Comencé a caminar saliendo de la ciudad, no estaba tan lejos de la preparatoria pero aún así había un camino por recorrer.

No fue que luego de unos minutos me Di cuenta que alguien me seguía, me hice la disimulada comprando algún dulce en un negocio para tratar de ver de reojo si veía a alguien.

Seguí mi camino hasta que me desvíe en un callejón para posteriormente ocultarme, podía ver desde donde estaba como la persona que me seguía entraba al callejón.

Genere una katana y salte hasta estar detrás suyo y apoyar el filo de esta en su cuello.

-Es de mala educación seguir a las personas- hable sería, escuche como se rió levemente y se dio la vuelta.

Abrí mis ojos de golpe, y de inmediato me coloqué en posición de pelea, sabía que de algún lado conocía al hombre.

- ¿Qué clase de bienvenida es esa,pequeña?- seguía sin creer que lo tenía frente mío, se supone que debería de estar muerto. ¿Cómo es que no me di cuenta que era él desde un principio?

- La clase de bienvenida que te mereces- hable con seriedad, este se rió y me miro fijamente.

-¿Desde cuando cambio la pequeña que venía corriendo a abrazarme cada vez que me veía?- comenzó a acercarse a mi a paso lento, yo retrocedía con un leve temblor- ¿Qué pasó con la niña que decía siempre que terminariamos casados?

-Esa niña murió desde que Satoru me dijo lo que hiciste, Getou- escupi, mentira...que mentira era aquella.

-¿Estas segura?- pregunto con diversión- tengo dos teorías, aún sigues enamorada de mi pero con la llegada de Sukuna tus sentimientos son confusos... o sino el hecho de que ya no sientes nada por mi y amas solamente a la maldición.

Hice una mueca, ¿por qué mi corazón seguía acelerandose mientras lo veía?...aun así...tenia más que claro que si aunque estuviera enamorada de ambos, mi amor por Sukuna Ryomen era más fuerte y verdadero.

- Se fue desde que llegó Sukuna- dije, si quería una respuesta se la daría, pero aún así, cuando lo vi sonreír más de lo que esperaba, me di cuenta de lo que dije.

- ¿Así que ya recuerdas todo?- pregunto con diversión, sólo me quedé callada- me supongo entonces que tu amor pasado te devolvió los recuerdos y que...tompio la maldición que tenías puesta- dijo sonriendo.

- Eso no te interesa- escupir con enojó. Este sólo se rió un poco y se acercó a una velocidad rápida hacia mi para susurrar en mi oído.

-Oh, claro que me interesa, y más este pequeño- hablo con absoluta diversión, lo siguiente que sentí fue un pinchazo en mi cuello que comenzó a hacer que viera borroso- Lo que acabo de inyectarte no sólo contiene energía maldita, sino también un suero para que duermas pequeña.

Lo siguiente que sentí fue un vacío y todo se volvió negro.  Cuando pude volver a sentír mis extremidades hice el mayor esfuerzo en abrir los ojos.

Cuando logre hacerlo mire hacia delante, aún tenía la vista algo borrosa pero aún así podía notar que alguien parado adelante mía me observaba con curiosidad.

-Veo que ya despertaste- dijo tranquilo, cuando comencé a aclarar mi vista pude verlo mejor.

Una persona delgada y de estatura promedio. Posee un cabello liso y corto, podía distinguir que por más de tener el cabello blanco atrás tenía unos mechones rojizos. Vestía una kasaya típica de monjes. 

-¿Quien eres?- pregunté en susurro algo débil. Pude ver como me miraba con curiosidad e inclinaba su cabeza a un costado examinandome.

- Mi nombre es Uraume su majestad- se presentó para luego inclinarse levemente ante mi- serví con Sukuna-sama unos años después de su desafortunada muerte.

De un momento a otro comencé a tener más náuseas y ganas increíbles de vomitar, al parecer se dio cuenta ya que se acercó a mi con un balde y me lo acercó, ensegui comencé a vomitar.

Cuando termine trate de moverme pero enseguida note algo molestandome en el brazo izquierdo, dirigió mi vista allí y note como una aguja de energía maldita estaba clavada directo en una de mis venas.

-¿Qué?- mire el pequeño tuvo que transportaba una especie de líquido violaceo a mi interior.

- Es sangre de maldiciones, para que el pequeño se alimente- explicó ante mi curiosidad. Abrí los ojos de golpe y mire mi vientre, este ahora estaba mucho más grande. Parecía de cinco meses.

- No, no saquenme la aguja ahora- dije casi con desespero.

- Si lo hacemos podrás defenderte aún con la criatura dentro tuyo- hablo una tercera voz, mire a un costado y Getou entraba con tranquilidad- tienes casi el mismo porcentaje  de peligrosidad para nosotros como Satoru.

-Quitaremos la aguja cuando no aseguramos de que no podrás pelear en tu estado- hablo obvia otra voz. La maldición que me había encontrado en la escuela de Jumpei la otra vez. Mahito.

-¿Entonces para que me quieren?- pregunté- que yo sepa no tengo ningún dedo de Sukuna, que me supongo que es lo que buscaban.

- No te equivocas del todo- hablo con diversión la mitad maldición de cabellos celestes.

- Te usaremos de carnada mañana- hablo Getou.

-¿Mañana en Halloween?- pregunté sin entender- ¿A quién atraera? Mi hermano puede destruirlos fácilmente.

- No lo creo- dijo el azabache- y no es el único que atraeremos- miro a Uraume y este hizo aparecer un frasco donde habían aproximadamente diez o más dedos de Sukuna- también a tu novio.

- No se saldrán con la suya- escupir con asco mirando al azabache, este con una sonrisa se agachó a mi altura y tomo mi mentón y se acercó mucho a mi rostro, nuestras respiraciones se chocaban fácilmente.

-Creo que ya lo hicimos...