13- "Ojos"
——Narra Alya——
— Hija, donde quiera que estés, si estás viendo esto queremos decirte que... te amamos, y no nos perdonaríamos si algo malo te pasara. — Repugnancia. Fue lo único que sentí ante las lágrimas de cocodrilo de mi madre, eso de la actuación se le daba muy bien. Apagué la televisión si poder aguantar un segundo más de tanta hipocresía.
—¿Te llamas Alya? —Edgar preguntó y lo miré con el ceño fruncido. No, me llamo Anacleta. Si las noticias lo ponen.
—Sí.
— ¿Y te escapaste? — Noooooo, solo que salí sin permiso a otra provincia por una semana para no verlos nunca más. Si volvía a hacer otra pregunta estúpida lo golpearía.
— Evidentemente. — Respondí irritada ganándome una mueca de desagrado de su parte.
— ¿Y Esperanza entonces era un nombre falso?
Reí para mis adentros al no tener la voluntad para golpearle en ese mismo instante. No estaba de humor para preguntas, mucho menos esas tan innecesarias.
—Sí, conseguí identidad falsa para que no me encontrasen —le miré y traía una sonrisa pícara mientras por la television se anunciaba que darían diez mil dólares a quien sea que diera información nuevamente. —. ¿Te atreverías a delatarme?
—Claro que no, es solo que ya no estás tan segura, cualquier oportunista se andaría de chivato por cinco mil. Que te llames diferente no será suficiente... — Me miró entrecerrando los ojos. — necesitarás cambiar tu apariencia. Y hay que tener cuidado de que ninguna persona que te haya visto te delate, aunque diez mil no son casi nada para la mayoría de los chicos de la academia. — Su comentario me incomodó; gastar esa cantidad sería un golpe importante para el bolsillo de mis padres.
Entonces mi teléfono vibró anunciando un mensaje:
Rosi:
Nena, voy ahora a tu casa, tienes que explicarme muchas cosas :O.
10:39am
Visto.
Mierda, lo tendré que contar todo, y esperaba que ninguno de ellos traicionara mi confianza. Al final, solo eran Edgar y Rosi.
Decidí mantenerme en silencio, Ed lo comprendió y no me carcomió a preguntas, me dediqué a descansar en la cama acostada, viendo el techo hasta que llegase Rosario.
Entonces hubo una mini explosión en mi cabeza. ¿Y si alguien que me conociera como Esperanza viera las noticias en la academia me delatase? ¿Y si le avisan a mis padres? ¡Dios mío! Me tendría que buscar alguna excusa. ¡Espera! ¡Peor aún! ¿Y si algún profesor ve las noticias?
Estoy perdida, fui tan ingenua, en serio llegué a creer que todo se colorearía de rosa. No me aguanté, lágrimas comenzaron a caer de mis ojos, todo había terminado. Toda la fantasía había acabado, entre los misterios que íbamos a descubrir, entre mis nuevas amistades, entre mi nueva vida, todo.
— ¡Espi, digo...! ¡Alya! — La voz de Rosario exclamando me hizo reaccionar. No podía permitir que ella me viera así de destrozada.
Con una manga de mi abrigo limpié mis lágrimas y acomodé un poco mi cabello antes de salir por la puerta y verla toda preocupada corriendo hacia mi.
—Por favor dime que no cometiste ningún crimen —negué repetidas veces con mi cabeza haciéndola suspirar de alivio. Me escapé, soy mayor de edad, no hay ningún crimen, en todo caso mis padres serían los criminales.
Mi padres, que hicieron de mi vida un infierno sin darse cuenta, o, quien sabe, a lo mejor si yo me hubiera negado, a lo mejor si yo hubiera sido fuerte para decirles que no me gustaba el ajedrez, tal vez, podría estar aquí con su aprobación. Dios, es que soy tan tonta.
Comencé a llorar nuevamente reprochándome, siendo consciente que a lo mejor mi padres se habían ilusionado con mi supuesto futuro perfecto, a lo mejor fue porque yo siempre dije que si con tal de verlos felices. Soy un monstruo, los he dañado tachándolos de malos, y tal vez era yo la mala de esta historia.
Estaba acostada otra vez en la cama, sollozado, con mi cabeza en el regazo de Rosi quien me acariciaba el cabello. Agradecía que no me hubiese hecho más preguntas, por el momento solo necesitaba esto; llorar.
—¿Qué pasa? —finalmente ella rompió el silencio.
—Una... larga historia, y aburrida. — Dije desanimada.
—Tengo todo el resto del día cariño, no te preocupes, desahógate. Será lo mejor.
Sonreí al darme cuenta de qué tal vez Rosario era una buena amiga, que me estaba apoyando en este momento que tanto lo necesitaba. Edgar estaba recostado al marco de la puerta abierta, aún desconcertado.
Entonces me senté en la cama al lado de mi amiga, y le hice toda mi historia, desde el momento en que una niña aceptó entrar al ajedrez para entretenerse, hasta que esa adolescente se cortaba para aliviar su dolor. Terminé sonriendo al contarles sobre Dante, que siempre me hacía sonreír, porque él era el único que tenía en cuenta mi depresión que siempre oculté a mis padres para que fueran felices, porque después de todo eran mis padres, y los amaba. Porque sabía que ellos solo querían lo mejor para mí, y nunca me negué.
—Que fuerte —comentó Edgar que ahora estaba sentado frente a mi en la cama comiéndose las uñas —. Y yo pensaba que yo estaba mal con mis padres.
—Pero, si no me descubren, todo estará bien —dije manteniendo el optimismo.
—Oye, en algún momento los enfrentarás y les dirás que ya no eres una niña y no te pueden manipular, te tienen que entender—me dijo Rosario mirándome fijamente a los ojos, ella estaba sentada a mi lado. Asentí y sonreí, ella tenía razón —. ¿Sabes que es lo primero que harás? —me preguntó con astucia y negué con mi cabeza —. Un cambio de look. ¡Ay! Hoy habrá salida de chicas —aplaudió emocionada contagiándome su risa.
—Pero no vivirás escondiéndote, ¿no? — Preguntó Edgar. — Eso no sería vida, aunque... no soy nadie para habl...
—¡Claro que no! — Le interrumpí. — Si me encuentran, yo, yo hablaré y... y espero que me entiendan. No he cometido ningún crimen.
— Bueno, hablando legalmente, falsificaste documentos para crearte una identidad falsa. Eso se podría considerar un crimen. — Afirmó Edgar haciéndome abrir los ojos con nerviosismo.
— Mierda, mierda, mierda, ¡me iré a la cárcel! Y y ya todo se irá al demonio y y... — No pide seguir maldeciendo porque Rosi agarró mi rostro entre sus manos y me miró a los ojos enojada.
— No, no irás a la cárcel porque aún eres menor de edad, y no, no se irá todo al demonio porque nadie te va a encontrar.
Después de eso Rosario, bien emocionada, me llevó a un salón de belleza en donde dijo que cambiaría mi cabello y me compraría lentillas para los ojos. Sentí que lo de las lentillas de los ojos era innecesario, pero insistió tanto que caí.
No podía quejarme, mi cabello largo, ondeado y castaño casi negro se había convertido en una media melena castaña clara tirando a pelirroja, pero sin dejar de ser castaño, más lisa. Mis ojos naturalmente eran verde olivo casi marrones, pero me compró lentillas de un color verde tan claro que se notaba artificial, aún así, me gustó la nueva Alya; Esperanza.
Lunes 10:12am
— Nos vemos en un rato, chicos. — Se despidió Rosario de Edgar y Walter.
Ya era el recreo y ambas iríamos a revisar la biblioteca del edificio de literatura, donde estudiaba Aníbal, para ver si encontrábamos alguno de sus poemas. Los chicos irían practicas de fútbol porque esta tarde eran las elecciones para entrar en el equipo masculino de la escuela y mañana sería el femenino.
Al entrar a la biblioteca, que estaba en la tercera planta, Rosi preguntó a la bibliotecaria, donde estaba la sección de poemas de Aníbal. Walter nos había dicho que su nombre de autor era algo de Anicci más un nombre griego. La viejita nos indicó al un pasillo de poemas, ya que ella no conocía al nombre artístico, entonces fuimos a esa sección a buscar las obras.
— Mira esto; "Intangible cuestión illuminati". ¿Quién rayos va a leer esto? — Comentó Rosi con burla mientras mirábamos los libros de poemas, estaban ordenados por géneros. Eran enormes los libreros, tanto, que llegaban al techo y en cada sección había una escalera por si se necesitaba subir.
Un papel llamó mi atención, a diferencia de las demás obras que estaban enmarcadas en libros ordenados en el librero, este estaba arriba de un estante, junto a otros más, eran como una exposición. Lo tomé y estaba manuscrito, con una caligrafía hermosa, de título ponía "Guerrero" pero lo que me emocionó fue el nombre del autor; Anicci Hermes. Tenía que ser ese.
— Mira. — Le avisé a Rosario y ella sonrió. Miró al estante y tomó el papel.
— ¡Lo hemos encontrado! — Chilló. — Pone Anicci, y Hermes era un Dios griego, además, se llama este Guerrero y la empresa es Pilaza Guerrero. ¡Ay!
Nos volteamos y había un chico con uniforme verdeazul, igual que el mío, lo reconocí pues era de mi clase, creo que se llamaba Rowen, estaba parado en el principio del pasillo, ambas avanzamos para salir de la biblioteca, pero Rosi chilló y yo quedé impactado al ver que el chico traía un arma, y nos estaba apuntando con su pistola.
¡Nos apuntaba! Y no estaba triste, ni sonriendo, ni enojada... ¡estaba tan serio que no parecía a punto de matarnos! Sostenía el arma negra con su mano derecha que temblaba. ¿¡Qué demonios estaba pasando!?
Todo pasó muy rápido; la señora bibliotecaria llegó para verificar el grito de Rosario, y el chico le disparó, volándole la cabeza a la pobre viejita, haciendo a mi amiga gritar otra vez. Podía haberme quedado allí parada, observando el charco de sangre que brotaba de la cabeza de la señora, pero reaccionó mi instinto de supervivencia. Entonces por inercia la empujé y me tiré al suelo con las manos en la cabeza.
— P-Por favor, no. — Rosi suplicó sollozando tirada en el suelo al igual que yo. Teníamos miedo, mucho, tenía por mi vida, por que todo lo que habría logrado desapareciera, por que mis sueños se destruyeran de una manera tan absurda.
Y el chico disparó nublando mi mente aturdida, y pensé que mi vida se terminaría allí, pero para nuestra suerte su puntería era malísima y las balas impactaron en el suelo a mis lados, ya que yo estaba delante, haciéndome sobresaltar con los sonidos y pequeñas vibraciones del suelo. La siguiente bala impactó en algún libro del enorme librero a nuestra derecha. Levanté mi vista temblando, y vi como el chico se llevó el arma a su cabeza, con intenciones de dispararse, pero su expresión permanecía seria y fría, como un robot.
— ¡No! — Grité y el chico presionó el gatillo, pero no pasó nada, sorprendentemente la pistola se había quedado sin municiones. ¡Gracias a Dios, Gokú, Rambo y Chuk Norris!
El chico gritó y siguió presionando el gatillo una y otra vez pero sin resultados, entonces tiró el arma al suelo y prosiguió a golpearse la cabeza una y otra vez contra la esquina puntiaguda del enorme librero a nuestra izquierda, sacándose sangre mientras gritaba. Ya sin peligro de arma, corrí hacia él para impedir que le diera un derrame o algo peor, no quería presenciar como alguien se suicidaba frente a mis ojos, aunque me haya intentado asesinar.
Cuando avancé frente a él me quedé paralizada, no me pude mover más, el miedo me impidió avanzar. Sus ojos, sus ojos no eran normales, no eran los ojos azules con que lo conocía; estaban amarillos con la pupila muy dilatada, demasiado, y algo saltones, parecían ojos de pescado y me dió asco.
El tipo seguía golpeándose y gritando, provocando que me manchara el rostro de la sangre que salpicaba, miré hacia atrás y Rosi aún estaba en el suelo, rezando, tal vez. Entonces sentí una voz, un leve susurro proveniente del muchacho, que me hizo volver a mirarlo y horrorizarme más todavía, dirigiendo mi vista a la señora que estaba tirada en el suelo.
— ¿¡Qué ha pasado!? — Sentí un grito masculino, y supuse que era un guardia de seguridad que vendría a salvarnos.
Entonces el chico gritó muy fuerte, haciéndome cubrir mis oídos, y corrió hacia la enorme ventana, tirándose a través de ella rompiéndola toda. Corrí de inmediato hacia allí y me asomé para encontrarme con el cuerpo de Rowen en el césped bañado en sangre acompañado de cristales, estábamos en un tercer piso y la caída seguramente lo había rematado. Sin darme cuenta apoyé una mano en la ventana rota haciéndome un pequeño corte y retrocedí. Entonces lo procesé todo y lloré, lloré por la pobre señora, por mi amiga, por casi haber muerto, por haber presenciado un suicidio.
Entonces sentí la voz del guardia más cerca y todo se puso borroso, me dió un mareo y después... nada. Todo era negro.
Ayuda.
Nota de autora:
¡Engendros! LLEGÓ LA TÍA RARA YUUUJUUUUU.
Muajajajjajaja, en el cap anterior les avisé que alguien moriría y no fue mentira... se murió la pobre bibliotecaria y Rowen, el nerd.
F por la viejita.
F por los ojos de Rowen(¿?)
F por tu corazón que se murió cuando tú crush te dijo que amaba al ayuwoki antes que a ti.
Oks, intenté que el capítulo quedara intenso, pero no soy profesional no me juzguen :(.
¿Quién pidió ayuda? ¿Fue Alya bb?
¿Y por que el guardia de seguridad se demoraba tanto? ¿¡Estaba comiendo churros en la esquina!?
En unos minutos publicaré el poema que se encontraron mis bebés en la biblioteca; el sacrificio dió frutos. Cuando lo lean seguramente pensarán que es algo confuso, pero créanme que tiene demasiado sentido si entras en mi cabeza que ya lo tiene todo organizado.
Todo, repito, TODO significa algo. Cada simple palabra del poema tiene que ver con algo del misterio, pero obviamente se irá descubriendo poco a poco, cosas encajarán, otras no, otras no tendrán sentido cuando en realidad si lo tienen. Subjetividad, beaches.
Les reto a que lo lean y saquen sus propias conclusiones. Hay mensajes ocultos fáciles de descifrar, otros un poco más difíciles. Léanlo y léanlo una y otra vez, al final de la historia vuelvan a leerlo y se dirán: ¿cómo no me di cuenta? ¡Vamos! Se que descifrarán al menos una cosa que se dará a conocer en el capítulo siguiente que está badass.
Va a empezar el juego bebés. Preparen sus anos.
Déjame un voto, me motiva a seguir escribiendo y me sacan risas sus comentarios.
Avances:
Algunas cosas parecen encajar...
Repito, ellos tienen ojos por todos lados...
La masacre había comenzado...
Y el juego de nuestros chicos también.
¡No se pierdan el capítulo 14- "Partida de ajedrez"!
Cambio y fuera; la tía Airis.
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