
07.
No sabía que fuera posible, pero su paz había vuelto casi en su totalidad. Su día se resumía en despertar temprano aunque lo odiara, recoger a Lulú, alimentar a ambos perros, volver a dormir, comer y trabajar o hacer algo más por la tarde hasta que Wonho volvía de su trabajo preguntando por la jodida perrita que era casi tan alegre como él.
Y aunque dicen que las mascotas se parecen a sus dueños, no se aplica en todos los casos porque su bebé era un hermoso perrito que cada día parecía estar deslumbrante con las energías a tope y toda la buena vibra que alguien podría desear. En resumen; todo lo contrario a él.
En los últimos días no había tenido tiempo de nada y maldecía al destino por retrasar sus planes de esa manera, sin embargo aquel día estaba libre de preocupaciones, trabajo o estrés. Así que sería un buen día para empezar con su improvisado plan.
Tomó un par de herramientas que había comprado en la tienda del pueblo y salió al patio trasero de su casa, seguido por dos animadas colitas y ocho animadas patitas que corrían por todos lados.
— Bebé... —le llamó deseando tener una de sus "charlas" con el can que desde días atrás había empezado a ignorarlo por su compañera de juegos— bien, esta bien que me ignores... —ironizó soltando un gruñido para finalmente ponerse de rodillas frente a un par de plantas que él mismo había sembrado— ¿entonces puedo hablar con ustedes? —tocó sus hojas con una sonrisa— Están enormes... Pensé que no iban a nacer, aunque después de todo si eran limones orgánicos. Algo bien hizo ese tonto... —sonrió con un poco de tristeza hacia la pequeña plantación de limones que había hecho gracias al exceso en el regalo que Wonho le había dado, pero entonces sintió como una pequeña y húmeda naricita había llegado hasta su mano en busca de alguna caricia— Lulú, no tienes que ser tan buena... —bufó— odio que te portes bien, ya sabes lo que quiero hacer...
En ese momento el ruido de un auto estacionandose lo hizo voltear y supo que Wonho estaba cerca. No pasó mucho tiempo cuando Wonho ya había aparecido en la puerta de su patio trasero haciendo resonar las llaves de su auto y ganándose automáticamente toda la atención y el amor de ambos perros que buscaban subirse sobre él en busca de sus amorosas caricias.
— Son tan lindos... —comentó sonriendo mientras intentaba acariciar y calmar de una buena vez a ambos canes alterados por la emoción— ¿Quién los quiere? ¿Quién los quiere? —les preguntaba en tono cursi— yo los quiero...
No se contuvo de dejar un par de besitos en el pelaje de ambos para finalmente volver a dejarlos en el suelo y mirar al delgado quien se había obligado a sí mismo a mirar a los limones para no sentir nada por culpa de una escena tan tierna.
Avanzó hacia él y se sentó a su lado llamando inevitablemente su atención.
— Chae... —susurró con una sonrisa— buenas tardes.
Hyungwon lanzó una mirada rápida a él y luego volvió a mirar a sus plantas.
— Te acabas de sentar en la tierra húmeda, tendrás que lavar eso muy bien. —respondió evitando todo tipo de amabilidad igual que siempre.
Wonho asintió alegremente y miró con atención la forma en que el delgado regaba las plantas y se encargaba de quitar cualquier tipo de hierba mala de sus alrededores por muy minúscula que fuera.
— Se ven genial. —comentó sinceramente.
Pero casi al instante recibió una negación de parte del delgado.
— No, no es simétrico. —respondió casi con enfado al notar que efectivamente una de sus plantas parecía estar demasiado cerca de unas y demasiado lejos de otras— es increíble como una cosa puede alterar el orden de todo un maldito patio. —gruñó sin hablar precisamente de las plantas.
El mayor miró hacia la planta de la cual él estaba hablando y no dudó en levantarse para tomar una pequeña pala que el mismo Hyungwon había llevado.
— Eso se puede arreglar. —argumentó comenzando a abrir un hueco en el lugar correcto para poder trasplantar— ¿acaso tu madre no te enseñó a ser paciente?
Todo ápice de sonrisa o alegría se eliminó de su interior al escuchar aquella frase y todos los recuerdos acumulados a través de los años se hicieron presentes con un conocido sentimiento que agradecía tener en esos momentos.
— ¿La tuya si lo hizo? —preguntó deseando intensamente decir algo más que eso.
Wonho se encogió de hombros.
— Quizá, era muy buena sobre todo cuando me caía y me golpeaba... Siempre ha sido de las personas que si tienes algún dolor, te consuela con un fuerte abrazo. —contó con una sonrisa en sus labios— ya sabes como son las madres...
Continuó con su tarea de trasplantar sin siquiera darse cuenta de lo profundo que habían calado sus palabras en el pecho del menor quien sinceramente no sentía justo que alguien como él, que aparentaba haber tenido una vida llena de mimos y felicidad, le mencionara cuan buena era su madre, si era la misma persona que le había lanzado una maldición que acababa por culminar con la vida todas las personas a quien amó en alguna ocasión. Incluyendo la de la mujer que lo dio a luz.
— Ojalá. —respondió con el nudo en su garganta después de un largo rato de silencio.
Wonho lo miró de reojo, un poco sorprendido de haber obtenido una respuesta que pensó que no llegaría.
— ¿Ojalá qué? —cuestionó confundido, intentando comprender y acostumbrarse a que su vecino fuera tan poco expresivo para explicar lo que pensaba.
— Ojalá saber como es una madre y sus abrazos cuando te caes. —respondió fríamente provocando que Wonho detuviera acciones totalmente sorprendido— Ojalá saber que tienes a alguien que pueda consolarte cuando sientes que no hay una salida. —gruñó— Yo no conocí a la mía.
Al escuchar la respuesta completa, Wonho no tardó en dejar la planta mal puesta en el lugar que había destinado y se acercó a él rápidamente, poniéndose de rodillas a su lado para quedar a su altura.
— Chae... Lo lamento tanto, yo no quise... —su voz preocupada y su cara asustada solo hacían que todas aquellas ganas de odiarlo se hicieran más fuertes que nunca. Odiaba que la gente asumiera cosas y pretendiera sentir lo que él sentía cuando no habían pasado ni por la mitad de las cosas que él había pasado— perdóname en serio, perdóname... A veces no sé controlar mi bocota y acabo arruinando todo, yo solo... En serio lo lamento.
Las manos del mayor tomaron las suyas y sus miradas se cruzaron por primera vez en el día. Aquellos ojos puros lo miraban preocupados y podía encontrar en ellos a una persona que podría confiar en él tan fácilmente que hacerle daño ni siquiera parecía un reto. Pero en su mente todo lo que figuraba era el rostro de aquella mujer, la responsable de todas sus desgracias y de la mayoría de sus lágrimas.
Entonces los planes cambiaron. Ya no pensaba en hacer que Wonho dejara el pueblo. Ahora lo quería más cerca que nunca y no le importaba porque de cualquier forma él iría al infierno, pero...
A esa mujer iba a darle
donde más le doliera.
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