Única parte
Todavía te costaba asimilar la rapidez con la que el tiempo pasaba frente a tus ojos. Era muy extraño que pudieses recordar vívidamente los días de verano con Seokjin, o aquel accidente que te dejó indispuesto un par de semanas. Es decir, habían pasado un par de años desde eso, pero tu memoria reproducía los momentos más felices de tu infancia como si hubieran sucedido el día anterior.
Te cuestionaste cómo es que lo único de esos dulces recuerdos que se sentía lejano era la felicidad que sentiste en aquel entonces, tal vez porque ser tú mismo no era nada difícil y no había punto de comparación con los otros pequeños habitantes de las aldeas estacionales.
Porque ninguno de ellos tenía alas. No hasta después de un tiempo.
Y ahí todo comenzó a ir cuesta abajo, porque de pronto las tuyas no eran tan impresionantes; no tenían la majestuosidad que poseían las alas de Seokjin o un color purpúreo único como el de Namjoon, tampoco tenían la forma inusual y preciosa de las de Jungkook.
Nada de eso, las tuyas eran de un color azul opaco y entristecido, más pequeñas que las del promedio, de aspecto poco agradable que las hacían parecer rotas y hasta aterradoras.
Pero lo peor de tener alas extrañas era que daban mucho de que hablar entre los pocos habitantes de la Aldea de Otoño, sobre todo siendo el único hijo del Capitán Diurno. Estaba claro que el pueblo no permitiría dejarse liderar por alguien que lucía todavía como un niño con alas de monstruo.
Pronto los tortuosos pensamientos se disiparon cuando las características alas negras de Jungkook aparecieron en tu campo de visión, un par de metros cerca de la frontera de la Aldea de Primavera y la de Verano. El chico sonrió inmediatamente al distinguirte, su cara manchada de ollín y melocotón en la comisura de sus labios. La tierna imagen aceleró tu corazón, el pequeño de melena azabache te pareció lindo desde la primera vez que lo encontraste y aquella taquicardia que hacía temblar tus manos no parecía querer abandonarte pronto.
Sostuviste con fuerza la canasta hasta que tus nudillos se pusieron blancos. De repente ir hasta allí para un pequeño picnic te resultó la peor idea del mundo, ¿Por qué tenías que ser tan cursi?
-¡Jiminie! Lamento llegar tarde. Tuve que organizar algunas cosas antes de mi siguiente turno-se disculpó el chico, sus preciosas alas agitándose con parsimonia. Negaste con la cabeza, comprendiendo la situación de Jungkook -¿Listo para nuestro picnic a media noche? -animó al mismo tiempo que apartó la canasta de tus manos temblorosas.
-No hagas eso, puedo llevarla por mi cuenta -rechistaste. Sin embargo, Jungkook no se dignó en soltar el objeto y, en cambio, entrelazó sus dedos con los tuyos, provocando que la sangre subiera inmediatamente a tus mejillas.
Toda esta ola de confort era nueva para ti, creías que podían pasar semanas o meses y jamás te acostumbrarías a las dulces atenciones que Jungkook te daba sin esperar algo más a cambio. Por otra parte, el azabache siempre lucía bastante acostumbrado a repartir su amor de esa forma; solía darte tiernos besos en público tanto como le gustaba profundizar, por largos minutos, la unión de sus labios cuando estaban solos.
Eran algo precioso, algo que no necesitaba etiquetas, algo longevo y armonioso, imperturbable y sempiterno.
Todo eso que no aceptabas de ti mismo, tus horribles alas y el resto de tus defectos Jungkook lo aceptaba y hacía sentir que tu corazón pertenecería a un lugar cálido bajo la protección de enormes alas negras, jalea de zarzamora y postres de frutos rojos.
El dulce chico de verano solía trascender las primeras barreras de tu alma, pero cuando se hallaba de nuevo contra una nueva y dura pared, daba la vuelta y buscaba un nuevo rumbo para llegar al fondo de tu triste oscuridad. Apreciabas infinitamente aquello, porque también deseabas que alguien como él lograra destruir eso que poco a poco te carcomía y devastaba.
Entonces preparabas bocadillos, detallabas los postres y le proponías otro picnic a media noche porque era la única oportunidad que tenía para comer antes de atender la hora más difícil de su trabajo.
Aquella noche en particular te sentías como miel sobre hojuelas, suspirabas y reías como bobo. Jungkook se burlaba de tus ojos desapareciendo cuando te mostrabas feliz, pero que de cualquier forma eras adorable. Limpiaste las migajas del bocadillo que aún masticaba tiernamente y él te sonrió como nunca antes.
Y lo viste, la esencia característica del invierno arribando el entorno en un instante. Apreciaste sus enormes alas agitarse, majestuosas como era usual, brillantes y con ese maravilloso bermellón que centelleaba incluso desde lejos. Los distinguiste en un solo parpadeo, pero aún así logró cambiar tu humor de inmediato.
Porque Taehyung derrumbaba cada una de tus certezas en un parpadeo.
Era imposible no perderse en ese rostro fino y ojos oscuros, en su alborotado cabello rojo, en la esencia invasora de manzanas con canela, en aquella tierna e infantil sonrisa y, por sí fuera poco, en la majestuosidad de sus alas.
Era fácil remontar tu memoria al momento justo en el que se habían conocido: se celebraba uno de los festivales semestrales que unían a todos los jóvenes estudiantes de las Aldeas Estacionales.
Poco después de que Jungkook confesara sus sentimientos, decidió presentarte a sus amigos de la Aldea Invernal, quienes estaban particularmente interesados en las habilidades de Seokjin con las prótesis. Fue así como, en compañía de Namjoon, conocieron a los próximos Capitanes Diurno y Nocturno respectivamente. Hoseok, quien era más cercano a Namjoon; y Taehyung, que era un gran amigo de Jungkook.
Ambos eran simpáticos y en absoluto te aborrecieron por tus alas deformes. Te trataron como un amigo de toda la vida, en especial Taehyung, que mas tarde llegaba en medio de la noche a tu casa, sosteniendo obsequios para tu padre o para ti. A veces con licor de grosella, otras con flores para el altar de tu otro padre fallecido, muchas más con tartas de manzana.
Nunca le cuestionaste sus visitas nocturnas y de pronto se volvió costumbre compartir la cena con él. Tu padre lo admitía tanto como a Jungkook, tal vez más que a él. Pero luego hizo alusión a una posibilidad que rodó por tu mente durante varios días:
-Algo carcome la cabeza de ese chico -aseveró -Algo muy duro que lo persigue desde pequeño.
Entonces detallaste cada uno de sus momentos de melancolía. Te grabaste cada uno de sus gestos para lograr descifrar los pequeños cambios que le llegasen a ocurrir. Muchas veces llegaba con ojeras, pequeñas manchas de sangre o simplemente con la mirada entristecida.
Querías ayudarlo, preguntarle si podías hacer algo por él. Pero las palabras siempre quedaban atrancadas en tu garganta y volvías a la misma pena de todos los días.
Jungkook era otra clase de escape. Tangible y con tanto contacto como tú quisieras, nunca preguntaba por tus ausencias, pero era ligeramente más demostrativo cuando Taehyung se unía a sus momentos.
No reparaste inmediatamente en ello, pero poco a poco su relación fue agravándose y ellos comenzaban a discutir por casi cualquier tontería. Preferiste evitar que se encontraran a toda costa antes de tener que estar en medio de otra batalla campal. Te decepcionó profundamente no poder guardar buenos recuerdos de ustedes tres, y muy en el fondo sabías que eras el principal culpable de ello.
Eran excesivamente diferentes uno del otro, comenzando desde el nacimiento.
Jungkook, quien era huérfano desde los cinco años, buscaba siempre la forma de salir adelante por su cuenta. Nunca pedía ayuda de nadie, pero no negaba que la necesitara desesperadamente.
Presentaba a Namjoon como su hermano mayor, incluso cuando había un abismo entre el rango de Capitán Nocturno y las hadas obreras. Nadie indagaba en ese detalle, tal vez porque nunca se atreverían a desafiar a la autoridad que representaba Namjoon, aunque todavía no tuviera su nombramiento. El azabache era cálido y tranquilo. Tímido hasta el cansancio pero con un corazón enorme. Era talentoso en cualquier tarea que se le asignara, pero eso mismo provocaba a que quisiera trabajar en exceso. No soportaba perder. Muchas veces se dejaba gobernar por su egoísmo y arrogancia y terminaba cometiendo errores, pero se esforzaba por enmendarlos tan pronto como se diera cuenta de ellos. Jungkook significaba pertenecer a un mundo radiante oculto entre la oscuridad de sus enormes alas, disfrutando de la esencia a melocotón y engullendo cada postre de frutos rojos que atravesará tu camino.
No así con Taehyung, cuya pertenencía sería un mundo frío bajo la protección de alas rígidas en bermellón, tarta de manzana y galletas. La simple comparación te hacía estremecer.
Taehyung, siendo hijo de los Capitanes Nocturnos en la Aldea de Invierno, había crecido en uno de los entornos más fáciles posibles. Nunca le faltó alimento ni maná. Odiaba hacerse cargo de sus responsabilidades, así que antes de conocerte le gustaba pasar tiempo junto a Hoseok y Yoongi dentro del Gran Árbol, donde simplemente leían o molestaban al heredero de los Líderes. El pelirrojo era frío en algunas ocasiones, pero juguetón cuando la nostalgia no gobernaba sus pensamientos. Su corazón no se abría ante muchas personas, pero sabías perfectamente que la empatía era una de sus principales virtudes.
Tenía el defecto de cometer insolencias en los peores momentos, así que era usual verlo metido en problemas con los mayores. También comenzaba a tener problemas con el licor y muchas veces llegó ebrio hasta tu cabaña, pero no supiste cómo ponerle un alto a su nueva forma de divertirse.
Cuando menos lo esperabas ya habían transcurrido las cuatro estaciones y no habías querido deslindarte del cariño exponencial que comenzaste a sentir por Taehyung. Él estaba tan perdido como tú y ambos sabían que esos sentimientos se desbordarían más temprano que tarde.
La primera tormenta que sacudió el río sucedió cuando la boda de Namjoon y Hoseok fue anunciada. Fue un festejo memorable, pero en algún punto de la celebración quisiste recoger algo de la cocina y nadie, exceptuando a Taehyung, se percató de tu repentina ausencia.
De pronto, la frialdad característica de un chico invernal se instaló a tu espalda. Diste media vuelta bruscamente y luego tus manos se aferraron a la alacena. Taehyung te observó imperturbable, con esos ojos agudos y opacos; pensaste que, de alguna manera, diversas emociones se aglomeraban en esas diminutas entradas a su alma, pero no te atreviste a descifrar sus secretos.
Reparaste en su postura recta y algo intimidante, la respiración se quedó atorada en tus pulmones. Era la primera vez que se mostraba de esa forma contigo.
Se inclinó hacia ti y pronto te viste acorralado bajo sus enormes alas bermellón, quedando por completo oculto bajo ellas. Eras tú en su fría mirada, con su gélida existencia, percibiendo sus suaves latidos. Por un breve momento, tu mente sólo asimilaba a Taehyung, todo lo que se tratase de él: los suspiros que alargaba sobre tu frente, sus manos congeladas, su perfilado rostro, su inherente esencia a manzanas y canela. Sus ojos no se apartaron de los tuyos y no es que pretendieras hacerlo, no cuando te hallabas tan eclipsado por él y el centelleo en sus oscuros orbes.
Hasta ese momento sentiste como pequeños copos de nieve caían sobre tu rostro, la fríaldad del ambiente desconcertándote por un instante. Finalmente reparaste en la nube helada que orbitaba con tranquilidad sobre la cabeza del pelirrojo. La conexión desapareció tan efímeramente como había llegado, llevándose consigo la etérea nube de Taehyung.
Y luego levantó el brazo hacia la alacena detrás de ti. El nuevo ambiente frío no fue suficiente para impedir que te sintieras abochornado. Lo escuchaste remover los platos de barro mientras te quedabas pasmado mirando su pecho. Después de lo que te resultó una eternidad, extrajo uno de su agrado, volvió sus atención hacia ti y te mostró con burla el tazón de barro que acababa de escoger. Tu sangre volvió a hervir, esta vez de rabia, sobre todo cuando sonrió tontamente y simplemente te dijo:
-Serviré la sopa -muy cerca de tus labios temblorosos.
Hasta entonces fuiste verdaderamente consciente de qué tanto estabas cayendo por el pelirrojo. Sus acercamientos se volvieron más constantes y certeros.
Dejaste de pensar en las consecuencias y te centraste en tus anhelos egoístas; entre ellos estaba el descubrir lo que Taehyung hacía por las mañanas antes del atardecer, si sólo descansaba o pasaba tiempo cumpliendo los deberes que le pedían sus padres. Querías verlo con tus propios ojos, pero te preocupaba ser un entrometido.
Cuando finalmente tomaste la decisión, no hubo quien impidiera tus acciones irracionales.
Jamás habías preparado una tarta de manzana tan rápido; tampoco habías tenido que rogarle a alguien de la Aldea de Invierno para que te vendiera, al menos, una botella de licor de grosella. Sin embargo, cuando todo estaba perfectamente acomodado dentro de tu canasta y justo después de que añadieras dos piezas de tu regaliz favorito, reparaste en que estabas comportándote muy parecido a como lo hacías con Jungkook.
Inevitablemente dudaste, pero de todas formas fuiste a despedirte de Seokjin y de tu padre. Seguías dubitativo, pero de cualquier forma cruzaste la frontera y, de nuevo, recorriste la Aldea Invernal en busca de la cabaña de los Capitanes Nocturnos. Estabas realmente arrepentido por tus tontos impulsos, por ese extraño manojo de sentimientos que te negabas a decifrar. Estabas confundido, porque nunca habías anhelado percibir la esencia de manzanas y canela con tanta desesperación como la de entonces, por tu garganta cerrandose a cada paso que dabas. Aun así te atreviste a tocar la puerta, esperando encontrarte con sus majestuosas alas bermellón.
No obtuviste respuesta; a pesar de ello, el nudo en tu garganta cobró sentido: tenías un mal presentimiento.
Empujaste la puerta y, sin pensarlo mucho, te adentraste a la gran cabaña. No había nadie en la primera planta, pero escuchabas ruidos en el siguiente piso. Abandonaste la canasta en la cocina y luego avanzaste dubitativamente a través del lugar.
No se te ocurrió advertir tu llegada en voz alta; no se te ocurrió llamar por su nombre y por supuesto que no se te ocurrió volver sobre tus pasos. Simplemente subiste.
Te recibió el escarlata, grandes cantidades de él, y una docena de espinas gigantes al medio de la habitación. Parecían proteger un gran bulto cubierto con pétalos de rosa y reparaste que aquel líquido emanaba a borbotones de las raíces de la espinas. Entonces los pétalos tomaron otra forma y el bulto se hizo una figura reconocible.
Conectaron sus pupilas, no pudiste respirar. Sus ojos pasaron del puro asombro al la más intensa de las furias.
Gruñó, como un monstruo. Y las que antes te habían parecidos las facciones más hermosas se deformaron para abrir paso al más crudo aborrecimiento. No pudiste evitar retroceder hasta chocar con la pared. Deseaste estar siendo preso de otra cruel pesadilla, de esas que te advertían que tus anhelos iban por el camino incorrecto y que las cosas no terminarían bien; o esos sueños recurrentes donde los monstruos eran los demás y no tú. Pero no despertaste.
Se levantó, como sus enormes y pesadas alas se lo permitieron, para después tomar tu rostro y golpear tu cabeza contra la pared. Te mantuvo ahí, aturdido, pero podías sentir sus manos bañadas en sangre apresarte dolorosamente. Trataste de escapar pero fue inútil, te doblaba en fuerza, quizás te haría añicos.
Sujetaste sus muñecas, igual de frías al tacto, pero con la sangre recorriendo sus arterias intensamente. No te cegaba el miedo, sólo querías tranquilizar al chico cuyos ojos lucían como si hubiera llorado por largas horas. Él seguía siendo Taehyung, aterrado y soportando un intenso dolor, pero seguía siendo el mismo.
-¡LARGO! -bramó justo después de tumbarte al suelo-¡NI UNA PALABRA DE ESTO O LO LAMENTARÁS EL RESTO DE TU MISERABLE VIDA! -por muy pequeño que te sintieras mirándolo desde abajo, no mostraste ni un atisbo de debilidad. Al contrario, lograste incorporarte en busca de afrontar su ira.
-¡No hay necesidad de amenazas! ¡Quiero ayudarte! -exclamaste de vuelta y él apretó los dientes.
-¡¡No quiero tu ayuda!! ¡¡Vete!!
-¡Podrías morir si te dejo solo! ¡Tengo que llamar a un curandero!-insististe en la boba ilusión de que fuera temporal.
- ¡¿No lo entiendes, maldita sea?! ¡¡Lárgate!! -su voz se entrecortó, el intenso dolor y su desesperación fue más que evidente en sus facciones. Sus rodillas chocaron contra el suelo y su llanto invadió cada uno de tus sentidos. No querías dejarlo así, agonizante, tan frágil -¡Vete, Jimin! ¡Y jamás vuelvas a buscarme! -sus lágrimas mezclándose con la sangre, percibiste tu corazón romperse en mil fracciones.
Hiciste el amago de acercarte y enjuagar el dolor de sus pupilas con tus manos, pero el impacto en tu mejilla te dejó inmóvil. Te alejaste, atónito, la esencia del crudo líquido escarlata en la comisura de tus labios.
-Fuera...-murmuró y dudaste- ¡¡FUERA!!
Cuando volviste a ser consciente de ti mismo ya estabas dentro de tu habitación, mirando tus manos y prendas ensangrentadas; tu cara dolía y un sabor metálico prevalecía en tu boca. Estabas hecho un desastre, tenías que lavarte rápido o tu padre te invadiría con preguntas, tenías que sacar esas tristes manchas en un estúpido intentó por detener el estrujamiento en tu corazón.
Un rato después, estabas tan impecable como siempre, exceptuando por la marca en tu mejilla; la tocaste en busca de otra respuesta y luego tus alas se encogieron sobre tus hombros.
Tus alas eran horribles, pero de todas formas cumplían con su función primordial. Estaban sanas y no solías lastimarlas; las bañabas cuidadosamente en maná, brillaban tanto como el azul del día y, aunque resultara tonto, nadie podía evitar voltearlas a ver. Eran tu inseguridad más grande, cierto, pero también uno de tus tesoros más preciados.
No querías imaginar el enorme dolor que estaría sintiendo Taehyung en esos momentos. Cada cruel espina emanando sin piedad de sus majestuosas alas, sus gritos desgarradores y sus lágrimas brotando sin parar. Rezaste a todos los astros para que alguien finalmente lo ayudara y pudiese quitarse esa horrible maldición.
La luna estaba en su cénit cuando escuchaste un alboroto afuera de tu ventana. Por un momento imaginaste que las hadas nocturnas estarían sólo volviendo a sus labores, pero la revuelta se intensificó y hubo gritos enfurecidos.
Te asomaste y distinguiste el bermellón de sus alas; te desconcertó por completo no encontrar espinas ni sangre en ellas. Sin embargo, Taehyung estaba peleando con una hada vecina y te preocupó que pudiesen llegar más lejos, por lo que saliste rápidamente a detener el alboroto.
-¡Por todos nuestros astros! ¿Qué sucede aquí? -interveniste. La mirada cansada de Taehyung penetrando hasta tu alma antes de que una sonrisa se instalara en su rostro.
-Estoy ordenándole a este jovencito insolente que vuelva a su servicio o tendré que reportarlo a los Líderes de invierno -habló el hombre mayor bastante molesto.
-¿Usted cree que eso me asusta? ¡Soy el mejor amigo del Líder, viejo cascarrabias! -emuló arrastrando las palabras, y fue hasta entonces que te percataste de la botella de licor rojo en su mano derecha y su postura tambaleante -¿Por qué mejor no vuelves a tu trabajo de quinta, estúpida hada obrera?
-¡Shh! ¡Taehyung! ¡Respeta a tus mayores! -él te miró indignado ante tu llamado de atención, pero no fue capaz de rechistar -Disculpelo, señor. Ha tenido un día muy difícil y no sabe lo que dice. Me haré cargo de él, así que no hay de que preocuparse.
-¿Qué día difícil puede tener el hijo de un invernal privilegiado? ¿Excederse de maná? -se mofó. Frunciste el ceño ante el comentario.
-Cuide sus palabras, mi padre tiene el mismo rango que los de este chico.
-Joven Jimin, la diferencia radica en que su padre es amable y bondadoso. En cambio, los de él sólo se dedican a robarnos junto a esos arrogantes líderes -dicho aquello, optó por largarse.
Lo seguiste con la mirada hasta que desapareció entre las sombras, luego tu atención volvió al chico ebrio que sostenías sobre tus hombros. Lo arrastraste dentro de casa y luego a tu habitación, donde no dudó en acomodarse sobre tu cama. Por tu parte, elegiste sentarte a un costado y esperar que hablara.
-Este licor de grosella es muy bueno -pronunció justo antes de darle un enorme trago -¿Dónde lo conseguiste?
-En tu tienda favorita, no me lo querían vender -te encogiste de hombros. Él inclinó la cabeza cual pajarito y levantó una ceja.
-¿Por qué?
-Porque todos creen que las alas feas son contagiosas -reíste, pero él no te correspondió. Aclaraste tu garganta y llevaste las manos a sus rojos cabellos -Me alegra que estés bien. Estuve muy preocupado por ti -admitiste. Su semblante se frunció sólo un momento despúes y mientras tomaba otro trago del licor.
-Sólo es una molestia que dura algunas horas -respondió con simpleza.
-¿Pequeña molestia? Permitime dudar de eso, porque yo te vi agonizando -no se atrevió a decirte nada, así que te inclinaste sobre su rostro para que conectarán de nuevo sus pupilas -Escúchame, Taehyung. No tienes porqué pasar por esto solo. Déjame ayudarte y hallaremos la forma de suprimirlo o lo que sea. No tienes que resignarte a sufrir.
-Es una maldición, Jimin -comenzó apenas -Los elfos oscuros leyeron las almas arrogantes y desinteresadas de mis padres y les lanzaron un hechizo para cuando su primogénito viera la luz. Siempre, desde que mis alas nacieron, cuando llega el amanecer les crecen esas horribles espinas. Y me las merezco, claro que me las merezco, porque incluso si sé cómo deshacerme de este insoportable dolor, ya no puedo evitar mentir en nombre de nuestra aldea; constantemente daño a los que amo y sigo negándome a aceptar la realidad de mi existencia. Todos esos errores me son cobrados a los primeros rayos del día. Y cuando todo acaba, cuando pienso que se me ha dado una nueva oportunidad para reivindicar mis actos, aparecen las mentiras y los secretos, apareces tú... la persona que Jungkook ama...-algo logró encajar dentro de tus respuestas faltantes -, pero yo también estoy desquiciado de amor por ti y sé muy bien cuánto me correspondes. Entonces sé que el dolor será igual de insoportable que el primer día. -sentiste cada tejido de tu alma enredarse ante las palabras del pelirrojo. La cruda verdad gobernando los latidos de tu corazón y el movimiento de tus músculos- Es por eso que no puedes ayudarme, Jimin. No hay manera.
-No digas eso -sollozaste al tiempo que acariciabas su frente con tus labios -Hallaremos la forma, confía en mí. Nuestras desgracias, nuestras maldiciones, ni siquiera nuestras inseguridades podrán oscurecer la incandescencia de nuestra esperanza. Ninguna maldad es eterna, Taehyungie -lo besaste en un intento de apaciguar sus martirios y lo sentiste ceder por un momento. Luego te apartó, sin preocuparse por derramar la botella sobre sus ropas.
-Por supuesto que confío en ti. Pero estoy seguro de que esto no tendrá una resolución egoísta, Jimin. Los elfos oscuros no lo hacen tan fácil -refutó.
-Entonces hay que romper todos nuestros lazos con este mundo -propusiste sin pensar -Deshagámonos de todo y huyamos de aquí. Cruzaremos la zona prohibida y nadie recordará nuestra existencia. Ya no tendrías que guardar secretos y nadie puede sufrir por alguien que no existe en su memoria -buscaste el contacto con sus dedos fríos. Era la mejor idea que se te había ocurrido en años, un hueco legal excesivamente conveniente.
Pero Taehyung estaba mucho menos entusiasmado que tú.
-Pero tienes a tu padre, tu cargo, amigos...
Llevaba mucha razón. Nunca habías imaginado una vida lejos de la Aldea Otoñal, el lugar que había acogido a tus padres y luego a ti. Toda tu identidad estaba en las hojas muertas y las ventiscas. Sin embargo, te creíste completamente capaz de abandonar tu vida y a los seres que más amabas con el único afán de deslindar a Taehyung de su maldición.
-Y tú también -le recordaste -Soy consciente de que será muy doloroso, pero guardaré todos mis bellos momentos en el alma. Seremos felices, Taehyung. Es lo único que me importa.
Lo sopesó por un largo rato, la oferta siendo demasiado buena para ser tan fácil.
Sabían que un millón de cosas podían salir mal de sus actos descuidados, pero no se pararon a estudiarlo en absoluto, sólo pensaron el la felicidad egoísta de salir para siempre de las Aldeas Estaciónales y no volver jamás.
-De acuerdo, huyamos -decidió y sólo te limitaste a ampliar tu sonrisa.
-Hagámoslo después de la ceremonia de Namjoon y Hoseok hyung- sugeriste, recibiendo su confirmación inmediata -Guardaré provisiones y las esconderé en un lugar cercano. Nos iremos poco después de que la luna sobrepase su cénit.
Finalmente pudiste apreciar una sonrisa sincera en su precioso rostro. Sus ojos profundos centellearon por un instante y no dudó en rodear tu cuello para atraerte a sus labios.
-Eres increíble elaborando planes, pero veamos los detalles mañana al ocaso. ¿Te parece?-asentiste con la cabeza y desde ese momento te perdiste en tus sensaciones.
Profundizaron el contacto por largos minutos y, en ello, pudieron percibir un poco de su más grande anhelo. Esa realidad tangible donde sólo se tendrían el uno al otro.
Se amaron hasta quedarse dormidos, pero sentiste a Taehyung desaparecer antes de que los rayos del sol dejaran entreverse. Tuviste el impulso de correr detrás suya y apoyarlo en su agonía, pero fuiste lo suficientemente sensato para mantenerte en casa y cumplir con tus últimas responsabilidades.
A escondidas de tu padre alistaste una bolsa de cuero con panecillos de miel, dulce de calabaza, varias manzanas y un par de recipientes llenos de agua. Guardaste tu juguete de madera favorito, deseando que tu padre fuera feliz y heredara su puesto a quien verdaderamente se lo merecía: Seokjin.
Entonces, cuando la hora de la ceremonia se fue acercando, no dudaste en probarte las preciosas prendas que usaba tu padre fallecido para estas ocasiones. Telas blancas con detalles en precioso ocre, un par de cristales colgando en su cuello y un diminuto broche de ópalo para el cabello.
Recogiste tu última dosis de maná, escondiste la bolsa de cuero y emprendiste rumbo hacia la Aldea Veraniega. Fuiste recibido por un enorme jardín lleno de vida, el rocío en el pasto y la increíble temperatura con ventiscas frescas que sólo el verano podría brindarte.
La característica esencia de melocotón y frutos rojos atravesó tus sentidos tan pronto como Jungkook se instaló a tu espalda. Algo se estrujó, pero no te atreviste a hacer una alusión a ello y te limitaste a dedicarle una sonrisa, tal vez algo que prevaleció en una mueca.
-Es bueno verte, Jiminie. Lamento haber estado tan ocupado este último tiempo -sujetó tus manos y depositó un tierno beso en ellas. De pronto quisiste llorar.
No faltaba mucho para que dejaras de hacerle daño, ya no tenías necesidad de preocuparte por sus sentimientos porque desaparecerían antes del alba.
-Me alegra verte aquí, te esperaba con ansias -tuviste las agallas de inclinarte hacia sus labios. Él no sé dió cuenta del sabor a despedida en aquel impulsivo acto y se dejó invadir por largos minutos.
-¿Muy ocupados? La ceremonia no tarda en empezar -carraspeó Taehyung a tu espalda y la culpabilidad no tardó en hacerse evidente en tus mejillas.
Bajaste la mirada y torpemente tomaste la mano de Jungkook. El pelirrojo los guió hasta la segunda fila de asientos, donde Seokjin los esperaba con una dulce sonrisa. Lograste descifrar un atisbo de tristeza en sus facciones, pero no te atreviste a objetarlo; ya no tenía porqué importarte.
Jungkook robó tu asiento a lado izquierdo de Seokjin, dejándote al medio de azabache y el pelirrojo. Sentiste que te sofocabas, jamás te habías visto en una situación tan incómoda y tonta.
-¡Chicos! ¡Bienvenidos! ¡Me alegra que puedan compartir este momento con nosotros!-Hoseok, con su característica sonrisa de perlas, los saludó de forma entusiasta.
-Gracias a ti por invitarnos, es un gran honor-Seokjin se inclinó brevemente y forzó una sonrisa. Pareció que tú imitaste su acción.
-Espero que más uniones como esta sean posibles en un futuro cercano, sobre todo para los pequeños tortolitos ¿no es cierto, Jiminie?-apretó tus mejillas cuál adulto a bebé y luego se incorporó para señalar el lugar vacío a la izquierda de Taehyung- ¿Podrías reservar esa silla hasta que acabe la ceremonia, Taehyungie? Es por si el imbécil de nuestro Líder se digna en venir a último momento.
-¡Sin problemas, hyung! Seguro que termina dándote una sorpresa- guiñó un ojo y no sabes como lograste embobarte con esa pequeña acción.
Lo que dijo Taehyung fue cierto: Yoongi apareció sólo unos minutos antes de que la boda diera inicio. Saludó a todos de forma desganada y fue cuando notaste quién era la raíz de la tristeza de Seokjin.
La ceremonia trascendió preciosamente y te sentiste suspirar de anhelo cuando se hicieron saber los votos matrimoniales. Te habría gustado vivir algo así, una celebración en compañía de tus amigos cercanos y declarar tu amor por Taehyung ante ambas de sus aldeas. Sin embargo, tenías que aceptar las nuevas circunstancias, así que hiciste una señal discreta a tu hermoso pelirrojo para ejecutar su plan de escape.
Taehyung te sonrió como nunca antes, la felicidad desbordándose sin parar y evidenciándose en la esencia de manzanas con canela. Se excusó con el resto de los chicos y lo viste desaparecer en la oscuridad de la noche.
Entonces te quedaste a solas con Jungkook, un constante recordatorio de quienes te iban a perder esa noche. Tuviste el impulso irracional de contárselo todo, no entiendes con qué finalidad, tal vez para obtener siquiera una despedida digna antes de ser borrado de la existencia en este mundo. Supiste que había interpretado erróneamente tus gestos cuando simplemente te sonrió y te guió a un lugar apartado de la fiesta.
Sus bellas alas negras revoloteaban felices y la tierna sonrisa no quería abandonar su rostro. Entonces un nudo familiar sofocó tu garganta tan fuerte como la primera vez, reconociste de inmediato el mal presentimiento que se apoderó de tus sentidos. Buscaste a tus espaldas y observaste alrededor sin obtener respuesta, pero la cruda sensación se intensificó.
-Jiminie, yo sé que esto es repentino y que para muchas personas sigo siendo sólo un niño con aspiraciones tontas. No puedo negar eso, pero cada día doy lo mejor de mí para salir adelante y ser feliz. Soy muy afortunado de haberte conocido y sólo quiero compensar a la madre luna por poner en mi camino a un hada tan maravillosa-comenzó y el rumbo de su discurso no te gustaba en absoluto -Yo sé que las cosas pueden tornarse complicadas siendo tan jovenes, y que esta decisión tan irracional nos sea cobrada por el karma más pronto que tarde, pero mientras nos permita ser felices por un corto tiempo... estaré conforme- el exquisito aroma a melocotón de pronto hizo que tus pupilas se nublaran. No debías dejarlo continuar, no tenías el derecho de romper su alma, era tu obligación darle fin. Pero el azabache tomó una respiración profunda y no tuviste las agallas para silenciarlo -En...En resumen... Te amo, Jimin. Incluso si esto es efímero o sempieterno yo te amo, aquí y ahora -se puso de rodillas y te remontó a los picnics de media noche. La imagen resultó devastadora y no pudiste retener más los sentimientos. El nudo en tu garganta se agravó -¿Me concederías el honor de casarme contigo, Jimin?
-Jungkook, tienes que saber-
Justo en el momento que las palabras brotaron de tu boca, dispuestas a darle fin a todo lo que te ahogaba, gritos desgarradores se oyeron a lo lejos, en la fiesta. Por inercia buscaron el origen del alboroto, obteniendo la respuesta en una alta figura de túnicas negras. Jungkook dio un saltó y no demoró nada en colocarte detrás de él. Atrás del aterrador invasor, más elfos oscuros arribaban la Aldea de Verano y quemaban sin piedad a cualquiera que se les atravesara.
Por un instante creíste que ese era tu destino también, pero el ente en telas oscuras carraspeó en tu dirección. Eso no lograba tranquilizarte ni un poco.
-¿Qué quieren de nosotros? ¡Lárguense! ¡Sólo nos traen desgracias!-bramaste, pero el elfo sonrió burlón.
-Entonces ya somos dos, querido. ¿O en serio pensabas que tus actos egoístas no tendrían consecuencias? ¿Pensaste que sería tan fácil?-la voz profunda y sus penetrantes ojos rubí parecieron averiguar los secretos más oscuros de tu alma. Tus manos comenzaron a temblar. El ente posó su mirada en Jungkook -¿Que hay de ti, mi pobre amigo? parece que te encanta apartar la mirada ante situaciones evidentes. Entiende que estas personas ni siquiera se preocupan por ti. Yo sé que ya comienza a ser muy doloroso.
-Yo lo amo -admitió el azabache, sabiendo perfectamente de lo que el elfo hablaba.
-Eso nunca será suficiente, hada idiota -siseó y luego elevó a Jungkook por el cuello para hacerlo quedar a su altura -Ya que a tu noviecito le gusta tener lástima por los demás y a ti te encanta mantener tu corazón ciego, hagamos que tus ojos también lo estén- las pupilas del elfo se volvieron flamas y una sanguinaria sonrisa deformó su rostro.
-¡No! ¡Suéltalo! ¡¡Jungkook!!-trataste de ascender para ayudarlo, luchaste contra la fuerza ajena que te hacía mantener en el suelo pero nada de eso funcionó.
Viste al chico forcejear y luego ceder cuando el maná del hechizo cumplió su propósito.
Lo lanzó lejos, más allá de las llamas que se llevaban todo a su paso. Apreciaste como cayó inerte en el pasto ardiendo y, tras escuchar la risa perversa del elfo, te dejó libre para correr entre el incendio.
-¿Jungkook? ¿Jungkookie? Háblame, por favor. Despierta... Despierta.
Rogaste a todos los astros que salvaguardaran su vida a costa de la tuya, sabías que era lo mínimo que podías hacer por él. La madre luna y el padre sol escucharon tus rezos y cambiaron tu destino. No te facilitarían el camino en absoluto, al contrario, descubrirías a base de golpes trágicos como la lástima que sentiste por ambos muchachos había sido el peor de tus errores.
-&-
Estaba anocheciendo cuando te dignaste a tocar la puerta de aquella triste cabaña. Se sintió como una eternidad desde la última vez que estuviste ahí, pero sólo habían pasado cuatro días.
Tomaste una bocanada de aire cuando la puerta se abrió y te recibieron sus características alas bermellón, esas que seguro acababan de oscurecerse con espinas y chorros de sangre. Taehyung llevaba ropas limpias, pero su rostro era igual o más demacrado que el tuyo.
Escuchaste el rumor de que sus padres habían muerto en la tragedia y que él se convirtió inmediatamente en la mano derecha del nuevo y nada aceptado rey: Yoongi.
Al contrario de su figura de autoridad, Taehyung había sido tomado como un héroe tras haber rescatado a la mayor cantidad de personas entre las llamas. Te preguntaste si estabas en esa lista.
-¿Cómo estás? Escuché que salvaste a muchas personas-iniciaste la conversación. Él negó con la cabeza.
-Pude haber hecho más -lamentó.
-Hiciste demasiado, era imposible hacer algo más -quisiste consolar.
-Tú lo dices porque estás vivo -lo miraste atónito. Realmente te dolió su declaración tan dura -No, Jimin, no quise decirlo así. Es sólo que todo esto me está sobrepasando. No he parado de recibir pésames y felicitaciones por algo que todos los que estábamos en condiciones debimos hacer -su voz se volvió trémula -¿Qué salvé muchas vidas? No las suficientes. Es más, si Seokjin hyung no hubiera llegado a tiempo, yo ni siquiera habría podido rescatarte -en un punto lo viste sollozar. Ya tenía demasiados tormentos como para agregar otro a su lista.
-Lo siento, debo ser más cuidadoso con mis palabras.
-No, yo lo lamento. Sé que también perdiste a tu padre y que Jungkook fue brutalmente atacado. Gracias por venir incluso cuando también la estás pasando mal -suspiró y luego frotó su frente con la yema de sus dedos. El silencio gobernó la sala y deseaste que pudiera prevalecer así para siempre, como ese pedacito de mundo perfecto que percibías cuando besabas a Taehyung. Pero ya no estabas en posición de permitirte aquello-... Sé que no es buen momento para preguntarte pero ¿Jungkook supo algo de lo que haríamos ese día?
Sentiste tu corazón en la garganta, esa era la pregunta que más temías, incluso cuando habías buscado a cada minuto del día las palabras correctas para abordar el tema.
-Casi se lo dije, pero él me confesó algo antes de que pudiera decir nada -su rostro se volvió pura intriga. Tu sentido racional te imploró que te callaras.
Sin embargo, tenías que decirle lo sucedido. Era una situación delicada que no se podría ocultar en absoluto. Amabas a Taehyung y nunca habrías querido hacerle más daño; pero también amabas a Jungkook y verlo en su estado actual te devastaba a cada instante de tu miserable existencia.
-¿Qué fue? -él también tuvo miedo, miedo de que le quitaras la venda de sus ojos. Te viste a ti mismo en una nueva encrucijada.
Aún podías escogerlo a él, tal vez había una mínima probabilidad de que fuera la elección correcta.
Tenías que elegir entre los postres de frutos rojos o tartas de manzana, entre un cálido mundo de verano o el invierno eterno. Entre lo confortable y lo misterioso, entre el adeudo o tu egoísmo. Vivir con el precioso chico de alas negras pero cuya vista se había perdido para siempre por tu culpa o morir a lado del hermoso hada de alas bermellón, con todas esas promesas que ya no estabas tan seguro de poder cumplir.
Melocotón y manzanas. La tristeza de Jungkook o la tristeza de Taehyung.
-Me preguntó si quería casarme con él -confesaste, recibiendo una mirada de asombro y celos irremediables.
Debiste actuar egoístamente, al final de cuentas llevabas toda la vida haciéndolo así.
-...¿qué le respondiste? -tuvo las agallas de llegar más lejos y tu corazón fue estrujado al percibir su alma desgarrándose.
Tal vez debiste ser considerado con ambos jóvenes, bien podrías desaparecer sin afrontar el daño que podrías cometer. Esa idea era tan simple y tangible, sólo habría que cruzar la zona prohibida.
-Justo en ese momento fue el ataque, no hubo tiempo de responderle pero... -poco a poco te quedaste sin fuerzas, Taehyung se vio enfurecido cuando nada le resultó claro.
-¡¿Qué, Jimin?! ¡¿Qué fue lo que respondiste?! -exigió, desatando las cascadas de tus ojos.
El momento repitiéndose en tu cabeza. Mareándote, destruyendo tus certezas. No podrías romperle el corazón a Jungkook, no cuando tantas cosas malas ha tenido que vivir en este último tiempo. No después de esas dulces muestras de afecto, no mientras sostienes su corazón entre tus manos.
-He decidido casarme con él, Taehyung.
En sus bellos ojos pudiste apreciar el desconcierto, la devastación, el rayo antes de la tormenta. Sus lágrimas brotaron incontrolablemente, pero no se atrevió a apartarte la mirada. Lloraste como un niño también, estabas perdiendo el maravilloso mundo de copos de nieve, los azules brillantes y un invierno protector.
Perdiste completamente a Taehyung, pero sabías que eso era lo correcto.
Harías a Jungkook muy feliz...
Y tú tratarías de ser feliz.
NA Octubre 2020:
Omg, dos horas tarde.
Me disculpo por el gran retraso ㅠㅠ esta semana me ha pasado de todo ajajaja. Creo que ya me toca comer más saludablemente o mi cuerpo va a ser el que pase factura.
En cualquier caso, muchas gracias por leer ㅠㅠ incluso con todos los obstáculos me divertí redactado este proyecto. Así que tengo una especie de amor odio ahora JAJAJJAJA
Debido a que es un universo ya planteado en mi tonta cabecita, puedes spamear tus dudas en la bella fotito de abajo:
Ahora sí, hasta la próxima. Nskdkd
NA Noviembre 2021:
Pues me puse nostalgica hace poco y recordé que esto existía ajajaj. Que mala onda era siempre con Jiminie, basicamente era el malo en todas mis historias idk why si yo lo quería mucho. Aún lo hago.
Bueno, esto ya tiene algunas correcciones superficiales así que me voy satisfecha.
Lo vuelvo a publicar pq estoy pensando en resubir la yoonjin week 2020 corregida también y este one shot está enlazado con eso y tiene los eventos un poco más claros o así lo siento yo.
También pq quiero escribir la historia namseok que supuestamente daría resolución a toda la trilogía ajaja pero vamos con calma pq me siento super desapegada a los chicos últimamente.
Btw, me volví genshinista y, por ende, escribo fics para ese fandom ahora ajaja la peor parte es que escribo heter0 so, entendería si no quisieras darte una vuelta por mi segunda cuenta
Como sea, gracias si te tomaste el tiempo de leer, votar o comentar ya sea hace un año o ahorita, lo aprecio muchísimo. Nos vemos!
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