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4 " Past"

Nadie decía nada, solo nos dedicábamos a mirar nuestro alrededor. La cosa era que la energía maldita se sentía en mucha cantidad, pero no había ninguna maldición.

-Tn, ven- escuche como me llamaba Sukuna, me acerque y lo mire- Mira esto- dijo señalando el suelo. En definitiva, me asombre, había un papel notablemente antiguo con varios símbolos conocidos para los hechiceros.

-Un sello- murmuré tomando el pedazo de papel- la energía maldita es muy débil, se fue debilitando con el tiempo, debe de ser de hace unos diez mil años- le dije- pero... ¿a quién sellaron en esa época? - pregunté con la idea de que quizás él lo sabía.

Miré a Sukuna quien miraba a una dirección en específico, seguí su mirada hasta encontrarme con una escena grotesca. Los cuerpos de cinco niños descuartizados formando una estrella de cinco puntas nos hizo darnos cuenta de quién era.

-El Rey de las Maldiciones- hablo Sukuna. Nos pusimos en guardia cuando la puerta de uno de los lados del granero se abrieron, pero vimos al jefe de la aldea.

-Perdón que los interrumpa, pero queríamos darles algo de comer, ya que hicieron un largo camino hasta llegar aquí- hablo el hombre, nosotros asentimos y salimos del lugar.

Cada uno iba en sus pensamientos, seguramente pensando por que justo en este momento volvería a aparecer el Rey de las maldiciones, ¿Cuál era su plan? ¿por qué despertó? ¿Por qué...

Pare de caminar de golpe haciendo que los hombres adelante mía también lo hicieran y me miraran. Me acerque al peli rosa y lo tome de la muñeca tirando levemente de él, mire al jefe y le sonreí para tranquilizarlo.

-Tengo que hablar con mi compañero unos minutos, no tardamos- avise y empecé a tirar del uniforme a mi amigo, este no se quejó y me siguió.

- ¿Qué paso? ¿Por qué te pusiste a...

- Un heredero- hable rápido interrumpiéndolo, este me miro por unos minutos sin entender- le robe uno de los pergaminos antiguos a la Sacerdotisa Suna- explique rápido.

El problema fue que en lugar de tomárselo enserio hizo algo que me esperaba, me sonrió con diversión y burla.

-Vaya, creí que eras una buenita y santa- hablo burlón.

- ¡Ese no es el punto! - grite exasperada- el pergamino decía que al Rey de las maldiciones se lo iba a sellar ya que los hechiceros en ese entonces no tenían el poder suficiente para exorcizarlo, lo sellaron, o único que quedo fue su corazón.

- Ve al punto.

- La cosa es que el pergamino, decía que el rey no iba a salir, salvo cuando buscara o encontrara un remplazo, no tuvo reina, ni tampoco hijos...salvo que...- me quede callada pensando bien en lo que diría.

-Salvo que, ¿Qué? - dijo exasperado por mi silencio.

- Salvo que una humana haya roto el sello y pactado con él- dije con decisión, aun asi había algo que no me terminaba de convencer del todo.

¿Por qué de muchos lugares pasaba justo aquí? ¿Acaso el heredero al trono de las maldiciones se encontraba en este lugar?... era lo más probable hasta el momento. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos por el recuerdo de anoche.

"Sé dónde están mis padres"

La frase que Sukuna me había dicho antes de dormir. ¿Cómo es que sabía dónde se encontraban sus progenitores luego de estar más de diez años buscándolos sin encontrar pista alguna de su paradero?

-Sukuna- murmure- ¿Cómo te enteraste que aquí estaban tus padres?

Narrador Omnisciente

Doce años atrás:

Un pequeño de ocho años miraba por la ventana de su cuarto tratando de no escuchar a sus padres discutir. Ese mismo día les había dicho a ambos la clase de criaturas que podía ver y escuchar.

Ambos se habían asombrado notablemente, su padre incluso le sonrió y mientras cenaban había dicho la posibilidad de ir a la academia Jujutsu. Pero su madre se había negado rotundamente a esa posibilidad.

Ambos se habían puesto a discutir y mandaron al pequeño Ryomen hacia su habitación. Pasaron varias horas en las que de un momento a otro su padre entro de golpe al cuarto y lo miro con horror, su madre en cambio lloraba desconsolada.

-Ryomen ponte algo en los pies, nos vamos- mando. El pequeño solo hizo lo que dijo su padre sin entender del todo.

-No, por favor, no lo hagas- suplicaba la mujer.

-Lo hubiese considerado antes- le recrimino el hombre para posteriormente tomar de la muñeca al niño y salir de la casa.

-Papi, ¿A dónde vamos? - pregunto el pequeño sin terminar de entender el asunto. El adulto apretó un poco más la muñeca con fuerza, haciendo que al pequeño se le formara una mueca- me haces daño- murmuro.

- Iremos a un lugar al cual te ayudaran con lo que ves y escuchas- hablo sin agregar mas nada. Siguieron caminando hasta adentrarse en el bosque, cada vez era más espeso la cantidad de árboles y hierva, cuando llegaron a un punto conocido del adulto- necesito que me esperes aquí, ¿De acuerdo? - le dijo al pequeño haciendo que este se sentara en una roca.

- De acuerdo.

Cuando se aseguró de que el pequeño había entendido, retrocedió por el camino que había recorrido anteriormente hasta encontrar un agujero en uno de los árboles, metió su mano para tomar y quitar un pedazo de tela que cubría algo.

Un arco y flechas de acero echas de energía maldita. Eso se encontraba allí, las tomo y con sigilo se acercó hacia donde había dejado a su hijo, se escondió entre los arboles buscando el punto perfecto, hasta encontrarlo.

Levanto el arma con una flecha colocada y le apunto directamente donde se encontraba el corazón, su cuerpo no temblaba, pero su mente divagaba sobre lo que haría, hacia una hora aproximadamente se había enterado de la verdad dicha por su esposa.

Ese niño no era su hijo.

Dispuesto a matar de una vez al pequeño, se quedó paralizado al escucharlo hablar con la nada, aun sabiendo que, aunque no podía ver o escuchar a las maldiciones, sabía que el pequeño sin lo hacía.

- ¡Mi padre si volverá! - le grito al viento haciendo que titubeara, verlo llorar y gritándole a la nada para que se callaran, comprendió que, aunque no fuera su hijo, el amor que le tenía era igual.

Dejo de apuntarle y solo se fue, sabía que alguien lo encontraría tarde o temprano, lo tenía más que claro, por lo que solo se fue dejándolo allí.

Narra Tn

Mire fijamente al peli rosa, tenía su mirada perdida luego de lo que le había preguntado y no contestaba, me estaba poniendo nerviosa, solo había sido una suposición mía, no había nada que declarara que fuera cierto, ya que, de todas formas...

-Sukuna, ¿Cómo te enteraste que aquí estaban tus padres?

De todas formas... si llegara a ser ciertas mis suposiciones...

-Yo...

No podría matarlo.

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