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Señor ya está despejado- hablo uno de sus alumnos, el albino asintió y dio la orden. En cuestión de segundos se liberaron de las cadenas en aquel calabozo.

- La energía maldita de este lugar es demasiada, casi que hasta te asfixia- decía uno de los más jóvenes.

Caminaron con mucho sigilo, hasta llegar a unos pasillos que se dividían, ellos hicieron lo mismo separándose y yendo en diferentes caminos.

Sólo tenían un objetivo con un plan. Primero el no llamar la atención y dejarse atrapar por las Maldiciones para que los llevarán cautivos. La primera fase completa.

La segunda consistía en que una vez en la fortaleza de aquella deidad, se dividirán para buscar a la joven albina, quien lo más seguro se encontraría por alguna de las habitaciones de pisos superiores.

Era de noche y sabían perfectamente que el Rey no se encontraba en el Palacio. Había escuchado por otras maldiciones que este había salido a hacer un sin fin de atrocidades.

Aprovecharon el momento para buscarla. Podían ser alumnos, pero eran de clase uno, por lo que enfrentarse a maldiciones de clase especial era casi un examen diario.

Daniel Gojo. Ese era el nombre del albino que buscaba a su hermana por aquellas oscuras y manchadas paredes. Sabía y creía en lo más profundo de su ser que la joven seguía con vida.

Pudo confirmarlo cuando un corriente de energía conocida para el provino de uno de los pasillos que cruzó. Se acercó con sigilo hasta llegar a la puerta de una habitación.

La abrió con cuidado para no alertar a nadie que se encontrará allí y miro su interior. La encontró descansando en la cama. Se acercó y tomó su pulso, estaba normal por lo que suspiro y con cuidado la envolvió en las sábanas para luego cargarla con ambos brazos.

Afuera el resto del equipo esperaba cada uno en su posición, ahora era la parte más complicada, salir sin ser detectados. Pobres aquellas maldiciones cuando el Rey regresará y notará que la joven no estaba.

Salieron rápido, varias maldiciones los notaron por lo que fueron a atacar cuando notaron perfectamente que temían a su reina. Con simples movimientos de los hechiceros salieron despavoridos a diferentes direcciones.

Afuera en un bosque cercano se encontraban otros hechiceros los cuales esperaban con caballos, todo había estado planeado, junto con lo que eso causaría al llevarse a la chica.

Cuando lograron llegar al bosque abandonando a unos hechiceros quienes tuvieron que quedarse a distraer, partieron hacia el punto donde se definiría todo.

El mismo lugar donde todo empezó, allí terminaría al anochecer del día siguiente.

Las maldiciones que se habían quedado en el palacio temblaban, no habían podido detener a aquellos humanos que se llevaron a su reina, sólo les deparará la desgracia que se avecinaba cuando el ente de cuatro brazos se enterara.

Mientras tanto, en el abdomen de la chica de cabellos blancos, la marca que anteriormente se había formado desapareció, sin dejar rastro alguno de que haya una marca.

Y desde las profundidades del infierno luego de la muerte en si, el anterior Rey de las Maldiciones sólo podía reír como un psicópata a punto de cometer el peor de los actos.

- Vaya- susurro tratando de calmar su risa- ya ha empezado, mi venganza ante ese mundo yeno de esos inmundos humanos.

El hechizo hecho por Sukuna se había roto, el cuerpo de la joven había dejado de ser inmortal, ya no se convertiría, no mientras si en su corazón estaba escrita una maldición hecha con anterioridad.

A partir del día siguiente, la familia Gojo comenzaría la desgracia que los acompañaría por el resto de sus vidas.

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Perdón si es muy corto :"D