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12- "Noticias"

——Narra Walter——
Sábado 1:45pm

— Mierda, me había olvidado de él. — Susurró la mexicana guardando su laptop. — ¡Espera un momento! — Gritó al señor. — Chicos, actúen normales, como si no estuviéramos acosando empresas millonarias. — Nos susurró.

Asentimos y ella le abrió la puerta al señor, él nos saludó cordialmente y dijo que nos prepararía algo de merienda. Lucía muy emocionado por el hecho de que éramos los nuevos amigos de la señorita de la casa.

— ¿Es tu padre? — Le pregunté.

— No. — Respondió. — Es mi mayordomo, me ha cuidado desde pequeña tomando el rol de padre, así que podría considerarlo uno. Igual, es tan peligroso como los padres, se preocupa mucho por mi y no se puede enterar de la fiesta.

— ¿Y del asesinato? — Preguntó Edgar susurrando. — Si pasa algo más en relación a eso no le debería de tomar de sorpresa.

— Ya veremos cuando ese momento llegue. Pero prefiero que no se entere, porque me regresarán a mi país si hay problemas. — Dijo casi suplicando y accedimos a cooperar.

La entendía, ese sentimiento de tener que ocultar algo importante para que no te lleven a otro lugar; si mi padre se enteraba de que estudiaba en AISA, me introduciría en otra universidad.

El señor llegó, nos ofreció vasos con jugos de frutas y algunos sándwiches. Le agradecimos y se fue, dejándonos otra vez en privacidad, así que Rosario volvió a abrir su laptop.

— En lo que estábamos. — Dijo. — Walter, ¿qué sabes de Aníbal Guerrero?

— Lo conocía de pequeños, después de los quince más o menos no nos volvimos a ver, bueno, solo pocas veces cuando habían reuniones familiares. — Me quedé pensativo un momento y recordé la última vez que hablé con él, que había sido el año pasado. — Recuerdo que amaba escribir poemas, y que reflejaba su vida diaria en ellos, es más, si hubiese algo raro involucrado con él lo había escrito como poema.

— ¡Eso es! Pero, ¿cómo accedemos a sus poemas? — Preguntó Rosario bufando. Pero yo tenía un as bajo la manga.

— Apuesto a que en la biblioteca de la academia guardan alguno de sus poemas. Él me dijo algo de eso. — Dije y todos me miraron con asombro.

— ¡Miren! La reencarnación de mateo. — Desviamos nuestras miradas a Edgar, quien señalaba a una paloma que estaba posada en la ventana de Rosi. Él agarro su celular para tomarle una foto y ni lo juzgué porque estaba hermoso pero se fue. — Demonios.

— Supongo que esa es una señal de que te tienes que olvidar de ese chiste tan malo. — Soltó Rosario entre risas burlonas y asentí. Entonces volví al tema en mi cerebro.

Aníbal era realmente bueno componiendo, tanto como letras de canciones, poemas o párrafos. Su talento era de nacimiento, desde los primeros años de primaria le gustaba escribirle poesías a las chicas que le gustaban, pero como era muy tímido, ahí entraba yo, ayudándolo a socializar más entregando yo mismo sus cartas, por lo que llegaban a pensar que era yo el que los componía. Era tan bueno que en todos los colegios siempre hizo colecciones de poemas que se registraban en las bibliotecas, bajo su nombre de autor que realmente no recordaba bien, pero podría reconocerlo.

Quedamos en investigar el lunes en la biblioteca y descansar este fin de semana. Todo sería como un hobby, mera curiosidad, nunca cruzó por mi mente que mi vida tambaleara en una cuerda si quería descubrir más cosas.

Finalmente nos fuimos de casa de Rosi, y en mi auto pretendía volver a casa, pero no tenía nada que hacer allí, así que paré en una cafetería que me había llamado la atención.

Me senté en una mesa y ordené un capuchino y un pastelito de chocolate, no tenía demasiada hambre como para almorzar algo más. Saqué mi celular y una notificación de WhatsApp apareció mientras vagaba por Instagram.

Andrea:
Hola, tú :)
2:54pm
Visto

Walter:
Hola.
2:54pm
Visto

Entonces llegó mi café y postre, así que tomé la taza y di un sorbo.

Andrea:
Me gusta el pastel de chocolate ;)
2:55pm
Visto

Walter:
¿Ok?
2:55pm
Visto

Andrea:
¿Alguna vez te han dicho que te ves sexy de espaldas?
2:55pm
Visto

Entonces cómo que algo no cuajó en mi cerebro y me volteé con la ligera sospecha de que cierta persona me acosaba. Y efectivamente, allí estaba Andrea, mirándome con una sonrisa burlona. Se levantó y se sentó en mi mesa frente a mí, con una taza en sus manos.

— Hola, tú. — Saludó. Realmente parecía un chico, andaba vestida con una camisa y jeans, sin nada de maquillaje dejando ver sus imperfecciones d rostro. Lucía linda, pero más bien parecía un chico apuesto, toda fantasía de un homosexual.

— Buenas tardes. — Saludé comiendo del dulce.

— ¿Me estás siguiendo? — Preguntó casi riendo.

— Creo que la que me sigue eres tú. — Dije y volvió a soltar una pequeña risita.

— Tengo cosas más interesantes que hacer.

— Yo también, así que por eso, si me disculpas, adiós. — Me levanté al terminar más por cuestión de orgullo.

Pagué en la barra y me dirigí a la puerta dejando propina. Socializar con Andrea no me motivaba mucho, se que no se debe juzgar por las apariencias pero lucía como una marimacha, no tengo nada en contra de las lesbianas pero el carácter brusco lo detesto.

Salí y ella me detuvo agarrándole el brazo per sin hacer fuerza:
— ¿No que tenías cosas interesantes que hacer? — Le pregunté alzando una ceja.

— Hoy estoy libre, así que tienes la magnífica oportunidad de pasar el rato conmigo, te quiero enseñar algo. — Me soltó y caminó enfrente de mí. Era de mi misma estatura. De repente se volteó y parecía algo arrepentida. — Lo siento por ser tan impulsiva, es solo que... me caes bien, quisiera ser tu amiga. — Sonrió.

Oh perfecto, la típica chica que no tiene amigos y quiere que yo la saque de ese horrible estado para luego robarme o estafarme, había visto películas así.

— No hay problema. — Respondí, ¿qué más podría decirle con esa cara de cachorro abandonado? — ¿A dónde quieres ir?

— Te quiero mostrar mi lugar favorito en el mundo, a donde voy a repasar mis coreografías. Te va a encantar. — Dijo más emocionada y paró un taxi.

La trayectoria fue corta y ella no me dejó pagar el taxi por más que le insistiera, igual no era mucho. Nos bajamos y era una avenida común y corriente, no entendía que era lo especial.

Entonces me dijo a la siguiera y eso hice, bajamos por unas escaleras en un costado que eran algo largas, al llegar al final observé una vista bastante agradable.

Era como una playa, pero pequeña y apartada. La arena recorría a lo largo del estrecho camino, con lagunas dunas. El agua llegaba en leves olas a la arena, se terminaba en el otro extremo en otra escalera que subía a la calle al igual que por la que habíamos bajado. Muy estrecho y pequeño el lugar.

El Sol se reflejaba en el agua, este estaba en un punto bajo, al ser las tres de la tarde, pero sin llegar a atardecer. Apostaba a que un crepúsculo en este lugar sería magnífico.

— Este es mi pequeña guarida. — Añadió Andrea con sus manos detrás de la espalda como una niña pequeña. — Es agradable venir a bailar aquí, ¿te apetece?

Su propuesta no sonaba desagradable, de hecho, ella sacó una pequeña bocina y puso con su celular una melodía que no reconocí, pero era tango. Puse mi celular encima de una roca al lado de el de ella.

— ¿Conoces esta canción? — Preguntó acercándose y negué con la cabeza. — No te preocupes, solo déjate llevar. — Puse mi mano en su cadera y ella la suya en mi hombro, nuestras manos libres las enlazamos y comenzamos a bailar suavemente hasta que la canción se volvió más activa y dábamos largos pasos.

Vueltas, giros, bailamos al ritmo acelerado del tango, y para mi sorpresa ninguno de los dos perdió sincronización a pesar de que la estaba siguiendo.

En un momento me separé de ella y me quité los zapatos y subí mi pantalón para no mojarlo, ella hizo lo mismo y entonces volvimos a bailar, de maneras extrañas, inventando una coreografía bastante graciosa que nos hacía reír.

Corrió otra canción, esta vez una de rock, así que bailamos como todo un Jaggers, meneando el esqueleto mientras gruesas gotas de sudor corrían por mi frente.

— Esto es muy loco. — Dije mientras reíamos haciéndole dar vueltas.

— ¿Y sabes que es más loco? — Preguntó y negué. — ¡Esto! — Me empujó a la orilla del agua, empapándome todo pero en vez de enojarme solo reí y la tomé del tobillo para jalarla conmigo y calló a mi lado riendo como loca. Me paré y la ayudé a hacerlo para cuando sonaba una canción diferente, era Get Lucky de Updown funk.

Like the legend of the phoenix! — Gritó y tomó mis manos para bailar como niños pequeños. Entonces me separé e hizo pasos a la Michael Jackson.

— I'm up on night to have fun. — Cantamos juntos inventando una coreografía funky. — I'm up in night to get lucky.

Pasó el tiempo, no sabía que hora era exactamente pero ya comenzaba a atardecer, sin embargo, a pesar de estar tan agitados no dejábamos de bailar y hacer comentarios sin sentido.

La había juzgado mal, Andrea no era una mala persona, solo quería ser mi amiga y lo había logrado porque nunca me había sentido tan bien al lado de alguien desde que pisé la academia. ¿Quién sabe? Todo iba muy rápido pero realmente nada importaba, solo quería bailar, reír y estar con ella.

Tal vez solo debía abrirme más.

— Estoy... cansada. — Dijo entre jadeos y se sentó en la arena. Me senté a su lado y miré al mar.

El Sol se comenzaba a ocultar, brindando hermosos reflejos de luz naranja. Las olas se desvanecían a mis pies llenos de arena. Este sería un buen recuerdo.

— Pide un deseo. — Dijo ella y cerró los ojos. La miré. El ocaso se reflejaba en ella resaltando su corto cabello y su nariz con una ligera curva. Era bonita. No tenía un buen cuerpo, de hecho, la había confundido con un hombre cuando la conocí. Su voz era más gruesa que la de una chica normal e incluso su manera de actuar le daba aires de transexual. Pero era una chica, y me encantaba.

  Pero otra persona que me hacía sentir bien llegó a mi mente...

Rosario.

¿Rosario me gustaba?

Cerré los ojos e hice lo que Andrea me había pedido.

Deseo graduarme en la academia.

— Ya lo pedí. — Dijo ella mirándome. — ¿Qué pediste tú?

— En estas cosas se supone que si dices el deseo no se cumplirá, ¿no? — Le sonreí.

— Vamos, dímelo. Estás mierdas no son reales. — Insistió. — Te diré el mío: Deseo enamorarme.

— Vaya. — De repente me entró una picazón y me rasqué la nuca. — Yo deseé graduarme de la academia.

— Vaya, que aburrido. — Frunció el ceño y le di una expresión de: ¿Qué tiene de malo? — Al menos mi deseo es más emocionante. Dime Walter, ¿alguna vez te has enamorado?

Su pregunta me dió que pensar. Miré la arena y jugué con ella entre los dedos de mis pies. Pensé en mis relaciones anteriores... tuve novias en primaria y secundaria, ninguna me interesó de verdad. Lo de Sabrina había sido solo sexual. Ahora llegaba a mi vida Rosario, una chica atrevida llena de seguridad que realmente deseaba, y Andrea, una chica divertida pero insegura de si misma que me hacía pasar buenos momentos.

¿Exactamente qué es enamorarse?

— Define: enamorarse. — Le dije y ella río. Entendí que mi pregunta había salido demasiado robótica, pero si ella me aclaraba más o menos tal vez podría tener una noción.

— Que raro eres, mira. Cuando te enamoras, piensas mucho en esa persona, quieres siempre estar con ella o él, te pones nervioso a su alrededor, cositas así. Cursilerías que te hacen sentir estúpido. Yo quiero algo así. — Dijo y me di cuenta de que  a lo mejor si me había enamorado. Y precisamente de Sabrina, cuando la comencé a conocer, pero después no más. — Así que dime... ¿ahora mismo estás enamorado?

Hizo esa pregunta mirándome fijamente. Sus ojos, sus ojos me querían transmitir algo pero, ¿qué exactamente?

¿Despecho? ¿Curiosidad? ¿Deseo? Me hundí en su mirada y sin darme cuenta lucía como un tonto viéndola, pero no me importó.

Mi vista se paseó por su cuerpo mojado por el mar, la ropa pegada a su estrecha y perfecta cintura, como mechones de su corto cabello se pegaban a su fino rostro. No estaba usando maquillaje, y su belleza natural era indudable. La lujuria ardió en mi. Su manera inocente de hacer preguntas profundas, su mirada penetrante y pasional. Sus labios carnosos y finos, sus pómulos sobresalientes, su clavícula perfectamente marcada.

Seguí mis impulsos y me abalancé sobre ella, se acostó en la arena y me puse encima. Ella flexionó sus brazos a la altura de su cabeza y me quedé viéndola. Me había embelesado su mirada.

— Dime, Walter... — Soltó en un susurro. — ¿Te atraigo?

La besé.

No se cómo ni en que momento perdí mi autocontrol. Pero besé con ansiedad y deseo sus labios, y ella me siguió el beso. Ella acarició mi rostro con sus manos y más fue subiendo hasta enredarlas en mi cabello. Me separé por un momento para respirar y esa expresión nueva en ella era... excitante.

Volví a besarla, con más ansias. Mordí sus labios suavemente y dejé que ella hiciera lo mismo conmigo. Me acomodé entre sus piernas y ella las envolvió alrededor de mí. Entreabrí mis labios y dejé que pasara su lengua que rocé con al mía de muchas maneras.

Comencé a calentarme. Un dolor estimulante se acumuló en mi entrepierna y quise más, más de ella. Llevé una mano a la parte inferior de su pullover y la introducí. Acaricié su barriga y fui subiendo mi mano por su abdomen. La sentí sonreír m sobre mis labios, y demonios, eso me volvió loco.

Seguí subiendo mi mano para darme cuenta de que no llevaba sostén. ¡No llevaba sostén! Me excité mucho más y presioné mi bulto entre sus piernas haciéndola soltar otro pequeño gemido. Jadeé.

No tenía mucho que explorar en aquella área con mi mano, así que la bajé y mientras seguía besándola, quise acariciarla mas abajo pero...

— Wal...Walter...yo... — Dijo entre jadeos calentándome más. — No...

— Di mi nombre, dilo otra vez. — La acaricié sonriendo con malicia.

— Walter... no... para.

Su repentina indecisión me tomó desprevenido, yo estaba disfrutando aquello, ¿ella no?

— ¿Por qué? — Me detuve.

— No tan rápido, vaquero. — Dijo formando una sonrisa que me contagió. — No me voy a entregar tan rápido.

Rosario si se hubiera entregado.

Bueno, está bien, lo siento. — Me quité de encima de ella. Tenía razón, a lo mejor iba muy rápido. A lo mejor ella lo que buscaba era a alguien que la amara de verdad y yo solo a alguien que me excitara.

Me senté y ella hizo lo mismo. Me dolía mucho entre mis piernas, estaba duro, demonios, demasiado. Y parar en ese momento solo incrementaría el dolor.

— Si esta noche te pajeas pensando en mi, al menos ten la decencia de aguantar más de una ronda.

— Tú y tus comentarios matapasiomes.

— Deberías de pensar menos con la cabeza de abajo, amigo. — Dijo y negó con la cabeza como admitiendo que no tenía remedio. — No quiero enfriar las cosas entre nosotros, pero tampoco quiero abrirte las piernas conociéndote en unas semanas.

— No te preocupes, no pasa nada.

El problema es que si pasaba algo, y ese algo tenía nombre, hermosa piel morena y venía de México.

——Narra Alya——
Domingo 10:37am

Estaba desayunando con Edgar, la tarde anterior el se la había pasado con sus amigos y había llegado exhausto, pero mejor para mí, amaba la privacidad.

Entonces mi celular — que ya tenía chip con línea nueva — empezó a sonar y era Rosi, me pareció extraño su llamada a tan tempranas horas.

— ¿Hola? — Saludé al descolgar.

Estás en las noticias. Enciende la televisión ahora. — Eso había sonado como una orden. Entonces ya que estábamos sentados en la sala, Edgar mirándome con cara de confusión, encendí la TV.

Pasé al canal de noticias y mi plato con cereales se cayó de mis manos y rompió. El miedo volvía a ser la emoción que reinaba a mi interior como al principio. La reportera que hablaba de mi con una foto mía en la esquina superior izquierda me sabía igual que un demonio.

Alya Labrid, hace una semana ha desaparecido, sus padres preocupados ofrecen una recompensa de diez mil dólares a aquel que la encuentre sana y salva. Se agradece cualquier tipo de información.

Me iban a encontrar,... y entonces todo terminaría.

Nota de autora:

¡Hola sobrinos engendros del demonio! Llegó la tía Airis sin regalos pero con una sonrisa enorme.

Los que shippean a Rosi x Walter, e incluso e visto que a Alya por Walter, al ver la escena de Andrea y el chico: PERO QUESTAPASANDO DOCTOR GARCÍA.

Mi personaje favorito de la historia es... nah nah no lo woa' decir todavía. ¿Cuál es el tuyo?

Pero... BAAAAM. ¡Van a partirle el culito a Alya! ¿La van a encontrar? ¿La van a juzgar?

¿¡QUÉ ESTÁ PASANDO DOCTOR GARCÍA!?

El capítulo que viene estará bien pero bien intenso, EN SERIO BEACHES, vaya, más de diez capítulos pasaron pa que empiece la acción, la rikolina y suculenta acción.

Les diré que alguien muere... alármense bebés ;).

Paséense por mi Instagram como Airis_18, allí público spoilers, dibujos y fotos de personajes del libro, extras, etc. Además de dibujos y pinturas mías. ¡Los espero!

Avances:

Ellos tienen ojos en todos lados...

La biblioteca no parece ser la excepción...

Una muerte más no marcará la diferencia en el mundo... ¿verdad?

¡No se pierdan el capítulo 13- "Ojos"! En lo personal, es uno de mis favoritos.

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