23.
En una situación normal, Hyungwon podría haber continuado con su vida como si nada. De hecho, toda su vida se había especializado en cosas como fingir tener un mal genio las 24 horas del día, ignorar a la gente y repeler a cualquiera que viniera a él con la mínima intención, pero en este caso todo parecía ser diferente.
La última vez que le dijo a alguien que sentía algo por él, fue correspondido, amado y acabó hundido en luto llorando frente a una tumba, por ende no sabía como reaccionar ante la nueva situación.
¿Se supone que debería sentirse feliz porque no le haría daño a alguien más? ¿Debería sentirse triste por ser rechazado y tener que vivir una amarga vida sin amor?
Mientras se miraba al espejo realmente se sintió estúpido. Sus ojeras habían sido un poco más notorias la última semana, y no es porque dedicara sus días a pensar en Wonho, pero le era muy difícil alejarlo de su mente si al salir al patio a regar sus arbolitos de limón podía verlo jugar con su mascota, e incluso podía ver su auto a través de la ventana, llegar cada tarde del trabajo.
Y su relación amorosa ni siquiera era su mayor problema. El asunto es que Wonho era la única persona a la cuál le habló de su maldición, y le dio el único indicio que pudo haber seguido para deshacerla.
Era muy probable que la marca que Wonho vio tuviera algo que ver, pero por más que él lo intentara, sin importar en qué posición se pusiera frente al espejo, seguía sin ver nada en sí mismo.
—Es inútil... —resopló con resignación recogiendo su camiseta, que por un momento se había convertido en el juguete de su mascota.
En ese momento el timbre de la casa sonó como de costumbre. Si bien al tener un trabajo en casa se ahorraba el hecho de estar coincidiendo con cientos de personas al día, no lo salvaba de encontrarse con muchos repartidores en la puerta de su casa.
Ya que estaba cerca aprovechó a abrir la puerta con la intención de recoger el paquete que seguramente habían dejado tirado sin siquiera confirmar que fuera recibido por la persona correcta, pero no se esperó que detrás estuviera su vecino, luciendo repentinamente más guapo de lo que recordaba.
Sus miradas chocaron y aunque por un momento no pudieron desviarla, Wonho no pudo evitar dar un vistazo más abajo e inmediatamente apartó la mirada. Fue hasta ese momento que Hyungwon recordó que estaba semidesnudo y que su flacucho cuerpo no sería algo muy agradable de ver, por lo que se sonrojó de forma violenta y procedió a ponerse la camiseta con prisas.
—Lo siento. —respondió después de carraspear su garganta para aclarar su voz.
Wonho asintió aún sin verlo.
—Soy yo quien debe disculparse. No debí llamar al timbre cuando seguramente estás ocupado en algo más. —contestó casi insinuando algo más.
El delgado frunció el ceño.
—No estaba ocupado en absoluto. —susurró casi molesto por la suposición, pero al mismo tiempo feliz de que esa persona estuviera dirigiéndole la palabra voluntariamente. —¿Qué te trae por aquí?
El mayor extendió hacia él una caja y un par de paquetes de correo.
—En los últimos días han estado llegándome erróneamente estos paquetes que al parecer son tuyos. —explicó mientras el delgado los recibía. —Pensé que me preguntarías por ellos pero no lo hiciste, luego pensé en dejarlos en la puerta, pero supuse que podrían ser importantes y que podrían extraviarse así que vine personalmente a dejarlos. —Hyungwon asintió sin importarle mucho la explicación pero escuchando atentamente. —Deberías hablar con la empresa de entregas, o verificar si algo en tu dirección está incorrecto. Bueno, eso es todo...
Wonho se dio la vuelta para irse, sin embargo fue detenido por un débil agarre que el menor le propinó por impulso.
Al darse cuenta de lo que había hecho, Hyungwon lo soltó e inmediatamente se sonrojó.
—¡Lo-lo siento! Yo sólo... Ah... —suspiró profundamente. —Gracias, en serio. Y... Perdón por las molestias ocasionadas.
Seguido de tales ambiguas palabras, una sonrisa triste apareció en su rostro involuntariamente, conmoviendo el corazón de Wonho, quien desde que conoció al delgado supo que a pesar de verse frío y obstinado por fuera, cada vez que una sonrisa aparecía en su rostro lo hacía ver tan vulnerable que le daban ganas de protegerlo del mundo entero.
Si era sincero él tampoco tenía motivos para quedarse más tiempo, pero ver la sonrisa pintada en los labios de Hyungwon le anclaba los pies en ese lugar, asi que soltando un poco su orgullo, se volteó para quedar frente al delgado una vez más.
—¿Cómo has estado estos días? —preguntó en un susurro, pero al escuchar que había sonado demasiado íntimo, decidió agregar algo más. —Con lo de tu problema digo... ¿Encontraste algo más?
Hyungwon negó cabizbajo.
—La única pista que tengo es lo que tú ves. —se sinceró. —Pero si tú no estás ayudándome...
De repente guardó silencio al notar que sonaba demasiado miserable usando tal lenguaje, aunque admitiendo la verdad, a esas alturas no le importaba que Wonho se diera cuenta que la estaba pasando mal sin él.
El silencio reinó por unos momentos en el lugar, hasta que Wonho acabó soltando un suspiro bastante audible.
—Puedo retrasar la compra una hora, asi que si quieres puedo ayudarte en algo. —comentó sin mirarlo directamente.
El menor se sorprendió por su ofrecimiento y aunque no lo demostró, su pecho se llenó de felicidad de saber que a pesar de los malentendidos, Wonho estaba dispuesto a ayduarlo con tal de ver una mejoría para su vida.
—Por favor pasa. —dijo rápidamente haciéndose a un lado.
Wonho ingresó a la casa que le resultaba relativamente familiar y fue recibido por el cariñoso saludo del perrito al cual había extrañado bastante debido a la separación con Hyungwon, y finalmente tomó asiento en el sofá más cercano.
—Y bien, dime en qué puedo ayudar. —pidió al ver que Hyungwon se paró frente a él.
El delgado le ofreció un cuaderno y un lapiz antes de hablar.
—He investigado acerca de muchas cosas, y la opción que me parece más viable es que lo que viste en mí sea alguna clase de runa antigua. —explicó. —Entonces pensé en que si puedes dibujar la figura y sé cual es su forma real, entonces podré investigar más a fondo hasta encontrar una solución.
Wonho miró el cuaderno y aunque no se consideraba para nada un buen dibujante, pensó en que lo que Hyungwon decía podría tener sentido. Si tan solo pudiera darle una forma más o menos acertada incluso podrían preguntarle a alguien más acerca del significado de tal diseño.
—¿Puedes...
Carraspeó su garganta retractandose automáticamente de su pregunta que por fortuna, Hyungwon entendió.
De forma lenta se inclinó frente a él hasta quedar de rodillas, y aunque se sentía increíblemente avergonzado por estar en tal posición, sabía que si no hacía eso, no tendría otra oportunidad en el futuro de pedirle a Wonho tal cosa.
—¿Puedes señalar en qué parte está específicamente? —preguntó en un susurro sin poder verlo a los ojos.
Wonho acercó su mano temblorosa hacia la piel desnuda del cuello del menor y tocó suavemente en un punto al lado izquierdo de su cuello.
—Inicia aquí. —respondió por lo bajo y deslizó sus dedos hasta la parte trasera del cuello. —Y termina aquí.
El menor trató de disimular el escalofrío que sintió por el frío tacto de la punta de sus dedos que hizo un camino en su vulnerable piel, asi que simplemente asintió y se quedó quieto esperando que Wonho empezara con su trabajo.
El mayor sostuvo el lapiz y soltó un suspiro después de dejar la piel de Hyungwon e intentó empezar a copiar en el papel la figura que veía pintada en la piel de su chico.
Un trazo leve, uno más y de repente el papel se volvió borroso frente a sus ojos. Pasó la mano por sus ojos e intentó continuar pero de repente los trazos que veía con claridad, cada vez que intentaba plasmarlos en papel se volvían confusos y le hacían doler la cabeza, hasta que de repente sintió que algo caliente escurría de su nariz.
—Chae... —le llamó con confusión al notar que el delgado no se estaba dando cuenta de lo que estaba ocurriendo. —Creo que no puedo. —fue todo lo que dijo antes de que se desatara una fuerte hemorragia en su nariz y cayera inconsciente en el sofá.
—¡Wonho! —gritó Hyungwon al ver la condición de su vecino.
Desafortunadamente el papel había sido manchado con tanta sangre que los pocos trazos que el mayor había hecho fueron eliminados como si nunca hubieran sido hechos.
¿Acaso había forma de romper la maldición?
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