28.
Su mente era un caos, pues hasta hacía pocos minutos había creído que siempre había tenido una vida bajo control, que conocía bien a su entorno y a sí mismo, pero al parecer no sabía nada de su propia vida y de su propia familia.
Cuando miraba a su madre al otro lado de la habitación con la mirada pegada al suelo y soltando lágrimas, lo único que pudo pensar fue en que tenía tanto miedo de preguntar el motivo de sus lágrimas. Quizá lloraba al recordar lo que pasó en aquellos años, tal vez sólo le dolía la cicatriz de la traición o también era posible que recordara su reciente llamada, donde él mismo le había dicho con una seguridad implacable que quería casarse con Hyungwon, quien ahora parecía ser su medio hermano.
Su corazón estaba confundido y triste en partes iguales por toda la situación.
—Mamá... —la llamó acercándose a ella de forma lenta. —Mamá sólo dime la verdad, por favor... —acunó la cara de la mujer. —Hyungwon y yo... ¿somos hermanos?
Su madre lo vio con tristeza y volvió a apartar la mirada para romper en llanto y abrazarlo muy fuerte.
—Wonho, mi bebé... —dijo apretandolo como si tuviera miedo de que pudiera desaparecer en cualquier momento. —Tu padre y yo no tuvimos opción, anhelabamos tanto tener a un hijo y por mi condición nunca tuvimos la oportunidad hasta que llegaste a nuestras vidas. —susurró con la voz rota. —No lo recuerdas porque eras muy pequeño, pero mamá y papá juraron que te amarían toda la vida incluso si no eras nuestro hijo biológico. —la mujer lloró en su hombro. —Te amo más de lo que te imaginas y siempre serás mi bebé.
Wonho se separó de su madre lentamente y la miró con los ojos irritados.
—¿Me adoptaron? —preguntó más como afirmación que como pregunta, y cuando la mujer asintió con el llanto desbordante, sintió dolor y alivio en partes iguales, así que se abalanzó a los brazos de la mujer. —Gracias... —susurró con la voz rota.
Las emociones contradictorias de su corazón amenazaban con no dejarlo respirar gracias al nudo que se formó en su garganta, y en medio de esos momentos sólo recordaba la cara inexpresiva de Hyungwon diciendo: «Yo no tuve a una madre que me consolara» y pensó en lo afortunado que fue al tener personas que eligieran cuidarlo, pero también en lo terrible que era pensar en que toda esa calidez que recibió a lo largo de su vida debía haber sido dada a Hyungwon. Él definitivamente la merecía, pero... Si todo no hubiera ocurrido como ocurrió, sus vidas probablemente jamás se hubieran encontrado.
Él odiaba ser egoísta, pero en sus adentros todavía había una parte de su corazón que estaba feliz de saber que él y Hyungwon no eran familia de consanguinidad, pero que siempre podrían ser una familia de corazón en el futuro. O al menos eso quería pensar al ignorar la parte de sí mismo que se preguntaba con qué derecho pensaba que podía añadir a Hyungwon a su familia cuando claramente el intruso que lo reemplazó era él mismo.
De alguna manera se las arregló para volver a focalizar su atención en Hyungwon, se acercó a él y abrazó su inconsciente cuerpo, apresandolo entre sus brazos a la altura de su pecho, en busca de ahogar un poco la confusión que lo había envuelto.
El anciano que había mirado la escena desde un lado, suspiró y se acercó al chico colocando los dedos en la frente del delgado justo antes de que un leve brillo se escapara de sus dedos.
—Tardará un poco en recobrar la conciencia totalmente. —anunció dándose la vuelta para repetir su acción en la frente del otro hombre inconsciente. —Pueden llevarlos a casa a descansar, y cuando se despierten hay que hidratarlos bien y evitar las malas vibras y emociones, ya que después de la experiencia de hoy sus cuerpos tardarán un par de horas en recobrar su vitalidad—explicó. —No traten de forzar la charla que deben tener, va a ocurrir cuando ellos se sientan listos. No importa si son minutos o días después de despertar. Es su decisión, deben respetarla.
Madre e hijo asintieron sin ánimos de preguntar nada más, y ayudándose mutuamente, subieron a padre e hijo a sus respectivos autos para volver a casa de los señores Lee.
HwanJeong tardó cuatro horas en despertar y su esposa fue la encargada de atenderlo en la habitación principal, pero en la habitación de invitados, el silencio, la zozobra y la preocupación eran una mezcla terrible para Wonho, quien vio desfilar las horas en silencio mientras su mente sucumbía una y otra vez ante el recuerdo de todo lo que había ocurrido esa tarde. Al menos así fue hasta que despues de unas largas seis horas de espera, Hyungwon comenzó a despertar lentamente.
Sus párpados se movieron con mucha lentitud, como si esas pequeñas extensiones de piel pesaran toneladas y supusieran un enorme esfuerzo para el delgado. Wonho esperó pacientemente a su lado hasta que sus ojos se focalizaron y su afligida cara tomó un poco de color rojizo que había perdido hace mucho.
—Wonho... —dijo con mucha dificultad debido a la sequedad de su garganta, y su llamado fue acompañado con un leve toque de su mano en la mejilla del mayor. —¿Qué ocurre?
Estaba claro que la pregunta de Hyungwon era debido a la irritación de sus ojos, pero recordando las palabras del anciano, él trató de evitar a toda costa tener una charla sentimental.
—Es sólo que tengo sueño, y estaba preocupado por ti. —dijo peinando con sus manos el alborotado cabello de Hyungwon. —Además, estoy feliz de que estés bien.
La mano que se paseaba por su cabello fue detenida con delicadeza, y Hyungwon la guió hasta su mejilla, donde reposó su cabeza luciendo muy vulnerable frente a Wonho.
—Sé que hay mucho que decir. —expresó con la voz ronca. —Pero de alguna manera me siento aliviado. ¿Tú también?
El mayor asintió fingiendo estar tranquilo con el mar de pensamientos que tenía en la cabeza.
—Lo estoy. —dijo en un susurro.
Hyungwon se quedó en silencio por varios minutos, simplemente apreciando el rostro de la persona que tenía delante y cuando dijo que se sentía aliviado en realidad no estaba mintiendo. Su pasado había sido problemático y había un montón de cosas por resolver todavía, pero estaba tan feliz de saber que profesar su amor no dañaría a Wonho, así que ya no había ninguna razón para negar sus sentimientos.
Su mano alcanzó el cuello de Wonho y lo atrajo suavemente hacia él, logrando que sus labios resecos tocaran los húmedos de Wonho. No fue un beso apasionado, tampoco fue demasiado duradero, pero con aquel suave choque de labios quiso decirle tantas cosas que no podía decirle en palabras.
Cuando se separó y miró los ojos sorprendidos de Wonho, sintió que incluso ese beso no era suficiente para comunicar lo que sentía, pero estaba tan asustado de profesar amor que le costó mucho tiempo poder formular las dos palabras que quería decir.
—Te quiero... —dijo en un susurro apenas audible y evadiendo a toda costa la mirada de su compañero.
Aquellas palabras tocaron las fibras mas sensibles del corazón de Wonho y de pronto muchas de las preocupaciones que lo habían estado agobiando se esfumaron como agua entre los dedos, y una dulce sonrisa fue la consecuencia de aquella pequeña muestra de amor recibida, aunque fueran solo un beso y dos palabras se había sentido como una tonelada de amor.
—Estoy muy feliz de que me quieras. —respondió después de abrazar fuertemente al delgado y llenar su cabello de cortos besos. —Porque yo también te quiero demasiado.
En aquella hora, dos corazones se pusieron en sintonía y de alguna manera, un lazo invisible se fortaleció entre ambos.
Quizá era todo lo que necesitaban.
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