1. Atrevida
Anna Sophia Zoila Mesa
Eran casi las cuatro de la tarde y no me había pegado nada de sol en la famosa piscina del "Hotel Pipo Internacional" cinco estrellas. ¿A quién engaño? Estoy igual de pálida y desnutrida, incluso hasta tenía la piel de gallina. ¡Literalmente acabo de perder casi todo mi día aquí! Apenas tomé mi toalla me levanté con brusquedad sin darme cuenta y accidentalmente tumbé el vaso de limonada haciendo que las personas voltearan a ver que pasaba. ¡¿Porqué a los hoteles se les ocurren poner vasos de vidrio?!
— ¡Señorita! — exclamó uno de los chicos que trabajaban en él área de la piscina llamando mi atención. Voltee a verlo de forma inocente al ver que estaba junto a mí. — Tendrá que pagar por eso.
— ¡¿Perdón!? Fue un accidente y además me parece innecesario que utilicen vasos de vidrio para el área de la piscina cuando deberían usar de plástico si saben que estas cosas pasan— tire la toalla en mi hombro y agarré mi bolso sin apartar la mirada de eufórica. Intenté caminar hacia un lado bruscamente, fui casi chocando contra su hombro pero enseguida me tomó por la muñeca evitándome seguir el paso.
— ¡No me toques!— proteste retirando mi mano de la suya— Además de ofendida me siento acosada, y le prometo que si intenta hace algo más crearé cargos en su contra y hasta podría perder su empleo. Así que más le vale que me deje ir a tomar una ducha para retirarme o ya verá de lo que soy capaz de hacer.
El chico se rio con inocencia sin mostrarse del todo atemorizado.
— No me parece una gracia.
—Señorita no puedo dejarla ir hasta que cancele.
— y le digo que yo ya pagué.
— No ha cancelado completo, ahora tiene que pagar por el vaso que estuvo bajo su responsabilidad.
— Usted conmigo se cayó, porque yo nunca pedí que me trajeran la limonada en un vaso de vidrio.
— Y usted de ninguna forma la rechazó.
Sin querer había puesto los ojos en blanco ¡Maliciento hombre! Esta vez me ganaste pero no te saldrás con la tuya. A penas tenía una sonrisa gustosa que trataba de disimular mientras jugaba con el bolígrafo que tenía sujeto entre sus manos.
— Es que estaba deliciosa, la tarde estaba muy calurosa y necesitaba algo jugoso. Estaba muy sedienta— lo miré directamente a los ojos y me acerqué precavidamente— pero creo que tienes razón, como podría discutir con eso ósea fue mi culpa y yo respondo por mis actos.
El chico un poco extrañado frunció el ceño sin hacer ningún tipo de gesto y me tendió la carpeta relamiéndose los labios— firma, cédula y teléfono.
<< Eso es lo que todos quisieran >>
Tomé la carpeta y sin darme cuenta de que el bolígrafo estaba encima torpemente lo dejé caer al suelo.
— Yo lo recojo— se ofreció mientras se agachaba.
— no, no déjemelo a mí— añadi buscando recoger el bolígrafo primero pero casualmente el ya lo había agarrado, mostrándomelo — no se preocupe.
— ohh bien en ese entonces...— me aseguré de estar lo suficientemente cerca, por suerte el bajó la mirada hacia mis pies observando con distracción el intenso color rojo de mis uña justo cuando bruscamente me levanto y accidentalmente su rostro termina entre mis grandes pechos descubiertos. Ahogue un grito ocultando el asombro y el perplejo se apartó a punto de tropezar con una de las sillas, se había apoyado en una de las mesas con firmeza hasta recuperar el equilibrio. Me acerqué hacia el confundida quedando justamente a tres pasos de distancia. Había soplado una escasa brisa que me levantó uno que otros mechones, despejando mi blanco rostro ruborizado. Su mirada de pronto se había enternecido mostrando una sonrisa nerviosa.
<< ya era hora, pesaba que jamás se rendiría >>
— En verdad lo siento, soy muy torpe y no me doy cuenta de lo que hago— puse una mirada de perrito triste.
— Al contrario, discúlpeme usted no tenía porque haber echo eso...
— Woo ¿Estás bien? Lo noto muy pálido — exclamé un tanto asombrada acercándome rápidamente— tal vez debería recostarse y tomar un poco de agua, pareciera que estuviera a punto de desmayarse— lentamente con la yema de los dedos empecé a acariciarle unos mechones hasta llegar a su oreja. El se rió por lo bajo sin saber que decir, hizo un corto esfuerzo para no mirarme directamente a los ojos pero se le había echo imposible.
— Eres..
— Ups! Dame un segundo— añadi sacando mi celular que estaba vibrando para ver quién era y nuevamente lo guardé— Perdona cariño, tengo prisa y dentro de poco pasarán recogiéndome.
— Oh, claro — exclamó cubriéndose el rostro con una mano— no te quiero atrasar, no te preocupes. Luego puedes pasar y pagar por la caja, no hay apuro.
— Vale, me parece bien. Voy a ducharme.
— Si quiere la acompaño...
<< vaya, vaya no me vendría mal tener de compañía a un lindo empleado>>
Solte una carcajada ante tal comentario— Creo que prefería resolver ese asunto en otro momento y por ahora me ocuparía más en bajar esa palanca, antes de que estalle— añadi mirando durante escasos segundos por encima de sus rodillas — ya regreso.
Fui al baño, tomé una ducha y rápidamente me cambié agradeciendo que no hubieran chicas turnándose en los vestidores. Desde luego que hoy era mi día de suerte, había traído un mini short con un crop top negro que hacía resaltar mis grandes pechos por completo, y estaba clara de que eso era algo que le fascinaba a muchos hombres.
<< Jamás encontrarían unos pechos así de grandes como los míos >>
En cuanto salí fui hacia el mismo sitio para comprobar si se me olvidaba algo y en eso vi que el empleado estaba todavía frente a la piscina en el lugar donde lo había dejado. Llevaba puesta ahora una camisa azul oscuro manga larga y el pelo revuelto. No podía parar de observarlo ¡Dios mío es increíblemente apuesto! Se parecía a Edward Cullen ahora que estaba arreglado con diferencia de que su cabello era rubio cenizo y no tan alborotado.
— ¿siempre sueles vestirte así?— pregunte sorprendiéndolo a sus espaldas.
— más o menos— se volteó sin poder evitar observarme de pies a cabeza — ¿siempre sueles salir así?
— Algo así— respondí con una mirada atrevida. Puede que quiera que pase algo pero a la vez el compromiso me hacía dudar.
— Bueno cariño, ya mi turno acaba de terminar así que lo menos que podría hacer sería acompañarte a dónde tu desees, empezando por la caja.
<< Maldito imbecil ¡No vuelvo a tomar más nada que sea servido en un vaso de vidrio! >>
— Y ... ¿Qué me dices si vienes aquí para decirte un secreto? — dije con voz seductora.
El me miró perplejo sin saber qué decir al respecto.
— Ven, no seas tímido— insisti parándome junto a la piscina.
El soltó una carcajada volviendo a mostrarse algo nervioso y accedió con confianza. Lo agarré por las muñecas con suavidad estableciendo su posición, en cuanto acercó su rostro al mío decidí actuar de una vez. Miré hacia ambos lados percatándome de que no hubiera nadie más viéndonos, el hotel se encontraba solo como era de costumbre los días lunes.
Levanté su barbilla apuntando con dirección hacia mi rostro—Créeme que esto fue sin querer— sin percatarme de su expresión puse ambas manos sobre su pecho donde pude notar que llevaba un carnet de trabajador que tenía grabado su nombre en cursiva.
— Oh claro, debimos presentarnos mejor pues soy Alejandro de Sousa.
Sin pensarlo tome impulso y lo arrojé contra la piscina apartándome para que no me salpicase agua.r
— Debiste haberlo olvidado.
En seguida salí del hotel dirigiéndome hacia un convertible rojo que estaba esperándome en toda la entrada, uno de los vigilantes me abrió la puerta. En cuanto me subí no pude ocultar mi sonrisa traviesa al verlo de nuevo. Enseguida puso su mano en mi trasero estrechándome contra su pecho dándome un cálido y salvaje beso como era de acostumbrar.
— Te extrañe..
— Shh — me calló posicionando un dedo entre mis labios que poco a poco fue bajando hasta llegar a su punto favorito donde más solía estar.
— Estem.. ¿Señor?
— Dígalo
— Ya le hicimos una reserva para dos en la suite VIP y una reserva de una mesa para dos en uno de nuestros mejores restaurantes ¿va a desear también una reserva para el jacuzzy?
— si, e inclúyeme dos botellas de champán y una de vino.
— perfecto puede estacionarse en la zona VIP
— si, y añádalo a la cuenta de Antoine Farah.
— Perfecto, pase por aquí por favor— indicó el vigilante muy amistoso.
<< Esto no puede estar pasando ¡Oh por dios!>>
No pude evitar mirarlo con asombro. Era increíble.
— ¿y que tal? ¿Estás feliz? — me preguntó acariciando mi pierna cosa que hacia que me estremeciera. Enseguida le plante un apasionante beso que terminó por poco siendo un beso francés.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro