- Sukuna- lo volví a llamar.

Tenía su mirada desviada y no se fijaba en mi, parecía como si quisiera recordar algo que su mente le había jugado sucio y borroso.

- Ryomen- lo llame ahora por su nombre, este levantó la mirada para verme pero luego la bajo como si tuviera miedo de mi reacción- no te juzgare, nunca lo haría...pero necesito toda la historia.

Lo tome del rostro e hice que me viera directamente a los ojos. Sinceramente me importaba una mierda todo a mi alrededor en estos momentos.

Sentía que el viento me gritaba y me decía que no me apartada del chico frente a mis ojos, ya que si lo hacia algo horrible sucedería y sinceramente no quería eso.

- Lo soñé- me contestó porfin.

-Cuentame- le mande casi en orden mientras lo abrazaba. Parecía frágil en mis brazos y el se sentía seguro, eso debería de suceder siempre.

Narrador omnisciente

El pelirosa luego de tener una de sus típicas noches de diversión, se dispuso a descansar por lo menos unos minutos antes de salir de aquella casa ajena e ir al templo.

Al cerrar los ojos calló en un profundo sueño que por varios minutos sólo mostró oscuridad profunda y atrayente, cuando de un momento a otro esa oscuridad se transformó.

Un frondoso y espeso bosque se dejaba a la vista, una piedra en medio de esta que le había marcado parte de su infancia y que recordaba muy bien.

En muchas ocaciones cuando era apenas un niño con las esperanzas a flote, se dirigía allí con la espera de que un día su padre iría a buscarlo. Algo que no pasó.

De un momento a otro fue como si se alejara de aquella zona hasta llegar a la entrada del Templo. Los dormitorios de los aprendices de Jujutsu se podían ver a la perfección, junto con aquel arco de piedra que le daba la bienvenida a lo que podría considerar un hogar.

Se sintió a él parado allí como si de verdad lo estuviera, miro a su alrededor notando que era de noche, nadie pasaba, seguramente se encontraban descansando.

"Por aquí"

Escuchó una voz que a cualquiera le daría un miedo descomunal. Gruesa y ronca que te daba las ansias de ser poderosa e impotente.

Escuchandola dio media vuelta pudiendo ver la silueta de lo que podía ser un hombre mayor, cubierto por una túnica negra que le llegaba hasta un poco más abajo de los pies arrastrando en el suelo.

El miedo o inseguridad no lo invadió, sino que la seguridad en su ser se incrementó al igual que una inmensa familiaridad se asomaba en su mente.

Sintió como todo a su alrededor de un momento a otro se volvió miserable y débil, sentía las almas de las personas a su alrededor, todas imputado y sucias no como ellos se decían.

Aún así el aura que provenía de la habitación de su mejor amiga era demasiado atrayente y...puro. Allí entre esas personas se encontraba un alma pura sin corromper.

"Sigueme"

Hablo el ser que no conocía empezando a caminar alejándose del Templo para adentrarse en el frondoso y oscuro bosque, lo siguió hasta llegar a los primero árboles, donde miro hacia atrás viendo por última vez el lugar.

Comenzó a seguir al "Hombre" aún sintiendo la cantidad de energía maldita que emanaba su ser, la criatura se había estado comportando tan pacífica que no le vio en la necesidad de atacarlo.

Llegaron al centro pudiendo ver la piedra donde alguna vez se sentó a esperar y a llorar, pensamientos negativos surgieron su mente y la ira se aportaba de él.

Pero al escuchar como el sujeto seguía caminando, su cuerpo actuó por si sólo siguiendolo, miraba claramente su alrededor con una voz en su interior gritando que la memorizara.

Memorizar el camino que recorrían.

Varios minutos después, la entrada de una aldea. El hombre se adentro a esta caminando entre las casa hasta llegar a una parando su andar en la puerta.

Se giro en la dirección del joven hechicero y señaló con la mano la residencia.

"Allí adentro se encuentra aquello que estuviste buscando desde hace varios años"

Narra Tn

-Luego sólo desperté, volví hacia el templo y me topé contigo mirándome por la ventana- concluyó de hablar- ¿Crees que yo...

- Aún no lo sabemos, y no podemos sacar conclusiones rápidamente sin pruebas, ¿de acuerdo?- susurre apartandose un poco.

Asintió y nos dispusimos a volver donde se encontraba el Jefe, este nos llevo a su hogar para darnos de comer.

- ¿A qué hora por lo general se siente la maldición más fuerte?- le pregunté al adulto frente a nosotros.

- Por lo general es de noche, entrando el atardecer todos entramos a nuestras casas, quien anda deambulando termina muerto- susurro lo último.

- Entonces nos quedaremos hasta la noche- hablo Sukuna mirándome, yo asenti y agradecemos la comida.

Sali luego de comer para ver el cielo y donde se encontraba el sol, no pasaban de las seis de la tarde. Habíamos tardado en llegar aquí, el plan era llegar más temprano pero tuvimos varios inconvenientes antes de venir.

Faltaban algunas horas para que el sol comenzará a ocultarse, baje mi cabeza mirando hacia la calle viendo como los niños jugaban tranquilamente.

¿Cómo podían estar tan tranquilos teniendo un monstruo que los observaba de noche?

Una mano se colocó en mi hombro, me di la vuelta viendo al de ojos carmín viendo en mi misma dirección.

- Iremos con mis padres- hablo- están a algunas casa de aquí-dijo me explicó ahora mirándome.

- De acuerdo, vamos- mande y comenzamos a caminar hacia la casa.