15 "Queen of curses"
Me levanté al sentir unas caricias en mi cabeza, abrí los ojos y me encontré con el ahora Rey de las Maldiciones.
Tenía dos de sus brazos rodeando mi cintura, una apoyada en su cabeza y la otra acariciándome. Levanté mi mano y comencé a pasar las yemas de mis dedos por las diferentes marcas negras que podría en su rostro.
Cerró sus cuatro ojos y sólo se centró en mi tacto que daba en su piel. Estuvimos así un rato sin decir nada. Se movió un poco y se colocó arriba mío.
Comenzó a besar mi cuello dejando besos húmedos y succionando mi piel para dejar marcas, de mi boca sólo salían suspiros ante su tacto.
- No quería presionarte- susurro contra mi cuello- pero es algo que debes hacer si quieres estar conmigo.
Me quedé callada sin decir nada al respecto, lo había estado pensando, quería sinceramente estar con Sukuna, y no me importaba el hecho de que fuera una maldición, lo tome con mis manos e hice que me mirase.
-Quiero hacerlo- susurre cuando sus ojos se unieron con los míos- si tengo que...asesinar a un niño para estar contigo lo hare- hable con seguridad, el sonrió y beso la punta de mi nariz.
-De acuerdo- se levantó y me tendió una de sus manos para que la tomara, eso hice ye me ayudo a ponerme de pie- iré a preparar las cosas necesarias para el ritual- me explico- tú debes ponerte aquello- menciono apuntando a una dirección.
Allí me encontré unas prendas a plena vista, las cuales se notaban que no tapaban casi nada de mi piel, hice una mueca e iba a reprochar, pero Sukuna hizo que lo mirase y hablo con una sonrisa.
-Cuando hagamos el hechizo te convertirás en una maldición- dijo divertido- y te aseguro que aquella ropa será como el santo grial para ti. Aun así, tardaras uno o dos días en transformarte por completo- dicho eso beso mi frente y salió.
Suspire y me coloque las prendas, parecían mucho a las que usaban en el antiguo Egipto. Un top que tapaba solamente mis pechos y era más corto que el anterior, mis costados debajo de mis brazos estaban sin tapar.
-Ni que me fueran a salir brazos- susurre, aunque con el hecho de convertirme en una maldición no me descarto aquella idea. Después en la parte de abajo era más como una especie de ropa interior, pero con dos telas que tapaban adelante y atrás.
- Tn-sama- llamo una mujer desde la puerta, me gire esperando a que me dijera lo que quería decir- Sukuna-sama me mando a que la llevase donde se haría el ritual.
Asentí y la seguí, fuimos por los pasillos hasta llegar a la misma sala de ayer, solo que ahora más cantidad de energía maldita desprendía de allí, las puertas se abrieron dejando a la vista una buena cantidad de maldiciones de clase especial.
En el medio de la sala se encontraba el pequeño que había visto el día anterior y también estaba Sukuna sentado arriba de varios cadáveres de niños y mujeres dando una imagen digna de alguien poderoso. Sonrió cual gato de Alicia y no aparto su vista de mí en ningún momento.
Una de las maldiciones me dio una daga un tanto extraña la cual tome sin decir nada. Me acerque al pequeño y me quede mirándolos saber que debía de hacer a continuación.
-Arráncale el corazón y ofrécemelo como un sacrificio- mando Sukuna como si hubiese leído mis pensamientos. Mi mente estaba en blanco como si hubiera entrado en alguna case de transe en la cual solo había escuchado y acataba las cosas que me decía.
No sabía en qué momento ya tenía un corazón lleno de sangre en mis manos, el pequeño muerto en el suelo. Me arrodillé y con la cabeza mirando hacia el suelo, extendí mis manos con el corazón aún caliente en dirección a Sukuna.
-Le ofrezco este corazón a usted, Rey de las Maldiciones- sentí una de sus manos levantando mi mentón, ahora se encontraba arrodillado frente mía, saco el corazón de mis manos y metió de la sangre una copa, con la daga que me habían dado, se cortó la palma para poner de su sangre en la misma.
-Dame tu mano- dijo, yo se la di y corto esta para también hacer que la sangre callera en la copa. Dijo unas palabras en un idioma que no entendí y luego sonrió ofreciéndome la sangre mezclada allí- tómala.
La lleve a mis labios y bebí, creí que sabría a sangre, pero en su lugar el gusto a cerezas domino mis pupilas gustativas, cuando termine de beberla sentí un leve ardor en mi vientre donde dirigí mi mirada y la misma marca que tenía el de pelo rosa en su frente apareció allí.
-Muy bien pequeña, ahora descansa- susurro, mis ojos comenzaron a pesarme hasta el punto en que me quede dormida en sus brazos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro