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8 "Father 2"



Pasado

Ambos pequeños inseparables, miraban con fascinación lo que acurria frente a sus ojos. Dos de sus maestros se iban a casar.

Habían preguntado varias veces que era eso del matrimonio, pero aún así sus pequeñas mentes no lo comprendían del todo.

Cuando la ceremonia terminó se dio por empezada la fiesta de celebración, en la cual la pequeña albina aprovechó que su hermano se encontraba presente para enseñarle a su amigo.

Llevaba prácticamente a rastras al pelirosa cuando encontró a la persona que buscaba.

- Hermano!- grito alegre la pequeña llamando la atención de un albino unos cuantos años mayor a ella.

- Hola pequeña- la saludo con una sonrisa, paso sus ojos al niño a su lado y sonrió- ¿él quien es?

- A eso venía!!- dijo alegre- él es mi amigo Sukuna Ryomen- lo presentó la pequeña.

- Un gusto- hablo el niño y extendió su mano al mayor para estrevharla con la suya, al momento de que ambas manos se tocarán, una chispa para nada amigable sintieron ambos.

Algo iría mal hasta el momento que sea indicado.

Presente

Fue como una ráfaga de viento que se cola por la ventana abierta lo que sentimos, de un momento a otro el "padre" de Sukuna había caído al suelo con un inmenso charco de sangre cubriendolo.

Me asomé lo más rápido que pude a una de las ventanas de la pequeña casa viendo como ya el cielo estaba oscuro.

- Ya está aquí- murmure- vamos- le mande al pelirosa, este asintió y salimos de la residencia dejando el cuerpo, luego nos encargarianos de él.

Mire a mi alrededor viendo como todo se encontraba vacío, ni una pizca de vida en donde mirases. Había cuervos volando de un lado a otro esperando el festín de algún cadáver.

Nos acercamos al granero al notar que la energía maldita de aquel lugar había aumentado considerablemente.

- No te alejes de mi- susurro Sukuna en mi oido colocándose detrás mía sin dejar de estar en guardia- él no me hará daño, pero no puedo asegurar lo mismo contigo.

Abrimos de par en par las puertas para encontrarnos con que el lugar se había empezado a prender fuego. Lo siguiente que escuchamos fue una risa escandalosa llena de diversión que retumbaba en las paredes haciendo eco.

- Vaya- se escuchó entre la oscuridad con tono divertido- pero si es mi querido hijo- hablo burlón.

- Ya muestrate!- grito Sukuna con notable enfado. Las risas se intensificaron para luego mostrar una silueta saliendo de las llamas.

El ente era parecido al Sukuna de mi sueño, las cuatro extremidades de brazos junto a marcas en su cuerpo y la sonrisa sádica en su boca.

- Que forma de tratar a tu padre- dijo con diversión. Fijo sus ojos en mi para luego relamerse los labios y mirarme con lujuria- Pero que preciosura tenemos aquí.

- No te acerques- mando el pelirosa. La maldición se río divertido y levantó sus extremidades hacia arriba como en son de paz.

- De acuerdo...

- ¿Qué es lo que quieres?- pregunté aún con miedo pero tratando de hacer que no se notará. El ente me sonrió.

- Creo que ya lo saben- hablo con obviedad- aún así lo diré...vengo a hacer un trato- dijo simple.

- Nadie hará tratos contigo, Demonio- hablo serio Sukuna. La Maldición río y enfocó sus iris con los del chico.

- Oh, ¿Enserio?- dijo irónico- tu madre lo hizo, y que casualidad que me digas demonio, eso también te convierte a ti en uno...¿No lo crees?

- Sukuna no lo escuches- le hable para que me mirara, relajó su mirada al verme pero cuando vi a la maldición está tenía una mueca de asco.

- El punto es que haré un trato contigo Ryomen- hablo para mirarlo- y te haré aceptar.

- No, no lo haré- hablo con desicion la maldición. La sonrisa retorcida que apareció en el rostro del ente me hizo estremecer.

- Oh, ¿Enserio?- no me di cuenta como paso. Sólo vi a la criatura levantando uno de sus brazos mostrando en ese un corazón aún palpitando.

No se si era yo pero había empezado a hacer mucho frío. Un líquido viscoso y asqueroso había empezado a subir por mi garganta saliendo de mis labios.

El gusto metálico me hizo llevar con débil movimiento mi mano hacia el centro de mi pecho donde pude notar un agujero y humedad.

Dirigí mis ojos hacia Sukuna quien me miraba con horror y pánico.

Mis piernas flanquearon y comencé a caer, esperaba el suelo golpearme pero en su lugar dos brazo me sostuvieron, mire a la persona notando aquellos ojos carmesí como la sangre con lágrimas saliendo que coreaban en mi rostro.

Tenía sueño, y por más que intentará escuchar lo que él me decía no podía. Sólo cerré los ojos.

Narrador omnisciente

Cuando la chica cerró los ojos, el pelirosa entro en pánico por lo que comenzó a moverla para que despertará.

- No, por favor, tu no me dejes- suplicaba con miedo. Esto lo había alcanzado a ver la maldición quien miraba curioso a su primogénito.

- Esta muerta- dijo con simpleza para que escuchara el más joven.

- ¡No!- grito con cólera sin querer asimilarlo. Entonces allí el actual Rey de las Maldiciones lo noto.

En el rostro de su hijo habían empezado a aparecer marcas negras, las cuales se notaban cada vez más con cada lágrima que derramaba.

Allí lo comprendió.

Sonrio con arrogancia y miro atentamente al chico.

-Hagamos un trato- hablo firme, el menor giro su cabeza y miro a la maldición- estoy seguro que te gustará.

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