52 "End"
Gire mi cuerpo viendo a Sukuna, este mira alrededor con una mueca. Siendo sincera, en muchas ocasiones me preguntaba él como me habia enamorado de él.
Era de notarse el como se contenía en no asesinar a todas estas personas, algo que valoraba mucho. Me acerqué a paso siguiloso mientras sentó a el como Uraume se colocaba a su lado.
- Cuidala unos minutos- dije pasandole a Den, este no rechisto y la tomó, la pequeña en los brazos de su padre soltó una carcajada lo cual me hizo sonreír.
Mire a Satoru a varios metros a mis espaldas, este ya no portaba a Getou en sus brazos, pero si me mirara sonriendo triste.
Mientras me acercaba a él, todas las razones venían a mi mente, las maldiciones son maldiciones y los hechiceros son hechiceros. No iba a poder haber paz entre ambos mundos.
Por más que uno no lo quisiera así, mi humanidad se había perdido cuando me transforme para luchar contra Rika, ya la vida humana no tomaba un espacio importante en mi.
Como paso con Sukuna, eso mismo me pasaba a mi, la humanidad que quedaba de el sólo estaba centrada en mi ser, y la humanidad mi a sólo en el grupo pequeño de hechiceros y futuros chamanes allí presentes.
- ¿Vas a irte?- pregunto el albino cuando llegue frente suyo, un metro de distancia nos separaba. Asenti con la cabeza sonriendo.
- Ya no siento nada más haya de este grupo- dije susurrando- y la tentación de matar a todos los demás humanos presentes me está ganando- dije con sinceridad.
- No se por que te lo pregunto si ya lo sabíamos desde un principio- dijo amargamente.
- Lo lamento, lo único que tendrías por hacer es esperar- dije, no lo aguante más y me balance hacia el abrazandolo, este correspondió sin más.
- Esperaré, enserio lo haré- dijo hundiendo su rostro entre mi cuello y hombro, sentía como sollozaba.
- Más te vale, tienes además que terminar de entrenar a estos niños para convertirlos en lo que siempre quisimos- dije susurrando.
- Si- nos separamos y el me sonrió con lágrimas bajando de sus ojos, asenti y fui a donde Itadori estaba, este me miro y sin pensarlo lo abrace.
- Etto- dijo tartamudeando.
- Gracias por traerme devuelta a la criatura que más amo en el mundo Yuuji- agradecí, lo sentí sonreí tranquilo y correspondió al abrazo.
- No hay de que- contestó. Me aparte y fui uno por uno de mis alumnos y ex-mentores. Cuando llegue a Inumaki no pude evitar prácticamente correr hacia él y abrazarlo fuertemente.
- Voy a extrañarte- dijo, a lo que sonreí, me aparte y bese su frente.
- Yo también- cuando llegue a Fushiguro este me miraba serio, las manos en sus bolsillos- Yo....
- No digas una palabra- soltó fastidiado y luego giro su cabeza en otra dirección para no verme- cuando vuelvas, que sea con una pizza así me cuentas sobre todos los años que no estuviste- dijo.
Sonreí y asenti, sin más me acerqué donde Sukuna y Uraume me esperaban. Sin más desaparecidos de allí. Cuando me fijé donde estábamos era el aeropuerto de Tokyo.
Mire como vestía, mis cuatro brazos de más habían desaparecido y vestía con unos pantalones de vestir color negro, zapatos de taco no tan altos junto a una camisa de color negro.
Una mano se paso por mi cintura y mire hacia el costado, Sukuna sólo portaba dos brazo, los otros no estaban, vestía de traje y corbata, los tatuajes se veían el como subían por su cuello y terminaban en su cara, el cabello rosa despeinado y los ojos rojos mirándome le daban el aspecto de alguien poderoso y peligroso en el mundo de los humanos.
Uraume ya no vestía con la ropa de monje, ahora lo reemplazaba una camisa blanca y pantalones negros de vestir para terminar en zapatillas.
Comenzamos a caminar hasta llegar donde dos maldiciones nos esperaban, estos nos dirigieron hacia un avión privado que nos sacaría de Japón. Este era de color negro metalizado con rojo.
Al adentrarnos al avión note que el conductor y todos los que allí estaban eran usuarios malditos o maldiciones de grados bajos. Me dirigí hacia donde había una cama para dormir durante el viaje, allí me senté y deje a Den para que durmiera.
Mire hacia Sukuna quien agarraba de una bandeja que la azafata nos ofrecía whisky, este tomaba uno de los vasos y bebía.
- Por cierto, su majestad esto le pertenece- dije con burla llamándolo, este me miro curioso y sin más la lanza suya apareció en mi mano derecha. Se la arroje y este la tomó sin dificultad.
- Me gustó como la usaste de todas formas- hablo burlón- el como te proclamabas la auténtica reina- se acercó con una sonrisa arrogante y me acerco a su anatomía.
- Debía dejarlo en claro, ¿no lo crees?- dije ahora yo divertida, me beso fugazmente y nos hizo sentarnos en uno de los asientos del avión dejándome a mi ahorcajadas arriba suyo.
Luego de aproximadamente doce horas o más, llegamos a nuestro destino. El cartel en el aeropuerto diciendo "Bienvenidos a Estados Unidos" no se hizo esperar.
Nos subimos a unas camionetas negras custodiadas por otras dos y emprendidos una vez más viaje, hasta llegar al centro de donde el caos se esparciria según Sukuna.
Al llegar, paramos en lo que eran aproximadamente tres edificios inmensos, entramos con las maldiciones y usuarios malditos observando alrededor para que ningún chamán apareciera.
Adentro había una inmensa cantidad de Usuarios malditos, humanos y maldiciones de diferentes grados. De entre todos uno que emanaba gran poder casi comparandose con la de Uraume, se acercó e inclinó.
- Bienvenido devuelta, su majestad- todos los presentes sin esperar se arrodillaron ante nosotros, Ryomen sonrió con arrogancia y orgullo.
- Todos escuchen- dijo ahora serio, levantaron la cabeza y miraron a la maldición frente suyo- está mujer que tengo al lado es a partir de ahora su Reina- mando- por lo que si alguien se atreve a tocarla a ella junto a mi primogénita, pagara con la muerte- labro.
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Siguiente capítulo: "Epílogo"
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