambiaba su cabello su carácter también.
Astra era tan inocente.
2019, Anarca, Ayralia
——Narra Alya——
Notificación de WhatsApp.
Edgar ha cambiado el asunto del grupo "E.R.W.E" a "Valimos verga".
Edgar:
Ya valimos, nos vamos a morir por tu culpa.
3:55 pm
Edgar:
Ni cantando tres Ave Marías y rezando setenta padrenuestros lograrás sanar ese pecado.
3:55 pm
Walter:
¿Cómo es posible que exista alguien con el coeficiente intelectual moderado que haya podido responder algo así?
3:56 pm
Rosario:
Ya chicos, no sean tan miedosos, solo quería jugar un poco con ese acosador, seguro no se esperaba esa respuesta ;)
3:56 pm
Alya:
Claro, tampoco te esperarás a otra persona que venga a dispararte igual que Rowen y esta vez si acierte. Entonces te captura, luego nos mata a nosotros y a ti te tortura lenta y dolorosamente para que aprendas la lección de meterte con un asesino/voltucinco/hacker.
3:56 pm
Rosario:
Woh, ¿tan rápido escribiste todo eso? :o
3:56 pm
—Señorita Gallardo, ¿quiere pasar al frente y hacer una demostración? —rayos, tormentas y centellas.
La profesora Sol me cacha con el celular en el salón de clases, por suerte no llega el regaño. Nunca había usado el cel aquí pero esta situación es complicada y no pude evitar notar el alboroto en mi WhatsApp cuando Rosario pasó una captura de pantalla de una conversación con el número desconocido que nos había mandado mensajes a todos, con su respuesta bien atrevida.
¿Y cómo no me iba a alarmar? Ya, ya estaba muerta. Ya nos habían descubierto y ella lo había estropeado todo porque al menos teníamos la opción de hacernos los tontos y disimular.
—¿Señorita Gallardo? ¿Me está ignorando?
—¿Ah? No, no no —me levanto avergonzada y tomo la tiza para hacer el ejercicio de bocetos en pizarra. Termino y dejo la tiza en el buró de la profesora pero ella me detiene.
—Esto está mal —borra unas líneas en el boceto del rostro—. Debes ejercitar más esto que es básico, te dejaré tarea extra.
En algún otro momento que la profesora me indicara tarea extra me hubiese parecido el fin del mundo, pero ahora mismo me importa un pepinillo hacerla o no. Mi mente está maquinando distintas maneras en la que confrontaríamos nuestro actual problema.
Vuelvo a mi asiento y hago una vista panorámica de mis alrededores. Para mi sorpresa nadie me observa, o espera, si, si hay alguien mirándome. Y cuando nuestros ojos se cruzan me lanza una sonrisa curvada.
Orgasmo visual. Marco Muñoz me está sonriendo, y no era una sonrisa burlona, era una sonrisa amable. Dios mío. Me volteo para hundirme en mis libros. Salseos como estos no me pasan seguidamente.
—Pssst —siento un susurro y al girarme veo a una Zahara mirándome con preocupación. Ella sigue sentada detrás de mi. Me encojo de hombros indicándole a que hablara —. Ese man te va a embarazar con la mirada, ten cuidado que algo trama —dice señalando con los ojos a Marco y luego contiene una pequeña risa —. Hasta me salió con rima.
Niego con la cabeza ante su actitud dejándole en claro que no tiene remedio. Entonces suena el timbre y todos los alumnos recogimos y salimos del salón para ir a nuestras casas. Zahara me acompañaría.
—Ya me cambiaron la laptop y traigo conmigo la usb, así que pasemos por tu casa a revisar —propone ella y le respondí con un "Ok" —. No volvamos a abrir el link, no pienso pisar la misma piedra dos veces aunque sea humana.
—Hey —el chico de ojos claros se había detenido frente a nosotras y ambas nos miramos confundidas.
—Marco... —Zahara susurró su nombre con desprecio. Desde el primer día ellos se llevaron pésimo —¿qué demonios quieres?
—Un minuto de su tiempo —responde este acercándose más. Me lleva una cabeza de altura haciéndome sentir algo intimidada, pero la de las mechas azules se mantiene firme. Ella es más alta que yo—. Si no les molesta.
—Nos molestas, y mucho —responde Zahara y avanza. Automáticamente la sigo cabizbaja como oveja a su pastor.
—Pero que maleducadas, yo solo quería hacerle una propuesta a... —me mira y hace un gesto como intentando recordar mi nombre.
—Se llama Esperanza. —Dice Zahara, abro la boca para protestar; yo puedo presentarme, pero vuelvo a cerrarla.
—Esperanza... no volveré a olvidar tu nombre —insinúa, acercándose tanto a mí que siento su respiración —¿Te gustaría ir a por unos tragos? Quiero conocerte mejor.
Uh ligero rubor pinta mis mejillas, no era muy común que me coquetearan —si es que esto se puede considerar coqueteo—, por lo que mi autoestima se levanta un poco. Pero luego noto la mirada desafiante entre el chico y Zahara. Mierda... definitivamente él lo está haciendo para cabrearla. Ya me estaba empezando a ilusionar.
¿No les pasa que a veces quieren simplemente escapar? Pues me encanta seguir a la voz de mi consciencia por más anormal que sea.
Sí, salgo corriendo.
Pero no corriendo como si huyera, nooo, qué va, grito que vi a Leonardo Da Vinci y me mando a correr en dirección a mi casa, dejando sola a Zahara como la pésima compañera que soy.
La vergüenza me arrasaba, pero era la manera más rápida de evitar la incómoda situación. Ahora ellos pensarán que estoy loca, o tal vez no lo hagan y solo se rían. Pero prefería tener la duda que la certeza de que se burlaran de mí en mi cara.
Estando ya una cuadra, freno para tomar un pequeño descanso. Definitivamente no estoy en forma, pero a la mierda, ni siquiera haré ejercicio por más que me lo proponga, mi fuerza de voluntad es bien floja.
Dios mío, dejé a Zahara sola. ¿Y si dijo que vió a Picasso y también salió corriendo? ¡Entonces vendrá para acá y me reclamará por haberla dejado sola! ¡Y me va a gritar y yo le soltaré alguna frase de novela de Wattpad pero seguro me sale tartamudeando y...
—¡Ya fue suficiente!
Watafak?
—Solo un poco más, por favor. Kirina es adictiva.
—¡Estás siendo demagogo! ¡Te he dado suficiente tiempo!
Watafakinfak?
Me doy cuenta de que estaba deambulando por unas callejuelas y unos cuantos gritos me sacan de mis pensamientos. Escucho una voz gruesa, como modificada por algún aparato, y otra masculina que conocía, solo logré ver la mitad de la persona que traía la voz modificada tipo robot. Vi que tenía puesta una capucha oscura y una máscara blanca. ¿Khe?
Discuten por algo y no me quedaré para averiguarlo, doy media vuelta para volver a la avenida principal y seguir con mi recorrido.
Pero se siente un disparo...
¡Y patitas pa' que las tengo!
Corro, con las pocas fuerzas que había recuperado, corro como si no hubiera un mañana, el disparo apostaba a que venía de la mano de alguna de las personas que discutían, sabía que la voz masculina era de Sandro.
¡¿En qué líos anda metido?! ¡¿Y si de verdad es un asesino como Zahara y yo sospechamos?!
Uno, dos, tres, cuatro.
¿¡Por qué cuento los segundos!? ¡Ni que fuera un juego!
Llego al edificio, me adentro y con la adrenalina en mis venas no tomo el ascensor, la ansiedad me mataría, así que opto por las escaleras mientras saco la llave de mi mochila. Al llegar al departamento tan pronto abro la puerta la cierro desde dentro y pego mi espalda a la puerta sofocada, deslizándome hasta caer sentada.
—Woah —se sorprende Edgar que sale del baño con el ceño fruncido. Me seco con una manga del uniforme el sudor de la frente para seguir respirando aceleradamente por la boca —. ¿Qué te pasó?
Aspiro mucho aire y suelto:
—¡Marco plantada Sandro disparo voz morirme!
—Oye oye, tranquila —se acerca a mí y me ofrece una mano para levantarme, al hacerlo camino al sofá y me tiro allí aún respirando por la boca —. Ahora dime con calma, ¿qué pasó?
¿Que qué pasó? Eso mismo me pregunto yo. Antes de responder organizo un poco la situación en mi cabeza y prosigo a hablar:
—Sandro... alguien disparó. No sé, en un callejón lo oí y... un encapuchado, sí sí, un encapuchado discutía con él,... sentí el disparo y corrí aquí —apenas podía soltar frases coherentes.
—¿Uh?
—Por favor no... me... hagas... volver a repetirlo —voy relajando la respiración poco a poco.
—Pero, ¿segura que era Sandro? —se nota preocupado —¿Y quién disparó a quién?
—No sé.
—Ahora me dirás los detalles porque si me sueltas esta bomba tendrás que explotarla por completo. Necesito saber si tengo que salir corriendo a ver si mi amigo está bien —suelta en casi un reclamo. Que se alterara no ayudaba a calmarme.
Solo le hago una mueca acompañada de un gesto de negación: —Realmente no sé— y me levanto para ir al baño y lavarme la cara. Por suerte él me da espacio.
——Narra Edgar——
Ed:
Estás bien?
4:37pm
Visto
Sandro:
Sí. Qué pasa?
4:38pm
Visto
Dejo salir todo el aire que contuve a la espera de su respuesta. Bien, Alya se había equivocado.
Ed:
Una amiga me dijo verte en un problema y me preocupé, pero me alegra que estés bien. XD
4:38pm
Visto
Sandro:
Eh? Ando en mi casa
4:38pm
Visto
Alya se pudo haber confundido, con lo paranoica que es no me extraña que haya asociado la voz del desconocido con la de mi amigo. Y si era cierto... ¡Dios mío!
En mi cabeza se enciende un bombillo y un recuerdo aparece, justo cuando hablé con Sandro del incidente de la biblioteca:
—Oh, sí, imagínense que... a unas amigas mías casi le dispara.
— Ah, ¿sí? ¿Y están bien?
—Sí. Ellas estaban en la biblioteca y se apareció el tipo.
—¿Qué hacían ellas ahí?
Entonces mis teorías que formulé en ese momento regresaron. Sandro quería saber por qué Rosi y Alya habían estado en la biblioteca, luego cuando me había negado a asistir a una fiesta me dijo: Ni que te fueras a suicidar. Y ahora Alya llega diciéndome todo esto. ¡Todo encaja! Tengo que investigarlo.
—¡Kirina! —Alya abre de golpe la puerta de la habitación.
—¿Qué cosa? ¿Un Pokémon?
—Que recuerdo sobre lo que habían discutido —a pasos largos se sitúa a mi lado, sentándose en el sofá —. Eran dos personas, Sandro le pedía tiempo porque una tal Kirina era adictiva y el otro estaba molesto.
—¿Kirina? ¿Es una persona?
——Narra Alya——
—No creo ya que dijo que era "adictiva" —hice comillas con los dedos. Entonces nos miramos a los ojos. Estoy
perfectamente segura de que él sospecha lo mismo que yo, porque es más que evidente si pones a trabajar el sentido común.
Kirina tiene que ser una droga.
Pondría la mano en el fuego a que se vincula con el misterio, si Sandro había dicho eso y con Zahara sospechaba que él tenía algo que ver con el misterio principal, entonces solo tenía yo una manera de verificar que todo lo anterior se conectara. ¿Y cuál era esa manera?
El poema Guerrero.
Miércoles, 3:47pm
—Leámoslo —dice Rosario. Ambas estamos en su habitación sentadas en la cama. Le había dicho de la conversación extraña que accidentalmente escuché y relaté todo lo sucedido el día de la laptop y mis sospechas con Zahara. Entonces veríamos si algo se relacionaba con la palabra clave: Kirina.
Repasamos con la vista todo el poema, y efectivamente esa palabra no aparece, pero sí hubo un verso en específico que nos llama la atención y nos incita a interpretar la estrofa donde mismo habíamos hallado el Zaleplon. Específicamente donde decía: Esparcen la K.
Volvamos a analizar:
Zuncho recargado
A de disparar
Llegó perturbado
Esparcen la K
Perdonar no es sano
Le va a traicionar
Oscuro pasado
No disociará.
En resumen, juntando las ideas de ambas escribimos en la libreta donde resumíamos la investigación, quedando un párrafo más o menos así:
Un zuncho es un arma, así que teniendo en cuenta que el poema es un relato, cuenta de cómo alguien dispararía a ese guerrero, el guerrero había perdonado a ese alguien pero lo traicionó para esparcer la K, que asumimos que fue la Kirina, que también asumimos que es una droga. Entonces después menciona un oscuro pasado y que no hay vuelta atrás. El pasado podría ser del guerrero y lo otro, pues, que iba a morir.
—Vaya, Aníbal si había descubierto todo todito, a lo mejor lo pillaron in fraganti —comenta Rosario.
—Si —respondo —. Cada vez se agudizan más las sospechas de que Pilaza está metida en asuntos de drogas, contando el Zaleplon y Kirina.
—Zaleplon para drogar a los muchachos, Kirina para negocios —afirma ella —. Pero aún no me cabe en la cabeza de por qué matarían a los chiquillos. Y tampoco creo lógico que tantas personas se hayan metido a investigar el caso y todos haber sido descubiertos. Porque me dices que Zahara nunca te dijo que Rowen estuvo investigando. —asiento.
La chica de ondas azules dijo que había comenzado a sospechar que Rowen andaba metido en algo en lo que incluía a Sandro, pero ella se refería a las drogas, no a las empresas. Solo quería evitar que su amigo se metiera en problemas.
—¡Demonios! —Rosario exclama haciéndome saltar de la impresión y saca su celular de repente — No puedo creer que me haya olvidado de algo importante —lo desbloquea con un código enorme de esos que parece que ocultan datos de la nasa en el aparato, y abre la galería. Rebusca entre las fotos y al poner una en específico habla —. Es esta —me muestra la fotografía.
Una selfie de ella y otras chicas, reconocía la fiesta; ese viernes donde comenzó todo. Hace zoom a una esquina y hay alguien encapuchado, con algo en las manos. Pero no identifico el objeto. Al parecer corría hacia la casa, a pasos largos, intentado pasar desapercibido entre las sombras.
—Esa foto fue justo antes del apagón —dice ella —. Y eliminaría mis cuentas de Instagram a que estoy segura de que lo que llevaba era la pistola con la que mató a Atanasia.
Pienso de la misma manera que ella, era lo más lógico, no me tragaba aquello del suicidio. Lo inquietante es que no se le veía el rostro de la persona. Vestía pantalón y sudadera negra, con una capucha cubriéndole parte del rostro y la mitad de abajo con un tapabocas del mismo color, para colmo había quedado en movimiento complicándolo más todavía.
Juntando todos los datos en mi cabeza, las causas de los misteriosos suicidios quedan así: A Aníbal lo mataron porque sabía el secreto, a Atanasia por alguna razón desconocida y a Rowen porque andaba metido en el lío de las drogas.
Okay, es muy poca la información una vez se resume.
Eso es otro lío. Mi curiosidad se inclina por descubrir por qué mataron y drogaron a los adolescentes para que se suiciden como en el caso de Rowen, Walter quiere conocer el misterio que investigaba su amigo Aníbal, Rosario divertirse armando el puzzle, pero también se formulaba la duda en mi cabeza de si a Aníbal le habían drogado o lo habían matado directamente. Edgar... pues realmente él no estaba interesado.
Por otro lado Zahara quería en que líos andaba metido Rowen como para que lo mataran, porque ella estaba segura de que no había sido un mero suicidio, más cuando la página web macabra hizo estallar su laptop.
Pero, ¿debería de unir a Zahara a nosotros? ¿O investigo por separado con ambos lados? Podría contarle a los tres chicos acerca de los descubrimientos con Zahara, pero no quiero decirle a ella lo que había hecho con los chicos porque podríamos meternos en problemas ya que acosábamos a grandes empresas y ella solo a su difunto amigo.
Y yo que quería venir a hacer dibujitos, ¿en qué momento me metí en este lío?
—Entonces decías que el link ella lo guardó en una memoria usb. Aún tenemos acceso a él, podemos pedir ayuda a alguien que sepa de informática para evitar que se auto destruya —dice la de los rizos, jugando con ellos —. Tengo un amigo hacker, bueno, no exactamente amigo, lo conocí en la academia y se llamaba... eh... —entrecierra los ojos mirando al vacío, como intentado recordar — no recuerdo. Pero me hizo una tarea de biología porque anda puesto para mí —esboza una sonrisa burlona.
—No podemos mostrarle esto a cualquiera —advierto. Pero comprendo que es nuestra única alternativa por el momento —. ¿Segura que puedes confiar en él?
—Sí —me dedica una mirada altiva —. Es algo sumiso, cumple con todos los estereotipos de chico nerd o al menos lo aparenta.
Cedo, pero debíamos de consultarlo con los otros dos. Así hicimos, los citamos a casa de Rosi y Walter llegó a los diez minutos, pero Edgar se tardó como media hora. Al explicarles todo el lío con Zahara la cara del rubio merecía estar en un cuadro, sobre todo porque allí dijo que confirmaba sus sospechas hacia Sandro.
Teníamos un plan trazado; primero que todo contactar con Zahara, solo yo le diría que me prestara la usb para inspeccionarla con un amigo, si ella accedía iría Rosi a inspeccionar la memoria junto a Edgar con el nerd. Allí verían que se podría hacer. Decidimos no ir los cuatro para no levantar sospechas, eso sería algo raro teniendo en cuenta que no había ningún proyecto escolar.
También Rosi le pediría de favor al chico si podía investigar quién nos había enviado los mensajes, pero no lo diría directamente, su excusa iba a ser que un seguidor de Instagram la estaba acosando.
Nada podría salir mal, excepto lo que se encontrara en la web si se lograba desbloquear.
—Además, lo que Walter encontró... —dice Rosario —en la habitación de Aníbal, fueron pastillas, que pueden ser o el Zaleplon o Kirina. Yo creo que al ser de un llamativo azul índigo, sería la droga que venden. Digo, mejor no la probemos para averiguar porque si es lo otro nos mataremos. Mejor guardémoslo para si en algún momento lo podemos analizar científicamente.
5:37pm
—¿Segura que no convulsionarás si te hacen un pedido?
—Sí.
—Y... ¿tampoco te pondrás nerviosa ni empezarás a hacer teorías extraterrestres?
—No.
—Bien, es simple, ¡vamos a por ello! —exclama Edgar. Estamos buscando trabajo, sí, je, je. Trabajo.
Habíamos pagado el alquiler con el dinero que teníamos, pero luego nos tomó por sorpresa las cuentas del agua, electricidad, internet, sin contar toda la comida chatarra que comprábamos y los útiles del hogar. Conclusión: nos estamos quedando sin dinero.
Bueno, a ver, aún teníamos pero en unas semanas se nos agotaría teniendo que ahorrar y yo no iba a renunciar a mi tarro de Nutella semanal.
¿Y qué mejor lugar donde buscar empleo que en...? Nah, no estábamos realmente buscando algo, solo íbamos al mercado por las compras y por el camino vimos una hamburguesera con un letrero que decía: Se busca empleado. Y entonces lo pasamos de largo y al vaciar las billeteras en el mercado nos dimos cuenta que sí nos hacía falta.
Estábamos justamente parados frente al establecimiento pensando si accedíamos o no. Pero bueno, tendría que hacer lo que Dante dijo que hiciera: Tienes que salir de tu burbuja antisocial.
Ya estaba mejorando eso.
—Buenas —Edgar, que cargaba una bolsa con verduras, nah mentira, solo habían puros paquetes de Doritos y otras papitas; saluda al muchacho que estaba de cajero.
—Bienvenidos a Hambubbles, ¿les puedo ayudar en algo? —dice el chico con una sonrisa en la cara.
—Vimos el cartel de que se busca empleado y... queremos ver si podemos postularnos para el puesto —le dice y el cajero cambió la expresión a una de preocupación.
—¿Seguros?
—Si —intervine.
—¿Saben al razón por la cual todos renuncian a la semana de trabajar aquí?
—¿Eh? —emite Edgar mirándome con confusión — No.
—Pues yo tampoco, así que estoy feliz de poder tener compañeros otra vez, esto de estar solo me estaba cansando—suelta el muchacho sonriendo. Rompiendo todo tipo de suspenso —. El jefe viene todos los días a las diez de la mañana más o menos a revisar. Vengan mañana a preguntarle.
—Gracias —agradezco para darme media vuelta y marcharme, mi compañero me sigue.
Me inquieta aquello, a lo mejor exageraba pero había sonado a una maldición o algo por el estilo.
—Creo que sé la razón —dice Edgar y me giro para verlo de brazos cruzados —. Este barrio tiene mala fama, pandilleros vienen y van. Pero bueno, en el trabajo no nos pasará nada.
—Nada —repito imaginándome miles de millones de casos en los que yo protagonizaba vestida con el uniforme del trabajo, detrás de la barra terminando muerta por gente que llegaba para robar o matar o... —. ¿¡Nada!? ¿Y si nos matan o nos roban o violan?
—No empieces. Estamos en la capital, aquí hay seguridad.
—¡La misma seguridad que no quiere investigar un coño de los suici...! —Edgar me tapa la boca con su mano libre y entiendo que estaba prácticamente exclamando al mundo el secreto. La retira lentamente y me disculpo.
Seguimos avanzando, cambio de manos la bolsa que cargo para no cansar por completo un brazo. En cierto punto miro el callejón en el que había escuchado a Sandro discutir con alguien, y lo señalo.
—Aquí oí el disparo —digo a Edgar, él iba a abrir la boca pero la cierra de inmediato formando una sonrisa ladina y avanza hacia el lugar que señalaba. Le pregunto que demonios hacía y me responde: —Vamos a investigar.
—Oh no, no haremos eso —le tomo un brazo para intentar detenerlo pero es en vano porque avanza y termino haciendo lo mismo a paso lento, mirando hacia todos lados.
Nos seguimos adentrando, salto del susto las veces que una lagartija pasa por la pared o cuando gatos salen de los basureros. Llegamos al final y doy media vuelta para marcharme pero lo que grita Edgar escandalizado me hace paralizarme del miedo:
—¡Dios mío! —se lleva una mano a la boca y me acerco cuidadosamente evitando hacer ruido. Saco mi cabeza por detrás de él y veo una bolsa negra, dentro de un basurero toda desgarrada, supuse que es basura pero Edgar señala en una rotura de la bolsa donde sobresalen dos dedos.
Un cadáver.
Nota de autora:
My goodness!
¡Sobrinos!
¡¿Pero quejestoooooo?!
¿Eso es un cadáver? Run bitch run!
¿¡Por qué todos renuncian a ese trabajo!? ¿El chichirikú del monte?
¿Y qué le pasará a Astra? Más bien, ¿qué tiene que ver Astra en esta historia?
El capítulo que viene, hará explotar la historia, créanme, se viene lo bueno lo malo y lo indescriptible.
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