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1- "Carta de admisión"

——Narra Alya——

Una melodía inunda mis oídos y abro con dificultad los ojos, la luz que se filtra por la ventana molestándome un montón.

Pronto me doy cuenta de que estoy acostada en mi cama con audífonos puestos. Bostezo y me siento estirándome, retiro los aparatos de mis orejas y...

—¿Qué demonios?

¡Las paredes de mi cuarto están llenas de pinturas! ¡Mi mamá me va a matar!

Ay, que loco, si lo hice yo. No importa.

Me levanto de golpe guardando las acuarelas que están regadas por el suelo y el pincel. Me recuesto sobre la cama, ese tiempo en el que dormir cinco minutos más es tan satisfactorio. Abro mis ojos y veo el reloj de la pared marcando las once y cuarenta de la mañana, me levanto sin molestarme en cambiar mi pijama de los minions. Recojo mi cabello castaño en una coleta dejando mi flequillo caer desordenado en mi rostro, cubriendo gran parte de mi ojo derecho.

Cualquiera que me viera pensaría que soy gótica, aunque estoy cerca de serlo, solo me falta el maquillaje y andar oyendo música melancólica.

Salgo de mi habitación con una flojera increíble y bajo por la escalera lentamente, voy en dirección a la cocina y saco del refrigerador una caja de leche para servirme con cereales.

Luego iría a trancarme en mi cuarto a ver animes para después ponerme a dibujar bocetos sin terminar hasta las seis de la tarde, que empiezan mis particulares, aburridas e innecesarias lecciones de ajedrez con un profesor que da miedo. He descrito mi vida diaria.

¡Qué interesante, eh!

Posdata: lo anterior fue sarcasmo.

Aburridas están siendo estas vacaciones de verano, y lo que me espera es aún peor. Como terminé tercer año de la preparatoria debo empezar la universidad, y mis padres me inscribieron en una academia de ajedrez. Probablemente en este deporte se base toda mi vida.

¿Y saben qué es lo mejor de todo? ¡Que me es más entretenido mirar como la hierba crece que tener que aprender estrategias con figuritas!

Cuando estaba atrapada en mis lamentables pensamientos una voz me hizo reaccionar.

—¡Vampira! —del susto derramé toda la leche de la caja por el suelo y los cereales esparciéndose.

—¿Serás idiota? ¡Que susto! —me quejé al ver el desastre que acababa de ocasionar.

—Pero es un milagro que se despertara la vampirita de la casa. —dijo el chico agachándose para recoger las cajas.

—Se dice vampiresa, no "vampira". —dije esta última palabra haciendo comillas con mis dedos.

Dante es un chico raro, es formal y algo hippie, una combinación absurda. De piel blanca y cabello castaño al igual que los ojos. Alto y delgado, pero no exageradamente. Él es hijo de mis padrinos. Siempre organizan salidas y reuniones con mis padres, cosa que han hecho por este fin de semana, por lo que en ocasiones cómo esta Dante se queda conmigo en casa, algo así como un niñero pero lo más cercano que tengo a un amigo.

Él tiene veintitrés y es productor de cine, aunque no ha hecho nada porque acaba de graduarse de una academia de artes.

—Iré a por una escoba. —dije sin pensarlo.

—¿Vas a barrer la leche? Ni Dora la Exploradora es tan tonta buscando la cama que está tras de ella —se burló acercándose al fregadero y cogiendo un pequeño trapo.

—¿Cuándo te irás? —le pregunto botando las cajas de cereal y leche.

—Me quedaré hasta mañana, ¿me estás echando de manera indirecta? —insinúa alzando las cejas mientras termina de limpiar la leche del suelo con el trapo.

—No es eso... —miro el cestito de basura arrugando mis cejas, voy a extrañarlo.

—Y el día en que yo me muera, se que vas a llorar —canturrea y no comprendo—. Llorar y llorar, llorar y llorar. —caigo en cuenta de que es una canción mariachi y saco de la basura una de las cajas para tirársela encima y empieza a reírse agachado en el suelo que limpiaba —Oh, malvada madrastra, estás maltratando a tu Cenicienta.

Negándome a reír busqué un yogurt y subí a mi habitación. Caí en la cama y encendí mi celular buscando ideas en Pinterest.

—¡Vampira rebelde ábreme! —sentí a Dante tocando la puerta.

—¡Cuando aprendas a que no se dice vampira te abro!

—¡Conde Drácula!

—¡No!

—¡El mariposón este de Crepúsculo!

—¿Qué?

—¡Es algo importante! Llegaron los resultados del concurso.

—¡Madre Teresa de los tomates! —corrí a abrirle la puerta y arrebaté la carta de sus manos.

Recuerdo aquel momento en que se abrió esa pequeña brecha de esperanza.

«—¡Ya estoy graduado! —celebró el chico dando vueltas en mi silla mientras yo estaba tumbada en la cama. Había concluido sus estudios de cinematografía.

—Bien por ti, ojalá pudiera ir a la AISA como tú —suspiré.

—¿Por qué no lo haces? —me preguntó deteniéndose frente a mí —, dibujas muy bien.

—Porque gracias a mis padres estoy condenada al deporte intelectual —dije con tono dramático lanzándome boca arriba.

—Tengo una idea. No tienen por qué enterarse —cruzó sus piernas y sonrió. Me senté para observarlo con interés — Se están realizando las inscripciones para la AISA, mi academia. Hay dos maneras de entrar; pagando o ganándote una beca.

—¿Y cómo se supone que haga eso?

—¡El punto importante! —se paró —están realizando un concurso en las siete categorías de arte, quizá puedas mandar algo y si eres afortunada y te escogen entre miles de candidatos, puedes becarte.

—Que lindo, pero para becarme necesitaría la aprobación de mis padres, la cual ni en un millón de años tendré —vuelvo a acostarme, con una mano alzada como intentando alcanzar la luz de la lámpara en el techo.

—Se necesita la aprobación de un adulto, no tienen que ser tus padres —me dijo señalándose a él mismo.

—Aún no soy una vieja como tú, sigo en mis diecisiete —noté como él se seguía señalando.

—¿Y yo qué soy? ¿Un espantapájaros? Puedo ayudarte.

—Si nos descubren te meterías en problemas con la ley.

—Eres como mi hermanita, no quiero que empieces una guerra interna por no estudiar arte y acabes suicidándote como Hitler.

Me incomodo un poco removiéndome en el lugar, él lo nota y se sienta a mi lado.

—Lo haré.»

—¡Abre de una vez el maldito sobre, yo ando más nervioso que tú! —exclamó Dante mientras yo analizaba el sello del sobre sentada en mi cama.

— ¿Es auténtico? ¿No es una broma? —pregunté sin poder creer que tenía en mis manos mi futuro, literal.

—Sí, llegó hoy en la mañana a mi correo. —me pone ansiosa el repiqueteo de su pie contra el piso — Pasaste, tienes que pasar, tu dibujo era increíble.

—Ya, pero no soy más que un grano de arena en el mar de participantes —comenté apretando el sobre. Alcé la vista encontrándola con mi amigo y mis ojos se humedecieron un poco.

—Tal vez seas más que un grano de arena, a lo mejor eres un caracol o un pez.

—Si vuelo en alto dolerá la caída —susurré notando como una fina lágrima impactaba en lo que traía entre manos. No quiero decepcionarme más de mí misma, no puedo, no puedo abrirlo

—Pero si vuelas bajo, te estrellarás contra el suelo —dijo él arrebatando el sobre de mis manos y muerdo fuertemente mi labio inferior, deseando que desapareciera el ardor en mis ojos.

Él lo lee para sí mismo, su expresión neutral solo me hizo percatarme de una cosa: está mal.

—¡No pasé, no pasé! ¡Te lo dije!

Me observó con seriedad y se aclaró la garganta para leerlo.

—AISA, carta de admisión, usted ha sido... —cerré con fuerza mis ojos, queriendo evitar enfrentarme a los resultados —admitida en la Academia Internacional Superior de — cubrí mi boca con mi mano izquierda mientras lágrimas me hacían cosquillas en mis mejillas — Artes, por los masters de la categoría Artes Plásticas.

Pasé.

Sí pasé.

Iría a la academia.

El sufrimiento, las lecciones diarias, el tablero y las piezas, el constante monocromo, todo desaparecería.

Dante se sentó a mi lado en la cama y me abrazó tan fuerte que olvidé cómo respirar por unos segundos. Se le notaba en la mirada su felicidad.

—Lo logré.

—Lo lograste.

...

——Narra Edgar——

—¡La cucaracha, la cucaracha! ¡Ya no puede caminar! — me puse a cantar desafinado mientras creaba una melodía con mi guitarra acostado — ¡Porque le falta, porque no tiene! ...

— ¡Marihuana pa' fumar! — entró Cris por la ventana arruinando mi momento. — ¡Rhythm of the night es tendencia! Ya se inundan los bares cuando tocamos.

—Yo también ando de buen humor —dije dejando mi guitarra a un lado —. Ya mis padres pagaron mi inscripción en AISA y en una semana entro.

—Estoy seguro de que si yo hubiera participado en la inscripción por la beca los jueces habrían alucinado conmigo, me hubieron dicho que soy superior a la raza humana y me tratarían como un dios, me haría millonario y tendría diez chicas lindas haciéndome compañía todas las noches. —dijo con tono engreído.

— Pues yo creo que si te admitían era por lástima ya que vieron en ti a un pobre chico sin futuro que si no lo ayudaban iba a terminar viviendo debajo de un puente con diez ratas lindas haciéndote compañía todas las noches. —le respondí afinando la guitarra y este llevó su mano al pecho dramático.

Me hace realmente muy feliz entrar a la AISA, pero me cuesta creer que me separaré de este loco. Me mudaré a la capital en donde está la escuela, que es realmente lejos de mi ciudad. Sé que podremos contactarnos por redes sociales, pero no es lo mismo. Tan solo el hecho de pensar que no estará a mi lado cada vez que regrese del colegio, que me moleste por hacer las tareas, su sarcasmo y drama fingido, algo en mi se rompe en millones de piezas.

—Te voy a extrañar. —admito.

—Espero que sobrevivas hermano. —me abraza de lado. —¿Vas becado?

— Uh, no no, me quedaré en el departamento de mi primo que ya no lo usa. —de hecho, él ni siquiera lo sabe, pero mi tío me convenció de que no importaría porque se va de viaje y no piensa volver en mucho tiempo. Hasta me dió la llave del departamento.

— Já, ¿te imaginas que entre la amante de tu primo pensando que eres tú? Sería gracioso.

— Ehm, no creo, de hecho ni siquiera conozco al primo. Es mayor.

— Bueno, espero que todo salga bien y yo sea conocido como el mejor amigo del mejor músico del mundo, después de mi, claro. —dijo y pasó su brazo por encima de mi hombro.

— ¿Claro?

— Oscuro..

...

——Narra Rosario——

¡Al fin llegó el día! Hoy partiré a Ayralia para empezar en la escuela la semana que viene. Si pusieran toda mi emoción en una botella esta explotaría.

El camino por el aéreopuerto se hace eterno, mi mayordomo; Henry; carga mis maletas detrás de mí.

—Señorita, creo que debemos apresurarnos, vamos cinco minutos tarde. —me dijo poniéndose a mi lado. Él ha sido como un padre para mi, desde hace siete años. Su cabello gris siempre está perfectamente peinado hacia detrás, tiene bigote y ojos azules, casi grises. Su tez blanca y le gusta vestir elegante, aunque no le exijo que use uniforme. Debe de estar en sus cincuenta, nunca tuvo hijos y su esposa falleció hace unos años, pero la amaba tanto que nunca quiso tener a otra mujer. En mi opinión es un masoquista.

—No te preocupes, Henry, ya casi llegamos. Me hubieras despertado antes —le reproché aumentando mi velocidad.

—Lo intenté señorita, pero usted se quedó dormida.

—No estaba dormida, estaba recostada pensando en cosas de la vida.

—Con los ojos cerrados y roncando.

—Si, los ronquidos son una manera de expresar emociones, al igual que las lágrimas y las sonrisas —Henry volteó los ojos tras mi respuesta y una vez llegamos al avión nos sentamos en nuestros correspondientes asientos.

A él le tocaba la ventana, pero conociendo mis gustos me dejó tomarla. En serio lo mejor del avión es mirar el cielo a través de la ventana. Si no tienes ventana, es el momento más aburrido del mundo.

Henry sacó un paquete de chicles y me ofreció uno. Lo acepté y me puse un antifaz para dormir tranquilamente. Apenas eran las siete de la mañana y me había acostado muy tarde. Serían tres largas horas de viaje.

...

——Narra Walter——

—Entonces, ¿ya te irás mañana? —preguntó mi padre refiriéndose a mi partida a la universidad.

—Si. —respondí sentado en el sofá con él a mi lado. La situación era realmente incómoda al estar él en desacuerdo con mi carrera de arte.

—Ojalá reflexiones, tú y tu hermana han salido inmaduros, ahora todas mis esperanzas recaen sobre Wilson —dijo refiriéndose a mi hermano menor, mientras diseñaba un organigrama en su tableta —, a no ser que tomes un curso de economía.

Mi hermana mayor nunca aceptó las responsabilidades de la empresa familiar. Ella siempre fue una rebelde y de cierto modo la admiraba. Su sueño era ser bailarina de ballet, a propósito, por su culpa fue que empecé a interesarme por la danza. Mi padre nunca la apoyó y, aunque yo era pequeño, sé que la castigaba y no la dejaba salir de la casa cuando la cachaba ensayando alguna coreografía. Entonces un día se escapó de la casa, y nunca más volvimos a saber de ella.

Tenía la esperanza de que ella hubiera continuado con su sueño y encontrármela por el mundo, siendo ambos importantes bailarines.

Mi madre es una persona increíble, estuvo totalmente de acuerdo y me apoyó en todo momento, quiere que sea feliz.

—Wally. —me llamó mi hermano menor; Wilson. Él tiene diez años y se ve bastante interesado en la empresa, sé que aún es muy pronto para hablar claro pero estoy casi seguro de que tomará mi lugar, si no, pues que mi padre le entregue el mando de la empresa a alguien de confianza.

—Dime Willy. —así nos llamábamos de cariño. Le revolví su oscuro cabello igual que el mío. Llevaba en sus manos una figura de acción de Batman.

—Te voy a extrañar...—me abrazó y correspondí agachándome para llegar a su altura. — mucho.

—Yo también a ti campeón. —lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. — Hey, hey, hey, no llores. ¿Crees que me hará feliz que llores?

—No, no estoy lloran... —su voz se quebró y se tapó la cara. Respiró hondo y huyó corriendo, me dolía verlo así, pero era pequeño, no comprendía que solo iba a estudiar.

Al entrar a mi habitación todo estaba hecho un desastre. Mi madre estaba sentada en la cama doblando mis camisas con un empleado para guardarlas en mi maleta.

—Déjenme ayudarles. —me senté a su lado para hacer lo mismo.

—Mi pequeño Walter. —mi madre acarició mi rostro. — Has crecido tan rápido.

—Si mamá. —apartè su mano suavemente  para agarrar una camisa.

—Ve y cumple tus sueños —se acercó a mi oído para susurrarme—. Prométeme que serás el mejor bailarín del mundo.

—Te lo prometo, madre. —la abracé. —Te amo.

—Yo más a ti, cariño.

A lo mejor no el mejor del mundo, pero sí el mejor de Ayralia. Sentirme libre es lo que realmente añoro, bailar y mover mi cuerpo con libertad, sin tantas cadenas de responsabilidades que no me interesan.

Definitivamente cumpliría esa promesa

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