14 "Strong Soul 2/2"
Todo alrededor se volvió oscuro por unos breves segundos, cuando la luz empezó a alumbrar no tanto, se pudo ver como si estuviéramos en una especie de lago.
Una montaña de cráneos se alzaba de un lado, y del otro una especia de construcción como en los templos. Hacia frío.
Levanté la vista notando como el demonio de clase especial temblaba en su lugar, la sonrisa que había tenido hacia unos momentos atrás se esfumó.
Me separe de Sukuna y me coloqué a su lado esperando que me diga que debía hacer. Este volteo su mirada hacia mi y sonrió.
- Sólo debes exorcizarlo como hicimos en muchas ocaciones- hablo y lo apunto. Mire a la maldición y está ahora se encontraba agarrada fuertemente de sus extremidades sin que pudiera escapar.
Asenti y me acerqué a la maldición con la mirada del Rey puesta en mi en todo momento, parecía que analizaba mis movimientos.
Cuando estuve lo suficientemente cerca, use mi energía maldita para generar un espada en mi mano derecha, está se extendió hasta llegar al suelo.
Suspire y de un rápido movimiento apunte a su cuello cortando este con la misma facilidad de una tijera cortando el papel. La cabeza rodo hasta llegar a mis pies y sólo la vi inexpresiva.
- Muy bien- me felicito Ryomen aplaudiendo con dos manos- ahora sólo faltaría la segunda condición. Me di vuelta y lo mire con curiosidad.
- ¿De qué se trata la segunda?- pregunté mientras me acercaba a él, sonrió como un psicópata y acaricio mi mejilla derecha.
- Debes mancharla- dijo suavemente, no entendí, por lo que él se dio cuenta y volvió a unir sus manos donde salimos de aquel lugar.
- No entiendo...
- Lo siguiente que tienes que hacer no va a gustarte, pero es necesario- explicó tranquilo. Me dio un beso en la nariz y a los segundos una puerta de esa sala se abrió.
Pasaron dos maldiciones de clase especial con un pequeño niño encadenado. Mi corazón se alteró, quería correr a aquellas maldiciones y hacer que suelten al pequeño quien lloraba de miedo.
- Sukuna..
- Para manchar tu alma debes de asesinar a alguien de tu propia especie- susurro en mi oido mientras se colocaba detrás de mi- mientras más oscura sea tu alma, mejor será el efecto del hechizo.
- Yo...
- Y el alma de un humano, se mancha más cuando asesina a los niños que a los adultos- beso mi cuello, yo sólo tenía una expresión de terror en mi rostro- amo esa expresión en tu rostro- susurro lascivo.
Me aparte bruscamente de el y me di vuelta mirandolo primero a él y luego al pequeño. Respiraba agitadamente y sentí a que mi corazón viva a salirse.
- Yo...- negué con la cabeza y deje que lágrimas se derramada de mis ojos- necesito pensarlo- dije último para luego salir corriendo hacia donde era mi habitación.
Cuando llegue, me encerre y me acosté en la cama mientras lloraba. Mi mente y corazón divagaban sin saber que elegir, por un lado estaba el hecho de que quería vivir junto a Sukuna, por el otro...no quería asesinar a una criatura tan inocente como eran los niños.
Me entró el cansancio de tanto llorar por lo que caí dormida.
Narrador omnisciente
El grupo de hechiceros se adentraron a un pueblo que aún por el momento se encontraba de pie.
Personas alteradas y algunas que otras llorando. Muchos se midarian antes de que las Maldiciones arrasaran está aldea como la hicieron con muchas otras.
- Nos quedaremos aquí hasta que las Maldiciones vengan- informó el albino mirando a sus compañeros- ya saben el plan, no deben atacar.
Pasaron varias horas y el sol comenzó a ocultarse cuando un grupo de aproximadamente cinco maldiciones de grado especial se adentraron al pueblo comenzando una masacre.
Como ellos habían planeado, no lucharon, se quedaron agitando las ganas de hacerlo mientras los gritos de agonía retiraban por sus oídos y el olor a quemado de la hierba y casas entraba por sus fosas nasales.
El ambiente se volvió rojo y las nubes ocultaron lo único que alumbrava la luna. Asesinaran a los hombres sin piedad mientras que a las mujeres y niños los estaban y metían a una carreta.
Ellos no forcejearon como muchos otros por lo que a las Maldiciones les llamo la atención al igual que su sangre olía exquisita. Los ataron y los metieron a una de las carretas la cual se dirigía exclusivamente al Palacio donde se había instalado su rey.
- Ya voy Tn- susurro el albino para si mismo- sólo espera un poco más.
Miles de años atrás
El Rey de las Maldiciones en esa época no podía creerse que se encontraba de rodillas exhausto ante aquel humano de cabellera albina.
Estaba seguro de que le ganaría ya que su poder era inmenso, pero no creyó que ese chamán encontrará su debilidad. Fue algo que no se lo espero.
Rey de las Maldiciones que se alimentaba del miedo, ahora los roles se invertirán y el tenía aquel sentimiento negativo.
- Últimas palabras- dijo el hechicero cortando una de sus extremidades y sosteniendo su mano cortada entre las suyas mientras la envolvía.
Su cuerpo empezó a desvanecerse como el polvo luego de un incendio inmenso el cual sólo dejaba cenizas que luego volaban con el viento.
- Voy a maldecirte- susurro el rey con odio mirando al de ojos azules.
- La única forma para maldecir a alguien, es primero arrancando el corazón de la sangre que quieres hacerlo y luego hacer un trato, es prácticamente imposible ya que tiene que ser un tercero- dijo el chamán terminando de envolver la mano.
- Lo se- sonrió por última vez la deidad para terminar desvaneciendose. Varios hechiceros se acercaron al albino y lo rodearon para empezar a decir un hechizo el cual selló aquel mal.
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