Me desperté viendo a mi alrededor, estaba en una habitación diferente a la que antes había despertado. Esta vez no entro nadie a la habitación lo cual me alegro.

Me asomé por el balcón notando que era de día, lo malo era que había árboles alrededor del palacio por así decirlo, había árboles muy grandes que tapaban el alrededor. Sólo podía verse lo que pasaba allí adentro.

Volví a entrar mirando al rededor, seguía con el pijama anterior y quería ducharme y cambiarme. Por suerte encontré el baño, sólo me faltaba la vestimenta.

Me dispuse a buscar pero antes de siquiera moverme la puerta fue tocada, me acerqué a esta y con algo de duda la abrí, pudiendo ver lo que debían ser empleadas.

- ¿Si?- pregunté algo dudosa.

- Sukuna-Sama me mando a que le trajera esto- hablo para darme lo que parecía ser ropa.

- Bueno, gracias- hable cuando las tome, ella rápidamente se fue sin decirme nada.

Entre y coloqué las prendas en la cama para fijarme bien de que se trataban. Las prendas eran negras y consistían en una falda corta que me llegaba mucho más arriba de la rodilla, hice una mueca rápidamente pero se desvaneció al notar que en realidad era pollera pantalón.

Un top negro que llegaba un poco más arriba del ombligo y no portaba mangas, aún así tenía en la parte del cuello más tela que cubría la mitad de este.

Un abrigo que me llegaba hasta las rodillas de manga corta y por último una venda que no sabía para que era junto a un porta chillidos para el muslo. Me coloqué este último junto al resto de la ropa pero aún sin saber para que era el pedazo de tela negra que sobraba.

- Es para los ojos- escuche a mis espaldas, Di un leve salto y me gire mirando al pelirosa apoyado en el marco de la puerta junto a sus dos brazos de arriba juntados mientras que los otros dos caían a sus costados.

- ¿Qué?- pregunté interrogante claramente sin entender. Él se acercó tranquilo y tomó delicadamente la tela.

- Es para tapar tus ojos- se colocó detrás de mi y se dispuso a ponerme la vendas pero lo frene.

- Si lo haces no podré ver por donde camino- dije obvia. Soltó una risa divertida y me dio un beso fugaz en el cuello que me hizo estremecer.

- Esta es especial- susurro en mi oido. Lo siguiente que vi fue como me ocultaba los ojos con la venda, no podía ver nada sinceramente.

- No veo nada Sukuna-reproche.

- Sólo espera unos segundos- hablo con burla, así espere cuando de a poco fue como si la tela desapareciera o se hacia transparente a mi visión, pudiendo apreciar al pelirosa al frente mío.

- Wow- hable sorprendida, me sonrió y yo se la devolví- ¿la sigo teniendo puesta?- pregunté con duda, lo vi asentir con una sonrisa.

- Si, tu puedes verme, yo en cambio no puedo ver tus ojos- explicó, asenti y lo analice de pies a cabeza- oye, ¿qué tanto miras pervertida?- hablo con una sonrisa ladina.

- ¿Sabias que ese kimono es de mujer?- pregunté sin apartar mi mirada de la prenda, lo mire a los ojos y su sonrisa se esfumó.

- Tsk, es más cómodo por el tema de los brazos- se excusó. Solté una leve risa- ven, tengo que prepararte para el hechizo que te hará inmortal- dijo alzando uno de sus brazos en mi dirección.

Lo tome y salimos de la habitación. En el camino que recorrimos nos cruzamos con lo que sería la servidumbre y algunos demonios de grados especiales, los cuales al ver pasar a Sukuna se inclinaban... Otros se ocultaban o temblaban por miedo.

Llegamos a una sala de gran tamaño, donde allí en el medio se encontraba una maldición con sonrisa arrogante.

- Que bueno que llegas justo a tiempo- alago Sukuna a la maldición, está sonrió y se puso feliz por el alago de su rey.

- Sukuna...

- Ya no me digas Sukuna, Llámame por mi nombre- mando firme mirándome de reojo seriamente. Su actitud había cambiado de un momento a otro.

- De acuerdo, Ryomen- dije. Este sonrió con pura arrogancia pero cambio su expresión al ver a la maldición que también se encontraba en la sala.

Me miraba con hambre, y se que Ryomen lo noto ya que hizo una mueca de desagrado.

- ¿Quieres comertela?- pregunto al demonio. Al hacer la pregunta cambio su gesto para que pareciera de aburrimiento, no se que tenía planeado.

La Maldición algo dudosa asintió. Sukuna se dio media vuelta encarandome.

- Para hacer el hechizo primero debo quebrantar tu alma y hacerla más fuerte- explicó en mi dirección, luego sonrió con todo su esplendor cerrando levemente sus ojos- y lo primero que debes hacer es exorcizar a una maldición de clase especial.

Allí entendí, mire a la maldición y está tembló sin entender. Era de clase especial, por eso el aura maldita de esa cosa era de gran magnitud, aún así no se comparaba con la que emanaba el Rey.

- Nunca he exorcizado a uno de clase especial, soy muy débil todavía- dije, él lo sabía más que nada.

- Oh, no te preocupes por eso- hablo con desdén- se dejará exorcizar- señaló a la maldición y está tembló de miedo.

Sentí sus intenciones de huir, estoy segura que también las sintió Sukuna ya que sonrió.

- Agárrate de mi- me mando, yo sólo me acerqué a él y me envolvió con sus dos brazos de abajo para luego unir sus dedos frente a su cara- Extencion Dominio- dijo firme.

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Diré una cosa:

En mi perfil ya están los prólogos de los fanfics que había enseñado antes de personajes de Jujutsu Kaisen